Por
Luís Brito García
Nunca se formularon pronósticos tan aciagos ni amenazas
tan contundentes.
Jamás mayor confabulación de
fuerzas, alianza tan titánica, complot tan invencible, ejecutores con mayor
capacidad y precisión se unieron para evitar que un país ejerciera la
democracia.
Sabíamos todos que el 10 de
enero sería el Día más Largo del Siglo, el Fin de los Tiempos, el Apocalipsis
Now, el momento en que la oposición se dejaría de postergaciones y tomaría por
fin el poder que durante veinte años no había conquistado por no pecar de
apresurada.
Basándose en las Profecías de
Nostradamus, el horóscopo y la oración del tabaco, el secretario general de la
OEA predice el aislamiento diplomático total de Venezuela, sólo para fracasar
en la ONU, no poder lograrlo en la propia OEA y confiar la tarea a los trece
miembros del Grupo de Lima, de los cuales cinco se retractan de su declaración
contra la Patria de Bolívar antes de que Maduro tome posesión de su cargo ante
delegaciones de 140 países.
Los presidentes de los 8
países del Cartel de Lima que no se retractaron de la declaración contra
Venezuela duermen inquietos mientras sueñan que toman Caracas con sus
aguerridos ejércitos para repartirse el país que la oposición ofreció
conquistar para entregárselos.
Los dirigentes de los
doscientos grupos antagónicos de la Oposición no duermen esperando el amanecer
del día excelso en el cual recibirán el poder de las manos mismísimas del
Presidente Donald Trump, jefe supremo de la intervención humanitaria del South
Command.
Los altos mandos del Comando
Sur no pegan un ojo esperando el arranque del gran ejercicio militar con
efectivos de 25 países (incluidos Francia y Reino Unido), con el cual invadirán
Venezuela y la sembrarán de bases militares una vez que los paramilitares hayan
liquidado a todos los bolivarianos y estén listos para darles la bienvenida.
La noche en blanco pasan los
734 mercenarios paramilitares acampados en la región colombiana de Tona
esperando la orden del Presidente Duque para iniciar el atentado de falsa
bandera que les entregará en bandeja de plata el Golfo de Venezuela, las
reservas petrolíferas del Zulia y la Cordillera de los Andes por obra y gracia
de los Founding Fathers y del presidente de Guyana. .
No cierra un ojo el depuesto
Presidente de Guyana desde su sala de desahuciados en el Hospital de
Georgetown, esperando que le entreguen Venezuela los buques exploradores de la
Exxon enviados a invadir sus aguas territoriales.
Una intranquila noche sufren
los capitanes de los buques exploradores de la Exxon esperando desembarcar en
territorio ocupado por Jair Bolsonaro.
No pega los párpados el
Mesías Bolsonaro en plegaria continua al mando de sus camisas negras Guerreros
de Dios a la espera que la base militar de Estados Unidos que planea instalar
le entregue la Amazonia Venezolana más las centrales hidroeléctricas de El
Guri, Caruachi y Tocoma más el Arco Minero más la franja Bituminosa más todo lo
que haya, hasta que al amanecer los militares brasileños vetan la instalación
de la base estadounidense, y no le queda más remedio que esperar a que le
entreguen el país los gremios empresariales venezolanos.
En plena vigilia pasan la
noche predestinada los gremios empresariales, afinando planes para subastar
empresas básicas, eliminar estabilidad laboral y prestaciones sociales,
privatizar salud, educación y seguridad social y ríos y lagunas y aguas y
lluvias y cuanto sea privatizable nada más le entreguen el poder los militares juramentados
que tenía listos un coronel retirado que habla muchas pendejadas cuando bebe.
En un botiquín de la
carretera de Turgua el coronel retirado explica que lo que él esperaba era que
le pusiera el poder en las manos las bases de la OTAN en las Malvinas,
Guadalupe, Jamaica, Martinica, Antigua, Barbuda, Granada, Belice y la que
supuestamente va a ocupar Colombia. La OTAN se disculpa porque lo que ella
proyectaba era que invadiera Venezuela la nueva Alianza Militar Europea de doce
países destinada a desplazar a la OTAN.
La nueva Alianza Militar
Europea explica que ellos pasaron la noche en vigilia esperando que la llamara
para entregarle el país el gran alzamiento colectivo de las masas venezolanas.
Las masas venezolanas
celebran la pacífica toma de posesión del Presidente electo sin otro incidente
que deplorar que el que alguna oposición malandra queme medicinas contra la
diabetes y equipos de diálisis.
Una vez más los profetas del
desastre se quedan con los crespos hechos por estar esperando cada uno que el
otro le haga su tarea.
Ya ni en ellos mismos creen.