Celina Valadez, et al
La economía solidaria contiene
una propuesta integral de modelo de sociedad, que define en su estructura todos
los factores que componen el “buen vivir”: económicos, sociales, culturales,
ambientales, educativos, científico tecnológicos y políticos. Es una
propuesta basada en valores y prácticas solidarias que vinculan a movimientos
sociales de enfoque integral y emancipatorio, a través de experiencias locales
y alianzas globales que apuestan por la justicia, la solidaridad, el humanismo
y la sustentabilidad.
En este enfoque se reúnen
prácticas muy diversas, que comparten el promover relaciones más justas entre
las personas y hacia el entorno social y ecológico, además de un
cuestionamiento político y estructural a la lógica capitalista que va a la par
de la construcción de formas solidarias de intercambio, con el fin de que las
comunidades puedan elegir sus propias formas de bien-estar.
Euclides Mance, filósofo
brasileño y uno de los principales teóricos de la economía de la liberación,
plantea que estas experiencias pueden comprenderse desde tres horizontes de
Economía Solidaria:
§ La economía solidaria de
supervivencia: busca
básicamente atender la satisfacción de necesidades de las personas y de las
propias iniciativas.
§ La economía solidaria de
resistencia: más
allá de eso, busca hacerlo resistiendo al modelo capitalista. Pero, por
falta de una comprensión más amplía del funcionamiento del capitalismo y de
cómo superarlo, sus propuestas no consiguen avanzar en la construcción de otro
sistema económico pos-capitalista.
§ La economía solidaria se
liberación: como un
eje de luchas, consigue atender demandas económicas inmediatas, enfrentar las
estructuras económicas capitalistas y avanzar en la construcción de las
estructuras de un nuevo modo de producción, de un nuevo sistema de intercambio
y de una nueva formación social. Organiza redes, circuitos económicos
solidarios y cadenas de consumo, intercambio y producción, liberando las
fuerzas productivas y comunidades humanas.
Una propuesta necesaria en un
contexto excluyente
Si bien muchas prácticas
tradicionales de producción e intercambio en todo el mundo son cercanas a la
economía solidaria, es especialmente urgente fortalecer esta otra economía en
el contexto latinoamericano actual.
El planeta vive una crisis como
consecuencia de un capitalismo voraz que está causando la pobreza extrema, el
deterioro ambiental, pérdida de derechos de las personas trabajadoras,
criminalización de los movimientos sociales, desempleo y precarización del trabajo,
crimen organizado, y la muerte en su más amplio sentido de la palabra.
A principios del siglo XXI,
América Latina comenzó un periodo de prosperidad de la mano del alza de los
precios de las materias primas. En 2004, la región tuvo un crecimiento
económico de 5.9%, encabezado por la Comunidad Andina (Bolivia, Colombia,
Ecuador y Perú) cuyo PIB avanzó ese año un 9.5% mientras que el Cono Sur
(Argentina, Chile y Uruguay) crecía a una tasa de 8.4%, Brasil un 4.9%;
México-Centroamérica un 4.9% y el Caribe un 4%, según datos de la CEPAL.
Alicia Puyana, profesora investigadora de la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO), indica que "había la sensación de que en
América Latina ya no habría crisis. Los economistas tenían la idea de que
los políticos y los servidores públicos ya no tendrían que preocuparse por la
tragedia permanente de la región. Ahora la tarea era distribuir la
prosperidad".
Pero con la llegada de la gran
crisis económica mundial de 2008-2009, ese periodo de optimismo se terminó, y
la riqueza no llegó a distribuirse. "Ahora estamos atravesando un ciclo
de precios bajos que difícilmente se recuperarán", dijo la economista, que
prevé que los precios deprimidos de las materias primas continuarán así por los
próximos 10 o 15 años. Así, las economías de la región –que tras dos años
de recesión lograron avanzar apenas un 1.1% en 2017– se perfilan para continuar
con expansiones bajas y con sus poblaciones "disgustadas porque no se
aprovechó la bonanza de los años de crecimiento", dijo Puyana.
"La riqueza se distribuyó algo en Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela,
pero no hubo la intención de cambiar el modelo económico y depender menos de
las materias primas". Para 2018, el Banco Mundial espera que la región crezca un 2%.
En América Latina, las primeras
dos décadas del Siglo XXI han estado marcadas por el ALBA, el MERCOSUR y la
Alianza del Pacífico, tres grandes proyectos de integración político-económica
asentados en tratados comerciales multinacionales. Sin embargo, según el
investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Arturo
Oropeza, esa época está terminando. El capitalismo neoliberal empieza a
mostrar sus fisuras, su incapacidad para sostener un desarrollo equitativo y
democrático, su carácter concentrador y excluyente. Ante ese proyecto
agotado, la economía solidaria se convierte en una propuesta y una realidad
transformadora, que tiene el potencial de generar bienestar para los pueblos de
la región.
El 2018 será un año clave para el
rumbo político y económico de América Latina. Siete países de la región
cambiarán de presidencias: Costa Rica, Paraguay, Colombia, Venezuela, México,
Brasil y Cuba. Es muy probable que ocurran importantes transformaciones
políticas en la región, en medio de un periodo económico que podría ser
definido como de "vacas flacas" y en la era de la "política
global de agresión" promovida por Donald Trump desde Estados Unidos.
En este contexto, la economía
solidaria expresa un necesario esfuerzo por construir redes colaborativas
solidarias, valorar los vínculos humanos y extender acciones de sustentabilidad
ambiental y económica, que son además formas de defensa del territorio, de los
saberes y los derechos desde las bases comunitarias y las articulaciones
regionales e internacionales.
CEAAL en el movimiento
internacional de economía solidaria
El 18 y 19 de abril del 2018, se
celebró en Cuajimalpa, México, el “Encuentro Internacional de Economía
Solidaria y Economía Azul”[1],
promovido por el CEAAL, Dinamismo Juvenil A.C. y las organizaciones e
instituciones educativas del Grupo Promotor de Economía Solidaria de México,
asistieron representantes de 12 países entre los que se encuentran: Brasil,
Chile, Perú, Colombia, Cuba, Costa Rica, Guatemala, España y México con
participantes de organizaciones, instituciones educativas, cooperativas e
iniciativas productivas de 17 Estados de la República Mexicana.
Para el CEAAL, fue muy importante
este Encuentro, ya que fue una oportunidad para vivir la solidaridad y
construir procesos económicos, sociales, emancipatorios y justos. Se
aportó a la construcción de conocimiento colectivo y se lograron articular las
experiencias que participaron. Se facilitó el diálogo entre las
experiencias presentes y se nutrieron de los aportes teóricos que plantearon:
Euclides Mance, promotor de los circuitos económicos solidarios; Marcos Arruda,
quien propone un sistema de indicadores para orientar el camino hacia el buen
vivir; y Carlos Bernal, que desde la Economía Azul propone el diseño sistémico
y el aprovechamiento sostenible de los recursos disponibles en cada ecosistema,
con una generación mínima de residuos.
Desde CEAAL, como educadores y
educadoras populares de América Latina y el Caribe, tenemos el desafío de
plantear procesos de liberación desde la formación, que contribuyan a la
acción-reflexión junto con los propios sujetos de nuestra acción, utilizando
metodologías que permitan el cambio de nuestras prácticas. Nos planteamos
también poner en práctica algunas herramientas de la economía solidaria, como
la creación de un fondo solidario; el diseño y puesta en práctica de un curso
virtual sobre Economías Solidarias para el Buen Vivir y la Emancipación de los
Pueblos.
Celina Valadez, Elisiane de
Fátima Jahn, Eva Carazo Vargas y Rosa Elva Zúñiga son educadoras
populares, integrantes do Grupo de Trabajo sobre economía solidaria del Consejo
de Educación Popular de América Latina y el Caribe - CEAAL.
[1] El Encuentro reunió a más de 200 personas. Se compartieron
experiencias de cooperativas, de educación popular, de Eco Aldeas y de diseño
sistémico, circuitos económicos solidarios y redes colaborativas locales.
Fue en sí mismo una experiencia solidaria, enriquecida con los aportes
voluntarios de las familias que integran el Circuito Económico Solidario
“Tianguis del Buen Vivir” de Cuajimalpa, que acogieron a las personas
participantes y compartieron su experiencia en la construcción del Circuito.
Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/193956