Por Amy Goodman, Denis Moynihan
Imaginemos qué pasaría si Comcast, Verizon, AT&T o cualquier
otro “proveedor de servicios de Internet” tuviera la autoridad para decidir qué
sitios web podemos visitar o qué programa de videollamada debemos usar para
comunicarnos con amigos o familiares. Imaginemos que pudieran manipular la
velocidad en que se cargan los sitios web, dando preferencia a aquellos sitios
que paguen extra para estar en un “carril rápido” de Internet. Imaginemos que
pudieran impedirnos ver videos publicados en sitios que no sean YouTube, o
prohibirnos el uso de Skype. Estos proveedores nos brindan la conexión a
Internet, pero no deberían poder controlar cómo usamos la red. Esta
característica central de Internet de ser una red libre y abierta se llama
“neutralidad de Internet”.
La reglamentación
actual de internet, puesta en práctica recientemente por el gobierno de Trump,
elimina la neutralidad de Internet.
Uno de los
principales objetivos de las políticas del presidente Donald Trump, tal como
declaró el ex asesor de la Casa Blanca Stephen Bannon, es “desmontar el estado administrativo”.
El presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones estadounidense, Ajit
Pai, se ha ocupado de ir eliminando las normas que regulan el sistema de medios
del país, entre ellas, las protecciones a la neutralidad de Internet
establecidas por el gobierno del ex presidente Barack Obama. Pai estableció un
nuevo marco regulatorio, paradójicamente llamado “Restauración de la libertad
de Internet”, que parece tomado de un libro de Orwell y que permite a los
grandes proveedores hacer exactamente lo contrario.
En mayo, en
respuesta ante una ola de oposición hacia la eliminación de la neutralidad de
Internet, el Senado estadounidense aprobó una “resolución de desaprobación” en
virtud de la Ley de Revisión del Congreso, que permite al poder legislativo
anular reglamentaciones emitidas por las agencias federales. Tales resoluciones
deben ser aprobadas por el Senado y la Cámara de Representantes, y finalmente
deben ser promulgadas por el presidente para convertirse en ley. Tres
republicanos del Senado se unieron a los 49 senadores demócratas para aprobar
la resolución. Ahora debe ser aprobada en la Cámara de Representantes, de
mayoría republicana. Esta semana, la iniciativa de la Cámara de Representantes
–impulsada por los demócratas– obtuvo su primer suscriptor republicano: Mike
Coffman, representante de Colorado. Los defensores de la neutralidad de
Internet ven su reciente apoyo como prueba de que la presión social está
funcionando y se han comprometido a incrementar la presión sobre otros actores.
Tras enterarse de
la decisión de Coffman, Craig Aaron, presidente y director ejecutivo de la
organización Free Press, declaró: “Coffman indicó que su apoyo se debía a la
presión de los votantes. Otros miembros del Congreso van a estar recibiendo
peticiones de audiencia en las próximas semanas. Estamos trabajando con
nuestros asociados para organizar visitas a cada distrito, actos políticos
locales y reuniones con pequeños empresarios a los que les preocupa tener una
internet libre y abierta”.
Inmediatamente
después de que la Comisión Federal de Comunicaciones del presidente Barack
Obama aprobara las normas de neutralidad de Internet en 2015, la industria de
las telecomunicaciones presentó una demanda ante un tribunal federal para
deshacerse de ellas. El tribunal de apelaciones de Washington D.C. finalmente
ratificó las normas. Esa importante decisión incluyó un fallo en disidencia
escrito por el juez Brett Kavanaugh, el hombre recientemente nominado por Trump
para la Corte Suprema de Estados Unidos.
En esa
fundamentación de disidencia, Kavanaugh incluyó el insólito argumento de que la
neutralidad de Internet viola el derecho a la libertad de expresión de los
proveedores de Internet consagrado en la Primera Enmienda. El juez escribió:
“La pregunta clave es si la Primera Enmienda debe aplicarse a los proveedores
de servicios de Internet cuando ejercen discreción editorial y eligen qué
contenido reproducir o no. La respuesta es sí”. Pero las corporaciones no son
personas. Las opiniones de Kavanaugh sobre la neutralidad de Internet
definitivamente deberían analizarse en su audiencia de confirmación ante el
Senado.
Matt Wood,
director de políticas de Free Press, manifestó: “Las normas de la neutralidad
de Internet protegen el derecho de todos a un Internet libre y abierto.
Protegen la libre expresión, la iniciativa empresarial y la educación;
especialmente para las personas de color, las comunidades LGTBQIA, inmigrantes,
disidentes, artistas y las pequeñas empresas, más propensas a sufrir discriminación
en función de los caprichos políticos y comerciales de los proveedores de banda
ancha. La derogación de estos derechos (…) es una pérdida para nuestra
democracia y para nuestro país, pero vamos a luchar para recuperarlos”.
En este mundo
cada día más complejo, las personas están buscando fuentes alternativas de
información. Se están volviendo cada día más hábiles para buscar las fuentes de
noticias que desean, en el momento y en la forma que desean, ya sea en sitios
web, a través de podcasts de audio y video o en plataformas móviles. Critican,
comparten, citan fragmentos y republican el contenido que aprecian, agregando
sus puntos de vista; evitan las fuentes de noticias tradicionales, al tiempo
que construyen sus propias comunidades de información confiable en Internet.
Muchos contribuyen en la producción de información y se unen a las filas de
periodistas ciudadanos (y sin ciudadanía) cada vez más importantes en todo el
mundo.
Todo esto es
posible porque Internet ha sido libre y sin restricciones gracias al principio
de neutralidad, que permite que las fuentes web como democracynow.org tengan la
misma disponibilidad que los sitios de las principales corporaciones
mediáticas. Sin embargo, las grandes empresas proveedoras de servicios de banda
ancha están tratando de controlar Internet, restringir el flujo libre de
información y restaurar su histórico papel de árbitro con fines de lucro en
torno a lo que podemos leer, ver u oír. Preservar la neutralidad de Internet
implica frustrar a los oligarcas de la era digital y mantener una Internet
libre y abierta.
(Traducción al
español del texto en inglés: Inés
Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org)
- Amy Goodman es
la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite
diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de
450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema:
Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le
Monde Diplomatique Cono Sur.