Declaración de la Corriente Marxista Lucha de
Clases
Por Corriente Marxista Lucha de Clases
El episodio de crisis social del que
fuimos testigos durante los últimos días como consecuencia de la caída abrupta
del suministro eléctrico en todo el país desde el pasado jueves, ha sido el más
severo en los últimos 15 años, desde el paro petrolero y sabotaje patronal que
llevó adelante la burguesía nacional junto al imperialismo para derrocar al
camarada presidente Hugo Chávez en diciembre de 2002.
La interrupción
total del suministro eléctrico ha generado un impacto devastador sobre la vida
cotidiana de la gente. En Caracas por ejemplo, la interrupción del servicio de
transporte por parte del Metro de Caracas, paralizó por completo la ciudad. Los
únicos medios de transporte disponibles eran las busetas y autobuses, que ya de
por sí han mermado en cantidad durante los últimos años. Si bien desde el día
viernes la empresa METRO puso a disposición su flota de los llamados metrobuses
para proveer un servicio temporal de transporte, evidentemente no es suficiente
para atender la demanda poblacional de transporte que existe en la ciudad
capital.
Por
otro lado, al no contarse con servicio eléctrico, las plataformas de
comunicación prácticamente colapsaron, y ello hizo casi imposible la compra de
alimentos, medicinas y cualquier otro bien durante los últimos días, cada vez
que había una caída del suministro. Aunque algunas cadenas de supermercados
contaban con plantas eléctricas para mantenerse funcionando, al no haber líneas
telefónicas en funcionamiento, cada vez que se cortaba el suministro no había
forma de pagar electrónicamente en los comercios, abastos y demás
establecimientos. Si bien era posible pagar también con efectivo, está siendo
-otra vez- cada vez más escaso y difícil de conseguir para la gente. Asimismo,
ciertas cadenas de supermercados, tiendas de lujo y otros establecimientos
comerciales, estaban aceptando dólares, cosa que sólo podían hacer pocos
elementos integrantes de la burguesía y pequeña burguesía, y que además refleja
el rápido avance de la eliminación del control de cambio.
Por
otra parte, la crisis de agua se agudizó tanto en Caracas como en otras zonas
del país, casi a un nivel de colapso total del servicio. La caída abrupta del
servicio eléctrico hizo imposible lógicamente bombear agua hasta la ciudad de
Caracas, o desde los embalses correspondientes hacia las zonas urbanas en el
caso de ciudades del interior. No obstante, el deterioro del servicio de agua
ha sido progresivo durante los últimos años, y no simplemente un hecho aislado
durante los últimos días. Al igual que ha ocurrido con la mayoría de las
empresas estatales y nacionalizadas, la ausencia de un control obrero genuino,
de una planificación consciente y democráticamente discutida y aprobada de las
inversiones en las mismas, la corrupción y el flagelo terrible de la
burocracia, han venido dando al traste también con la capacidad de servicio de
las hidrológicas del país. En Caracas por ejemplo la gente ha acudido
masivamente a las quebradas y tomas de agua provenientes del cerro el Ávila.
Como si se tratara de la Semana Santa, la gente ha aprovechado a asearse y
bañarse en los ríos, lavar ropa y cargar agua para llevar a sus hogares.
En
las noches, ha habido guarimbas y protestas en varias ciudades del país.
Nuevamente, hemos sido testigos de esa combinación particular constituida cada
vez más por protestas populares espontáneas, como respuesta a la situación país
o al deterioro de las condiciones de vida de las masas por un lado, y por el
otro, la acción de grupos organizados y pagados por la derecha, de jóvenes de clase
trabajadora o de sectores lumpenizados, socialmente de la sociedad para
derrocar al gobierno. En el supermercado Luvebras ubicado en La Florida en
Caracas por ejemplo, no hubo destrozos en el establecimiento comercial, por lo
que sigue funcionando, pero además quienes ingresaron al establecimiento
comercial, aunque se llevaron artículos de higiene y algunos comestibles,
saquearon sobre todo el área de licorería.
Los
saqueos y protestas no han sido generalizados sino focalizados. En el Zulia y
en Carabobo, también se han reportado saqueos.
Hoy
martes 12 de marzo, el servicio eléctrico y de telecomunicaciones se ha
mostrado más estable tanto en el oriente del país como en la zona central, si
bien hay zonas de cada estado y ciudad en los que no se reconecta el servicio
desde hace más de 100 horas, como es el caso de La Dolorita en Petare, Caracas,
y zonas donde aún no hay suministro estable, como la ciudad de Maracay.
En
lo que respecta al occidente del país, varios estados permanecen sin servicio.
Mérida por ejemplo, cuenta con más de 100 horas continuas sin servicio
eléctrico. En el Estado Zulia, el servicio se ha ido restituyendo de forma
progresiva desde la noche de ayer, pero diversas zonas de la ciudad de
Maracaibo aún no tienen luz.
El
gobierno ha señalado que la interrupción del servicio eléctrico se debió en
primer lugar a acciones de sabotaje externo contra el cerebro informático de
Corpoelec. Es cierto que el imperialismo norteamericano ha llevado a cabo
acciones de este tipo en el pasado, como la acción de ataque informático
efectuada contra Irán hace casi diez años, mediante un virus – después llamado
Stuxnet- que fue introducido en la red de computadores que controlaban las
centrales nucleares en ese país.
Ahora
bien, por otro lado, como hemos señalado más arriba, con Corpoelec ha ocurrido
lo mismo que con cientos de empresas estatales y nacionalizadas. Antes de la
interrupción brusca del servicio eléctrico el pasado jueves, estados como
Mérida y Zulia, han venido sufriendo apagones constantes –a veces incluso muy
prolongados- durante los últimos años, y ellos son consecuencia del papel
nefasto y contrarrevolucionario que ha jugado la burocracia dentro de las
empresas eléctricas, a pesar de mil y un denuncias y movilizaciones de
trabajadores de base del sector eléctrico, organizados en sindicatos, consejos
de trabajadores, así como delegados de prevención, etc. En consecuencia,
tampoco es falso que existe un deterioro progresivo y agudizado del servicio
eléctrico en el país.
Sin
embargo, es público incluso internacionalmente que la administración Trump está
decidida por todos los medios posibles –incluso la intervención militar- a
llevar adelante un golpe de Estado contra Nicolás Maduro para terminar de
derrotar y enterrar de forma definitiva a las masas trabajadoras de Venezuela y
al legado de la Revolución Bolivariana.
Pues
bien, ante un enemigo tan poderoso y decidido no se le puede enfrentar, bajo
ningún concepto, con medias tintas. Hacerlo es preparar la propia derrota, ya
sea que esta llegue tarde o temprano.
Por
ejemplo, la burguesía venezolana ha sido siempre, tanto económica como
políticamente, un simple enclave del imperialismo yanqui en nuestro país. Los
últimos 20 años de conspiraciones, sabotaje e intentos de golpe así lo
demuestran.
El
gobierno ha dicho durante los últimos años, una y mil veces, que la burguesía
ha venido ejerciendo una guerra económica contra el pueblo, ha desviado o
simplemente robado las divisas que le han sido entregadas para la importación
de alimentos y otros bienes de primera necesidad, ha acaparado y contrabandeado
productos a Colombia, especulado con los precios de venta y saboteado la
producción de bienes, y no obstante, la política del gobierno en los últimos
años ha sido precisamente de colaboración de clases con esta misma burguesía
que ha golpeado con toda su fuerzas a las condiciones de vida de los
trabajadores.
El
gobierno de Maduro les ha entregado más dólares, y al mismo tiempo ha terminado
de levantar – si bien progresivamente- el control de cambio. De la misma forma,
los controles de precio, así como las acciones de los organismos encargados de
supervisar su cumplimiento –la Sundee-, parecieran ser hoy simplemente un
recuerdo del pasado. Hay una liberación tácita y de facto de los precios de los
bienes de primera necesidad que golpea en primer lugar a la clase trabajadora.
Asimismo,
en medio de esta última ofensiva intervencionista del imperialismo, y meses
antes también, el presidente Maduro ha llamado a la administración Trump al
diálogo. Y es sabido que representantes del gobierno venezolano mantienen
negociaciones con sectores del imperialismo, a través de un grupo de senadores
republicanos y demócratas, con los que hace muchos años se estableció el
llamado “grupo de Boston”. ¿Puede tener sentido alguno el diálogo o la
conciliación con el primer enemigo de la clase obrera venezolana? Cualquier
acuerdo con el imperialismo, a la larga sólo puede contribuir a la derrota de
la revolución y de los trabajadores. Alguna vez el cantor del pueblo, Alí
primera, nos dijo “el yanqui teme a que tú te levantes, américa latina obrera
por qué no lo haces, el yanqui teme a la revolución”, al parecer la burocracia
bolivariana olvidó hace mucho tiempo las palabras de nuestro querido Alí.
En
consecuencia, ante la grave y decisiva crisis que vive el país en estos
momentos, los jóvenes, militantes de base y trabajadores organizados en Lucha
de Clases, sección venezolana de la Corriente Marxista Internacional,
sostenemos:
–
Sólo con medidas radicalmente revolucionarias podremos poner fin de una vez por
todas a la conspiración golpista, dirigida internacionalmente por el
imperialismo norteamericano y encabezada nacionalmente por Juan Guaidó y la
dirigencia de la oposición de derecha. Es necesario derrotar la ofensiva
reaccionaria parando la acción de sus cabezas. Por esto, ordenar la detención y
encarcelamiento del golpista Guaidó y del resto de dirigentes de la
conspiración, es una acción no sólo urgente, sino necesaria e imprescindible
para derrotar el golpe. Cárcel para Guaidó, disolución de la
Asamblea Nacional golpista.
-Una
emergencia nacional como la que se ha vivido en el país durante las últimas
horas, exige medidas contundentes contra los capitalistas, que no han dejado de
sabotear y especular, para poner todos los medios producción de alimentos y
bienes de primera necesidad, así como las cadenas de distribución de los mismos
al servicio de las necesidades de la sociedad, por demás, absolutamente
urgentes y apremiantes durante los últimos días. Expropiación de las multinacionales y de
la oligarquía bajo control obrero. Confiscación de la cadena de producción y
distribución de alimentos bajo control obrero y de las comunidades.
-No
es primera vez que ocurre una acción de sabotaje contra la industria eléctrica,
si bien esta ha sido la más grave en la historia. La única posibilidad de
blindar a Corpoelec, pero también al resto de las industrias primordiales del
país, contra cualquier acción de sabotaje, es permitiendo que se desarrolle el
control obrero genuino dentro de estas empresas. La participación activa y
realmente protagónica de los trabajadores en la toma de decisiones en materia
de inversión y de gestión, así como el control efectivo por parte de éstos de
todo el proceso productivo y de los procesos de trabajo y en las demás ramas de
la indústria, incluyendo la administración de estas empresas, es la única
garantía real de defensa contra cualquier ataque, interno o externo que se
quiera ejercer contra las mismas. Control obrero de la producción.
–
La primera respuesta de la gente ante el corte eléctrico ha sido resguardarse
en sus casas, y tratar de conseguir provisiones y agua para sobrellevar los
días sin suministro. Estas acciones deben pasar de la esfera netamente familiar
a una de carácter colectivo, comunitario. Estas experiencias populares que ya
se están llevando cabo, como fogatas comunitarias, compartir comida, tomas de
agua colectivas, debemos ampliarlas y organizarlas a un nivel superior, sobre
la base de los organismos políticos y sociales ya existentes –CLAP, consejos
comunales y otros-, y debemos usarlos como instrumentos para garantizar las
necesidades básicas del pueblo trabajador –seguridad, alimentación, agua y
energía- en los barrios y comunidades. Organizar en todos los barrios Comités
Revolucionarios de Abastecimiento y Defensa. Todo el poder al pueblo
trabajador.
–
Organismos de este tipo, que funcionen democráticamente, con delegados elegidos
por cada comité y organismo en cada barrio o sector, articulados a nivel local,
regional y nacional, podrían sentar las bases para la reconstrucción de un
poder popular genuino – o llamándolo por su nombre correcto, un Estado obrero-
cuyos gérmenes, expresados en los consejos comunales, comités de agua, salud y
otros, han sido severamente golpeados por la crisis económica y social por un
lado, pero también, torpedeados y desarticulados por el Estado burgués y la
burocracia contrarrevolucionaria que existe dentro de las esferas dirigentes
movimiento bolivariano. Esta es una tarea esencial, si las y los revolucionarios
queremos realmente dar al traste con quienes han venido asesinando a la
revolución desde adentro, y plantear la lucha de la destrucción del Estado
burgués de una vez por todas. Combatir la contrarrevolución y el
imperialismo con medidas revolucionarias.