Estados Unidos intentó boicotear una resolución de la
Organización Mundial de la Salud (OMS), la agencia de la ONU para la salud, que
promueve la lactancia materna y limita la leche artificial. Así lo denunció el
diario New
York Times, que cuenta con testimonios de decenas de fuentes.
La pasada
primavera, durante una reunión en Ginebra, Estados Unidos habría intentado
primero modificar y luego bloquear la medida, incluso con la amenaza de
represalias a otros países.
Basada sobre
decenas de investigaciones, la resolución recomienda la leche de la
madre como muy saludable y solicita a los países a limitar el mercado
imperfecto o engañoso de los productos sustitutos.
La ciencia
reconoce desde hace mucho tiempo que la leche materna en los primeros seis
meses de vida del recién nacido promueve su desarrollo neurocomportamental y
reduce los riesgos de varias enfermedades, incluso para la madre.
Los sustitutos,
en cambio, no tienen las mismas propiedades y en algunos países del tercer
mundo se convierten en peligrosos por la necesidad de usar agua, a menudo
contaminada.
Estados Unidos,
abrazando los intereses de los productores de leche artificial, primero intentó
limar el lenguaje del texto, eliminando las partes en las que se invita a los
gobiernos a “proteger, promover y apoyar la lactancia materna” y limitar la
promoción de productos alimentarios que según muchos expertos tiene efectos
nocivos en los niños.
Luego, sin
reconocerlo, pasaron a las amenazas, evocando el posible recorte de ayudas a
los países pobres si habían apoyado la moción. Se desconoce que sucedió con
Ecuador, que rápidamente dio marcha atrás frente al fantasma de represalias y
el retiro de ayuda militar.
Además, al
menos una docena de países, principalmente naciones de Africa y de América
Latina, como México y Uruguay, temen una “venganza” estadounidense. “Estábamos
sorprendidos, desconcertados e incluso entristecidos”, comentó
Patti Rundall, directora del grupo británico Baby Milk Action, que
participó de la reunión.
“Lo que sucedió -añadió- fue el equivalente a un chantaje,
con Estados Unidos reteniendo al mundo como rehén e intentando anular casi 40
años de consenso sobre la mejor manera de proteger la salud de los recién
nacidos y de los niños”.
Al
final, sin embargo, Estados Unidos tuvo que rendirse:
los rusos presentaron la medida y los estadounidenses tuvieron cuidado de no
hacer amenazas.
Pero la
tendencia de la administración estadounidense sigue siendo el privilegiar el
negocio ignorando la investigación científica independiente: lo
demuestra, escribió Politico, el intento de cancelar una
reporte de la Agencia para la Protección del Ambiente -completado antes de que
Trump asuma- sobre los crecientes riesgo de inhalar formaldehído, sustancia
cancerígena.
(Con información de ANSA)