Ante la inminencia del cambio de autoridades en México, la
Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente
Modificados (Cibiogem) se apresuró a lanzar una convocatoria para crear mosquitos
transgénicos, con fines comerciales. No para analizar riesgos y considerar si
deberían o no liberarse al ambiente, como sería el rol de una comisión
gubernamental de bioseguridad ante una tecnología de alto riesgo, sino lo
contrario. Para alentar la creación de mosquitos transgénicos y subsidiar con
dinero público a empresas “nacionales o extranjeras” que como dice
explícitamente el llamado, lo puedan patentar y vender. Cibiogem, después de
una década de aprobar que Monsanto nos fumigue y alimente con agrotóxicos
cancerígenos como el glifosato, se convirtió de pronto en paladín de la salud:
el llamado, afirma, es porque existen pruebas de que los mosquitos transgénicos
han sido exitosos en el combate al dengue. Esto es directamente falso: las
evidencias muestran lo contrario
(https://tinyurl.com/yc83wuuw).
La convocatoria
pública está abierta hasta fin de julio 2018, para luego firmar un convenio con
la opción elegida por Cibiogem, poco antes del cambio de gobierno, pero con una
duración de 3 años (https://tinyurl.com/y95lj6g7). Entre las muchas
aberraciones del llamado, está que Cibiogem no tiene mandato para este tipo de
actividades, que implican desarrollar proyectos con el propósito de crear (o
favorecer) una empresa con fines de lucro para construir transgénicos como
negocio. Además, implica experimentar con mosquitos transgénicos en la
naturaleza, para lo cual se debe solicitar autorización a la Cibiogem, que será
entonces juez y parte.
Decir
convocatoria “pública” es una formalidad, porque está hecha de forma tan
estrecha, que parece diseñada para subsidiar con fondos públicos a alguna
compañía y/o grupo académico al cuál se ha contactado previamente, ya que los
requisitos a cumplir son muy complejos en muy poco tiempo. Podría ser un
contrato con la compañía Oxitec (propiedad de la empresa estadunidense de
biología sintética Intrexon) o quizá con algún grupo promovido por la Fundación
Bill y Melinda Gates. Podría también ser un estímulo a proyectos que existen
–con apoyo del Ejército de Estados UnidoS– para desarrollar mosquitos con impulsores genéticos (gene drives),
una tecnología altamente riesgosa y controvertida, diseñada para extinguir
especies enteras. (https://tinyurl.com/ybtrud4y)
Llaman a
desarrollar mosquitos transgénicos para combate al dengue y otras enfermedades
trasmitidas por el mosquito Aedes Aegipti, con construcciones
genéticas para disminuir las poblaciones de ese mosquito, o para impedir
biológicamente que sean vectores de enfermedades, o para que produzcan
“descendencia monosexual (sólo machos)” ya que son las hembras las que pican.
En este último caso, abren la puerta a experimentar en México los impulsores
genéticos, una técnica para engañar las leyes naturales de la herencia y
conseguir que un carácter transgénico se expanda rápidamente, dirigida a
manipular especies silvestres y diseñada para reproducirse agresivamente en el
medio ambiente. El Convenio de Diversidad Biológica discute esta misma semana
sobre los impactos de tal tecnología, cuya liberación no ha sido autorizada en
ninguna parte del mundo (https://tinyurl.com/hp2gph5).
La convocatoria
cita como ejemplo “exitoso”, los mosquitos transgénicos de Oxitec (OX513A) con
los que la empresa ha hecho pruebas en Malasia, Panamá, Islas Caymán y Brasil.
Los resultados reales de sus experimentos –no la propaganda de la empresa a la
que se refiere Cibiogem– muestran altísimos costos, falta de consulta a las
comunidades afectadas y sobre todo, ninguna evidencia de reducción del dengue u
otras enfermedades, e incluso ¡aumento de los mosquitos trasmisores!
El modelo de
operación de Oxitec ha sido conseguir una contraparte universitaria y/o
institución pública, incluyendo municipios, para liberar mosquitos con
letalidad condicionada, supuestamente solo machos (las hembras son las que
pican y trasmiten la enfermedad), que aunque se crucen, no puedan desarrollar
cría. Para ello liberan miles de millones de mosquitos transgénicos para
“abrumar” a los mosquitos locales, muchísimo menores en número, pero se han
escapado miles de hembras picadoras. Las pruebas en Malasia, fueron suspendidas
por incertidumbre sobre los impactos y por altos costos. Igualmente fueron
suspendidas en Panamá por razones similares. En Brasil aunque la muy parcial
comisión de bioseguridad (CNTBio) aprobó experimentos, las autoridades de
inocuidad en salud (ANVISA), no lo ha permitido. Un documento reciente
de la organización GeneWatch, basado en informes obtenidos por acta libertad de
información, muestra que en Islas Caymán, la población de mosquitos hembra
(picadoras, transmisoras de enfermedad) en las áreas de experimentación
¡aumentó 150 por ciento! La idea del negocio es captar los fondos dedicados a
prevención de salud en municipios, para desviarlos a estos dudosos proyectos,
que además de no ser eficaces contra la enfermedad, son de alto riesgo para la
salud de los ecosistemas. Urge cancelar esta absurda convocatoria, así como
cancelar toda experimentación con mosquitos transgénicos, donde quiera que
intenten hacerla.
Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC.