Por Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión
Bastaría
con escuchar el odio que inyecta la burguesía a sus denuestos contra el
socialismo para deducir que algo muy bueno para los seres humanos implica
terminar con la jerarquía de los opresores para ir a un sistema Socialista
capaz de erradicar el interés del capital sobre los seres humanos y erradicar
todo el fardo individualista, racista, excluyente y opresor que nos ha amargado
la existencia durante demasiado tiempo. Poner a la sociedad como prioridad
mayor para la sociedad misma, ha sido una lucha cuya vigencia es cada día mayor
según se ven los estragos ecológicos y humanísticos que el capitalismo ha
venido causando a lo largo de su historia. La realidad se encarga de reiterar
la vigencia del socialismo.
Es aberrante el tono sepulturero con que la
burguesía (y algunos “loros” amaestrados por ella) se empeña en dar por muertos
al socialismo, al comunismo y al marxismo. En esas “exequias” propagandistas
invierten tiempo, dinero y esfuerzos a granel. Pagan publicistas, académicos y
mercenarios de todo tipo para convencernos del “fracaso” de un sistema
económico, político y cultural del cual no hemos visto desarrollarse (para
decirlo alegóricamente) ni un 10%. Y, en contraste con ese “fracaso”, nos
pintan al capitalismo como s fuese un sistema exitoso que ha triunfado de una
forma ejemplar y rotunda. “Hablan sobre el fracaso del socialismo, pero
¿dónde está el éxito del capitalismo en África, Asia y América Latina ?”
Fidel Castro.
Reina la avaricia antes que el interés por lo
social. Mientras el capitalismo es, según sus resultados macabros, una
pesadilla generalizada que cada día empuja al planeta y a los seres humanos a
un colapso tapizado por guerras, terrorismo, caos e inestabilidad de todo tipo,
las riquezas naturales y laborales se concentran en unas cuantas manos. Unas
pocas familias y empresas controlan la mayor parte de las actividades económicas
de todo el mundo. La especie humana vive bajo una pauperización galopante
mientras la monopolización registra records insalubres para toda forma de vida;
mientras las diferencias entre ricos y pobres aumenta sin escrúpulos, sin pudor
e impunemente. Se multiplica la inseguridad para los desposeídos y se reprimen
las manifestaciones del malestar. Las evidencias son tan ofensivas como
numerosas.
Es crucial resolver la contradicción
Capital-Trabajo que tiene secuestradas las fuerzas productivas en todo el mundo
y las destruye de manera irracional y procaz, pero hay que resolver tal
contradicción con un sistema de planificación inteligente y participativo que
permita a la humanidad superar todos los problemas y desarrollarse a un nivel
de civilización y cultura profundamente nuevo. El capitalismo es un sistema
socio-económico cuya razón de ser sólo sirve a unos cuantos opresores, “armados
hasta los dientes”, que en la terquedad de enriquecerse sin límites está
destruyéndolo todo y nos lleva a una fase que sólo implica daños irreversibles
para la humanidad. Pero lo pintan como si fuese lo mejor que nos ha pasado.
Está vigente el socialismo que permite transformar
la realidad impulsado por las fuerzas sociales unidas y organizadas
igualitariamente. Un socialismo irreductible por burocracia alguna y sin
totalitarismo de Estado. Un socialismo capaz de cambiar el orden de la realidad
para desterrar definitivamente las clases sociales y toda forma de opresión. Un
socialismo no utópico. Un socialismo científico. Es decir, sin dogmas. Ese que
Marx explicó en su Manifiesto.
Un socialismo que ponga fin a toda confusión,
desorientación o dispersión del movimiento emancipador de la clase trabajadora,
que sea capaz de unir fuerzas contra el capitalismo para no repetirlo y para
impedir que sobreviva con sus disfraces más socorridos. Que sea capaz de abrir
un movimiento transformador a profundidad y sin exclusiones, donde se admita a
todas las tendencias que luchan por la emancipación de la humanidad. socialismo
para terminar con la dictadura del Capital, o él acabará con nosotros. Sin
atenuantes, sin desviaciones, sin espejismos, sin ilusionismos. Esta vigente el
socialismo porque es necesario para que la humanidad pueda resolver todos sus
problemas y escale su desarrollo histórico sin lastres de clase, sin complejos
y sin opresores. El socialismo está vigente porque es una necesidad para la
especie humana. Y no hay salidas alternas, la disyuntiva objetiva es:
socialismo o barbarie.
Socialismo como radicalización del amor por la vida…
capaz de transformar, transformándose. No como un sistema que debe imponerse
desde fuera sino como una necesidad que debe desarrollarse plenamente desde el
seno de la contradicción histórica del Capital y el Trabajo. “ Un
movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual ”. Marx.
Una lucha que surge de lo concreto como posibilidad no realizada aun pero
realizable. No como un ideal, utópico, sino como un socialismo científico, es
decir, movimiento real emancipador y producto histórico de ese movimiento.
Socialismo deseable, posible y realizable. socialismo transformador de las
condiciones objetivas incluida la conciencia de su realización, la aspiración a
realizarlo con la organización y la lucha correspondientes.
Porque la vigencia del socialismo como necesidad
objetiva y subjetiva de transformar el mundo, es necesidad que no podrá ser
ahogada por los “escuderos de la burguesía” que difunden pesimismo pueril e
individualismo, irracionalismo, utopismo y consumismo. La vigencia del
socialismo no podrá ser eclipsada por los desesperanzados ni los nihilistas
padres del catastrofismo de ocasión. Decía Marx “de lo que se trata es de
transformar el mundo” y eso supone luchar contra el capitalismo y el
imperialismo pero también luchar -con las armas de la crítica- para que el
socialismo sea, verdaderamente, además de deseable y posible… realizable. Como
insistía Sánchez Vázquez.
No tenemos en nuestras manos la clave de la
historia futura pero anidan en la praxis del socialismo los más vigentes
anhelos humanos dispuestos a darse salidas objetivas y concretas por cuya
realización hay que luchar permanentemente. Podemos experimentar ajustes y
correcciones que son parte del camino, dejar atrás métodos que resulten
inútiles, pero no podemos cambiar de camino -el camino socialista- porque no
podemos confundir la táctica con los principios. Y es que en la vigencia del
socialismo hay un componente crítico de importancia suprema que es, en sí
mismo, complejo y contradictorio precisamente porque el socialismo no es la
simple aplicación dogmática de una “idea” o “ideal inmaculado” despegado de la
realidad. Todo lo contrario. Y, quizá, no sepamos, por ahora, cómo será el
socialismo en su plenitud, pero sí sabemos cómo no queremos que sea. Y eso
implica y exige luchar, organizados, por ello. Nada más vigente.