Por: Jesús Alberto Rondón
Durante
mucho tiempo la dirigencia de la revolución bolivariana fue demostrando el
carácter disociado del discurso de su oposición. Mediante ejercicios hasta
diarios realizados por Hugo Chávez y personajes como M. Silva, D. Cabello, J.
Rodríguez, Pérez Pirela o Tania Diaz, se daba cuenta de la abismal diferencia
entre lo que ocurría en el país y lo que sostenían los dirigentes opositores
(sus medios de comunicación y sus seguidores). Tal disociación del discurso
opositor ha contribuido de manera determinante a que los actores de este sector
de la sociedad política se encuentren hoy en una parálisis, que es tal que ni
siquiera poseen capacidades para articular un saludo vigente de navidad o año
nuevo para el país.
La
dirigencia del gobierno bolivariano pareciera que hace tiempo comenzó a padecer
de la tan criticada disociación de su oposición. El discurso de los voceros del
gobierno y sus medios de comunicación no es coherente con la realidad que se
experimenta en el pueblo venezolano. Podemos sintetizar esta afirmación en lo
que denominaré el efecto
VTV (Venezolana de Televisión- canal oficial del Estado
Venezolano), donde su programación presenta un país que solo existe en una
minúscula parte y se presenta forzosamente como la totalidad. Oficialmente solo
a Nicolás Maduro se le han escuchado en algunos destellos discursivos donde expone
algunas realidades que experimenta el pueblo venezolano, como por ejemplo la
corrupción o el alza continua de precios.
Así
pues, en el contexto actual según el relato oficial: los precios acordados se
respetan, los salarios de los trabajadores y las trabajadoras cubren las
necesidades esenciales de sus familias, los sistemas de salud, educación,
eléctrico, aguas y transporte funcionan perfectamente, los empresarios a los que
se les da dólares y condiciones preferenciales cumplen sus compromisos, los
errores son exclusivamente de los otros, entre otras fantasías.
La
dirigencia y la militancia de la revolución bolivariana está desafiada a
revisar críticamente este comportamiento en el gobierno, puesto que de
mantenerse se puede llegar a un similar nivel de credibilidad de su oposición
política, comprometiendo "el
legado de Chávez", además de profundizar la crisis política y
económica que experimentamos; y en este sentido se escuchan algunas campanadas,
como la de Julio Escalona en la ANC, Isaías Rodríguez y hasta sospechosamente
Elías Jaua. Que el chavismo continúe implica que su dirigencia reconozca que un
discurso disociado es un comportamiento políticamente irresponsable y que se erradique
del gobierno, además que el accionar de sus operadores sea coherente con lo que
se dice.
No
hay que olvidar que Hugo Chávez surgió en un contexto donde los actores del
sistema político de finales de los noventa no reconocieron la realidad del país,
y la base de su extraordinario apoyo fue la conexión con las realidades del
pueblo venezolano y sus intereses. No corregir crea condiciones para que surja
otro Chávez o un Bolsonaro…
La
situación que experimenta el pueblo venezolano no es responsabilidad exclusiva
del gobierno bolivariano y su oposición, hay actores económicos invisibilizados
y determinando el estado de cosas; pero comenzar a reconocer la realidad en
función de los intereses del pueblo contribuye a sumar voluntades en una
dirección común para identificar las soluciones y acuerdos viables.