En las principales ciudades del país se
realizaron actos y manifestaciones en reclamo de mejoras salariales y contra la
reforma previsional que quiere imponer Macron.
En un
comunicado, la CGT estimó para sus “más
de 350,000 personas” el número de manifestantes a nivel
nacional. Este último, incluidos muchos maestros, pretendía hacer oír sus
reclamos, especialmente sobre el poder adquisitivo, cuatro meses después del
inicio del movimiento de “chalecos
amarillos” .
La movilización de este martes en las
calles en Francia en el marco de huelga convocada por dos de los grandes
sindicatos (CGT y FO), para reclamar aumentos salariales, medidas en favor del
poder adquisitivo y contra el gobierno de Macron.
En París, es donde tuvo lugar la mayor
concentración, se movilizaron 50.000 personas según la Confederación General
del Trabajo (CGT). La marcha en la capital, se desarrolló sin incidentes,
mientras otros 150 actos se dieron por todo el país en una jornada a la que
también se sumaron otras centrales y organizaciones de estudiantes.
En sus reivindicaciones, la CGT dio
prioridad al reclamo por el incremento del salario mínimo hasta 1.800 euros
brutos y a la apertura de negociaciones salariales en las empresas y
administraciones públicas. Mientras que el secretario general de FO, Yves
Veyrier, aprovechó para lanzar una advertencia sobre la reforma de las
pensiones prevista por el presidente francés, Emmanuel Macron.
El debate sobre la reforma previsional
tomo fuerza estos días al calor de unas declaraciones de la ministra de Sanidad
y Solidaridad, Agnès Buzyn, que el domingo dijo: “un día estaremos obligados a
trabajar más porque, si no, nuestro sistema de pensiones no podrá aguantar”.
Esas declaraciones fueron bien recibidas
por la patronal, pero no por los sindicatos, que consideran que cuestionan las
promesas de Macron, quien ha asegurado que la reforma no modificará los 62 años
como edad para la jubilación voluntaria.
La movilización se da a pocos días de la
última jornada de manifestaciones de los chalecos amarillos, donde se vio una
fuerte represión policial y una dura resistencia de los manifestantes. Tras esa
jornada el Gobierno francés anunció el lunes una autoritaria medida que no
permitirá las manifestaciones de “chalecos amarillos” en la parisina avenida de
los Campos Elíseos ni en otros lugares señalados si sospecha que pueden volver
a repetirse enfrentamientos.
Este martes los principales sindicatos
que movilizaron fueron los que nuclean a docentes y empleados estatales,
mostrando una creciente predisposición de sectores de los trabajadores en salir
a enfrentar las medidas del gobierno. Según una encuesta del instituto Odoxa,
un 73 por ciento de los ciudadanos respalda la movilización organizada por los
sindicatos.
Macron no tiene la intención de detener
la aplicación de su plan neoliberal, amenazando con una nueva reforma laboral,
del sistema de seguro de desempleo y la reforma previsional. Si no logra
continuar con su avance es producto del freno y la crisis abierta por la
movilización de los chalecos amarillos.
Si la movilización de los trabajadores
no ha terminado de derrotar el ajuste que propone el gobierno es por la falta
de continuidad a las huelgas y la pasividad que imponen las direcciones
sindicales. Si los trabajadores con sus formas de lucha se unen a la ira social
de los chalecos amarillos, Macron tendría los días contados.