Por Vladimir Safatle
Es
necesario hacer callar a quien no acepta la vida impuesta por el nuevo gobierno.
Asumió en Brasil el primer
gobierno electo de la extrema derecha. Con él, no hay negociación alguna
posible. Ni él busca alguna forma de negociación con aquellos que no
comulgan con sus credos, que no alaban a sus torturadores y que no creen que
“es duro ser patrón en Brasil”.
No hay razón alguna para
engañarse y pensar en cierta normalidad: la lógica que irá a imperar de aquí en
adelante es la de la guerra. Por eso no es un gobierno, es un ataque.
Ya
el discurso del señor Jair Messias (Bolsonaro) fue claro. Las cuestiones
económicas y sociales estuvieron en segundo plano mientras que las dos palabras
más citadas fueron “Dios” e “ideología”. Dios estaba allí, al parecer, para
librarnos de la “crisis moral” por la que pasa la República brasileña.
Eso, digamos de paso, hay que
concederle al señor Jair Messias: vivimos incluso una crisis moral
profunda. Está instalada en el corazón del gobierno brasileño.
¿Cómo justificar un gobierno
cuyo ministro de Justicia ganó su cargo como premio por haber colocado entre las
rejas al candidato más popular a la presidencia y pavimentado el camino para la
victoria de su actual jefe?
¿Cómo calificar un gobierno
que nace con ministros procesados y un reo confeso que se burla de la población
brasileña al afirmar “ya haber acordado con Dios” acerca de sus maldades?
¿Cómo a describir un
presidente cuyo chofer fue descubierto realizando operaciones financieras
absolutamente sospechosas y negarse dos veces en comparecer a la Justicia, sin
ni siquiera ser objeto de presentación coercitiva?
Pero el énfasis más evidente
está en la nueva lucha del Estado brasileño contra la “ideología”.
Así una de sus primeras
medidas de gobierno fue reducir el valor previsto del aumento del salario
mínimo, lo que demuestra su desprecio por la suerte de las clases
económicamente más débiles, el señor Jair Messias convocó a sus acólitos a una
gran cruzada nacional para luchar contra el socialismo, sacar de las escuelas
la basura marxista e impedir que la bandera brasileña sea pintada de rojo.
Algunos pueden encontrar que
todo esto parte de un delirio que suele afectar a los lectores de Olavo de
Carvahlo /1/. Pero quisiera decir que, en cierto modo, el actual ocupante
de la Presidencia tiene razón.
Su supervivencia depende de
la lucha continua contra la única alternativa que nunca fue intentada en este
país, que nunca se acomodó ni a las regresiones autoritarias que nos asolan ni
a los arreglos populistas que marcaron nuestra historia.
Pues nadie aquí intentó
expropiar medios de producción para entregarlos a la autogestión de los propios
trabajadores, nadie procuró deconstruir el Estado para pasar sus atribuciones a
los consejos populares, profundizando la democracia directa, ni llevó al
extremo necesario la lucha por el igualitarismo económico y social que permite
a todos los sujetos ejercer su libertad sin ser siervos de la miseria y de la
explotación económica.
O sea, la verdadera latencia
de la sociedad brasileña -que podría emerger en situaciones de crisis como
ésta- es un socialismo real y sin miedo de decir su nombre.
La sociedad brasileña tiene
el derecho de conocerle, de pensar al respecto, de intentar aquello que nunca
conoció ni siquiera la sombra. Ella tiene el derecho de inventarlo a
partir de la crítica y la autocrítica del pasado.
De manera que contra eso es
necesario hacer callar a todos los que no aceptan la vida tal como ella nos es
impuesta por esa asociación macabra de militares, pastores, latifundistas,
financistas, banqueros, iluminados por Dios, trúhanes que tomaron de asalto al
gobierno, pero que siempre estuvieron dando las cartas de forma directa o
indirecta.
Así que cuando Jair Mesías
dice que va a luchar contra la basura marxista en las escuelas, las artes y las
universidades entiendan que esta lucha va a ser lo más importante de su gobierno,
la única condición para su supervivencia. Pues él sabe de dónde puede
venir su fin después de quedar evidente el tipo de catástrofe económica y
social para la cual nos está llevando.
Nota: Olavo de Carvalho, escritor de
ultraderecha, gurú de la familia Bolsonaro.
Vladimir Safatle
Profesor
de filosofía de la Universidad de Sao Paulo y columnista de Folha de Sao Paulo.
Fuente:
Folha de S. Paulo, 04-01-2019
Traducción:
Carlos Abel Suárez