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“¡Sé como el agua!”: siete tácticas en la revolución democrática


Hong Kong

Por Antony Dapiran

Desde hace casi dos meses, una ola de manifestaciones antigubernamentales sacude la región de Hong Kong. Provocada inicialmente por un proyecto del gobierno de aprobar una ley que permita la extradición de sospechosos criminales para ser juzgados por tribunales de China continental, las protestas se han convertido en un movimiento democrático más amplio, que reclama la rendición de cuentas del gobierno y el sufragio universal. Las manifestaciones han sido impulsadas en gran parte por jóvenes activistas, que han desarrollado y adaptado sus tácticas durante las protestas semanales y los consiguientes choques con la policía, ofreciendo una clase magistral a los y las activistas de todo el mundo. He aquí algunas de sus principales tácticas.

No más acampadas – “¡Sé como el agua!”

Los movimientos de acampada que hubo en todo el mundo tras la crisis financiera de 2008 sirvieron de inspiración para la anterior acción masiva de desobediencia civil en Hong Kong –una serie de manifestaciones que pasaron a denominarse Occupy Central o el Movimiento de los Paraguas– en 2014. Aquellas manifestaciones adoptaron la lógica de la acampada de las movilizaciones anteriores y la gente ocupó las principales arterias de la ciudad durante 79 días, esperando que el trastorno forzaría al gobierno a sentarse a la mesa de negociación. El gobierno se negó a ceder y las protestas acabaron en un fracaso.

Esta vez, la gente de Hong Kong se inspira en una fuente más cercana: el héroe local y actor de cine de acción Bruce Lee, quien, como es sabido, solía aconsejar: “Sé como el agua”.

Los jóvenes manifestantes hongkoneses evitan las tácticas de acampada fija del pasado para impulsar un estilo de protesta ágil y sumamente móvil. Una concentración puede convertirse en una marcha; una marcha puede iniciarse en una dirección y de pronto cambiar a otra dirección; el objetivo de una acción determinada puede ponerse de manifiesto tan solo en el curso de la acción misma. En las manifestaciones recientes, pequeños grupos de manifestantes se desgajaban para llevar a cabo ocupaciones ilegales de algún edificio gubernamental, invadiendo el vestíbulo y los ascensores. Cuando el gobierno declaraba cerrado el edificio y daba permiso al personal para abandonarlo, los manifestantes se dispersaban y acudían al siguiente objetivo. Como decía Bruce Lee, “el agua fluye, pero puede golpear”.

Protestas de código abierto

La ola de manifestaciones actual en Hong Kong carece de líderes. Se trata en parte de una respuesta a la agresiva persecución por parte del gobierno hongkonés de los líderes de la anterior ola de protestas: la cabeza visible del Movimiento de los Paraguas, Joshua Wong, acaba de salir de la cárcel, mientras que muchos otros líderes, entre ellos los impulsores del plan de Occupy Central, Benny Tai y Chan Kin-man, siguen encerrados. Sin ningún líder visible, no hay nadie a quien encarcelar.

Sin embargo, la falta de una dirección centralizada también es resultado del uso táctico de las redes sociales. La gente acude a foros en línea como LIHKG –una especie de versión local de Reddit en que los usuarios dejan comentarios y votan propuestas– y se apuntan a grupos de Telegram (los más amplios cuentan con decenas de miles de miembros), cuya función de votación permite a los participantes votar sobre los siguientes pasos: ¿Deben los manifestantes permanecer en el lugar o dispersarse? Se vota ahí mismo y se actúa de acuerdo con el resultado.

El profesor Francis Lee, de la Universidad China de Hong Kong, habla de manifestaciones de código abierto. Voluntarios con megáfonos o walkie-talkies ayudan a anunciar y coordinar, pero no son líderes. Los manifestantes también han explicado que esta falta de liderazgo anima a todo el mundo a implicarse y participar en el movimiento. De este modo ponen en práctica la democracia participativa a la que aspiran.

AirDrop

El uso de Telegram por parte de la gente es notorio, así que tal vez no resultará extraño que durante los primeros choques más intensos entre manifestantes y policías, Telegram informara de que había sido objeto de un vasto ataque de denegación de servicio procedente de China continental. A esto hay que añadir la gran sobrecarga de las redes de telefonía móvil cuando hay decenas de miles de personas concentradas en una zona limitada e intenta acceder simultáneamente a sus dispositivos, con lo que las comunicaciones se vuelven rápidamente problemáticas. Ante esto, la gente ha adoptado tecnologías P2P alternativas, en particular la aplicación AirDrop con el que están equipados todos los teléfonos de Apple. AirDrop permite a los usuarios de un iPhone intercambiar mensajes e imágenes mediante una conexión BlueTooth, sin necesidad de conectarse a través de la telefonía móvil.

Así se ha utilizado AirDrop tanto para compartir mensajes con otros manifestantes durante las marchas como para difundir comunicados a una comunidad más amplia. Los usuarios y usuarias del metro de Hong Kong pueden recibir mensajes no solicitados a través de AirDrop con lemas favorables a la causa o el anuncio de la siguiente convocatoria. Antes de las manifestaciones, en los grupos de Telegram se difunde el mensaje “Recuerda llevar el AirDrop conectado”. Cuando iba a concluir una manifestación reciente y la gente estaba preparándose para volver a ser agua y dispersarse, mi móvil empezó de pronto a sonar y mostrar el siguiente mensaje en AirDrop: “Nos vamos todos a las 19:00”.

Cadenas de suministro y lenguaje de signos

Las experiencias del Movimiento de los Paraguas y los recientes choques con la policía han enseñados a los y las activistas que necesitan ciertos pertrechos en primera línea. Para asegurar que los nuevos suministros lleguen rápidamente, los manifestantes de Hong Kong han desarrollado un sistema original de señales manuales para enviar mensajes a través de la multitud sobre los pertrechos requeridos. La señal avanza a lo largo de las filas de gente hasta la retaguardia de la manifestación, donde se guardan los materiales previamente transportados a un lugar próximo. Desde allí, los pertrechos solicitados pasan de mano en mano a lo largo de una cadena humana que atraviesa la multitud hasta el sitio en que se precisan. Estas cadenas de suministro humanas han llegado a extenderse a lo largo de un kilómetro y es impresionante observar cómo funcionan.

Este lenguaje de signos se ha vuelto tan icónico que en una reciente concentración de cabellos plateados, o sea, de personas mayores que se manifestaron en apoyo a la joven generación, los ancianos estuvieron ensayando con los jóvenes las señales manuales para mostrar su solidaridad.

Neutralización de gases lacrimógenos

Cuando al comienzo del Movimiento de los Paraguas, en 2014, la policía lanzó bombas lacrimógenas, hubo una gran indignación en la comunidad hongkonesa, dando lugar a la ocupación del centro de la ciudad durante 79 días. Cinco años después, el lanzamiento de gases lacrimógenos en las calles de Hong Kong es moneda corriente. En efecto, el pasado fin de semana, la policía sembró de bombas lacrimógenas diversos barrios densamente poblados tanto el sábado como el domingo, y al atardecer del domingo de manera casi constante durante unas cuatro horas. Este aumento del uso de gases lacrimógenos se debe en parte a que los manifestantes han aprendido a neutralizarlos.

Pequeños grupos móviles de bomberos esperan detrás de la primera línea, equipados con conos de regulación del tráfico. Cuando cae una bomba lacrimógena entre la multitud, acuden corriendo al lugar para tapar la bomba con uno de los conos, creando así una chimenea que retiene y canaliza el humo como con un embudo. Después se acerca otro miembro del grupo y vierte agua en el cono para apagar la bomba. Si no disponen de conos de tráfico, utilizan agua o toallas mojadas para apagar las bombas lacrimógenas, o un manifestante ágil, provisto de guantes calorífugos, recoge la bomba y la lanza de vuelta a la policía o a un lado donde no haya gente y no moleste a nadie.

Evitar una estampida

Uno de los mayores riesgos de lesiones o muerte en medio de una multitud de gente se deriva del peligro de estampida. Esta amenaza tiene que ver con la geografía urbana de Hong Kong: manifestaciones recientes han tenido lugar en callejuelas estrechas y sinuosas del antiguo barrio de Sheung Wan, o en laberintos de pasos y cruces elevados que hay por toda Hong Kong. Cuando la policía lanza bombas lacrimógenas sobre multitudes apretujadas, o las compañías Raptor de la policía antidisturbios lanzan una de sus cargas con porras eléctricas, el riesgo de pánico entre la multitud y de estampida es agudo. Conscientes de este peligro, grupos de manifestantes gritan en este caso “Uno – dos, uno – dos…” al unísono a medida que retroceden y todo el mundo mantiene el ritmo yendo para atrás. Esto asegura una retirada ordenada y evita lo que de otra manera podría ser una estampida mortal.

La Revolución se financiará con el micromecenazgo

Los activistas de Hong Kong querían llamar la atención del público internacional sobre su causa y entendieron que la cumbre del G20 de líderes mundiales prevista en Osaka (Japón) para finales de Junio les brindaba una oportunidad. Aunque no pudieron llevar su lucha hasta la mesa de la sala de reunión del G20, optaron por un plan B: las mesas de desayuno de los asistentes. Eligieron una serie de anuncios a toda plana en periódicos de todo el mundo para dar publicidad a su lucha. Financiaron los anuncios lanzando una campaña de micromecenazgo que recaudó el equivalente a unos 650.000 euros en cuestión de horas. Grupos de voluntarios redactaron y revisaron los textos en diversas lenguas, contrataron los anuncios y enviaron las maquetas a periódicos de todo el mundo. En los días inmediatamente anteriores y durante la cumbre del G20, en periódicos de todo el mundo, desde el New York Times hasta The GuardianLe Monde y Süddeutsche Zeitung, pasando por The Australian y Asahi ShimbunGlobe & Mail y Seoul Daily, aparecieron sorpresivos anuncios a toda plana y en blanco y negro que decían “Apoyad a Hong Kong en el G20”.


Antony Dapiran es escritor y abogado residente en Hong Kong.

Traducción: viento sur