Decenas de hondureños empezaron este
lunes a reunirse para partir el martes en busca de mejores condiciones de vida
en Estados Unidos, en una nueva caravana que, según el presidente Donald Trump,
será la mayor de todas las que han salido desde octubre.
“Yo me voy porque no se puede hacer
nada aquí (…) nos vamos buscando el sueño americano”, afirmó a la AFP José
Ramírez, de 17 años, en la central metropolitana de transporte de San Pedro
Sula, a 180 km al norte de Tegucigalpa.
En redes sociales, personas anónimas
convocaron en un afiche a la “Caravana migrante (el) 15 de enero” saliendo de
la terminal de la segunda ciudad de Honduras.
“Buscamos refugio. En Honduras nos
matan”, decía el afiche escrito con letras rojas y negras.
De esa terminal de buses salió la
primera caravana de unos 2.000 hondureños el pasado 13 de octubre y una segunda
con un número menor partió cuatro días después desde la zona sur del país.
Luego otras salieron de El Salvador y Guatemala.
Según la embajada de Honduras en
México, de unos 2.500 hondureños que están en albergues en México, sólo el 3%
tiene probabilidades de lograr asilo en Estados Unidos.
Alrededor de 13.000 hondureños han
partido en estas caravanas y la cancillería estima que 7.270 han retornado a su
país. Añadió que once hondureños han muerto, el último fue un joven de 23 años
que se separó del grupo y fue arrollado por un tren en México.
El pasado jueves Trump, al visitar la
frontera en la zona McAllen, Texas, se quejó que “Honduras Guatemala y El
Salvador “no hacen nada por Estados Unidos” para impedir la migración.
“Hay otra gigantesca caravana
formándose ahora mismo en Honduras, hemos intentado detenerla; pero hasta ahora
es la más grande que hemos visto”, aseguró Trump, quien ha amenazado con
suspender la millonaria ayuda a los tres países del llamado Triángulo Norte de
Centroamérica si no detienen las corrientes migratorias.
Pero los aspirantes a migrantes se
muestran determinados.
“Ya no queremos seguir en esta pobreza. Mi
casa es de madera. Cuando llueve se mete agua por el techo”, lamentó José,
originario de Olanchito, en el norcentral departamento de Yoro.
También denunció la violencia
criminal: “a las cuatro de la tarde hay que estar recluido en la casa porque si
uno anda en la calle lo matan los pandilleros”.
José formaba parte de un grupo
de ocho miembros de su familia, incluyendo un hermano y dos tías, una de ellas
llevando un niño en los brazos.
Llevando mochilas, grupos de
personas, hombres, mujeres y niños, estaba llegando en buses o vehículos
particulares y se sentaban en el área verde de la terminal de buses de San
Pedro Sula, a pasar la noche.
Algunos pintaban en cartulinas
colocadas en la grama mensajes como “Dios acompaña mis pasos”.
Israel Inestroza, de 57 años,
lamentó que en su pueblo natal de Santa Cruz de Yojoa, norte del país, no halla
trabajo como soldador y su sueño es “conseguir un trabajito” en Estados Unidos.
Las primeras caravanas se
enfrentaron con una férrea oposición de las autoridades estadounidenses a
permitirles el paso en la frontera y su número se ha ido reduciendo.
– Migrantes viajan con
ilusiones –
El soldador de estructuras de
hierro está consciente de las dificultades. “Vamos a ver si pasamos, si no
retornamos de nuevo a país”, afirmó el padre de ocho hijos, ya mayores de edad.
“Tenemos muchas expectativas
(en la caravana), muchas ilusiones, tenemos que salir del país”, expresó José
Varela, de 22 años, quien se quejó que el presidente Juan Orlando Hernández ha
incumplido las promesas de generar empleo y combatir la violencia.
La directora del estatal
Instituto de la Niñez, Lolis Salas, advirtió en una declaración de prensa que
los padres que traten de sacar a sus hijos del país en la caravana, sin permiso
de ambos padres y autenticado por abogados, serán castigados con tres años de
reclusión.
Las caravanas han intensificado
el conflicto político en Estados Unidos en torno a la inmigración. La situación
ha llegado al extremo de causar el cierre más largo del gobierno federal por la
resistencia de los demócratas en el Congreso a apoyar la aprobación de 5.700
millones de dólares para construir un muro de 3.200 km en la frontera con
México que Trump pide para bloquear el ingreso de los inmigrantes.