Por Benito Toribio Morales
Hay una
campaña que no cesará en este 30 aniversario de la caída del muro de Berlín
para desprestigiar al marxismo. El estalinismo quiere ocultar que la burocracia
estalinista entregó los Estados obreros a Wall Street y al capitalismo mundial.
Hay una
relación directa entre que la derecha utilice al marxismo para identificarlo
con el mal y que el estalinismo confunda a la clase trabajadora diciendo que
regímenes como el de Stalin, Ceausescu, los Jemeres Rojos, Enver Hoxha, Kim
Jong-un o Xi Jinping son comunistas o socialistas.
Con “El
estado y la revolución” y “La revolución traicionada”
Una
coalición antimarxista entre la burguesía imperialista, la socialdemocracia y
el estalinismo (en todas sus variantes: post-eurocomunistas,
neo-eurocomunistas, ultraestalinistas,…) ha hecho todo lo posible por
identificar el comunismo con el estalinismo.
Quien no
entiende lo que pasó en el siglo XX está incapacitado para analizar el presente
y el futuro. Quienes confunden el binomio dictadura del proletariado-democracia
obrera con la dictadura de una casta estalinista sin democracia obrera
tergiversan el marxismo.
Los
marxistas debemos defender lo que teorizaron los líderes de la Revolución de
Octubre, Lenin y Trotsky, en sus obras “El Estado y la Revolución” y “La
Revolución traicionada”. Quien no ha leído, estudiado y asimilado estas obras
no es marxista.
La teoría
estalinista del “Socialismo en un sólo país” y los pactos de coexistencia pacífica
con el capitalismo que postuló el estalinismo explican el hecho de que la misma
burocracia estalinista se convirtió en los grandes capitalistas, tras la caída
de la URSS.
La
derrota que significó la restauración del capitalismo en los ex-Estados obreros
burocráticamente degenerados a finales de los 80 y principios de los 90, a
diferencia de la derrota heroica de los comuneros de París en 1871, no dejó
orgullo revolucionario sino una estela de desmoralización.
Definir
el estado desde un punto de vista de clase
La
Revolución Traicionada constituye uno de los más grandes estudios de teoría
marxista del Estado que se hayan escrito.
Nos habla
de las contradicciones del Estado Obrero ruso en su etapa de degeneración
burocrática, en una URSS donde, por cierto, Stalin montaba la farsa de los
Procesos de Moscú, poniendo en el banquillo de los acusados a la que había sido
la plana mayor de la Revolución rusa.
En esta
obra, León Trotsky analiza la formación de la burocracia estalinista, los
zigzags de su política y la tergiversación que hizo de la teoría marxista para
adecuarla a sus necesidades políticas. Y lo hace de un modo en el que, en sus
primeros capítulos, hace una defensa a ultranza de las ventajas de la
planificación económica de la URSS.
Trotsky
combatió en este libro tanto a las tendencias que igualaron la defensa de la
URSS a la defensa de Stalin como las opuestas, las que cuestionando el régimen estalinista
negaron las conquistas de la revolución y el carácter obrero del Estado.
Lenin y
Trotsky vs estalinismo
Este
libro de Trotsky, el fundador del Ejército Rojo, representa una continuación de
El Estado y la Revolución de Lenin.
Lenin en
El estado y la revolución restableció la teoría marxista del Estado frente a la
caída reformista de la II Internacional, Trotsky en La revolución traicionada
encaró una tarea similar frente a la transformación en caricatura grotesca de
la dictadura del proletariado hecha por la burocracia estalinista para volver a
plantear la necesidad de un “Estado agonizante”, de un Estado que se oriente
hacia su propia extinción.
Para
Lenin y Trotsky las funciones coercitivas, al estar destinadas solo a la
represión de la minoría burguesa y sus aliados, disminuirían cualitativamente
la necesidad del aparato represivo del Estado y lo debilitarían
progresivamente.
Este
elemento, junto con la ampliación de la democracia a las grandes mayorías,
debería reducir este “semi-Estado” a funciones “de registro y control”. Algo
muy contrario sucedió en la URSS desde la muerte de Lenin y la
contrarrevolución estalinista, fue la clase obrera la despojada y reprimida.
En la
URSS no hubo socialismo
A
diferencia de lo proclamado por Stalin y luego replicado por los ideólogos de
la burguesía para “demostrar” el fracaso del comunismo, para Trotsky la URSS no
era una sociedad socialista, no representaba la “etapa inferior del comunismo”
de la que hablara Marx: “Sería más exacto, pues, llamar al régimen soviético
actual, con todas sus contradicciones, no un régimen socialista, sino un
régimen preparatorio o de transición del capitalismo al socialismo”.
Una
economía socialista poseyendo una técnica superior a la capitalista, tendría
asegurado realmente un desarrollo socialista, por así decirlo, automático, lo
que desdichadamente no puede decirse aún de la economía soviética.
Contra
toda visión evolutiva que pretendiese hacer del desarrollo económico de la URSS
en sí mismo un fetiche, Trotsky, al resaltar el carácter transitorio del
régimen social, alerta sobre la posibilidad de retroceder nuevamente hacía el
capitalismo. El desarrollo socialista estaba muy lejos de ser seguro. Y la
burocracia estalinista estaba haciendo retroceder a la URSS hacia el
capitalismo.
El
estalinismo fue la “negación termidoriana” de la Revolución de Octubre de Lenin
y Trotsky. Y hay un hilo de continuidad innegable desde el punto de vista de
régimen político y estado desde Stalin, pasando por Jrushchov y Brezhnev, hasta
llegar a Gorbachov.
La
definición del régimen soviético como “transitorio” descarta las categorías
sociales acabadas como capitalismo (incluyendo al ‘capitalismo de Estado’), y
socialismo para definir a la URSS.
Sobre
esta base Trotsky sostiene que la burocracia no constituye una nueva clase
explotadora, sino una “capa o casta social privilegiada y dominante”, cuya
“apropiación de una inmensa parte de la renta nacional tiene el carácter de
parasitismo social” producto de la administración del Estado, y no un modo
orgánico de explotación de clase.
Como toda
burocracia, se erige sobre el Estado ejerciendo funciones de reguladora e
intermediaria, de sostenedora de la jerarquía social.
Capa o
casta, no clase
Sin
embargo, en el caso de la URSS, Trotsky señala que “es algo más que una
burocracia”, porque a diferencia de aquellas de los Estados burgueses que
representan a una clase social que tiene medios para controlarla, en el caso
del Estado obrero, la burocracia se eleva por encima de una clase que no tiene
tradición de dominación y mando, y que no cuenta con la propiedad privada de
los medios de producción para confrontarla.
Esto la
hace más autónoma y le da su carácter distintivo. Para este análisis, Trotsky
parte de una definición marxista del Estado en la URSS:
Las
clases, decía, se definen por el sitio que ocupan en el sistema social de la
economía y, sobre todo, por su relación con los medios de producción.
En las
sociedades civilizadas, las relaciones sociales son validadas por leyes. La
nacionalización de la tierra, de los medios de producción, del transporte y el
cambio, así como el monopolio del comercio exterior forman las bases de la
estructura social soviética.
Por eso,
estas relaciones establecidas por la revolución proletaria definen básicamente
a la URSS como unEstado obrero.
Pero el
término marxista adecuado es que es un “estado obrero burocráticamente
degenerado o deformado”. La URSS no fue “Socialismo real”, como mantienen los
estalinistas (y también la derecha y la socialdemocracia) ni “Capitalismo de
estado”, como dicen los Cliffista.
Régimen
político y estado
La
elaboración del concepto de “Estado obrero degenerado burocráticamente”, parte
en Trotsky de establecer la distinción entre régimen político y Estado. La
misma se encuentra desarrollada en su artículo “Estado obrero, Termidor, y
bonapartismo”.
Allí,
señala como la “dictadura del proletariado” tiene dos acepciones que no deben
confundirse. Distingue “dictadura” en referencia a la dominación social, de
“dictadura” como régimen político.
La URSS
es una “dictadura del proletariado” por el contenido social del Estado, así
como podemos decir que el Estado burgués más allá de sus formas políticas es
una “dictadura del capital”.
Pero a
nivel de los regímenes políticos, así como en el Estado burgués distinguimos
entre fascismo y democracia-burguesa, en el caso del Estado obrero ruso bajo el
estalinismo no se trataba de una dictadura del proletariado sino de un nuevo
tipo de régimen bonapartista, para el cual Trotsky formulará el concepto de
“bonapartismo soviético”.
Sin
democracia obrera no hay socialismo
Sin
embargo, hay en este punto una gran diferencia entre Estado burgués y Estado
obrero. Una vez liberadas de los frenos feudales, las relaciones burguesas se
desarrollan automáticamente. Muy distinto es el desarrollo de las relaciones
socialistas.
La
revolución proletaria no solo libera las fuerzas productivas de los frenos de
la propiedad privada, también las pone a disposición directa del Estado que
ella misma crea.
A
diferencia del capitalismo, el socialismo no se construye mecánicamente, sino
conscientemente. El avance hacia el socialismo es inseparable del poder estatal
que desea el socialismo o se ve obligado a desarrollo.
Así es
que para Trotsky sin un régimen de democracia proletaria, sin que el poder esté
en manos de los Soviets u otros organismos de autoorganización de este tipo no
es posible el avance hacia el socialismo.
“La
democracia soviética no es la demanda de una política abstracta, menos aún una
moral abstracta. Se ha convertido en un asunto de vida o muerte para el país”.
En este
sentido, el “bonapartismo soviético” pone un signo de interrogación sobre la
supervivencia del Estado obrero mismo.
Este
panorama planteó la necesidad histórica de una redefinición de conjunto y la
imposibilidad de la URSS de estabilizarse a largo plazo. Ante esto Trotsky
sostiene hipótesis alternativas: REVOLUCIÓN POLÍTICA O RESTAURACIÓN DEL
CAPITALISMO
Revolución
política o…
En el
Capitalismo la misión de la clase obrera es hacer la Revolución social para
expropiar los medios de producción a la burguesía. Pero en un “estado obrero
burocráticamente deformado” la tarea no es hacer la Revolución social, sino la
política.
Por eso
el pronóstico de Trotsky era que, dadas las condiciones explicadas más arriba,
en la URSS o bien tendría lugar una nueva revolución que suprimiese la
burocracia; o bien la burocracia se transformaría, cuando pudiese hacerlo, en
una nueva clase capitalista.
Sobre la
hipótesis de una nueva revolución contra la burocracia, Trotsky decía:
“Supongamos que la burocracia soviética sea arrojada del poder por un partido
revolucionario que tenga todas las cualidades del viejo Partido Bolchevique y
que además esté enriquecido con la experiencia mundial del último período. Tal
partido comenzaría por restablecer la democracia en los sindicatos y en los
soviets”.
Lo que
Trotsky planteaba era una revolución política, que a diferencia de una
revolución social no tenía por objetivo reemplazar una forma de propiedad por
otra. Pero al mismo tiempo, no se trataba simplemente de “reemplazar a una
camarilla gobernante por otra, sino de cambiar los métodos mismos de la
administración económica y la dirección cultural de un país”.
Para él:
“La arbitrariedad burocrática deberá ceder su lugar a la democracia soviética”.
Contra el régimen de “partido único”, sostenía la necesidad del
“restablecimiento de la libertad de los partidos soviéticos, comenzando con el
Partido Bolchevique, y el renacimiento de los sindicatos.”.
A su vez,
planteaba las profundas consecuencias sociales que debía traer aparejadas una
revolución de este tipo, empezando por “la revisión radical de los planes en
beneficio de los trabajadores” y la búsqueda de la reversión del proceso de
diferenciación social, entre otras.
…O la
burocracia restauraría el capitalismo
La
hipótesis alternativa, si no se conseguía hacer una revolución política,
implicaba una restauración del capitalismo producto de derrotas de las masas, y
sobre esta base la reconversión de la burocracia en clase capitalista,
liquidando definitivamente la planificación, profundizando la diferenciación
social y privatizando los medios de producción con el fin de estabilizar sus
privilegios transformándolos en derechos de propiedad privada.
La
necesidad de “preparar” la revolución para suprimir a la burocracia y
“colocarse a la cabeza de las masas en una situación histórica favorable”, era
para Trotsky “la misión de la sección soviética de la IV Internacional”, por
entonces obligada a llevar a cabo un trabajo clandestino.
Defensismo:
defensa de la URSS ante el imperialismo
En el
marco del avance hacia la futura guerra, Trotsky sacaba otra importante
conclusión estratégica de su definición de la URSS como “estado obrero
burocrático”: la necesidad de su defensa frente a cualquier ataque del
imperialismo y sus aliados.Trotsky acuñó la fórmula de “defensa incondicional
de la URSS” frente al imperialismo.
Enfrentaba
así a quienes sostenían que el capitalismo ya había sido restaurado en la URSS o
que ésta se había convertido en un nuevo sistema de explotación, para negar su
defensa frente al imperialismo.
Trotsky
ligaba indisolublemente la defensa de la URSS al desarrollo de la lucha de
clases. El destino de la URSS no se decidirá, en definitiva, en los mapas de
los Estados Mayores sino en el mapa de la lucha de clases.
Las
nuevas relaciones de propiedad conquistadas por la Revolución de Octubre se
demostraron más fuertes frente al imperialismo en la Segunda Guerra Mundial,
incluso con la bota de la burocracia sobre ellas, y las masas defendieron la
propiedad nacionalizada frente a los nazis.
Usufructuando
la derrota del nazismo a manos del Ejército Rojo, la burocracia estalinista
utilizó este nuevo prestigio ante las masas para frenar con éxito la revolución
en la Europa de postguerra, en Grecia, Italia y Francia. Pero no logró
contenerla en la periferia, y para mediados de los años 50 la burguesía había
sido expropiada en un tercio del planeta.
Estados
obreros nacidos burocráticamente deformados
Sin
embargo, desde su génesis, estas nuevas formaciones compartieron muchas de las
características que Trotsky había analizado para la URSS, adoptando un carácter
de “Estados obreros burocráticos”.
Los
procesos de expropiación de la burguesía se realizaron “desde arriba” en los
Estados del Este de Europa que habían quedado bajo la ocupación del Ejército
Rojo después de la Segunda Guerra Mundial.
La
burocracia estalinista avanzó en un proceso de asimilación estructural para
constituir una zona de amortiguación frente a las potencias occidentales que
dio lugar a nuevos Estados obreros deformados burocráticamente.
El
desarrollo de procesos de “revolución política”, que Trotsky nunca llegó a ver
y que atravesaron las tres décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial,
desde Berlín del 53 hasta Polonia en el 81, pasando por Hungría del 56,
Checoslovaquia en el 68, entre otros, donde incluso los obreros crearon
Consejos Obreros que luchaban por lo que ellos llamaban “socialismo de rostro
humano” contra los tiranos usurpadores de las conquistas revolucionarias.
La acción
contrarrevolucionaria de la burocracia estalinista derrotó a la revolución
política
Por otro
lado, la predicción más importante, en la que lamentablemente quedó plasmada la
fortaleza de los desarrollos teóricos de Trotsky, fue la restauración
capitalista en la URSS.
La
restauración capitalista en la URSS a finales de los años 80 y principios de
los 90 no puede ser entendida sino como el último acto de un largo proceso que
incluyó la derrota de todos los intentos de revolución política mencionados
antes (la clase obrera no logró formar un partido revolucionario de masas, y
sin partido no pudo haber revolución política triunfante), sumado a la ofensiva
neoliberal que se estaba desarrollando en aquellos años.
Los
levantamientos contra la burocracia de 1989-91 mostraron un muy bajo nivel de
conciencia de clase que se explican por ser producto de las derrotas de los
anteriores procesos de revolución política y del avance de la ofensiva
neoliberal del imperialismo.
Después
de un primer momento de movilizaciones, las masas fueron ganadas por las falsas
ilusiones en la democracia burguesa y el capitalismo occidental e hizo colapsar
los estados obreros degenerados y, a la postre, como Trotsky predijo, la
burocracia estalinista se transformaría en la nueva clase capitalista tras la
desaparición de la URSS.
El sacar
las conclusiones adecuadas es responsabilidad hoy en día de las nuevas
generaciones que han de despojarse de los vicios del estalinismo que no
entiende lo que es la dictadura del proletariado-democracia obrera porque la
asimilan a la dictadura de la casta burocrática, divorciada de la clase obrera,
de esos estados obreros deformados. Los regímenes encabezados por Stalin,
Ceausescu, los Jemeres Rojos, Enver Hoxha, Kim Jong-un o Xi Jinping no fueron
ni son Socialismo.