Por Jesús A. Rondón
Hace
varios meses me invitaron y acepte participar en un grupo de whasapp que reunía
a algunos de mis colegas, muchos de ellos hoy migrantes y otros activos en
política nacional. Así llegue a Sociólogos por la Democracia, donde los debates
eran fundamentalmente sobre la situación de país y las opiniones eran
mayoritariamente contra el Gobierno y el chavismo.
Recientemente
compartí el enlace a un artículo titulado Refugiados exprés, publicado por
Últimas Noticias. Antes había colocado otras de mis notas y no pasaba nada.
Esta vez alguien se tomó el tiempo para leerlo e inició una seguidilla de
insultos y descalificaciones. Se apoderó de algunos un frenesí que me recordó a
la Santa Inquisición. Reaccioné sin novedad, ya acostumbrado a este tipo de
discursos y ataques.
Esta
situación me permitió ver a este grupo de colegas en otra perspectiva y entendí
que algunos olvidaron las teorías sociales estudiadas en nuestros años mozos; ahora
son especuladores de oficio. Muchos de ellos sacaron la máxima calificación en
sus materias, ahora hasta son doctores; pero sus opiniones vienen de las
vísceras.
Se
asumen muchos ellos como miembros de una clase media afectada por el chavismo.
Asumen esa identidad y se creen poseedores de rasgos que le dan superioridad
moral y racional frente a la clase trabajadora, los cuales dada su falta de
formación son incapaces de conducir sus vidas y menos llevar las riendas del
país. Según ellos son los doctos los que deben conducir la nación, así pues, se
consideran el faro que todos deben seguir.
Coincidía
con este evento, el golpe contra Evo y el pueblo boliviano y no pude evitar
pensar que se parecen tanto a los que asaltaron el poder, que demandan
tolerancia, pero en la menor oportunidad se dedican a perseguir, humillar e
incendiar al contrario.
Se
parecen tanto a los que promovieron las guarimbas y que si llegan al poder,
tienen entre ceja y ceja aplicar una purga, para dejar según ellos a los puros,
que claro está, son pocos. Se parecen tanto a aquellos que con una gota de
poder se convierten en mequetrefes al servicio del mejor postor, como los
diputados de la Comisión de Contraloría de la AN en desacato, que según sus
partidos actuaban por iniciativa propia.
Como
era de esperarse, me expulsaron, porque no era como ellos, a mi juicio:
bárbaros “ilustrados” o al menos se creen ilustrados. En nuestro pueblo se dice
que “la universidad no hace gente y menos la plata”.