Esto es en España, solo imaginemos lo que ocurre en Venezuela desde hace tantos años y que ahora producto de esta terrible crisis y de las nefastas políticas laborales del gobierno se han profundizado. Lo que, como dice el título del artículo, está totalmente silenciado.
Por Raúl Navas
Recientemente
circulaba en redes sociales un ejemplo de reacción escandalosa de una empresa
ante un accidente laboral[1] ocurrido
en Argentina. Un repartidor de pizza sufrió un accidente y su superior le
insistía en qué estado se encontraba el pedido, pese a que el trabajador
contestaba que estaba en el suelo sin poder moverse; le contestaban que era el
procedimiento y que debía informar del pedido haciendo una foto. La persona que
socorrió al trabajador que se encontraba en el suelo y sangrando, denunció los
hechos en las redes sociales con el siguiente mensaje: “Hace un rato socorrí a
un repartidor de pizza al que atropelló un auto. Mientras yo llamaba al Same,
el hombre - tirado en el piso y sangrando- avisaba a la app que había tenido un
accidente. Lo único que le importaba a ellos era el estado de la pizza.
Perverso es poco”. Un ejemplo de tantos que se sufre cada día en el mundo del
trabajo y que evidencian la precariedad laboral y la escasa importancia
existente respecto a la seguridad y salud de quienes trabajan.
Un informe de
la OIT de este año alertaba de que cada año 374 millones de trabajadores sufren
accidentes laborales y que se producen 1.000 muertos al día a causa de accidentes
laborales y 6.500 por enfermedades profesionales[2].
Hemos pasado de 2,33 millones de muertos anuales en 2014, a 2,78 millones en
2017. Son datos aterradores e ignorados a la vez, que evidencian la urgente
necesidad de mejorar las condiciones de trabajo y emplear mayores recursos y
esfuerzos en la prevención de riesgos laborales y en proteger la seguridad y
salud de quienes trabajan.
Pero y pese a
la gravedad de la amenaza a la que nos enfrentamos, los medios de comunicación
prestan escaso interés en lo referente a asuntos relacionados con la seguridad
e higiene en el trabajo. Ha tenido escasa relevancia noticias, por ejemplo, lo
ocurrido el pasado 5 de julio, cuando la policía detuvo a 30 personas en
Alicante y Murcia[3],
acusados de explotar a trabajadores inmigrantes en condiciones de esclavitud.
Hablamos de una red empresarial que empleaba sin contrato, siendo alojados en
pésimas condiciones en naves, talleres y garajes. Tampoco tuvo relevancia la
detención de dos empresarios el mismo 5 de julio en Girona[4],
a raíz de un accidente laboral ocurrido el pasado 7 de mayo en una obra de
construcción. El trabajador fallecido no tenía contrato de trabajo, ni estaba
de alta en la seguridad social. Las investigaciones indicaron que la empresa no
proporcionaba equipos de protección, tenía a más trabajadores sin contrato y
las medidas de seguridad brillaban por su ausencia. Esa misma semana, el 9 de
julio murió un trabajador aplastado en una empresa de Bellpuig[5] (Lleida)
y el mismo día moría otro trabajador en Pozo Alcón (Jaén) al caerse de un
andamio[6].
Una semana después, el 15 de julio, murió un trabajador en Cogollos de la Vega
(Granada) tras volcar una máquina de obra y en esa misma fecha murió otro
trabajador en Galicia al caer de un tejado y otro en Casarrubios del Monte
(Toledo) también realizando tras la caída desde un tejado. Tres días después un
trabajador moría arrollado por una carretilla elevadora en una fábrica en
Mungia (Bizkaia) y dos días más tarde se produjo otro accidente mortal en una
planta incineradora de residuos de Melilla. Una tremenda e interminable
carrera: el 24 de julio moría un trabajador aplastado por una piedra de grandes
dimensiones en una cantera de Castellet i la Gornal (Barcelona); el 29 de julio
un trabajador moría al caer de un tejado de una nave industrial en Martos
(Jaen); el día 30 moría un trabajador en O Porriño (Pontevedra); el 31 tuvieron
lugar dos accidentes laborales mortales en Asturias, un trabajador murió al
caer de una chimenea de la central térmica de La Penda en Mieres, y otro
trabajador de Tragsa murió al caer al río Nalón cuando estaba realizando
labores de limpieza. Interminable, de verdad, esta asesina carrera
Recientemente,
el Ministerio de Trabajado ha publicado los datos de siniestralidad laboral
registrados entre enero y mayo de 2019. En los cinco primeros meses del año se
ha producido la friolera cifra de 250 muertos en accidentes de laborales. En
este periodo se contabilizan 548.583 accidentes laborales. Entre ellos, los
accidentes con baja han aumentado un 4,6% respecto al mismo periodo en 2018,
los graves, han aumentado un 8,8% en este periodo. Se siguen registrando
índices estadísticos sobre siniestralidad laboral notablemente peores respecto
a otros estados europeos. Pero pese a la gravedad de la situación, los
gobiernos continúan pasivos ante esta lacra, y el problema y sus víctimas
siguen sin visibilizarse.
Los datos
sobre siniestralidad comienzan a incluir información sobre la siniestralidad
entre los autónomos. Desde hace años, se habla bastante de la situación en la
que se encuentra este colectivo, aunque el debate mediático parece centrarse
solo en temas como su fiscalidad, impuestos y cotizaciones. Poco se dice a
cerca de las condiciones de trabajo concretas, en particular en lo referente a
salud laboral. Durante muchos años apenas se encontraban datos sobre la
siniestralidad laboral en este colectivo, pero informes recientes del
Ministerio señalan que entre enero y mayo de 2019, han muerto 29 autónomos en
accidentes laborales, frente a los 20 en todo 2018 y 13 en 2017. En los cinco
primeros meses de este año se han producido 12.850 accidentes laborales, frente
a los 4.793 registrado en el mismo periodo en 2018.
Sobreesfuerzos y siniestralidad laboral
Los
sobresfuerzos, suponen la mayor causa de baja laboral y tipo de accidente de
trabajo. Entre enero y mayo se han producido 75.613 accidentes de trabajo a
causa de sobreesfuerzo físico sobre el sistema musculoesquelético, a gran
distancia de la segunda causa, los choques contra objeto inmóvil (52.749).
Además, las cifras están aumentando en los últimos años, pese a que en
numerosos casos este tipo de patologías no son reconocidas como accidente de
trabajo y son tratadas en la seguridad social como enfermedad común. En cambio,
apenas se conocen datos sobre reclamaciones a mutuas por no reconocer
accidentes, solicitudes resueltas sobre determinaciones de contingencia, etc.
Los
sobresfuerzos pueden producir serias secuelas como dolores crónicos, tendones
inflamados, lumbalgia, ciática, hernia discal, roturas musculares, lesiones
dorsolumbares, deformaciones en la columna vertebral, roturas de ligamentos,
etc. No hablamos de un problema nuevo, un informe del INSHT de 2007 indicaba
que el 80% de las enfermedades profesionales con baja se debían a problemas
muscculoesqueléticos[7].
El mismo organismo también ha alertado que los factores psicosociales
desfavorables tienen influencia en la aparición de lesiones
musculoesqueléticos.
Un reciente
informe de la OIT señala que el 36% de la población mundial sufre exceso de
trabajo y, según la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el
Estrés, el 59% de los trabajadores sufre estrés a causa del trabajo. Otro
estudio reciente publicado en una revista de la Sociedad Europea de Cardiología,
indicaba que tener estrés laboral e insomnio triplica el riesgo de muerte. Por
otro lado, un estudio reciente de la revista Stroke, de la Asociación Americana
del Corazón, indica que los trabajadores con largas jornadas laborales tienen
mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular[8].
Y es que “el trabajo está matando a la gente y a nadie le importa”, afirma
Jeffrey Pfeffer, autor del libro Muriendo por un salario, en el que
alerta de que el estrés está relacionado con 120.000 muertes de trabajadores en
EE UU. Pfeffer se refiere a un sistema laboral tóxico y de trabajos inhumanos,
en el que el 50% del absentismo laboral en EE.UU y Reino Unido se debe al
estrés. Mientras tanto, la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el
Trabajo (OSHA) indica que el estrés laboral afecta al 51% de los trabajadores.
Y no solo es que afecte a más de la mitad de los europeos, sino que según la
OSHA el estrés laboral es el segundo problema de salud ocupacional más
frecuente.
Una vez más
insistimos en que las malas condiciones de trabajo influyen negativamente en la
salud, y en que a menores medidas de seguridad, mayor precariedad y cansancio
por jornadas agotadoras, se producen más accidentes de trabajo. Y las
perspectivas no son buenas. En los últimos años se habla frecuentemente del
impacto de la robótica en el empleo, lo cual es importante, pero no se aborda
con la suficiente importancia los viejos y nuevos retos relacionados con la
seguridad y salud en el trabajo, como el impacto del cambio climático en el
mundo laboral. Entre otras cuestiones, la OIT prevé que el estrés térmico
ocasionado por el calentamiento global tenga un impacto notablemente negativo y
dañino especialmente en sectores como el agrícola, construcción, turismo,
recolección de basuras, etc.
El cáncer laboral, una lacra silenciada
Los riesgos
laborales son numerosos, y pueden ser variados según las características de las
tareas realizadas, el entorno laboral, uso de maquinaria, etc. Hay riesgos que
no son tratados con el rigor y la preocupación necesaria. Por ejemplo, hay
escasa información sobre el cáncer de origen laboral, que como tantas otras
enfermedades profesionales se oculta por las mutuas y empresas. Según la OIT,
el cáncer laboral es una de las enfermedades profesionales que más muertes
ocasiona, situándose en el 31% del total. Las mutuas se resisten a reconocer el
cáncer de origen laboral, para ahorrarse costosos tratamientos e
indemnizaciones, y prestan poco interés en analizar, estudiar, prevenir y
eliminar la exposición a sustancias y agentes potencialmente cancerígenos. Si
los datos se niegan y ocultan, es mas complicado identificar y prevenir los
riesgos relacionados con desarrollar un cáncer a causa del trabajo. Cada día
numerosos trabajadores están expuestos a agentes cancerígenos sin ningún tipo
de protección. La propia Comisión Europea ha estimado en la UE decenas y
cientos de miles los casos de cáncer diagnosticado a causa de exposición
laboral a sustancias cancerígenas, incluso decenas de miles de muertes
referentes al año 2012. Un reportaje de Tele 5 de hace unos
meses señalaba que pese a los 52 casos de cáncer de origen laboral reconocidos
en 2017, se calcula que el numero total rondaría los 10.000 y 20.000 casos, y
que en España solo se reconoce como cáncer laboral el 0,1% de todos los
totales, mientras que en otros países de Europa se ronda entre el 5 y 10%.
La lucha en el
movimiento obrero contra la exposición mortal al amianto se alarga durante
décadas. El problema sigue costando víctimas mortales. Una reciente sentencia
de un juzgado de Madrid reconoce como enfermedad profesional un mesotelioma
maligno sufrido por un trabajador electricista, a causa de exposición al
amianto. Además un juzgado de Barcelona ha reconocido que la muerte de un ex
trabajador de Nissan fue a causa de la exposición al amianto en su trabajo[9].
El problema del amianto continúa, y los afectados continúan teniendo que
batallar judicialmente. El artículo 116 de la Ley General de la Seguridad
Social, establece que los trabajadores tienen derecho a que su patología sea
reconocida como enfermedad profesional, si esta ha sido contraída a consecuencia
del trabajo según el cuadro de enfermedades profesionales aprobado Real Decreto
Legislativo 8/2015. Lo cual no es fácil, porque se debe batallar contra
empresas, mutuas y sus ejércitos de abogados, peritos, etc. Existe una tabla
oficial sobre la relación entre accidente laboral y cáncer, indicando el tipo
de cáncer, el agente causante presente en la actividad laboral. Incluir
patologías en el cuadro de enfermedades profesionales no es fácil, y pese a
ello recientemente se ha incorporado el cáncer de pulmón en trabajos expuestos
a la inhalación de polvo de sílice libre. El INSST ha elaborado un exhaustivo
informe sobre ocupación, actividad económica y mortalidad por cáncer en España,
donde deja bien claro en que sectores es más urgente intervenir y presentan
mayores riesgos y mortalidad. La Nota Técnica de Prevención 159 sobre el cáncer
laboral señala que el 90% de los canceres con se origen químico, de los que
entre un 60-90% son de origen ambiental, y que estos suelen tener un origen
industrial. Pero las normativas son claramente insuficientes y las
recomendaciones preventivas se suelen ignorar, y a los hechos nos remitimos.
El trágico
ejemplo del Metro de Madrid es escandaloso. La Fiscalía ha presentado una
demanda contra siete ex responsables del Metro por haber ocultado a los
trabajadores la existencia de amianto en sus lugares de trabajo, pese a que
sabían que tenían que haber tomado medidas desde 1984. La exposición al amianto
en el Metro ha provocado muertos y cáncer entre sus trabajadores. Y el problema
aun no se ha resuelto, el pasado 26 de julio el andén de la estación de
Tribunal fue cerrado al encontrarse amianto en un falso techo. Como en tantas
ocasiones a lo largo de la historia del mundo del trabajo, las empresas no
actúan o lo hacen mal y tarde con consecuencias trágicas para los trabajadores.
Conseguir un
entorno laboral saludable y seguro es una lucha que se enfrente a numerosos
obstáculos constantemente y a resistencias empresariales, judiciales,
políticas, etc. Pongamos otro ejemplo, el Bisfenol A está presente en los
tickets y recibos de compra, que manipulan cada día miles y miles de personas
empleadas en sectores como los del comercio, grandes almacenes, etc. Hay
estudios que relacionan al Bisfenol A con el cáncer y la infertilidad, e incluso
la Justicia Europea ya reconoce que es toxico[10].
Francia lo prohibió en 2014 e incluso ha propuesto hacerlo en toda la UE. En
2017 la Agencia Europea de Sustancias Químicas incluyó al bisfenol A en la
lista de sustancias “altamente preocupantes”. Un estudio de la Universidad de
Granada concluía que el 95,3% de los recibos en España contienen bisfenol A[11].
¿A que se espera para tomar medidas?
Gas radón: un peligro mortífero
El gas radón,
es un gas radioactivo que provoca cáncer en altas concentraciones. De hecho,
según la OMS, es la segunda causa del cáncer de pulmón. Procede del suelo y
subsuelo de zonas graníticas y se puede expandir con facilidad a través de
grietas. Hay altas concentraciones de gas radón en multitud de edificios y
centros de trabajo; pese a los escasos estudios y mediciones existentes se
calcula que hay unos 250.000 edificios afectados[12].
Durante décadas, se ha ignorado esta amenaza mortífera, que actualmente continúa
siendo un peligro ampliamente desconocido. La OMS considera que no deben sobrepasarse
los 100 bequelerios por metro cubico, mientras que la única directiva europea
existente eleva esta cifra a 300 bq/m3. Existen altas concentraciones de gas
radón especialmente en Galicia. A modo de ejemplo, el ex director del Museo
Arqueológico de Castillo de San Antón (A Coruña) fue informado en 2010 (tras
estar 14 años trabajando en ese lugar) que su despacho registraba índices
superiores a 2.000 bq/m3, recomendándole un cambio de lugar de trabajo.
Posteriormente desarrolló cáncer y en 2017 la seguridad social declaró esa
patología como accidente laboral.
Hablamos de un
riesgo potencialmente peligroso para la ciudadanía, por lo que se deberían de
haber tomado medidas hace muchos años. A nivel laboral se debería implicar sin
escatimar esfuerzos a la Inspección de Trabajo, y elaborar con urgencia planes
de mediciones en centros de trabajo. Al igual que se puede medir los niveles de
ruido, iluminación o temperatura, se deberían hacer mediciones que puedan
detectar gas radón (y cualquier sustancia cancerígena). Hablamos de un problema
que requiere soluciones urgentes, ya que hay lugares que superan con creces los
índices de referencias de OMS y la UE, pese a que una directiva europea
establece que se deben tomar medidas y adoptar planes contra el gas radón antes
de 2018.
Por ultimo
insistimos que sin seguridad y salud en el trabajo no hay trabajos dignos, y
resulta complicado tener trabajos dignos, estables y socialmente útiles, sin
organización, solidaridad y secciones sindicales fuertes. Hay que seguir trabajando
en poner fin de la injusta tragedia de morir trabajando, y seguir despertando
interés e implicación política y social para combatir y erradicar la lacra de
la siniestralidad laboral.
[1] “El indignante
mensaje de una empresa a un repartido que sufrió un accidente: «¿Cómo está el
pedido?». Las redes sociales se han llenado de críticas de usuarios por la
reacción de la empresa tras conocer el suceso. ABC, 29/07/2019.
[2] H. Asenador, S: “Las
enfermedades profesionales y accidentes laborales matan a 7.500 personas cada
día”. Expansión, 20/04/2019.
[3] Burgos, R: “Cae una
red de captación y explotación de inmigrantes en Alicante y Murcia. La policia
detiene a treinta personas por reclutar a jóvenes para trabajan sin contrato ni
salario”. El País, 05/07/2019.
[4] “Detenidos dos
responsables de una empresa al ver irregularidades tras morir un
empleado”. La Vanguardia. 10/07/2019.
[8] “Las largas jornadas
de trabajo, asociadas con un riesgo hasta un 45% mayor de sufrir un accidente
cerebrovascular”. Público, 22/06/2019.
[9] “Una jueza reconoce
por primera vez la muerte de un trabajador por exposición al amianto en
Nissan”. La Vanguardia, 31/07/2019”.
[10] “La justicia europea
confirma que el bisfenol A es toxico para la reproducción. El tribunal califica
esta sustancia como extremadamente preocupante”. La Vanguardia, 11/07/2019.
[12] Sánchez, E: “El gas
cancerígeno incontrolado. Los expertos estiman que 250.000 edificios en España
pueden estar acumulando radón. La administración no lo mide ni aplica la
directiva europea de protección”. El País. 17/02/2019.