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Perspectivas de la resistencia al golpe


Por Comité de Redacción
Hay que retroceder en la historia hasta los últimos días de gobierno de Goni para encontrar un antecedente a la masacre de Sacaba en la que perdieron la vida 9 cocaleros en enfrentamientos con las fuerzas conjuntas de policía y FFAA. Sin embargo, los parecidos con Octubre de 2003 terminan con el conteo de los muertos. 

Añez ha promulgado un decreto supremo que libera los militares de persecución penal por la represión. Ni el propio Goni había llegado a tanto. Esto demuestra que las FFAA están dispuestas a quedarse en las calles a cambio de la impunidad, palabra recurrente en las soluciones que se plantean a la crisis. El 29 de octubre de 2003, el enfrentamiento armado entre Ponchos Rojos de Warisata y el ejército terminó con la muerte de un soldado y cuatro civiles. Al día siguiente la COB convocó a la huelga general, mientras el pueblo pobre y trabajador de diferentes organizaciones (gremiales, transporte, pequeños artesanos etc.), la izquierda y el grueso de la clase media urbana se sumaron a las protestas. Hoy tenemos 9 muertos, en un solo día y de un solo lado, pero ahondan las divisiones en la resistencia al golpe. 

Las masas frente al golpe

La siguiente captura del último reporte de transitabilidad de la Administración Boliviana de Carreteras (ABC) contabiliza 94 puntos de bloqueo en el país que se concentran donde hay mayor apoyo a Evo, es decir alrededor de la ciudad de La Paz, entre los ayllus desde la sede de gobierno hasta Oruro y alrededor de Cochabamba, principalmente en la zona cocalera. Pero fuera del eje troncal hay solo unos bloqueos esporádicos y signos de desmovilización. El último comunicado de la COB escandalosamente llama a la paz social, la pacificación descartando movilizaciones y Huarachi ha declarado que Evo “es parte del pasado”. Entre las organizaciones campesino-indígenas de todo el país aumentan los pronunciamientos de centrales y subcentrales que rechazan la movilización. Solo en la zona sur de Cochabamba hubo una marcha por el repliegue de los militares después de la masacre de Sacaba. En estas condiciones los militares son alentados a continuar con la represión. 

Sindicatos y asociaciones de funcionarios de muchas empresas públicas de servicios (ENTEL, EPSAS, BOA, Banco Unión etc.) y también productivas (Empresa Metalúrgica Vinto) se han movilizado, pero solo para desconocer a gerentes y sindicalistas del MAS, denunciando abusos, descuentos y toda la asfixia a la que el gobierno los tenía sometidos. Entre los mineros, sólo una delegación de Coro Coro está en El Alto participando de las movilizaciones. En Huanuni y Colquiri, ni siquiera los temores de ataques a la estabilidad laboral por parte de la derecha son suficientes a levantar a las bases mineras. Por otro lado en Potosí, Sucre, Beni y en todos los municipios de Santa Cruz, cívicos, opositores y el MAS han llegado a acuerdos de pacificación para elegir alcaldes y gobernadores, del MAS o la oposición, en reemplazo a los oficialistas que habían renunciado. Similares acuerdos se están gestando para desbloquear las rutas de acceso a Sucre. Es más: el gobernador masista de Chuquisaca a la pregunta directa si reconocía a Añez ha declarado que “Evo se fue, corresponde trabajar por la paz social”.

La situación en El Alto

Aunque la prensa tiende a exagerar estas señales, es evidente que en la misma El Alto el movimiento se debilita mientras se radicaliza. Vecinos de varios barrios y de algunos de los 14 distritos de la urbe alteña han salido a las calles a desbloquear. En la ruta a Copacabana los vecinos aplaudieron a los militares que desbloqueaban. Todos los colectivos indianistas que engrosaron las filas del levantamiento de las wiphalas se desmarcan de un movimiento que repondría al poder a los blancos que, dicen, gobernaban utilizando a Evo de pantalla. Esto radicaliza al sector que en cambio está movilizado pidiendo el retorno de Evo, hasta cavar zanjas para impedir el acceso de alimentos o la comercialización de gas y combustibles desde la planta de Senkata y traer refuerzos desde algunas provincias. 
En una columna de opinión en Telesur, el periodista Marco Teruggi que cubría las movilizaciones de El Alto, ha resumido de manera aguda la situación afirmando que “la figura de Evo Morales, su defensa y retorno, no es una demanda unificadora, al menos por el momento. En segundo lugar, que las dirigencias en los movimientos atraviesan, en muchos casos, escenarios de desgastes y divisiones”. De hecho, en las demandas del último cabildo de El Alto no hay ninguna que exija el retorno de Evo, que es en cambio el principal reclamo cocalero. Corresponde preguntarse cómo ha sido posible esto, en relación al que hasta ayer se hacía conocer como el “gobierno de los movimientos sociales”, y en qué condiciones podría cambiar este escenario que favorece al golpismo. 

Una derrota previa

En octubre de 2003 el reclamo por la nacionalización e industrialización de los recursos naturales unificó un movimiento variado donde cabían la rebelión indígena liderada por Felipe Quispe, la oposición política y social encarnada por Evo y el MAS, el antiimperialismo instintivo de las masas, el rechazo de la clase media a un régimen corrupto y servil al capital extranjero, la lucha de mineros como los de Huanuni. Ese levantamiento revolucionario, que tumbó a Goni y a Mesa, podía haber llevado a una victoria revolucionaria, pero faltó una dirección que tuviera esa perspectiva. El movimiento logró una victoria parcial, deteniendo la exportación del gas, pero la toma del poder se vió frustrada.  
Evo encauzó esta auténtica insurrección en el marco de una Asamblea Constituyente para reestructurar el Estado burgués a partir del cual se nacionalizaron una decena de empresas de servicios y se pactó la permanencia de las multinacionales bajo las nuevas condiciones de coparticipación del Estado. Mientras se multiplicaban los ingresos del Estado y se implementaban programas sociales, los límites de la política de Evo eran evidentes sólo a reducidos grupos de vanguardia, que en la mayoría de los casos empezaron a encerrarse en la esterilidad del sectarismo. 
En la medida en que la ausencia de una dirección política (un partido obrero o una corriente de izquierda en el MAS) no permitía unificar las luchas campesinas, regionales y obreras que se dieron a lo largo de estos años reclamando, con programas confusos o a veces solo a gritos, profundizar el “proceso de cambio”, Evo actuó sin presiones reales en su flanco izquierdo, buscando acercamientos con la burguesía. Estos acercamientos se intensificaron cuando el precio de las materias primas empezó a caer y las concesiones a las multinacionales eran pagadas con recortes presupuestarios a gobernaciones, municipios y universidades. Para poder hacer esto el MAS, como muchas veces denunciamos, se convirtió en un aparato de persecución policíaca para sindicatos y dirigentes sociales. 
Con sindicatos y organizaciones bajo estricto control, con la burguesía reforzada y más cerca al gobierno y la burocracia del MAS manejando un poder y una disponibilidad de dinero nunca vista en nuestra historia, inevitablemente proliferaron los casos de corrupción. Todo esto es lo que nos ha hecho hablar de un golpe burgués en la forma de una “revolución de colores”, como se llamaron los derrocamientos de una serie de regímenes de Europa del Este a lo largo de los años 2000, donde movimientos de masas con la participación o la apatía de la clase trabajadora, al verse cerrada la posibilidad de una salida de izquierda, enarbolaron consignas por la “libertad y la democracia”, “contra la corrupción” que favorecieron el ascenso de la burguesía al pleno control del Estado. 

La estrategia de Evo

En una entrevista a La Jornada de México, Evo ha declarado: “Ahorita me doy cuenta […] que con las políticas económicas hemos alimentado al sector privado para que algunos de ellos conspiren. No creo que sean todos”. Es la primera vez que reconoce el papel de la burguesía en el golpe y su propio papel en fortalecerla. Luego ha expresado preocupación que el país precipite en una guerra civil afirmando que “si las instituciones como las fuerzas armadas no garantizan la democracia, eso significa que se va a obligar a que el pueblo se arme. No lo quisiéramos. Yo no lo quiero personalmente”. El armamento del pueblo nosotros lo hemos planteado como consigna, junto a la expropiación de la burguesía golpista, una semana antes de la renuncia forzada de Evo. Sin embargo lo que aquí Evo hace es agitar el espantajo de la violencia (que él no quiere) para ofrecerse como el único que la puede evitar mediante la negociación. No es nada más que la continuación de la misma estrategia de amenazas y diálogo que lo ha llevado a México.
La Corriente Marxista Internacional – Lucha de Clases, fuimos los únicos en anticipar la intervención golpista de las FFAA cuando, con matices, todas las organizaciones de la izquierda boliviana estaban seguras que estas se iban a quedar con el gobierno. Nuestra advertencia nacía del hecho que, entre otras razones, el propio Evo reprimió un movimiento de oficiales de bajo rango que pedían descolonizar el mando militar. 
Una ruptura en líneas de clases de las FFAA en general es posible solo si la clase obrera, o el campesinado, tienen una dirección decidida y van ganando. Esta no es la situación que vivimos en Bolivia. Ha habido casos de fraternización de militares en el levantamiento de las wiphalas y movilizados que coreaban “militares sí, policía no”, pero más que signos de malestar en la tropa parecen formas de controlar la situación evitando, donde posible, el recurso a las armas usando una cierta autoridad que las FFAA mantienen hacia el campesinado, habida cuenta que es común en Bolivia el empleo de militares en tareas de apoyo a las comunidades campesinas. Este perfil más bajo en El Alto, con relación a la represión brutal en Sacaba, demuestra que los militares están dejando abierta la posibilidad de intervenir, pero solo para consolidar el golpe con un gobierno militar sin Añez, si Añez demuestra ser incapaz de controlar la situación. 

La burguesía al gobierno

El intento de Evo de dividir a la burguesía entre golpistas y patriotas interesados en hacer negocio, que replantea su estrategia de castigar a los primeros y “enamorar” a los segundos como hizo después de 2008, demuestra que está cometiendo el peor error de un estratega, que es el de no conocer al enemigo. Si todos los gremios empresariales han reconocido a Añez es porque nunca existió la “burguesía progresista” y porque la burguesía sabe que en esta polarización extrema la única promesa que Evo no podría cumplir es precisamente la única que le hace, la paz social en los términos que hemos explicado y de la cual la burguesía se ha beneficiado. Solo cuando Añez haya demostrado no poder aplastar a las movilizaciones, la burguesía podría abrirse a un retorno, con condiciones, de Evo para replegar a su gente. Pero lo harían a regañadientes y con el temor de futuras convulsiones contra cualquier gobierno que le siga al actual.
Por el momento la estrategia de Evo frena el desarrollo de la resistencia al golpe y la expone a los callejones sin salida de la represión brutal de Sacaba o de un radicalismo que divide El Alto. En San Julián los campesinos llevan uno de los pocos bloqueos que hay en Santa Cruz, pero sin ninguna medida contra las empresas agrícolas que pocos días antes del golpe habían amenazado con tomar en una resolución. La toma de empresas, por sí sola, no sería consigna suficiente para remover los obstáculos a una movilización de la clase trabajadora. Para que ésta entienda que está luchando por sus intereses y no simplemente por un retorno de la burocracia al poder, acciones como estas deberían ser acompañadas por el establecimiento de asambleas populares y formas de autogestión. Sin embargo, es indicativo que ni dónde se había echado la semilla de una contraofensiva revolucionaria se le permita florecer. 
Así la burguesía oriental que controla el gobierno está solo mínimamente afectada por la situación del país. Como se ve del reporte de transitabilidad, hay movimiento y trabajo regular en el Oriente. Las multinacionales de hidrocarburos, minería y alimentos en Tarija, Santa Cruz, Chuquisaca y Potosí siguen en plena operatividad. Los agroempresarios y ganaderos tendrán más dificultad con el mercado interno, pero el ministro que se han nombrado a la cartera de economía ya les ha anunciado la liberalización total de las exportaciones, que ellos pedían a Evo, y las vías férreas, fluviales y terrestres hacia Brasil, Argentina y el Atlántico están expedidas. Este sector no sufre un desgaste significativo y como es esta la fracción burguesa hoy al mando, la estrategia de Evo de desgastar a Añez con el cerco a La Paz y Cochabamba se debilita.

Evo contra el MAS

Aunque parezca contraintuitivo, el primer blanco de Evo es el MAS y su bancada parlamentaria. Desde México en diferentes entrevistas Evo dice que “el MAS no es un partido, son los movimientos sociales”, que es el único que puede dialogar con estos movimientos y que un diálogo sin él no tiene valor. Así desautoriza las mesas de negociación que han llevado adelante los parlamentarios del MAS y las que han permitido reemplazar a gobernadores y alcaldes del MAS en casi todo el país. En Yapacaní, la mediación del asambleísta departamental del MAS cruceño Edwin Muñoz había logrado un acuerdo para desbloquear con el retiro simultáneo de los militares. Pero, media hora después del acuerdo, los “evistas” han vuelto a bloquear. 
Como ha declarado a la CNN, Evo propone su regreso a Bolivia sin ambición ni de que se lo reponga en la presidencia ni de ser candidato a las próximas elecciones, sino solo para  participar de un diálogo nacional con movimientos, partidos, cívicos, mediadores internacionales, el gobierno de facto y él para pacificar el país. Este diálogo que parte del reconocimiento de Añez como interlocutora, y por lo tanto da legitimidad al régimen surgido del golpe, tiene para Evo el único objetivo de regresar a Bolivia, porque sabe que si no lo logra ahora, con la garantía que no se lo persiga judicialmente, podría no poder volver por mucho tiempo. Quiere mantener las riendas del MAS, quitándole su envoltura de partido para convertirlo de manera explícita en ejército privado del caudillo y usarlo para preparar su retorno en 2025. 

¿Qué hará la bancada?

Los legisladores del MAS a todo nivel están, sin embargo, bajo muchas presiones: de las bases divididas, del clamor por la “pacificación”, de las amenazas que le hacen el gobierno y las FFAA y del peligro latente de la guerra civil. Un alto dirigente campesino del MAS de Santa Cruz afirmaba a las televisiones cruceñas que hay que asumir la derrota, resolver las contradicciones del proceso de las cuales se alimentaron los oportunistas que rodeaban a Evo y reencaminar el MAS. Semejante proceso, si se diera, sería saludable e interesante. Los próximos días serán muy importantes para entender cuál tendencia prevalecerá y, por consiguiente, que será del MAS y en cuáles formas evolucionará este partido.
Evo dice que hasta que la Asamblea Legislativa no discuta su carta de renuncia, la misma no es todavía efectiva. En realidad el mecanismo de sucesión constitucional que se ha utilizado ha sido el de la “ausencia definitiva” del mandatario, asilado en México. Estas afirmaciones de Evo sirven más bien para poner su bancada parlamentaria a prueba. El MAS ha convocado a una sesión para el martes para tratar la convocatoria a nuevas elecciones. Ahí se deberían debatir, necesariamente, una serie de temas que perfilan una posibilidad de negociación del MAS con Añez. El gobierno por su parte ha encontrado en la jurisprudencia mecanismos de legalidad formal para convocar a las elecciones por decreto. Combinando esto con amenazas directas de represión y presión internacional el gobierno quiere obligar a la bancada del MAS a negociar, pero así la estrategia de Evo se vería muy afectada. 
Los parlamentarios y senadores del MAS tienen una mayoría de dos tercios pero muy pocas opciones. Si buscan respaldar su acción con reuniones con autoridades locales del partido y dirigentes de la movilización, esto podría significar que no acatan la línea de Evo. Pero si lo hacen esto tiene consecuencias. La más inmediata es delegar al gobierno todo sobre las elecciones a convocarse. Al mando en Bolivia está ahora una burguesía encomendera, acostumbrada al sicariato agrario, al abuso colonial y con escasas inclinaciones a las sutilezas estratégicas. Evo apunta al desgaste para volver aclamado como pacificador, pero Añez también apunta al desgaste para que la gente exasperada reclame mano dura por parte de los militares. El nombramiento de un general a la dirección de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, para garantizar el abastecimiento de combustible, es un paso claro en esta dirección. Los parlamentarios del MAS vienen de la relación que hemos descrito entre este partido y los movimientos sociales. No hay perfiles guerrilleros ahí y esto, a medida que pasan los días, pesará.  

La independencia de clase

Es criminal que la COB entre al juego del golpe. Llamar a la paz social ya de por sí es desmovilizador. Pero reunirse con el gobierno como ha hecho Huarachi hoy, domingo 17 de noviembre de 2019, es ir ya a un terreno de colaboración activa con el golpismo. Lo peor en todo esto es que, como no podía ser diferente, mientras pide paz al golpismo, la burocracia sindical declara guerra a los trabajadores. El último pronunciamiento de la COB advierte que no permitirá a “sectores o grupos radicales” “fracturar el movimiento sindical”, con posiciones contrarias a la línea dictada por Huarachi y su entorno. Quién nos sigue sabe que definimos hace tiempo la actual dirección de la COB como la más vergonzosa de la historia del movimiento sindical boliviano. Pero esta apreciación se queda corta ahora. 
Nuestros camaradas han intervenido en algunas asambleas sindicales de base y, ante la negativa a considerar nuestras propuestas a favor de una solución revolucionaria de la crisis y por dar batalla contra la burguesía golpista, decidimos participar en el debate sobre la paz social y propusimos que, en este mismo sentido, se declare huelga pidiendo el repliegue de los militares. Un objetivo mínimo por el cual, sin embargo, hemos recibido un hostigamiento abierto por parte de esta burocracia desmovilizadora. 
Una intervención independiente de la clase trabajadora cambiaría por completo la situación. Significativamente Añez no podía nombrar los ministros de minería, trabajo y educación. La burguesía y los militares no pueden permitir que la clase trabajadora “malinterprete” lo de la democracia en el sentido de libertad a la lucha, ni puede hacer concesiones ni atacar ahora a la clase trabajadora, por lo menos no sin el apoyo de la burocracia sindical que se acaba de garantizar. Solo combinando la lucha obrera con la lucha indígena a la cual el Estado plurinacional no ha dado respuestas certeras, se podrá combatir el golpe con efectividad.
La clase obrera no es cínica ni ciega. Los errores del pasado y los crímenes del presente de burócratas y oportunistas, le impiden movilizarse y menos aún por Evo. Sin embargo, combinando objetivos mínimos como el repliegue militar con reivindicaciones sectoriales como, por ejemplo, que las empresas públicas sean administradas por los propios trabajadores y no por nuevos interventores nombrados por Añez, la clase obrera respondería. Más allá del análisis y el reconocimiento de la situación, nosotros estamos empeñados en esta perspectiva, porque es aquí donde serán seleccionados y formados los cuadros que levantarán al movimiento obrero de la mayor debacle de la burocracia sindical y de la izquierda en la historia de nuestro país.