Por Norman Antonio
Boscán
Venezuela vivió durante los últimos
días un apagón generalizado en todo el territorio nacional que afectó la
telefonía, el expendio de gasolina, suministro de agua potable, el
funcionamiento de los puntos electrónicos para el pago con tarjetas de crédito
y débito, así como el flujo de dinero por el cierre de bancos y cajeros
electrónicos. La mayoría de negocios cerraron y las mercancías eran vendidas en
dólares a un sobreprecio de más del 1000 %.
Quienes habían comprado comida para
más de un mes, con el propósito de proteger sus ingresos de los efectos
devastadoras de la hiperinflación, vieron echarse a perder sus reservas de
carnes, verduras, quesos y otros alimentos ante la imposibilidad de
conservarlas en frio. La bolsa de hielo de un tamaño de 50 cm era vendida
durante esos días en el mercado a un costo de 15 dólares la unidad. Los
electrodomésticos comenzaban a sufrir los embates de los cambios de voltaje
propios de los intentos por restablecer el fluido eléctrico.
Los servicios de terapia intensiva,
diálisis, operaciones de emergencia hospitalaria se vieron seriamente afectados
por el prolongado apagón. El expendio de medicamentos sufrió el impacto de las
limitaciones en los mecanismos de venta y la especulación se evidenció en esta
área.
Los rumores de alzamiento militar,
insurrección de los barrios o pobladas descontentas se generalizaron, con
versiones para cada uno de los sectores en pugna. El rumor boca a boca,
expresaba los deseos de cada uno de los actores en conflicto. Mientras los
opositores al proceso bolivariano inflaban el rumor de movimientos cívicos
militares contra el gobierno de Maduro, los simpatizantes del gobierno
señalaban que los barrios enfurecidos irían a las urbanizaciones de los ricos
a saldar cuentas por los efectos del apagón en su
cotidianidad, enseres y pequeñas propiedades. Pero, a pesar de los rumores,
nada de ello ocurrió; saqueos aislados en Valencia y Maracaibo (las dos
ciudades más importantes después de Caracas), mostraban el despertar de hechos
vandálicos despolitizados.
La polarización es evidente. No hay
espacio político en este momento para una tercera fuerza distinta a las dos
existentes. Pero el campo no está unificado, ni en el chavismo-madurismo, ni en
la oposición. En las fuerzas sociales del gobierno cada vez es más evidente una
distinción entre Chavismo y Madurismo; por un lado están los Chavistas No
Maduristas con un odio creciente a la derecha, quienes ante la falta de
dirección política que los exprese se mantienen en las filas del Madurismo;
mientras que por otro lado, el Madurismo duro se divide entre
los simpatizantes de Maduro y los que comienzan a ver a Diosdado Cabello como
su líder alternativo, siendo este último sector cada vez más irreflexivo e
intolerante ante cualquier crítica. En las fuerzas de la oposición las
representaciones políticas del viejo modo burgués tratan de agruparse para
volver a construir la hegemonía ante la creciente influencia del sector
proclive a una reestructuración burguesa liderada por el capital trasnacional.
Guaidó sigue liderando, pero si no consigue una pronta resolución a favor del
sector que representa puede encontrar cuestionamientos decisivos a su liderazgo
en el interior de la oposición. La mayoría de los trabajadores y sectores
populares que siguen apuntalando una salida anticapitalista, continúan apoyando
a Maduro por ahora, mientras logran ser un sector con estructura
organizativa y capacidad de influir en la correlación de fuerzas.
Los trabajadores,
la clase obrera y los sectores populares
Quienes más han sufrido los efectos
de la hiperinflación (superior al millón por ciento anual) han sido los y las
trabajadores. El salario básico es de solo 6 dólares norteamericanos mensuales
y un profesional con altas responsabilidades de gestión solo alcanza los 20
dólares mensuales. El máximo de retiro de dinero efectivo que pueden dispensar
cajeros y bancos es de 3000 bolívares diarios, es decir, un dólar, mientras un
kilo de carne de res tiene un costo de 7.800 bolívares.
Si una trabajadora o empleado va
todos los días a su sitio de empleo el salario solo le alcanzaría para sufragar
el transporte, razón por la cual hoy la ausencia laboral es algo permitido en
Venezuela. Uno o dos días de cumplimiento de horario laboral a la semana
resultan más que suficientes para que una institución o empresa no se quede sin
trabajadores.
Salarios en bolívares devaluados (1
dólar cuesta 3000 bolívares) y precios dolarizados, es el desencuentro
dramático al que se ve enfrentada la clase trabajadora. Ello ha motivado a que
más de dos millones de profesionales y trabajadores hayan emigrado a otros
países de la región, buscando estabilidad laboral y tratando de recuperar el
poder adquisitivo de sus salarios. Dentro de la inmigración hay opositores y
chavistas.
El propio apagón eléctrico tuvo su
impacto más profundo en las condiciones de vida y cotidianidad de quienes viven
del trabajo, evidenciando una vez que la actual crisis la sufren con mayor peso
los y las trabajadoras.
La pregunta inexplicable para muchos
analistas que no han venido a Venezuela es ¿Por qué no se produce un estallido
social en medio de estas condiciones? Ello no ocurre por cuatro factores; el
primero, por el acumulado de agenda social desplegado entre 1999 y 2014 que
generó una democratización de las condiciones de vida de la población más
vulnerable como no había ocurrido en la historia republicana. Segundo, por la
continuación y profundización de la agenda social durante el gobierno de
Maduro, especialmente los llamados CLAP (Comité Local de Abastecimiento y
Producción), los bonos en dinero depositados periódicamente en las cuentas de
las y los trabajadores, y el bajo costo de servicios públicos y combustible.
Tercero, por la torpeza de la derecha política, quien promete eliminar la
agenda social, obligar a los beneficiarios de vivienda de interés social a cero
costos (más de dos millones de hogares) a pagarlas al precio del mercado
inmobiliario del presente, así como revertir las pensiones universales (más de
cinco millones), gratuidad de la educación, entre otros. Cuarto, por la falta
de organizaciones revolucionarias con influencia de masas que planteen
alternativas radicales ante la actual situación.
El fantasma de la
negociación recorre las calles
Después de varios días sin
electricidad, todo vuelve progresivamente a la normalidad. La
cuerda se tensa a tal punto, que el cansancio de la mayoría de la población es
evidente y, en las calles se comienza a hablar de posibles desenlaces a esta
situación. La mayoría habla de una inminente negociación mientras no faltan
quienes hablan de insurrección contra el capital o contra el madurismo.
¿Cuáles son los escenarios que se
manejan en las calles sobre la negociación? Primero, un acuerdo del sector del
capital trasnacional liderado por Guiadó /Leopoldo López y María Corina Machado
con la fracción del gobierno liderada por Maduro, que implicaría amnistía e
inmunidad para el uso de capitales del sector de la burguesía Bolivariana que
el segundo representa. Este acuerdo involucraría la renovación del CNE, la
convocatoria a nuevas elecciones generales con Diosdado Cabello como Candidato
Presidencial del Chavismo-Madurismo. De perder las elecciones, el PSUV que
entonces sería de Diosdado, representaría los intereses de la burguesía
Bolivariana e intentaría servir de muro de contención social ante la eventual
rebeldía social que implicaría la aplicación de un paquete del Fondo Monetario
Internacional.
Segundo, una negociación mediada por
la burguesía trasnacional y el Pentágono, entre Guaidó/López y Diosdado Cabello
que dejara fuera del acuerdo al Madurismo y a las fracciones burguesas
representadas por AD 1/,
COPEI 2/,
MAS 3/,
ABP 4/,
UNT5/,
entre otros. Esta negociación tendría como eje narrativo el desembarco firme
del capital trasnacional bajo la conducción del binomio Guaidó-López, dejándole
algunas migajas al Diosdadismo que pasaría a cumplir el rol de burguesía
nacional y de partido policlasista de contención.
Tercero, una negociación directa del
Pentágono y el capital trasnacional con el Madurismo, que dejara fuera de la
esfera del poder al Diosdadismo pero también a buena parte de las
representaciones políticas de la burguesía tradicional venezolana. En este
caso, la cohabitación y redistribución del poder se haría con Guaidó y Leopoldo
López quienes representan al capital trasnacional y quienes serían la oposición
hegemónica en este periodo y accederían al poder en las elecciones de 2024.
Cuarto, el rumor de reuniones entre
ex altos funcionarios del Chavismo (ex ministros especialmente) con Primero
Justicia6/(Capriles)
y Voluntad Popular 7/(Leopoldo/Guaidó)
para abrir paso a una salida negociada a la crisis con la vieja burguesía
nacionalista surgida entre 1936-1998. Según esos rumores, estas
iniciativas secretas generan tensiones en distintas instancias opositoras
despolarizadas, como las expresadas en la Intersindical (sindicatos
patronales, de derecha y ultra izquierda), así como en algunas plataformas
opositoras de la cual forman parte los citados ex funcionarios. El común
identificador de este sector es el odio personalizado contra la figura de
Maduro que les lleva a explorar cualquier salida más allá de una posición
política clara.
Estas posibilidades de negociación de
las cuales se habla sin tabúes ni desparpajo en las calles, bien han podido ser
filtradas con propósitos exploratorios o son el resultado de inteligencia
social. Todos estos escenarios de negociación tienen como común identificador
el hecho de desconocer el proceso de politización y empoderamiento de la
ciudadanía ocurrida durante los últimos veinte años. Ya en otro artículo nos
concentraremos solo en el tema de los límites de la negociación y sus
vericuetos.
La agresión
imperialista
Para el imaginario popular las
posibilidades de invasión extranjera parecieran haberse diluido, a pesar que la
derecha venezolana sigue hablando de autorizar a través de la Asamblea Nacional
(AN) de Guaidó el ingreso de tropas foráneas al territorio nacional. Por ahora
nos interesa destacar que en los barrios y urbanizaciones se comienza a hablar
que los gringos le dieron la espalda a Guaidó porque éste había prometido un
levantamiento popular desde el 23F, lo cual no ocurrió ni pareciera vislumbrarse
en el horizonte.
El antiimperialismo une a la
izquierda revolucionaria mundial. Sin embargo, este antiimperialismo no deja a
un lado las críticas a las políticas de conciliación de clase del gobierno de
Maduro, así como al creciente autoritarismo del madurismo alimentado
por concepciones neo estalinistas. El tic-tac del ocaso del
apoyo de las fuerzas revolucionarias mundiales comienza a presionar un giro a
la izquierda del proceso bolivariano o el Madurismo se quedará solo con el
apoyo de las corrientes ortodoxas minoritarias en el panorama mundial.
Sin embargo, no considero que la
amenaza de intervención militar haya cesado. Todo pareciera indicar que en una
nueva ofensiva para la transición negociada, ya no con el garrote imperialista
sino con la zanahoria de los demócratas y en la cual serían protagonistas la
socialdemocracia internacional, la familia Clinton, Bernie Sanders, y la
izquierda titubeante al estilo de la dirección mayoritaria de Podemos, está por
llegar. De fracasar esta nueva ofensiva negociadora, es muy probable que se
reabran las posibilidades de una intervención militar.
El mayor problema en este sentido
pareciera tenerlo una ultra izquierda incapaz de valorar que el anti
imperialismo de la población venezolana, es también crítico del Madurismo y que
un sector importante de este sector está a la espera de una nueva correlación
de fuerzas que permita su emergencia para un giro a la izquierda. Al no ser
este sector del Chavismo un factor con vocación de suicidio político,
ello hace que la ultra izquierda no lo pueda ver o la desprecie con el
argumento de gobierneros. Lo cierto es que las únicas posibilidades
de radicalización revolucionaria en Venezuela en este momento, subyacen al
interior del chavismo revolucionario que está invisibilizado en el
Chavismo-Madurismo y, fundamentalmente en sus conexiones con los sectores organizados
de la población.
Este sector no es un deseo
metafísico, sino que se evidencia en expresiones populares que cada vez se
convierten más en colectivas, las cuales señalan que antes que las
tropas invasoras toquen el territorio patrio y tengamos que enfrentarlos,
iremos por las cabezas de los ricos para que ellos sean los primeros caídos en
esta guerra; evidenciándose no solo una politización social sino una
creciente conciencia de clase respecto a la urgencia de radicalización
anticapitalista.
Explicaciones que
son solo medias verdades para complacer a un sector u otro
Volviendo sobre el apagón eléctrico,
el gobierno habla de un sabotaje informático y de pulsaciones electromagnéticas
para caotizar las cabeceras de generación y distribución eléctrica. Ello
estaría siendo ejecutado por tecnología satelital de punta con el apoyo de una
fuerza de pie sobre el terreno conformada por mercenarios y actores políticos
nacionales. Sería una acción coordinada por EE UU. La oposición habla de fallas
por parte del gobierno de Nicolás Maduro en el mantenimiento y reposición de
equipos en obsolescencia programada de la industria eléctrica. Para la
oposición la corrupción es una causa de la desinversión en el sector.
Así como la oposición venía hablando
de un eminente caos en los servicios públicos, lo cual pareciera corroborar que
estaban enterados previamente de una acción de sabotaje en curso por parte de
fuerzas extranjeras, por otra parte, desde hace más de tres años, en reuniones
en las directivas de CANTV 8/,
Corpelec 9/y
el Metro de Caracas, se mencionaba el inminente colapso parcial y progresivo de
muchos servicios públicos, debido a la carencia de divisas para adquirir
partes, repuestos y componentes tecnológicos 10/.
Ello hace pensar en una combinación de factores conspirativos y de incapacidad
para evitar el colapso que se evidenció en la semana del apagón.
Mientras el gobierno mostró flancos
en sus estrategias preventivas y de defensa estratégica, la oposición liderada
por Guaidó/López al no haber logrado el derrumbe del gobierno de Maduro ha
generado una caída brusca en la esperanza de sus bases respecto a una
transición en el corto plazo. El deterioro de la situación política nacional sigue
siendo el rasgo distintivo, así como el creciente hastío de la población con
los efectos de la crisis de gobernabilidad.
El Apagón en el
marco de la reestructuración capitalista en ciernes y la negociación política
en curso
Como explicaba en mi anterior
artículo (Claves para entender lo que pasa en Venezuela 11/>),
la actual etapa de la lucha de clases y restructuración burguesa en Venezuela
se inicia en 1983 con seis elementos claves: a) caída de los precios petróleos
cuyo efecto se descargó sobre los hombros de la clase trabajadora y sectores
populares; b) reestructuración capitalista mundial presentada bajo el formato
de globalización que demandaba una subordinación e integración de las
burguesías nacionales al capital trasnacional, lo cual no se ha podido lograr
ni con los intentos de CAP (1988-1992) ni de Chávez (1999-2002 /2003-2012), ni
Maduro (2013-2018); c) la derrota de la experiencia soviética que generó un pragmatismo
sin norte estratégico en buena parte de las izquierdas venezolanas; d) la
inexistencia de una organización revolucionaria y un proyecto político amplio
que lidere las masas hacia el socialismo en el periodo 1983-2019; e) el
surgimiento del Chavismo que representó para todos los factores la posibilidad
de salir de la crisis iniciada en 1983; f) la coaptación histórica del
movimiento social tanto en la cuarta como en la quinta república.
En Venezuela, el imaginario y
desarrollo del capitalismo está asociado a la renta petrolera, el
enriquecimiento de los capitalistas a través de las importaciones de partes,
productos, bienes, alimentos y medicinas, así como a la incapacidad para
entender los cambios que deben operar los capitalistas criollos para garantizar
estabilidad y desarrollo tanto en el modo de producción como en la
gobernabilidad en la actual etapa (1983-2019). Esto ha impedido la integración
de capitales nacionales con el capital trasnacional derivado de la tercera
revolución industrial y su integración dinámica a la nueva fase de acumulación
capitalista asociada a esta vuelta de tuerca tecnológica.
Esto se expresa en hechos muy
concretos, por ejemplo, a pesar del surgimiento de nuevos materiales y metales
(1950-1980) y, la caída de la demanda del hierro a escala mundial que
conllevaron al cierre de las siderúrgicas como la de Lieja (Bélgica) y
Monterrey (México), en Venezuela, por el contrario, se ha mantenido subsidiada
esta industria para fortalecer el capital nacional protegido por el Estado. Y
es que las burguesías venezolanas (de la cuarta y quinta república) se han
estructurado y entienden solo bajo el proteccionismo del Estado, teniendo una
incapacidad de origen para competir en el mercado global como lo demanda desde
los ochenta el capital trasnacional. Las siderúrgicas existentes han tenido que
innovar sus equipos y procesos incorporando las innovaciones tecnológicas
derivadas de la tercera revolución industrial. Este fenómeno es parecido en
otros sectores y no solo en el plano industrial, abarcando los campos de las
comunicaciones, medicina, educación, entre otros, proceso que está detenido
desde hace décadas en Venezuela.
Ni Capriles ni Chávez-Maduro
expresaron disposición real a esta apertura demandada por el capital
trasnacional. Por el contrario, en los últimos años surgió una nueva burguesía
bajo el proteccionismo del Estado como había surgido la burguesía del periodo
1936-1998. Solo Guaidó y Leopoldo López, a través de su programa de
gobierno (2019) y del libro sobre Política Energética (2017),
respectivamente, han mostrado signos de entender y disposición para actuar
conforme a los mandatos del capital trasnacional. Por ello, el apoyo de los
países imperialistas y sus acólitos a la presidencia interina de
Guaidó, porque la valoran como una salida capitalista ideal a la crisis
iniciada en 1983.
En ese marco, el apagón de la semana
pasada refuerza la tesis en los capitalistas y la oposición venezolana de la
inminente necesidad de abrir las puertas de par en par a la inversión
internacional a gran escala, dentro de una reestructuración intensiva liderada
por el capital trasnacional. Hoy toda la oposición, al unísono, habla de la
urgencia de abrirle las puertas al capitalismo global y comienza a debatir cómo
integrarse a esta dinámica como socios minoritarios. El apagón no era para
derrocar la Maduro, sino para profundizar el deterioro de su imagen y construir
hegemonía sobre la supremacía del capital trasnacional, lo cual fue logrado.
Ahora, la negociación para la
solución a la crisis política en Venezuela cuenta como nuevo incluido al sentido
común del capital trasnacional, algo que hasta ahora le había
resultado esquivo al centro de reestructuración capitalista mundial. Lo que no
terminan de tener en cuenta quienes festejan este salto cualitativo es
que la mayoría de los trabajadores están dispuestos a enfrentar de manera
combativa, los efectos de esta reestructuración en el mundo del trabajo. Por
ello, en nuestro próximo artículo volveremos sobre el tema de la negociación,
mientras comenzamos a trabajar las caracterizaciones de los principales actores
nacionales de la negociación.
Norman Antonio
Boscán es analista político
Notas:
1/ AD: Acción
Democrática, principal partido Socialdemócrata venezolano quien lideró la
revolución democrática burguesa de 1958.
2/ COPEI: Partido
Socialcristiano que participó junto a AD y URD en el Pacto De Punto Fijo que
expresó el acuerdo de gobernabilidad de la revolución democrático burguesa
(1958-1998
3/ MAS: Movimiento Al
Socialismo, partido de centro izquierda, afiliado a la socialdemocracia
internacional, que surgió de una división del PCV a finales de los sesenta del
siglo XX. El MAS se convirtió en el factor de gobernabilidad a la izquierda del
sistema
4/ ABP: Alianza Al
Bravo Pueblo, pequeña organización socialdemócrata, escindida de AD, liderada
por el auto exiliado Antonio Ledezma quien trabaja abiertamente por una
invasión imperialista a Venezuela.
5/ UNT: Un Nuevo
Tiempo, partido escindido de AD el cual es liderado por el candidato
presidencial Manuel Rosales. Se rumora que después de un corto auto exilio
pactó con el gobierno en algunos aspectos
6/ Primero Justicia es
un partido político que se define como liberal, pero que en realidad es
neoliberal y de ultra derecha. Es liderado por Capriles y Borges (en el auto
exilio)
7/ Partido Político de
ultraderecha escindido de Primero Justicia. Representa abiertamente los
intereses del capital trasnacional en Venezuela. Es liderado por Leopoldo López
preso por el intento de insurrección denominado “La Salida” a comienzos de 2017
y, por Guaido, auto proclamado Presidente de Venezuela
10/ la burguesía
venezolana interesada en enriqucerse con la importación nunca se preocupó por
la conformación de un parque industrial y tecnológico importante. Esto ocurrió
tanto con la burguesía generada en el periodo 1936-1998 como con la que fue
surgiendo en el periodo 2003-2019.