“En el hombre resulta mucho más fácil
suscitar emociones que inteligencia”
Oscar Wilde
Por Mario Ramos
Sun Tzu afirma que “un
general no debe jamás decir: ocurra lo que ocurra, haré tal cosa, iré a aquel
lugar, atacaré mañana, sitiaré tal plaza.”
Los países inician guerras,
especialmente los que buscan sostener su hegemonía mundial, porque creen poder
ganarlas. En especial, para EE.UU, ganar una guerra, aun utilizando
metodologías no convencionales, como la guerra híbrida, se ha vuelto una tarea
dificultosa, mucho más en el presente escenario geopolítico multipolar, el
ejemplo notable actual es la guerra siria, a estas alturas es inocultable que
fue el gran patrocinador, junto con el sionismo y determinados países árabes,
de los “grupos rebeldes”, terroristas/mercenarios en realidad, que intentaron
un cambio de régimen en Siria. Hoy esa guerra la han perdido como lo han
reconocido varios voceros occidentales de manera pública.
En Venezuela, los EE.UU, ha
intentado un cambio de régimen prácticamente desde el principio del proceso
bolivariano. Han implementado las más –sofisticadas- doctrinas, metodologías o
estrategias, que sus tanques de pensamiento han concebido para lograr revertir
esa experiencia política.
El modelo no convencional
aplicado en Venezuela para destruir la Revolución Bolivariana, tiene varias
aristas, que en general no son nuevas, pero sí recreadas bajo el concepto de
guerra híbrida, que es la noción que creemos amalgama con mayor precisión
varios patrones de acción geoestratégica como son, la guerra de cuarta
generación, encubierta, asimétrica, psicológica, económica (sanciones), diplomática
(grupo de Lima), mediática (fake news), sabotaje de todo tipo, compra de
conciencias, intentos de balcanización del territorio (frontera con Colombia y
ahora con Brasil) y el empleo de herramientas como el paramilitarismo y ONGs
especialmente creadas para infiltrase en la sociedad y crear condiciones
sociales y políticas para llevar a cabo campañas de desestabilización y caos.
Los EE.UU han comprendido que
en el caso venezolano, al no controlar la variable militar, nos referimos a la
Fuerza Armada Nacional Bolivariana – FANB y a las milicias bolivarianas, uno de
los centros de gravedad a apuntar para generar condiciones de implementación de
otras fases de injerencia, es encañonar los esfuerzos hacia la opinión pública
y liderazgo del proceso.
Una intervención militar
convencional es riesgosa sin antes conseguir el desgaste y deslegitimación del
gobierno bolivariano y afectar el nivel de bienestar social y económico,
logrado especialmente en el período del presidente Hugo Chávez; los EE.UU han
comprendido que revertir un proceso como el bolivariano, es cuestión de un
diseño sistemático, constante y paciente.
Con el análisis aquí
planteado, queremos exponer hipótesis y/o variables que intentarán responder a
la pregunta de cómo puede evolucionar una potencial intervención militar en
Venezuela, sea con fuerzas delegadas (vemos que Colombia se está prestando para
ello, obviamente con apoyo y asesoramiento yanqui), que es lo más probable, si
se cumplen ciertas condiciones; o lo menos probable, una invasión convencional
por parte del ejército yanqui. Es decir, la idea es hacer un esfuerzo
prospectivo, ya que no es importante saber si Venezuela padece o no una guerra,
hace mucho que la sufre, sino cómo puede transformarse ese conflicto si se pasa
a una fase de tipo militar.
-
Mario Ramos es director del Centro Andino de
Estudios Estratégicos (CENAE)