Por
Fernando Dorado
El
gobierno del presidente Maduro ha logrado ganar tiempo y eso es magnífico para
el pueblo venezolano y latinoamericano.
Al estilo
de un boxeador desesperado, el imperio estadounidense y sus títeres internos y
externos (Duque, Piñera, Guaidó y compañía), lanzó golpes a diestra y siniestra
sin conseguir mayores logros.
No lograron
sus objetivos desestabilizadores y Maduro salió ileso y fortalecido de esta
batalla. Igual que los sectores más conscientes del heroico pueblo venezolano.
Pero los
enemigos no van a cejar en su intento golpista y el cerco diplomático mutó y desnudó
el verdadero bloqueo financiero y la abierta guerra económica que venía de
atrás.
La agresión
armada –regular e irregular– está en pleno desarrollo y la van a acelerar.
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El gobierno
ha podido resistir debido a la confluencia de 3 condiciones que se han
entrelazado en esta coyuntura:
1. Lo más
avanzado del pueblo venezolano apoya al gobierno para derrotar la intromisión
gringa;
2. Las
torpezas de la oposición golpista (interna y externa) espantan a los demócratas
y patriotas; y,
3. Las
grandes mayorías aguantan con paciencia, pero están a la espera de que se
resuelvan problemas básicos para la existencia diaria.
Sin
embargo, por lo que se observa, desde la distancia, el gobierno no ha podido
–todavía– estabilizar la situación y pasar a la ofensiva en forma contundente.
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En
diciembre de 2015 la oposición (en su conjunto, golpista y no golpista) obtuvo
el respaldo de una buena parte de la población. Obtuvieron mayorías en la
Asamblea Nacional.
Así, el
gobierno perdió la iniciativa que había “heredado” de 14 años de gobierno de
Chávez y fue puesto en modo de defensiva estratégica (in crescendo).
Pero, los
dirigentes de la oposición no fueron capaces de leer con mirada democrática y
civilista ese mandato y se impuso el afán golpista en sus filas. Los “neocons”
se imponen con dólares.
Luego el
gobierno obtuvo una pausa de algunos meses durante el pequeño interregno con la
elección de la ANC, en donde pudo disfrutar de una corta y temporal ofensiva.
No duró mucho.
Ahora ha
logrado otro respiro. Por ello, se hace urgente reactivar la producción interna
en las áreas estratégicas (petróleo, energía, comida, medicamentos, etc.). No
se puede perder tiempo.
Ello sólo
se puede hacer apoyándose en la gente para lo cual hay que derrotar la visión
burocrática y el extremado “estatismo” (asistencialismo, paternalismo) que
impide que surjan “desde abajo” un nuevo tipo de iniciativas populares que
sirvan para derrotar al imperio y a las derechas golpistas.
El cerco
político internacional y el bloqueo económico (que es la guerra declarada) solo
puede ser superada con más democracia (popular) y una nueva política económica.
Popayán, 22
de marzo de 2019