Trabajadores, militantes de la izquierda y de
organizaciones sociales
Por Comité
de Redacción
Las horas
dramáticas que estamos viviendo revelan a los ojos de todos que la presidencia
de Añez solo podrá ser impuesta mediante un derramamiento de sangre y con el
uso masivo de las FFAA. Es decir con un despliegue golpista que hará caer
cualquier máscara democrática. Esta fuerza que hoy se dirige contra las bases
campesinas, indígenas y cocaleras del MAS en varios puntos del país y contra el
levantamiento de las wiphalas de El Alto, mañana será usada para militarizar la
sociedad contra la clase trabajadora.
La reacción,
anticipando sus intenciones contrarrevolucionarias, había hecho arriar las
wiphalas, bandera de la lucha indígena, de los edificios públicos. Esto ha
desatado en El Alto, centro eminentemente aymara, un levantamiento que va mucho
más allá del MAS y de Evo. La consigna de los alteños, muchos de los cuales
dicen expresamente no ser masistas, es “fuera Añez racista del Palacio”. Si
este levantamiento indígena no es masificado y orientado por la clase
trabajadora, no se puede descartar ahora la posibilidad de una intervención
directa de los militares en la política, un gobierno militar.
La estrategia
del MAS para enfrentar todo esto es absolutamente confusa. Su bancada
parlamentaria se mueve por la vía de la institucionalidad burguesa y hace llamados
a la pacificación y a la recuperación de la democracia burguesa. Pero son
justamente el Estado burgués, con las FFAA, la Policía y, por último, el
tribunal constitucional que ha validado la posesión de Añez, los autores del
golpe. Esta estrategia está dejando aislada a la lucha campesina que es
empujada a métodos que le alienan la mayoría de la clase trabajadora
urbana.
El llamado a
defender la democracia, la misma consigna de los golpistas, sirve al juego de
estos. Añez está apresurando la “reconstrucción de la institucionalidad”, ya
nombró un nuevo Alto Mando militar y el gabinete. Por sobre todo, en esta línea
es imposible convocar a luchar a la clase trabajadora y al grueso del
pueblo pobre. Esto es así por las divisiones que se han producido a lo largo de
esta crisis y porque, muy sencillamente, los trabajadores entienden que un
retorno de Evo a recuperar la democracia burguesa, significa un nuevo
levantamiento de los cívicos y una repetición de todo lo que hemos vivido.
El sindicato
minero de Huanuni ha emitido un comunicado del que rescatamos el rechazo a un
enfrentamiento entre hermanos de clase, la declaratoria de emergencia y el
posicionamiento claro contra la derecha. Entendemos y compartimos las
preocupaciones de los compañeros mineros pero queremos ser tajantes. Los que
están siendo reprimidos en El Alto son nuestros hermanos de clase también.
Quedar sin hacer nada frente a esta represión, ayuda el golpe y prepara su
acción contra el conjunto de la clase trabajadora.
Desde las
federaciones de algunos distritos del magisterio rural, nos han llegado
pronunciamientos que convocan a luchar contra el golpe combinando esta lucha
con reivindicaciones de carácter sectorial. Esto va en la línea correcta, pero,
como hemos dicho, solo con una lucha contra el golpe luchando contra el Estado
burgués en el cual ha madurado se puede y se debe convocar a la clase
trabajadora.
Hay que
explicar claramente que este golpe es sobretodo un golpe burgués, organizado
para avanzar los intereses de ganaderos, capitalistas, multinacionales y el
imperialismo. La fachada cívico, policial y militar es solamente el instrumento
del mismo. El nombramiento del gabinete de Añez lo demuestra con claridad: el
asesor económico de la gobernación cruceña a la cartera de Economía, el abogado
del Comité Pro Santa Cruz a la Presidencia, el misógino empresario Murillo,
brazo derecho de Doria Medina, al ministerio de gobierno y una destacada
antichavista al ministerio de relaciones exteriores.
Por lo tanto,
para combatir el golpe es necesario apuntar directamente al poder económico de
la oligarquía capitalista y abandonar de una vez por todas la idea de la
conciliación y las concesiones a sus intereses. Para derrotar a los
capitalistas hay que quitarles el poder económico (las fábricas, la tierra, los
bancos) del que derivan su poder político.
Es necesario
que, desde los sindicatos combativos de mineros, fabriles, maestros, se declare
la huelga y se proceda a:
§
tomas de las empresas privadas para defenderlas,
que sigan produciendo y que la burguesía no las use para el golpe;
§
conformación de asambleas populares. En muchas
áreas rurales del occidente del país mineros, maestros y comunidades
originarias pueden empezar de inmediato por este camino;
§
para que las asambleas populares asuman el poder en
todos aquellos municipios donde las renuncias de varias autoridades han dejado
un vacío de poder. Esto vale incluso para Potosí, o Warnes y se puede proponer
utilizando el desmoronamiento del MAS que era mayoría en muchos de estos
lugares;
§
para que desde los sindicatos en lucha se conforme
una directiva de la COB con la autoridad necesaria a enfrentar la lucha que nos
espera.