Documentos
recientemente publicados del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS,
por sus siglas en inglés) de Estados Unidos revelan que hay más de 4.556
acusaciones de acoso sexual de niños inmigrantes detenidos entre octubre de
2014 y julio de 2018.
Los
documentos subrayan la criminalidad del imperialismo estadounidense, el cual ha
arrancado a miles de niños de los brazos de sus familias de clase obrera
después de destruir sus países de origen en Centroamérica a través de décadas
de guerra, dictadura y explotación corporativa.
Varios
reportes individuales de abuso durante los Gobiernos de Obama y Trump detallan
la pesadilla que viven muchos de los niños en detención. Refiriéndose a las
víctimas con el término deshumanizante de “UAC”, inglés para “niño extranjero
desacompañado”, un reporte del Centro de Procesamiento Shiloh en Texas señala:
UAC
reportó que fue abusado por el mismo miembro del personal dos veces… La primera
vez, el UAX dice que el empleado tomó su mano y se la colocó hacia la sección media
de su cuerpo mientras estaba sentado. El UAC se intentó alejar, pero el miembro
del personal apretó su mano y la colocó sobre su entrepierna por
aproximadamente 40 segundos. El empleado luego le dio un palmetazo en la nuca
del UAC. Varios días después cuando el UAC estaba durmiendo, el miembro del
personal apretó la entrepierna del UAC por encima de su ropa. El empleado
amenazó al UAC sobre no decir nada.
El
reporte indica que el caso fue investigado, pero “no se halló nada” y el
empleado sigue en la nómina.
Otros
reportes tienen historias similares.
“Un menor
dijo que un miembro del personal le sujetó la entrepierna y la apretó después
de inmovilizarlo físicamente”, dice un informe del Centro Juvenil del valle de
Shenandoah en Virginia. Concluye: “El incidente no fue investigado”.
Una niña
en Southwest Key Campbell de Phoenix, Arizona, dijo que un miembro del
personal, “entró en su cuarto y la tocó cuando dormía” y que “la policía
entrevistó al empleado, pero solo se llevó un informe y no investigó”.
Otros
ejemplos de abuso incluyen acciones de detenidos mayores contra los más
jóvenes, como resultado de la indiferencia y negligencia del personal
contratado por el Gobierno.
A fines de 2018, aproximadamente 15.000 niños se
encontraban detenidos en un momento dado. Un reporte publicado por el World
Socialist Web Site en noviembre de 2018 expuso el trato brutal y el
castigo cruel de niños inmigrantes detenidos.
Estas últimas revelaciones del abuso sexual
generalizado a niños inmigrantes detenidos han recibido escasos comentarios en
la prensa corporativa. En el momento de publicación, ni el New York
Times o el Washington Post habían publicado un
artículo de opinión sobre el tema desde que salió la noticia el martes por la
tarde.
Mientras
que los grandes medios entierran la noticia a las últimas páginas de sus
publicaciones, enfocan su atención en el caso “humanitario” a favor de
intensificar las presiones diplomáticas y militares sobre Venezuela, así como
en las más recientes acusaciones de #MeToo (#Amítambién) contra varias figuras
públicas.
Los
documentos del HHS exponen el carácter hipócrita de los argumentos del Gobierno
de Trump y los políticos del Partido Demócrata de que la operación de golpe de
Estado encabezada por EUA contra el presidente venezolano, Nicolás Maduro, está
justificada por la crueldad del Gobierno y la necesidad de restaurar la
“democracia”. Las declaraciones de personajes como Bernie Sanders apoyando los
pretextos “democráticos” de los esfuerzos de Washington para instalar un
Gobierno títere en Venezuela constituyen mentiras de un Gobierno involucrado en
la persecución y abuso sistemáticos de niños indefensos separados de sus
familias por el “crimen” de migrar.
Si EUA recibiera reportes de que un Gobierno en su
mira (como Siria, Rusia, China o Venezuela) encarceló a 15.000 niños y estaba
encubriendo el abuso sexual por parte de guardias y personal, todos los
comentaristas de la televisión y columnistas del New York Times estarían
dedicados a derramar lágrimas de cocodrilo expresando su indignación y dando
sermones sobre la “imperativa moral” de bombardear a dicho país hasta hacerlo
trizas.
Los
líderes prominentes de la campaña derechista de #MeToo han respondido a los documentos
del HHS igual como lo hicieron con los reportes previos de abuso sexual de
niños inmigrantes detenidos, con silencio.
En
semanas recientes, la prensa corporativa y el Partido Demócrata han dado gran
repercusión a una serie de acusaciones de abuso sexual de alto perfil,
incluidos el cantautor Ryan Adams, el gobernador adjunto de Virginia, Justin
Fairfax, y el animador John Lasseter. En cada uno de estos casos, los
proponentes del #MeToo han exigido la renuncia o el despido y la ruina social
de estas personalidades con base en acusaciones no corroboradas. Por ejemplo,
Lasseter, es acusado de dar “abrazos no solicitados”.
En un
contraste total, los documentos del HHS muestran un abuso sexual real a gran
escala, por varios años y a manos del Gobierno estadounidense. Frecuentemente,
el abuso quedó registrado en cámara. Aquellos que lo cometieron o dejaron que
ocurriera eran guardias de prisión adultos operando como contratistas del
Gobierno, en muchos casos gozando de una impunidad respaldada por el mismo
Estado.
Entre aquellos que no se han molestado de siquiera
tuitear sobre el reporte del HHS incluyen a: Tarana Burke, fundadora de la
campaña #MeToo; Rose McGowan y Asia Argento, quienes acusaron a Harvey
Weinstein de abusar de ellas; los escritores del New York Times Joe
Coscarelli y Melena Ryzik, quienes reportaron acusaciones fraudulentas contra
Ryan Adams; Mandy Moore, la exesposa de Adams que alegó que “abusó” de ella por
no darle suficiente tiempo en su estudio de grabación; la candidata presidencial
demócrata y paladín del #MeToo, Kirsten Gillibrand; la columnista del New
York Times, Maureen Dowd, quien la semana pasada llamó a Woody Allen
un “monstruo”; y Ronan Farrow del New Yorker, quien publicó las
acusaciones iniciales sobre Weinstein en 2017.
Desde su
raíz, la campaña de #MeToo es una iniciativa derechista para redistribuir
riqueza y posiciones de privilegio a mujeres dentro del 10 por ciento más rico
de la población. Aquellos que lo promueven avanzan el argumento antidemocrático
que la presunción de inocencia y el proceso debido deben abolirse y que “se
debe creer” en los acusadores.
Esta
campaña contra el debido proceso es completamente consistente con y, a su vez,
alimenta los ataques fascistizantes de Trump contra los inmigrantes. En 2018, Trump
exigió explícitamente abolir el debido proceso para los inmigrantes, tuiteando:
“Cuando alguien entra, necesitamos devolverlos de dónde vinieron
inmediatamente, sin Jueces ni Casos Judiciales. Nuestro sistema es una burla de
una buena política para la inmigración y de Ley y Orden”.
Si uno
cambiara “inmigración” por “agresión sexual”, el tuit de Trump sería
indistinguible de la línea de la campaña #MeToo.
Trump y
su asesor neonazi, Stephen Miller, alegan que los inmigrantes son “violadores”
y “criminales”. Han utilizado estas calumnias racistas para detener a cientos
de miles de personas, capturándolos en escuelas, iglesias, lugares de trabajo y
tribunales.
Las
implicaciones antidemocráticas más amplias de este pogromo contra inmigrantes
ya se pueden entrever en la decisión de Trump de arrogarse poderes
cuasidictatoriales por medio de su declaratoria de una emergencia nacional y
realizar ataques fascistizantes contra el socialismo. Al socavar el apoyo
popular al debido proceso, la campaña de #MeToo está abriendo la puerta para
ataques futuros contra los derechos democráticos de la clase obrera y todos los
oprimidos.
La
construcción de un movimiento contra los ataques fascistizantes del Gobierno de
Trump exige oponerse a todos los llamados a abolir los derechos democráticos y
el debido proceso. Tal movimiento no se basará en los intereses ensimismados de
los arribistas sociales dentro del 10 por ciento más rico, sino en la clase
obrera internacional por medio de la lucha revolucionaria por la igualdad social.