Por Mirta Pacheco
Este
último viernes doce de los trece países que integran ese grupo firmaron una
declaración que desconoce la nueva presidencia de Nicolás Maduro en Venezuela.
Estados Unidos detrás de esa resolución.
El
Grupo Lima (GL) fue creado en 2017 en Lima a instancias del ex presidente de
ese país, Pedro Pablo Kuczynski, que fue eyectado de la presidencia por
denuncias de corrupción.
Este grupo reúne a Argentina,
Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México,
Panamá, Paraguay, Perú, Guyana y Santa Lucía. El objetivo primordial fue
ejercer presión sobre Venezuela para sacar de la presidencia a Maduro, haciendo
monitoreos sobre este país, aunque en la letra del documento fundacional
intentaron disfrazarlo inicialmente como la búsqueda de una salida negociada.
El canciller peruano Néstor
Popolizio al presentar la declaración sobre Venezuela, afirmó que “el principal
mensaje es sin duda el no reconocimiento de la legitimidad del nuevo período
del régimen venezolano”.
El único país que no firmó
fue México, su presidente Manuel López Obrador no asistió a la reunión del GL y
en su lugar envió al subsecretario para América Latina y el Caribe Maximiliano
Reyes Zúñiga.
Es probable que la negativa
del presidente mexicano a firmar la declaración rechazando la nueva presidencia
de Maduro, se deba a la disputa que lleva adelante ese país contra Estados
Unidos por el muro segregacionista que Trump insiste en construir en la
frontera de ambos países.
Es tan clara la injerencia de
Estados Unidos sobre este grupo de países de Latinoamérica, que ni se molestan
en guardar las formas. Mike Pompeo –Secretario de Estado norteamericano-
participó mediante video conferencia de esa reunión, sin que ese país sea
miembro del Grupo Lima.
Es
más, en la reciente asunción del ultraderechista Jair Bolsonaro, Pompeo
aprovechó la ocasión para reunirse con el presidente colombiano y el
representante del Perú, precisamente para hablar sobre el tema y presionar para
lograr esa declaración, en una abierta injerencia sobre aquel país.
Esto último no es un dato
menor. Países abiertamente alineados con Estados Unidos emiten una declaración
donde instan a Maduro a no asumir un nuevo gobierno y darle todo el poder a la
Asamblea Nacional, dirigida por la oposición de derecha.
Un salto en el
entrometimiento de los asuntos internos de ese país, que lleva la “firma de
agua” de la principal potencia imperialista, que trata a Latinoamérica como su
patio trasero, con un Grupo de Lima que se aviene a ese tratamiento.
Precisamente esos mismos países
saludaron la asunción de Bolsonaro como presidente de Brasil, un claro heredero
del golpe institucional que realizara la derecha junto con el Poder Judicial,
con el Departamento de Estado norteamericano actuando entre bambalinas.
Después de un tiempo del
golpe institucional, realizan un llamado a elecciones con el candidato del PT
con mayor intención de votos, Lula Da Silva, proscripto, sin derecho a ningún
tipo de propaganda política.
Este
Grupo Lima guardó silencio sobre todo este proceso en Brasil. Que no tengan la
misma vara para medir a los distintos países, habla a las claras de la
injerencia que ahora buscan realizar en Venezuela. Pero también de un intento
de corrimiento a derecha de la región, con EEUU con mayor peso específico en
ella.
La principal potencia
hegemónica, que interviene militarmente países, viola sistemáticamente
libertades democráticas en su propio país, apuntando a la población negra y
latina y que no tuvo ningún reparo en poner en jaulas, literalmente, a niñas y
niños inmigrantes latinos.
Ese país pretende tener el
“derecho” a cuestionar gobiernos y rechazarlos.
Las elecciones en Venezuela,
que atraviesa una crisis económica y política de gran envergadura, realizadas
en mayo del último año, contó con una participación muy baja de electores de
ese país (votó un 46, 01% del padrón).
Maduro obtuvo el porcentaje
más bajo en la historia del chavismo, si se tiene en cuenta el total del padrón
electoral, solo lo votó un 28% de la población, lo que habla a las claras
–junto con el factor de la alta abstención- del hartazgo del pueblo trabajador
venezolano que día tras día sufre grandes padecimientos por la crisis
económica.
Precisamente
esta gran crisis en curso, una verdadera catástrofe para el pueblo, no hace
otra cosa que mostrar a dónde condujo el “socialismo del siglo XXI” del
chavismo.
Pero esto de ninguna manera
habilita a que países alineados con Estados Unidos, puedan definir los
gobiernos de otros países. Solo el pueblo venezolano tiene ese derecho.
Fuente: La Izquierda Diario