Por Markus Salzmann
Miles de trabajadores automotores
empezaron una huelga de una semana el jueves en una fábrica del fabricante de
coches alemán Audi en Györ, en el oeste de Hungría. Los trabajadores están
exigiendo un aumento salarial cuantioso. El viernes anterior, 4.000 trabajadores
participaron en una huelga limitada de dos horas.
Las huelgas fueron convocadas
por el sindicato independiente AHFSZ en Audi Hungaria. El sindicato está
exigiendo un aumento de los salarios del 18 por ciento, o por lo menos 236
euros. Actualmente, los empleados de la planta, localizada a unos 100
kilómetros de Budapest, ganan considerablemente menos que sus homólogos de la
República Checa, Eslovaquia y Polonia.
Un trabajador de la planta de
ensamblaje gana alrededor de mil euros. Esto es tres veces menos que un
trabajador alemán de la Audi, aunque el coste de la vida en el país es
comparable al de Europa Occidental.
La huelga ha detenido la
producción. “La producción en Hungría actualmente se encuentra parada”, dijo un
portavoz de la compañía en Ingolstadt el jueves.
La misma mañana, el
subdirector de AHFSZ, György Csalogány, dijo que la producción de motores y de
vehículos estaba “paralizada casi al 100 por ciento”. Si la huelga se reanuda,
el paro de la producción amenazaría otras plantas debido a las cadenas de
abastecimiento interrumpidas. Muchas compañías de abastecimiento en Hungría ya
se están viendo afectadas.
Audi, una subsidiaria de la
Volkswagen, es el mayor inversor extranjero en Hungría, con más de 12.000
empleados. Audi, junto con muchos otros fabricantes de automóviles, fueron a
Europa del Este a principios de los '90, atraídos por los bajos salarios y una
élite corrupta que velaba solo por los intereses de los grandes negocios. Audi
ha invertido cerca de seis mil millones de euros en Györ desde que abriera el
sitio. La planta produce gasolina, diesel y motores eléctricos para Audi y
otras marcas del grupo VW. Cada año salen de la línea de producción unos dos
millones de motores y 100.000 vehículos de los modelos A3 y TT.
Al convocar la huelga, el
sindicato de Audi está respondiendo a enormes niveles de inquietud e ira entre
los trabajadores, de los cuales más de 9.000 en la fábrica están organizados en
el sindicato. Ante aumentos masivos de los precios y recortes constantes
impuestos por el gobierno derechista dirigido por Victor Orban, los
trabajadores, que ganan los sueldos más bajos, se esfuerzan para llegar a fin
de mes.
Los sindicatos están
intentando alcanzar un acuerdo rápido con la patronal. El dirigente sindical
Sándor Németh dijo repetidamente que se celebrarán más negociaciones durante la
huelga y esta terminará inmediatamente en caso de haber una “oferta aceptable”.
El paro marca una
intensificación del movimiento huelguista en Europa del Este, que está
afectando principalmente a la industria automotriz. En el verano de 2017,
fueron a la huelga trabajadores de la VW en Eslovaquia y trabajadores de la
Fiat en Serbia. Hace poco más de un año, tuvo lugar una huelga en Ford Craiova,
Rumanía. En la República Checa, la subsidiaria de la VW, Škoda, pudo evitar una
huelga solo con ayuda de los sindicatos y un aumento salarial del 12 por
ciento.
Trabajadores de todas partes
del mundo están luchando por mejores salarios y condiciones laborales. Desde
hace más de dos semanas, más de 70.000 trabajadores de 45 fábricas
“maquiladoras” en Matamoros, México, en la frontera con los EUA, están llevando
adelante una lucha valiente que está paralizando el trabajo en las fábricas de
toda la ciudad.
En Hungría en particular,
están creciendo las preocupaciones sobre una posible extensión de las huelgas
en la indistria automotriz. En diciembre pasado, Mercedes Benz se vio obligada
a subir los salarios en su planta de Kecskemét para evitar huelgas.
La huelga en Audi tiene lugar
en el contexto de una nueva ronda de recortes anunciada por la compañía
automotriz alemana, cuya sede está en Ingolstadt. El director ejecutivo de
Audi, Bram Schot, anunció que se esperaba que las ganancias subieran de manera
significativa en los años venideros. Anticipó aumentos de las ventas y
reducciones de los costes para permitir que crezcan las ganancias operativas en
un total de 15 mil millones de euros para 2022. Eso es cinco mil millones más
que lo que había planificado el predecesor de Schot, Rupert Stadler.
Según Manager Magazin, el Primer
Oficial Financiero [PFO] Alexander Seitz dijo: “Tenemos que optimizar de
nuevo”. Sin un programa de austeridad adecuado, los ingresos de Audi por ventas
llegarían a cero en los próximos años, dijo el PFO. Le dijo a la revista:
“Tenemos que tomar decisiones más rápido y asumir menos riesgos”. La revista
informó de que eso significaba, sobre todo, recortes de personal.
Recortes de empleo también se
preven en Opel en Alemania. La producción en su planta principal de Rüsselsheim
tiene que ser reducida, borrando cientos de empleos. Ford también planifica
recortar miles de empleos en Europa.
El apoyo que se le está dando
a la huelga en Hungría por el sindicato alemán IG Metall y sus protestas contra
los bajos salarios son meramente palabras vacías. En la práctica, el sindicato
alemán y sus comités de empresa aplican los ataques de la patronal a la fuerza
laboral, enfrentando entre sí a los trabajadores de diferentes países y lugares
para priorizar el cierre de las plantas en el extranjero.
Al preguntársele sobre los
recortes planificados en Audi, el director del comité de empresa en Neckarsulm,
Rolf Klotz, apoyó las reducciones “si se las usa para asegurar el empleo en las
plantas alemanas”. Tras el reciente escándalo del diesel, Audi debería juntar
enormes sumas de dinero para asegurarse el futuro, dijo Klotz.
La huelga en Audi coincide
con una prolongada ola de protestas contra el gobierno derechista del primer
ministro Victor Orban. Miles de personas llevan semanas manifestándose contra
su llamada “ley esclavista”. Esta ley, que aumenta el número de horas extra
posibles de 250 a 400 por año, se ha topado con una dura resistencia por parte
de amplios sectores de la población. Las protestas están también dirigidas
contra una reforma judicial decidida al mismo tiempo, que introduce nuevos
tribunales administrativos controlados por el gobierno, y más generalmente
contra las políticas xenófobas y antisociales del gobierno del Fidesz.
La “ley esclavista” ha sido
introducida a instancias del influyente grupo de presión que es la industria
automotriz. Los húngaros que protestan contra ella hablan de una “Lex Audi,
Mercedes y BMW”.
El sábado, miles de personas
se manifestaron una vez más en Budapest y otras ciudades del país. Ha habido
protestas en 60 ciudades hasta el momento.
En la capital, los
manifestantes cortaron el tráfico en uno de los principales puentes de la
ciudad. A pesar de los esfuerzos de las fuerzas de la extrema derecha tales
como Jobbik y de grupos pseudoizquierdistas para calmar las protestas, el
rechazo a la política del gobierno no hace más que crecer. Según sondeos
recientes, el apoyo al gobierno ha caído a solo un 30 por ciento. En las
elecciones pasadas, el gobernante partido Fidesz pudo ganar una mayoría
absoluta.
Por su parte, los partidos de
la oposición están intentando dominar las protestas con una retórica radical.
Zsolt Gréczy de la Coalición Democrática (DK), una escisión del Partido
Socialista (MSZP), declaró que 2019 sería el “año de la resistencia y los
motines”. Esas palabras, sin embargo, no pueden esconder el hecho de que DK
está buscando utilizar las protestas para forjar una alianza con el
ultraderechista Jobbik. Para las elecciones locales previstas para octubre,
todos los partidos de la oposición quieren llegar a un acuerdo para un
candidato único. Esto incluye explícitamente a candidatos de la extrema
derecha.