Por Dietmar Gaisenkersting
El fabricante alemán Volkswagen Group ha
anunciado miles de despidos en sus marcas VW y Audi. La reducción de hasta
7.000 puestos de trabajo por parte del segundo mayor fabricante de automóviles
del mundo es parte del baño de sangre de empleos en curso en la industria
automotriz mundial.
La decisión de la VW viene
tras el anuncio de la GM de que recortará 14.000 empleos y que cerrará cinco
plantas en los EUA, especulación de que la Ford podría recortar 25.000 empleos,
principalmente en Europa, y decenas de miles de recortes de empleos en China
por parte de fabricantes de automóviles de los EUA y Corea.
El recorte global de empleos
está en gran medida impulsado por los poderosos intereses financieros que están
empujando a las compañías automotrices a aumentar los rendimientos para los
inversores, incluso cuando las ventas de vehículos se estancan y las compañías
gastan miles de millones en la feroz competencia por los autos eléctricos y los
que no necesitan conductor.
El principal accionista de VW, Wolfgang
Porsche, les dijo a los reporteros en el Auto Show de Ginebra la semana pasada
que los costos de producción de la compañía son demasiado altos y que la escala
de su presencia en la fabricación debe ser reexaminada. Porsche dijo que VW y
Audi “no eran lo suficientemente flexibles” y sugirió que ciertos segmentos de
producción podrían ser subcontratados a contratistas externos.
El
diario financiero Handelsblatt informó
de que la junta corporativa de Volkswagen, encabezada por el director ejecutivo
Herbert Diess, planea recortar 5,9 mil millones de euros anuales en costos de
producción a partir de 2023. Las posiciones de los asalariados se reducirían en
5.000 como parte de un programa más amplio para eliminar 7.000 puestos de
trabajo.
La bolsa de Frankfurt y otros
inversores globales han estado castigando el valor de las acciones de VW porque
no ha alcanzado los márgenes de ganancia de sus competidores globales. El año
pasado, el margen de las marcas de VW cayó al 3,8 por ciento, por debajo del
4,2 por ciento, muy por debajo del 8 por ciento de los márgenes de ganancia
logrados por sus rivales Toyota y el fabricante de automóviles francés PSA.
El martes, en una llamada a
los inversores, el director ejecutivo de la VW, Diess, dijo que los costos
laborales eran “una gran preocupación” y que el jefe de finanzas de la
compañía, Arno Antlitz, dijo que los recortes permitirían a la compañía
alcanzar un margen de beneficio del seis por ciento para 2022.
En una carta a los 90.000
empleados de Audi, el jefe de la división, Bram Schot, dijo: “Audi debe asumir
los costos ... Audi debe desarrollar, producir y hacer negocios de manera más
eficiente. Ningún tema puede estar fuera de los límites”.
Schot continuó: “No hay forma
de evitar el hecho de que debamos revisar nuestra estructura de empleados”,
diciendo que no se reemplazará a todos los trabajadores que se jubilen. Por su
parte, Wolfgang Porsche exigió a VW revertir los planes para contratar a todos
sus aprendices para puestos de tiempo completo.
Los recortes de empleos y salarios
no son las únicas opciones consideradas. El cierre de plantas completas o
sectores de producción no se está descartando, según la carta de Schot.
“Integraremos proyectos, analizaremos más de cerca la adjudicación de contratos
de producción de vehículos y la asignación de plantas, y tenemos que optimizar
la capacidad específica de la planta”, indica la carta. El plan original era
construir el PPE de la plataforma del vehículo eléctrico en Ingolstadt y
Neckarsulm, pero esto ya no es seguro, dijo Schot.
“Agilizaremos nuestra red de
producción, optimizaremos su organización y flexibilidad, y aumentaremos
nuestra productividad”, escribió el director ejecutivo de Audi sin revelar
cuántos empleos serían víctimas de este programa de reducción de costos.
Lejos
de luchar contra los despidos, IG Metall ha manifestado una vez más su voluntad
de conspirar en la brutal campaña de reducción de costos. El comité de empresa
y la junta corporativa, que incluye a representantes de IG Metall, están
preparando una nueva versión de su famoso Pacto Futuro 2016, que llevó a la destrucción de 30.000 empleos en todo el
mundo, incluyendo 23.000 en Alemania. El comité de empresa y IG Metall no solo
impusieron los ataques a la fuerza laboral, sino que también ayudaron a
redactar los planes y fueron recompensados por ello.
Según
Bloomberg News, Bernd Osterloh, el funcionario de largo tiempo de IG Metall y del
comité de empresa de la VW, “señaló en principio el apoyo a más recortes,
enfatizando que una garantía de empleo hasta por lo menos 2025 permanezca
vigente con cualquier reducción de empleos basada en acuerdos voluntarios.
También instó a un borrador de pacto laboral para volver a capacitar a los
empleados en software y operaciones digitales, dijo Osterloh a Bloomberg News
en un comunicado enviado por correo electrónico.
Peter Mosch, presidente del
comité de empresa de Audi en Ingolstadt, hizo un llamamiento a la junta
corporativa para que propusiera una estrategia conjunta para implementar la
reducción de costos, diciendo: “Necesitamos un objetivo común al que aspirar,
tenemos que reactivar el espíritu de Audi”.
El trasfondo de los drásticos
y acelerados ataques es la reestructuración de toda la industria automotriz. La
reducción de los mercados de automóviles en China, América del Norte y otros
lugares y las inmensas inversiones requeridas para el desarrollo de vehículos
eléctricos y autos automáticos digitales están impulsando una nueva ronda de
fusiones y adquisiciones, que costará a los trabajadores decenas de miles de
empleos.
Volkswagen y Ford han estado
en conversaciones para asociarse en vehículos eléctricos y autónomos y “encajarían
muy bien geográficamente y en cuanto a la línea de productos”, según Bill Ford,
presidente ejecutivo de la automotriz estadounidense. Hablando en una
conferencia sobre el almacenamiento de baterías eléctricas en Houston el
martes, el bisnieto del fundador Henry Ford dijo que VW y Ford “ambos llegaron
a la misma conclusión de que por más grandes que sean nuestros balances
generales, ninguna compañía puede hacerlo sola”.
Apenas la semana pasada,
Daimler Benz y BMW anunciaron una asociación para desarrollar autos de
conducción automática debido a restricciones presupuestarias. Antes de eso,
anunciaron la integración de sus servicios para compartir autos.
Los trabajadores de VW
también se ven obligados a pagar con sus trabajos las acciones de los
principales ejecutivos de VW y Audi que supervisaron la programación
intencional de los motores diésel para activar sus controles de emisiones solo
durante las pruebas de emisiones en el laboratorio. VW se ha visto obligado a
pagar 28.000 millones de euros hasta el momento por manipular motores diésel,
mientras que Audi recientemente aceptó multas de 800 millones de euros.
Escándalos similares han
envuelto a Jeep, Volvo, Renault, Hyundai y otros fabricantes de automóviles, y
Fiat Chrysler anunció el miércoles que retiraba 865.000 vehículos luego de
liquidar las reclamaciones de que fabricó vehículos que emitían más
contaminación de la que legalmente permitía en los Estados Unidos.
Los ejecutivos de VW y Audi
están retratando la salvaje campaña de reducción de costos como una inversión
para el futuro. En realidad, el grupo VW obtuvo ganancias operativas de €14,2
mil millones en 2018, un aumento con respecto a 2017. Ese año, la compañía duplicó
sus pagos a los accionistas ricos, incluyendo a los más grandes, las familias
Porsche y Piëch, cuyas fortunas se acumularon inicialmente bajo el régimen
nazi.
Mientras los costos del
escándalo del diésel y los desarrollos tecnológicos se están descargando en la
fuerza laboral, los accionistas adinerados están aprovechando estos desarrollos
para enriquecerse aún más.
Las cosas se desarrollaron de
manera similar después de la crisis financiera mundial de 2008-2009. Los
banqueros y especuladores, que desencadenaron la crisis a través de actividades
delictivas, son más ricos que nunca gracias a los programas de rescate
multimillonario y la inundación de créditos de los bancos centrales, mientras
que la clase obrera y países enteros como Grecia, deben pagar el precio.
Las ganancias corporativas
récord junto con el estancamiento o la caída de los salarios reales y la
proliferación de empleos de tiempo parcial y precarios, incluso en la industria
automotriz, han generado una creciente oposición por parte de los trabajadores
del automóvil. Solo en las primeras diez semanas de 2019, trabajadores húngaros
de la VW, trabajadores de autopartes de maquiladoras en Matamoros, México, se
rebelaron contra las empresas y los sindicatos, trabajadores canadienses
realizaron huelgas espontáneas en el cierre de la planta de ensamblaje de
Oshawa, Ontario de la GM y en Brasil, los trabajadores de Ford se declararon en
huelga después del anuncio del cierre de la planta de São Paulo. En los EUA hay
una profunda oposición a los cierres de las plantas de la GM y los planes de la
UAW de utilizar la amenaza de los fabricantes de automóviles a los empleos como
un martillo para impulsar una nueva ronda de concesiones en contratos a finales
de este año.
El ataque global a los
puestos de trabajo requiere una respuesta coordinada internacionalmente por los
trabajadores de automóviles. Esto significa liberarse del control de IG Metall,
la UAW y otros sindicatos nacionalistas y procapitalistas, y construir nuevas
organizaciones de lucha para movilizar a la clase obrera para defender sus
derechos sociales, incluido el derecho a una buena remuneración y trabajo
seguro. Esto debe fusionarse con la lucha para construir un poderoso movimiento
político para luchar por políticas socialistas, incluida la transformación de
los bancos gigantes y fabricantes de automóviles como VW, Ford y GM en empresas
públicas, de propiedad colectiva y controladas democráticamente por la clase
trabajadora.