SOBRE LA CAMPAÑA
#NoMasEjecucionesEnElBarrio
Por Surgentes, Colectivos de DDHH
El 18.11.19,
desde Surgentes, Colectivo de DDHH, iniciamos una campaña, (microcampaña, en
verdad porque son apenas 20 piezas para redes sociales y una investigación que
recopila testimonios de familiares de víctimas de violencia policial) cuyo
objetivo es “Coadyuvar a la reducción de las muertes violentas de jóvenes de
los sectores populares, ocasionadas por los cuerpos de seguridad en Venezuela”,
a través de la visibilización delas contradicciones que existen entre el
programa democrático de transformación de la sociedad construido desde el
chavismo y la actual política de seguridad. La idea es generar un debate
crítico a lo interno de la izquierda y del chavismo, que es el campo en el que
militamos, para desde ahí incidir en el gobierno.
¿Por qué la campaña?
Una breve
autoreferencia, porque Surgentes es muy chiquita y poco conocida. Quienes
hacemos parte de este colectivo tenemos, las/os más viejos/as, 30 años en el
campo popular y de DDHH. Venimos de la militancia de los 80 contra la
represión, el neoliberalismo y la decadencia del pacto de conciliación de
elites. Luego, en la década del 2000, formamos parte, desde el Estado, del proceso
de reforma policial y de los intentos de avanzar en una política de seguridad
frente al delito, con perspectiva de DDHH. Estuvimos en la Conarepol, en el
Consejo General de Policía, en la Unes, en la Comisión Presidencial para el
Control de Armas, Municiones y Desarme y en el diseño de la Gran Misión A Toda
Vida Venezuela. Vimos avances sustantivos en la reducción de la violencia
policial clasista. Así lo demostraban tanto las cifras oficiales como las
extraoficiales. Fuimos parte, desde el Estado, de un logro que no habíamos ni
soñado en nuestra militancia de décadas previas, desde la sociedad. Pero esos
logros se revirtieron. Con Rodríguez Torres en el MPPRIJP comenzó una regresión
de la política que no ha culminado aun. Entre tanto, volvimos a la
militancia de base, a hacer lo que hacíamos antes. Acompañamos desde hace 5
años un proceso de fortalecimiento del poder popular en 12 barrios de una
parroquia de Caracas y algunas luchas en el campo de los DDHH.
Desde ahí
hemos vivido el aumento radical de la violencia policial. Acompañamos a una
compañera muy cercana, militante chavista, cuando la policía mató a su hijo en
su cara y, también en su cara, simuló un enfrentamiento; cuando en el CICPC le
quisieron hacer firmar una declaración en la que decía que hubo enfrentamiento
y también cuando se negó a hacerlo, porque era mentira, porque se lo seguían
matando con la infamia; cuando no había plata para enterrarlo y cuando hicimos
una vaca para comprar un saco de cemento para que no se robaran el cadáver en
el cementerio; cuando teme por su chamo vivo, que la policía amenazó con joder
si denunciaba; cuando decidió no denunciar y tragarse el dolor, porque la
desesperanza y la injusticia pudo más. Ese es uno de 9 casos que vimos ocurrir
en el barrio en lo que va de año. Todos iguales. Chamos del barrio, algunos
efectivamente vinculados a prácticas delictivas, pero de muy poca monta, que
eran asesinados malamente por la policía sin que sus familiares pudieran hacer
nada. Eso que vivimos, desde la militancia territorial, tiene un correlato en
las estadísticas.
No son datos
de ONG hostiles a la Revolución Bolivariana los que aquí se presentan. Sino los
datos oficiales (CICPC y MPPRIJP) de muertes en “resistencia a la autoridad”.
El Estado mata a 3 de cada 10 personas que mueren de manera violenta en el país
(sin meter accidentes de tránsito): 33,2% del total de muertes violentas de
2018 (5.287 muertes por “resistencia a la autoridad”). Eso significa 15
personas diariamente. Pobres todas. Se trata de una masacre a cuenta gotas, con
un reguero de hijos, parejas y madres, viviendo suplicios.
En el pasado
hemos enviado de manera reservada información a gente del Alto Gobierno,
alertando sobre estos hechos. Porque bueno, suele ocurrir que la gente en
funciones de Estado, sobre todo en altos cargos, se aleja de la realidad de la
calle. No la vive, no la siente, no la entiende y, en consecuencia, no corrige.
No encontramos respuestas por esa vía. También en el pasado hemos denunciado
esta política públicamente (Ver documentos[1]), pidiéndole al gobierno que
rectifique. En 2015, a propósito de una de esas denuncias, Nicolás dio
públicamente instrucciones a González López (entonces ministro) para que
convocara a “un grupo pequeño de intelectuales que han mostrado
preocupaciones” con respecto a las OLP. Reunión que nunca ocurrió.
Respetamos a
quienes, frente al asedio de EEUU y la conspiración interna, consideran que no
es el momento para hacer denuncias, porque eso debilita el proceso. Pero esa no
es nuestra lectura. Como decimos aquí https://www.tatuytv.org/entrevista-el-momento-de-la-gente-es-siempre-violencia-policial-chavez-y-la-critica/,
“el momento de la gente es siempre”. Basta de hipotecar el presente a un
futuro que no llega. Callar ante una infamia como la que los datos oficiales
muestran no es una opción digna. Se trata, sin duda, de una política que
reproduce la desigualdad capitalista, que victimiza a los de abajo (pobres,
ejército de reserva) y deja impunes a los de arriba de la estructura delictiva
(la burguesía del delito). Esa política la podría impulsar sin cambiarle nada
cualquier gobierno de la derecha de este país (como en efecto la hacía y frente
a la cual nos rebelamos en los 80 y 90). Esa política implica una “pedagogía”
en la que el pueblo, por miedo, termina anulando su capacidad de movilización y
reclamo, perdiendo protagonismo (que es el logró más importante de la
Revolución). Chávez nos tiró una línea que consideramos fundamental en la
materia, que acompañamos a construir y ejecutar. No más una policía racista,
clasista, violadora de derechos humanos, al servicio de la burguesía. Por eso
incluimos en la campaña frases de Chávez. Si el gobierno o alguien en el
gobierno, si los militares o alguien en el sector militar, decidió que la línea
era matar chamos del barrio, que al menos no digan que eso es chavismo, porque
no lo es, por ningún lado. Por eso decimos: #NoEnNombreDeChavez
Sabemos que
somos minoría, muchos compas legitiman la política de “mano dura”, que es un
eufemismo para decir: “matar malandros, aunque a veces, también se maten a
chamos sanos”. Hay una mutación en la política de seguridad en el chavismo
dirigente que es acompañada por una parte del chavismo de base. Hay encuestas
que dicen que la mayoría del país está a favor de las políticas de “Mano
dura”. Tal vez eso explique la continuidad de la política. Hay una acción
de gobierno que, aunque contraria al programa chavista de transformación de la
sociedad, aglutina algunos consensos. Pero ya se sabe a donde lleva el
pragmatismo cuando desaparece la necesaria tensión que debe tener, en política,
con la apuesta programática, con el horizonte de transformación. Sabemos que
somos una minoría, pero creemos que la razón nos acompaña y actuamos en
consecuencia.
…Y en medio de eso cometimos un error que debilitó (¿o potenció?) el
impacto de la campaña
La campaña,
como decíamos arriba, son apenas 20 piezas para RRSS (de las que han salido 10)
y una investigación que recopila testimonios y que presentaremos el próximo jueves
28, a las 9 am, en La Ceiba, Piso 1 (San Agustín del Sur). Invitadas/os
todas/os, a debatir.
Cuando
diseñamos la campaña nos propusimos varias líneas de mensajes: la voz de los
familiares de las víctimas (que busca generar empatía con el dolor real de
nuestra gente); la voz de Chávez cuestionando el clasismo y racismo de la
policía (tirándonos línea de cuál es la ruta); la voz del nuevo modelo policial
construido en Revolución (que muestra cómo avanzamos en su momento) y; los
datos que demuestren la magnitud de lo que denunciamos, su importancia, su peso
absoluto y relativo, su drama. Sobre esto último diseñamos dos piezas, una que
compara en el tiempo, la que colocamos arriba, que muestra cómo han aumentado
en 384,6% las muertes directamente generadas por el Estado en los últimos 6
años y otra, que compara en el espacio las muertes por “resistencia a la
autoridad” y los homicidios en 5 países (también con datos oficiales de
cada país). Esta:
Evaluando, consideramos
que cometimos un error con esta pieza, facilitamos que nos descalificaran, o
que surgieran sospechas sobre nuestra intención y, en consecuencia, que se
disminuyera la gente que lográramos sensibilizarse sobre el problema, con quienes
quisiéramos debatirlo, en la apuesta por conformar una masa crítica para
decirle a nuestro gobierno que debe hacer cambios. Es decir, nos metimos un
autogol.
La
investigación que citamos para esa pieza (que no es nuestra investigación) la
dirigió un tipo serio, Ignacio Cano, que asesoró la reforma policial venezolana
en su momento. No es un tipo particularmente de izquierda, pero sí un académico
muy respetado, con una obra sólida sobre indicadores policiales. En el
comparativo, Venezuela sale muy mal. Frente a ello, surgieron dos críticas
fundamentalmente
1. No es creíble que estemos peor que México o Colombia. En consecuencia “el
dato es falso, la intención es mala y seguro que quienes sacan la pieza son
escuálidos o, cuando menos, tontos útiles que, en última instancia le hacen el
juego a la estrategia de deslegitimación del gobierno”. La pieza (que es
solo una imagen con texto) no permite la contextualización que sí permite el
uso del dato en un informe de investigación. La comparación estadística entre
países tiene el gran problema de la confiabilidad de la fuente de cada uno.
Puede que los gobiernos de México, Colombia, Brasil o El Salvador maquillen sus
cifras de muertos por la policía (seguro que es así, también lo hace el
gobierno de Venezuela). Puede que, como en efecto ocurre, esas muertes las
“tercericen”, es decir, que sean paracos los que hagan el trabajo sucio que
antes hacía la policía y, entonces, la policía aparece en sus estadísticas con
menos muertes, aunque el establecimiento las genere. Esa contextualización del
dato estaba prevista en el informe de investigación, pero no cabía en la pieza.
Aun así, decidimos publicarla, porque daba una idea de magnitud.
2. La segunda crítica es que la investigación en cuestión la financia la
ONG de Soros. Entonces, para algunos eso demuestra que el único objetivo de esa
investigación es desprestigiar al gobierno venezolano y, el único objetivo
nuestro, es sumarnos a la campaña de desprestigio. En algunos casos, en los
debates en las RRSS, compas asumieron que a nosotros nos financió también Soros
para nuestra investigación, lo que no es cierto, por supuesto. En todo caso,
asumimos también como error, nuevamente, el haber priorizado la credibilidad
del coordinador de la investigación (Cano), por sobre el peso político del
financiamiento.
Frente a esto,
algunos/as compas cercanos/as, los/as más, nos escribieron en buena onda
diciéndonos: “…esa pieza hace ruido, les recomiendo que la saquen para
fortalecer la campaña”. Pero otros, una minoría, soltaron una avalancha de
descalificaciones y mentiras, un par de ellos (con influencia), con una saña[2].”…que no han merecido ni siquiera
nuestros peores enemigos de clase dentro del Estado”
(https://elotrosaberypoder.wordpress.com/2019/11/22/las-guerra-nuestras/).
Entendemos que
cause sospechas. Metimos una pieza (1 de 20), que no contextualizamos, que era
prescindible y que no es el centro de la campaña. Entendemos, también, que nos
interpelen. Somos del diálogo, el debate y la polémica. Asumimos el error, pero
creemos que es un error mayor, que ello sirva de excusa para contribuir a
invibilizar el drama y la magnitud de la política de asesinatos de jóvenes del
barrio, la inconsistencia programática que ello implica y el signo político
derechizante que expresa.
Finalmente, no
estamos seguros/as de si nuestro error, la descalificación y la polémica,
redujeron o aumentaron el impacto de la campaña. Aunque una parte del chavismo
se aproximará desde la sospecha, la polémica pareciera haber aumentado la
llegada del mensaje. Nos cuentan que hay unos ministros “arrechos” con la
campaña, si es así, que sepan que nosotras/os también estamos “arrechos/as”,
con quienes dirigen la política de asesinatos y con quienes con su silencio o
indiferencia, desde el poder, son cómplices de esos asesinatos. Arrechos/as
desde el chavismo, y dispuestos/as a defender que esa política no se
corresponde con nuestra apuesta de transformación radical de la sociedad.
Seguimos
apostado a nuestro objetivo: generar debate a lo interno de la izquierda y el
chavismo para presionar al gobierno y lograr que identifique la monstruosa
contradicción que existe entre la política de matar chamos del barrio y el
programa igualitario del chavismo. Paren ya, modifiquen el rumbo:
#NoMasEjecucionesEnElBarrio
#NoEnNombreDeChavez.
[1] Ver: “La seguridad frente al
delito es un asunto político (Notas para debatir sobre la OLP)”, agosto
2015 https://surdh.wordpress.com/2015/08/17/comunicado-seguridad-delito-asunto-politico/;
“Ante la invisibilización de las muertes de manifestantes de los sectores
populares”, enero de 2019, https://www.alainet.org/es/articulo/197779;
“Arrechera de la gente es legítima, no debe criminalizarse, enero de
2019, https://supuestonegado.com/gonzalez-plessmann-protestas-legitimas-focos-violencia/)
[2] Sobre el tono de estas
intervenciones, Malfred Gerig, escribió: «La metamorfosis del chavismo genera
un cúmulo de transformismos de la más variada índole. Últimamente el que me
causa mayor asombro es el cabrón malandro. Este es un grupo de cabrones, muy cabrones,
que se esconden detrás de una casi literaría jerga malandra, para cabronear al
gobierno en las más impensadas situaciones, desde la mala política económica
porque usted es un pajeado mental colonizado que no metió unos conejos en su
baño esperando la política económica del gobierno, hasta desdeñar la seria
acusación de la sorprendente cifra de muertes extrajudiciales por parte del
estado con el típico castigo personal a quienes hicieron la investigación.
Asombroso que se necesite tanta jerga malandra y tanta postura para ser tan
arrastrado y cabrón con el poder. Son una parodia del barrio y lo popular.
Genuflexos devenidos en conuqueros. Una jerga de la autenticidad que es peor
que la de cualquier retórica de esos científicos sociales que explican la
realidad por repetición. Pero, sobre todo, legitimadores de oficio de la
derechización»
(https://www.facebook.com/malfred.gerig?__tn__=%2CdK-R-R&eid=ARBpTfBy1Jhisp_aD59opkHZw7ZoQi_FBxCwgi9LtbyYbGdAf8oWIUAZy1auQ3OSJ0ev-cb5PLCGKe_m&fref=mentions).