Miguel Manzanera Salavert
Rebelión
1. Introducción: una propuesta teórica para actualizar el marxismo.
En esta reflexión propongo comprender
la dinámica social impulsada por el desarrollo moderno de las fuerzas
productivas, a partir de la clasificación de la actividad económica en tres
sectores: primario –agrícola y extractivo-, secundario –industrial en sus
diversos aspectos- y terciario –abarcando los servicios-. A partir de esa
clasificación ensayo una explicación de las transformaciones en la formación social
del modo de producción capitalista y las perspectivas de avance humano hacia el
socialismo como nuevo modo de producción. [1]
Para esta investigación, voy a
establecer el concepto de un desarrollo capitalista de las fuerzas
productivas, caracterizado por dos factores: la explotación de una clase
obrera proletarizada y la aplicación de los conocimientos científicos a la
producción económica. Ese desarrollo es compatible con diferentes formaciones
sociales: (neo)-liberalismo, economía mixta bajo un Estado burocrático (Estado
del Bienestar, Capitalismo de Estado, etc.), alguna de las cuales podrían
constituirse en estructuras políticas que hicieran posible la transición hacia
el socialismo bajo determinadas condiciones.
La necesidad del socialismo viene dada
por la destrucción de la biosfera, originada por el desarrollo industrial en
las últimas décadas, de modo que podríamos definir el socialismo como el
modo de producción que hará compatible el desarrollo sostenible de las fuerzas
productivas con la conservación de la biosfera terrestre. El capitalismo
tendrá que ser superado para garantizar la sobrevivencia de la humanidad y de
la vida en los próximos tiempos. Un corolario de esa categorización es
considerar que el socialismo no puede consistir en imitar el desarrollo
capitalista de las fuerzas productivas, intentando mejorar su eficacia y su
productividad, como a veces se ha entendido desde el punto de vista de las
instituciones del movimiento obrero, sino en la creación de un desarrollo
económico y social completamente diferente.
En tercer lugar, voy a utilizar la
categoría capitalismo de Estado, tomada de la formulación de Lenin
para denominar la NEP (Nueva Política Económica), caracterizándola por la
nacionalización de los sectores productivos fundamentales, (finanzas, industria
pesada, infraestructuras, educación, sanidad, comercio exterior, etc.), además
de otros sectores en distintos grados según los países (agricultura, comercio
interno, etc.), permitiendo en alguna medida la pervivencia de propiedad
privada y el funcionamiento del mercado. [2] La NEP volvió a
establecer las clases sociales en la estructura social soviética, pero estas no
desaparecieron cuando el partido bolchevique decidió terminar con ella. Al
liquidar la NEP el capitalismo de Estado soviético se convirtió en una dictadura
burocrática, establecida por Stalin con las siguientes características:
a) la burocracia sustituye a la
burguesía como clase dominante en sus funciones de dirección, extrae plusvalía
del trabajador, acumulando capital para el desarrollo planificado de las
fuerzas productivas.
b) el marxismo se convierte en una
ideología justificadora, que deja de realizar su función de ciencia social
crítica para la emancipación.
c) el comunismo se interpreta como el
problema subjetivo del desarrollo de la conciencia, para estimular el trabajo
sustituyendo los incentivos materiales (consumo) por morales (solidaridad)
(Guevara 2010: 99-100).
El desarrollo económico en la URSS
imitó las técnicas capitalistas de producción (taylorismo y fordismo), pero
resultó incapaz de introducir la computación en la industria ni en la
administración, lastrado por el autoritarismo y el dogmatismo; su hundimiento
en la década de los 90 del siglo XX corroboró su carácter subalterno respecto
del capitalismo imperialista. Por tanto, resultó errónea la hipótesis del ‘socialismo
en un solo país’ que utilizó Stalin para justificar el desarrollo de
la URSS –al menos en la variante histórica de ‘socialismo en un solo país en
contexto histórico imperialista’, denominación que debería sustituir a la
formulación tradicional-.
Como la hipótesis de la II
Internacional, de una evolución paulatina hacia el socialismo a partir
del capitalismo avanzado, fue destruida por el fascismo en la primera mitad
del siglo XX, considero necesario establecer una tercera hipótesis de
transición al socialismo para el siglo XXI. Teniendo en cuenta el
actual desarrollo de la economía mixta en la República Popular China,
capitalismo más Estado, podría considerarse la forma adecuada para la
estructura social de un capitalismo pos-liberal. Ante la crisis actual del
imperialismo neoliberal, el actual desarrollo del capitalismo de Estado en la
República Popular China podría constituirse como primera fase de transición
hacia el socialismo, cuya misión consistiría en liquidar la hegemonía liberal, superar
el desarrollo capitalista de las fuerzas productivas y establecer un sistema
mundial pacífico fundado en la forma republicana del Estado.
Como segunda fase de la transición, se
tendría que proponer el concepto de dictadura del proletariado como
República Democrática –un sistema político de democracia
participativa, sin prejuzgar la estructura económica alcanzada según las
relaciones de propiedad de los medios de producción, en parte estatalizados, en
parte cooperativistas, o incluso privados en algunos casos-; teniendo en cuenta
que el desarrollo socialista solo será posible a través de la lucha de la clase
obrera por alcanzar la emancipación, y no por las buenas intenciones
ideológicamente teorizadas de la burocracia estatal. [3] Podría
considerarse que la República de Cuba constituyó la estructura social que más
se ha acercado al modelo de República Democrática, sin llegar a establecer una
auténtica democracia participativa.
2. Consideraciones previas: las
transformaciones de la fuerza de trabajo en el desarrollo capitalista de las
fuerzas productivas
Expongo en este punto una sucinta
explicación de algunas categorías esenciales para la explicación de la economía
capitalista según la teoría marxista, que considero necesario actualizar para
ser aplicadas a los desarrollos históricos recientes. La dinámica capitalista
está impulsada por los beneficios que obtienen los inversores de capital, y
éstos vienen determinados por la ley de la baja tendencial de la tasa
de ganancia, definida por Marx y Engels en el volumen 3 de El
capital. Esa tendencia a la baja de los beneficios se origina en la
estructura misma de la sociedad mercantil basada en la competencia, y es causa
de crisis periódicas en la economía e ineficiencias sistémicas del orden social
–sobreproducción, estancamiento, recesión, etc., con las consecuencias
políticas subsiguientes de guerras civiles e internacionales, fascismos, golpes
de Estado, etc.-. Los problemas económicos agudizan los conflictos internos de
la sociedad, principalmente la lucha de clases por el excedente y su uso
social, entre la burguesía cuyo objetivo es restablecer las ganancias del
capital invertido y el proletariado que aspira a terminar con la explotación.
Estamos atravesando uno de esos momentos críticos de la dinámica capitalista,
como se muestra por la depresión económica del centro imperialista, los
movimientos fascistas y xenófobos en todo el mundo y el aumento de la tensión
bélica internacional con peligro de guerra atómica.
Marx y Engels explican el beneficio
capitalista a partir de la explotación de los trabajadores, mediante el
concepto de plusvalía en dos aspectos principales:
plusvalía absoluta, el tiempo extra de trabajo que el empleador
exige a sus obreros contratados, y se convierte en excedente de producción que
una vez vendido se transforma en beneficio; y plusvalía relativa,
generada por el aumento de productividad cuando se introduce una innovación
tecnológica, lo que da origen a ventajas comparativas y la creación de
ganancias extraordinarias que compensan la tendencia descendente de la tasa de
ganancia. [4] La plusvalía absoluta garantiza la pervivencia del
sistema, basado en el lucro del empresario –el beneficio empresarial es la
expresión monetaria de la plusvalía absoluta cuando ésta es vendida en el
mercado-. La plusvalía relativa determina la dinámica del sistema por la
innovación tecnológica y el aumento de la productividad, que permite crear
ganancias extraordinarias.
La plusvalía absoluta está garantizada
por la existencia del ejército de reserva, la bolsa de trabajadores
parados que venden su fuerza de trabajo en el mercado a cambio de un salario;
el exceso de oferta de fuerza de trabajo presiona los salarios a la baja, y
hace posible el sometimiento de los trabajadores y la producción de excedente
del que se apropia el empresario. El ejército de reserva se crea por la
emigración de campesinos desde el campo a la ciudad, lo que en determinados
momentos históricos se realiza mediante procedimientos coactivos del Imperio
burgués. Este proceso voy a denominarlo proletarización, coincide
primero con los procesos de acumulación primitiva de capital y posteriormente
con la industrialización, y todavía continúa con fuerza en la sociedad
contemporánea; la forma en que se produce varía según la historia política de
los diferentes Estados y regiones geográficas.
A finales del siglo XX y comienzo del
XXI existen todavía enormes corrientes migratorias desde las zonas rurales hacia
las metrópolis industriales en todos los continentes. Sin embargo, un aspecto
característico del desarrollo capitalista en el último medio siglo ha sido el
enorme crecimiento del sector servicios a costa de los demás sectores
productivos, con importantes repercusiones en la composición de la clase obrera
y su conciencia colectiva. Ese proceso se denomina terciarización,
y se distingue netamente del proceso de proletarización. El desarrollo de los
servicios o terciarización de la economía se ha hecho posible por la revolución
informática, que ha incrementado fabulosamente la productividad del trabajo,
automatizando y robotizando la producción industrial. Esto significa que la
dinámica de crecimiento capitalista tras las crisis de la primera mitad del
siglo XX se ha mantenido fundamentalmente gracias a la plusvalía relativa,
generada en el sistema por las innovaciones tecnológicas recientes fundadas en
la computación y la inteligencia artificial. Puede observarse también que una
vez completada esa revolución tecnológica el sistema ha vuelto a entrar en
crisis.
Esa evolución de los sectores
productivos imprime características especiales a las relaciones sociales, de
modo que nos exige interpretar la estructura social desde esa perspectiva. Las
transformaciones acaecidas en la infraestructura productiva durante las últimas
décadas en los países imperialistas no han modificado las relaciones de
producción entre los trabajadores y la clase dominante, basadas en la
propiedad privada de los medios de producción; pero han transformado la
estructura productiva –los modos de la apropiación de la plusvalía por la clase
capitalista- y hasta la propia naturaleza del trabajo –la relación de la clase
obrera con los otros factores productivos, tierra y capital-, originando así la
aparición de una nueva formación social capitalista, y
condicionando las luchas de clases y la dinámica política resultante.
Por tanto, los cambios que han
modificado la composición de la clase trabajadora en el capitalismo han seguido
una pauta universal, aun con peculiaridades propias en los diferentes Estados y
regiones globales. Esa evolución puede describirse en dos fases, una primera
de proletarización, y la segunda de terciarización.
Entiendo por ‘proletarización’ el trasvase de fuerza de trabajo desde el sector
primario –agrícola, minero, pesca- al sector secundario o industrial
–incluyendo el transporte además de la producción de bienes de consumo y bienes
de producción, energía y tecnología-. La fase de terciarización consiste en el
trasvase de fuerza de trabajo desde el sector industrial o secundario al
terciario de los servicios –educación, sanidad, administración, finanzas y
comercio, funcionarios públicos, etc.-. Este proceso se caracteriza al mismo
tiempo por la educación básica universal y el acceso masivo de la población a
los estudios superiores, por lo que también puede entenderse como la cualificación de
la fuerza de trabajo. [5]
La vinculación entre terciarización de
la economía y cualificación de los trabajadores no parece necesaria, pero en la
práctica se produce una cierta correlación entre ambas, por cuanto los trabajos
del sector servicios están dirigidos a mejorar las relaciones sociales y
aumentar la calidad de vida, y requieren por eso mejores aptitudes
intelectuales. Esa evolución consiste la sustitución del trabajador de mono
azul por el empleado de bata blanca –por emplear una imagen descriptiva-. La
cualificación del trabajo puede entenderse como desarrollo humano, y habría de
medirse por los años de estudio de los trabajadores y la aplicación de sus
conocimientos en la producción. Del mismo modo en la ciencia social y económica
habría de sustituirse el PIB (Producto Interior Bruto) como indicador del
crecimiento económico en función de la producción medida en términos monetarios,
por el IDH (Índice de Desarrollo Humano) como indicador de las mejoras
educativas y la salud de la población.
La automatización ha creado un
excedente de fuerza de trabajo en la industria, que se ha derivado hacia el
sector servicios, de modo que desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros
días el desarrollo económico ha consistido en la sustitución de los trabajadores
industriales, y la cualificación de la fuerza de trabajo para desempeñar tareas
en el sector servicios. De ese modo, actividades que permanecían fuera de la
organización capitalista de la producción han pasado a realizarse cada vez más
como tareas laborales –trabajo doméstico, cuidado de personas dependientes,
enfermos, ancianos y niños, salud, educación, etc.-, tareas definidas en la
estructura económica regulada por la normativa social. Esto es, el trabajo de
servicios, realizado de forma equivalente a la producción artesanal en el
pasado, ha pasado a realizarse bajo criterios establecidos científicamente como
producción social organizada sistemáticamente. Terciarización y cualificación
de la fuerza de trabajo son procesos paralelos y complementarios. Añadir
finalmente que la terciarización de la economía ha creado un ejército de
reserva completamente nuevo de trabajadores con alta cualificación que no
obtienen empleo, y que presionan a la baja el valor de la fuerza de trabajo
expresado en el salario, a través de la competencia en el mercado de
trabajo.
3. De la crisis económica a la
crisis política del imperialismo
En un principio, el desarrollo del
sector servicios vino acompañado de un fortalecimiento del sector público, que
llegó a representar el 40% del PIB en el centro imperialista, siendo el 100% en
algunos Estados de transición al socialismo. Pero desde la década de 1980, bajo
la inspiración del neoliberalismo, comenzó un proceso de privatización que se
dirigió primero contra las empresas públicas, y desde principios del siglo XXI
contra los servicios públicos. Al mismo tiempo, se produjo una ofensiva económica
y política fundada en el liberalismo y la globalización, que eliminó los
controles políticos y la planificación estatal dentro de la economía mixta,
devolviendo el poder político a la oligarquía financiera internacional. De ese
modo, el centro hegemónico del imperialismo agrupado en la OTAN pudo sostenerse
frente a las potencias emergentes hasta el estallido de la crisis económica en
el año 2008. Entonces se hizo patente lo que ya se podía intuir desde finales
del siglo XX: el ascenso imparable de la República Popular China hacia la
hegemonía mundial, y el establecimiento en Asia del centro económico mundial.
En España, por poner un ejemplo, la
crisis económica y política se manifiesta con especial intensidad, a pesar de
que el proceso de terciarización se ha producido desde los años 80 del siglo XX
con los gobiernos del PSOE bajo la monarquía parlamentaria. [6] La
terciarización de la estructura económica se ha completado en todas las
sociedades más desarrolladas, pero ese proceso no ha impedido que intervengan
los factores estructurales de la economía capitalista, que conducen a la
depresión cíclica del sistema y los conflictos sociales y políticos derivados
de las dificultades económicas.
Las políticas adoptadas para superar la
crisis han supuesto un duro ataque contra las clases trabajadoras; la depresión
económica en los Estados imperialistas está afectando al bienestar de las capas
sociales más pobres. Pero la ola de protestas que apareció en la década pasada
parece apagada, y las dificultades económicas, lejos de despertar críticas
contra la gestión capitalista neoliberal de la economía, han generado
movilizaciones de derecha y extrema derecha en la mayor parte de los países de
la OTAN y sus satélites. Por lo tanto, la política económica a nivel mundial está
desarrollando medidas liberales de modo cada vez más intenso, incluso en países
sin estructura económica liberal, y organizados como capitalismos de Estado
–China, Vietnam, Bielorrusia, Cuba,…
La crisis económica ha demostrado que
la cualificación del trabajo no es una garantía frente a los problemas del
desarrollo en el modo de producción capitalista; el optimismo liberal de
finales del siglo XX –el llamado fin de la historia por
Fukuyama- se ha visto completamente defraudado. Más bien al contrario, en los
Estados imperialistas la clase obrera fuertemente vinculada al sector terciario
de los servicios está sufriendo gravemente la crisis económica y adopta
ideologías contra la razón que ya demostraron su absurdo en el siglo pasado.
Esa vía evolutiva propiciada por la derecha radical, que demostró su
inviabilidad en el siglo XX con las guerras mundiales, parece destinada al
fracaso a tenor de los siguientes acontecimientos históricos:
- la superioridad militar de la OTAN no
ha sido capaz de imponerse en Oriente Medio, al haberse enredado en sus propias
contradicciones –apoyar y combatir el Estado islámico al mismo tiempo-.
- el rearme fascista de las sociedades
imperialistas es profundamente contradictorio con la racionalidad científica
necesaria para el desarrollo humano.
- se puede destacar la incongruencia de
privatizar los servicios públicos esenciales como educación, sanidad,
infraestructuras, transporte, etc., que resultan mucho menos eficientes en
manos privadas que organizados por las instituciones públicas.
- el desarrollo capitalista de las
últimas décadas es inviable a largo plazo por su consumo desmedido y
despilfarrador de la riqueza terrestre, que lleva al desastre ambiental y el
agotamiento de los recursos.
Los instrumentos ideológicos de la dominación
capitalista han sufrido modificaciones importantes a través de la cultura de
masas posmoderna y la disolución de la subjetividad mediante los espectáculos y
el consumo. Se ha hecho necesario bloquear el desarrollo de la conciencia de
los trabajadores cualificados mediante la disolución de los lazos afectivos en
la dinámica emocional de masas, para lo que se utiliza eficazmente la
tecnología comunicacional moderna –tv, radio, prensa, internet, etc.-. La
realidad deviene representación, lo que no está en los medios no existe, y
viceversa, es real lo que aparece en el medio de comunicación; como diría
Nietzsche, la verdad se convierte en una fábula. Ese proceso consiste en la
creación de una sociedad líquida, según una expresión reciente, es
decir, una sociedad de masas manipulable a través de la propaganda y la
publicidad.
4. Perspectivas de futuro
Parece difícil que el fascismo, esa
representación distorsionada de la realidad, pueda afrontar con éxito los
graves problemas que se presentan a la humanidad en el siglo XXI. Por tanto, es
cuestión de tiempo que se manifieste con plenitud la hegemonía política y
cultural del bloque asiático, ya efectiva en el plano económico. En el
movimiento global del desarrollo capitalista comprobamos que la periferia se ha
convertido en centro; la larga depresión económica de los países que componen
el bloque imperialista, agrupado en la OTAN, contrasta con el gigantesco
desarrollo de la economía asiática, que se presenta como centro mundial en el
próximo futuro. La crisis actual anuncia el abrupto final de la hegemonía
imperialista y la posible emergencia de un mundo multipolar, con cierto
predominio de la República Popular China, la fábrica del mundo con el sector
industrial más importante de la economía internacional. El crecimiento
exponencial de la economía china en las últimas décadas plantea la superioridad
de la economía planificada por el Estado sobre la economía de libre mercado, y
llama la atención sobre la necesidad de establecer una economía capaz de combinar
la planificación pública con la iniciativa privada. Por el contrario, la
evolución europea a través del neoliberalismo en las últimas décadas ha
supuesto un auténtico retroceso en el desarrollo de la humanidad, lo que ha
quedado patente por la depresión económica y el ascenso del fascismo que afecta
a los países imperialistas.
China se nos presenta como una
República dirigida por las instituciones tradicionales del proletariado
industrial –partido comunista, sindicatos, diversas organizaciones de solidaridad
social-, si bien esas estructuras se encuentran intensamente burocratizadas,
generando una capa social de funcionarios privilegiados. A pesar de que la
existencia de un importante sector de economía privada ha desarrollado una
burguesía enriquecida con los excedentes de la enorme producción industrial, la
dirección política de la sociedad continúa en manos del Estado, especialmente
porque no hay un sector financiero privado que domine la vida social con sus
intereses particulares. En consecuencia, la ley de la baja tendencial de la
tasa de ganancias no condiciona el desarrollo de la economía china, que sigue
creciendo a ritmos sorprendentes.
La República Popular China es un
capitalismo de Estado, por la forma en que se produce el desarrollo de las
fuerzas productivas: bajo este régimen se ha producido la proletarización de la
fuerza de trabajo china, con millones de campesinos arrancados a la tierra para
vivir en las ciudades y trabajar en el desarrollo industrial bajo condiciones
de explotación. Y una vez completado con éxito el proceso de proletarización de
la fuerza de trabajo, la cuestión principal es que China tiene que dar paso a
la terciarización y cualificación de su clase
obrera: ¿cómo se va a desarrollar ese proceso? Al mismo tiempo que se incrementa
el consumo interno y el nivel de vida de los trabajadores, en detrimento de la
exportación y la inversión, la estructura sectorial de la economía china debe
dirigirse hacia el desarrollo del sector servicios, especialmente en los
aspectos sanitario y educativo.
La Federación Rusa se convirtió en un
Estado liberal tras el hundimiento de la URSS, lo que significó el saqueo de su
economía por la antigua oligarquía soviética convertida en burguesía
capitalista. [7] Tras esa transición al capitalismo liberal, el
desarrollo de la economía rusa ha consistido en el proceso de terciarización de
la clase obrera, y una vez realizado ese proceso en estos momentos la evolución
de Rusia parece mostrar una tendencia a la nacionalización de los sectores
básicos de la economía y el predominio estatal de los mecanismos económicos y
sociales. Si consideramos que China y otros capitalismos de Estado (India,
Corea) deben transitar hacia la terciarización económica, la cuestión es si lo
harán tras una liberalización económica como en Rusia, o si existe una vía
alternativa hacia el desarrollo de los servicios y la cualificación de la clase
trabajadora. La existencia de una vía no capitalista hacia la terciarización es
patente en el desarrollo de la República de Cuba desde la revolución hasta
nuestros días, si bien todavía permanece la incógnita de su evolución futura.
Para pensar esta situación desde
categorías políticas que orienten el proceso histórico hacia socialismo,
propongo considerar la República Popular como el inicio de la transición hacia
el socialismo, dentro de una etapa histórica que consistirá en construir un
orden mundial pacífico y multipolar. Pues solo el final del imperialismo
liberal, con sus tendencias inherentes hacia el fascismo, pondrá las
condiciones históricas para realizar esa transición al socialismo. En una
siguiente fase, la República Popular tiene que dar lugar a una República
Democrática donde el proletariado pueda ejercer efectivamente el poder político
a través de instituciones de participación y realice la transformación hacia el
desarrollo sostenible de las fuerzas productivas.
Ese proceso debe producirse al hilo de
la terciarización y cualificación de la fuerza de trabajo en el bloque
asiático. Resulta interesante ahora una comparación con el caso cubano desde
estos parámetros; para ello, podríamos incluir la esclavitud como una forma
especialmente compulsiva de proletarización, de modo que ese proceso se habría
dado durante los siglos de la colonia con el desarrollo de la industria del
azúcar, mientras que la terciarización y cualificación de los trabajadores con
el acceso universal a la educación se ha producido durante el periodo
revolucionario desde 1959; en dos fases, caracterizada la primera por su
pertenencia al área económica del COMECON, y la segunda por el periodo
especial y el aislamiento económico. La crisis provocada por el
hundimiento del Bloque del Este y el llamado periodo especial ha profundizado
la transformación de la estructura económica cubana en una economía de
servicios.
Hoy en día, la distribución por
sectores de la economía cubana es similar a la vigente en el Estado español:
4,6% en el sector primario; 26,1% en el secundario; 69,3 en el terciario; el
trasvase hacia el sector servicios se ha producido bajo un capitalismo de Estado
durante el periodo revolucionario con un éxito reconocido mundialmente en el
avance de desarrollo humano, gracias a la educación y la medicina. En este
aspecto se muestra la superioridad de la planificación pública, y el modelo
social cubano habría de convertirse en referente para la previsible evolución
de la República Popular China hacia la República Democrática. Habría que
determinar en qué grado la planificación pública debe ser completada con la
iniciativa privada para alcanzar la eficiencia, y en qué sectores económicos y
productivos; pero como ha subrayado la revolución cubana, el desarrollo de la
conciencia colectiva y personal es una condición para conseguir una
planificación pública consistente.
El capitalismo es inviable por su
consumo despilfarrador de recursos escasos del planeta Tierra y su destrucción
del medio ambiente y los ecosistemas vivos de la biosfera. En cambio, la
República de Cuba ha conseguido un desarrollo humano similar a los países
imperialistas con gastos de consumo bastante menores. Es decir, mientras la
racionalidad capitalista se basa en la eficacia, medida por el incremento del
PIB, la racionalidad socialista se basa en la eficiencia, medida en ahorro de
recursos. El factor decisivo es la actitud hacia lo público, si entendemos que
la riqueza terrestre es un bien público de toda la humanidad, incluida la
futura. El enlace entre lo público y lo privado se encuentra en la actitud
personal hacia la justicia. [8] Debemos entender esto como la versión
moderna de la filosofía práctica clásica, que consideraba la complementariedad
de la ética y la política, y que en la tradición filosófica cubana aparece
compendiada en el apogtema de Luz y Caballero recogido por Cintio Vitier: ese
sol del mundo moral, la justicia.
Como el español, el caso cubano muestra
que los progresos en la cualificación de los trabajadores no son garantía para
alcanzar mayores niveles de consumo y riqueza material; sin embargo, más allá
de las insatisfacciones que puedan ser resentidas por la falta de consumo, el
acceso a la cultura parece proporcionar a los cubanos un alto nivel de
satisfacción en el plano del desarrollo personal y las relaciones sociales. En
mi opinión, con las críticas que quieran y puedan hacerse a los errores que se
hayan podido cometer, Cuba ha mostrado el camino del futuro, pues su hazaña
histórica de resistencia antimperialista ha sido coronada con la superación del
periodo especial. Ante la crisis ambiental que se avecina en el siglo XXI, es
posible que el futuro de la humanidad sea una especie de periodo especial
generalizado con el agotamiento de la riqueza terrestre, y la gesta cubana nos
brinda la esperanza de que ese difícil momento previsible pueda ser superado
con éxito. La condición para ello reside probablemente en una estructura
equilibrada y justa de relaciones sociales, que venga acompañada por un alto
grado de conciencia política. Debemos pensar la República Democrática a partir
de la experiencia cubana, intentando mejorar el modelo histórico que nos
ofrece.
La República de Cuba puede proponerse
como modelo de desarrollo para los procesos de cualificación que deben
producirse en Asia a lo largo del siglo XXI. La clave del asunto consiste en
que el conocimiento deja de ser valor de cambio en una sociedad justa y
orientada hacia el socialismo, para ser considerado como una cualificación para
servicio público. Eso significa que el conocimiento debe considerarse
un valor en sí mismo, como una vocación humana que nos permite el desarrollo
personal, deseado por sí mismo independiente del mercado y de las
remuneraciones. El reconocimiento social y la satisfacción personal tienen más
valor que los incentivos materiales, de modo que se desarrolla el lado
espiritual de la personalidad humana. Por otro lado, se produce una
desvalorización económica del trabajo intelectual, que recibe remuneraciones
inferiores a los trabajadores por cuenta propia en otros empleos que envuelven
esfuerzo físico.
5. Conclusiones
La actual coyuntura histórica se
caracteriza por la confrontación entre el centro imperialista y las potencias
emergentes de Asia, con la previsible victoria de éstas y la constitución de un
orden mundial multipolar. Sin embargo, la República Popular China, después de
haber afrontado con éxito la industrialización económica y la proletarización
de la población, tiene por delante el proceso de terciarización de su economía,
desarrollando la educación y la sanidad, además de otros servicios públicos. La
República de Cuba puede mostrarse como un ejemplo no capitalista de
terciarización y cualificación de la fuerza de trabajo, que podría ser
desarrollado en China, y esa parece ser la intención de las nuevas medidas
políticas del PCCh. Existe, no obstante, el peligro de una burocratización
autoritaria, que también se manifiesta en la República de Cuba, como problema
importante del desarrollo social y fuente de desequilibrios sociales.
Bibliografía
CIS, Centro de Investigaciones Sociológicas. Barómetro. http://www.cis.es/cis/opencm/ES/11_barometros/index.jsp
CC.OO. (2017). Gabinete Económico Confederal de Comisiones
Obreras, Informe de coyuntura laboral diciembre 2017.http://www.ccoo.es/4784babb2979d847d5e55c8b7e6b410c000001.pdf .
GUEVARA, Ernesto Che (2010), Mis sueños no tendrán fronteras.
La Habana: Casa Editora Abril, 2010.
INE (2017), Instituto Nacional de Estadística, http://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176918&menu=ultiDatos&idp=1254735976595
MANDEL 1979, Ernest. El capitalismo tardío, México, Era,
1979.
REPULLO, José Ramón (2013). La mala senda de la sanidad pública,
en El País, Opinión, 18.1.2013 https://elpais.com/elpais/2013/01/10/opinion/1357821159_682859.html
Notas
[1] Entiendo ‘formación
social’ en el sentido de Mandel 1979, como la concreción histórica del
modo de producción en una determinada estructura de clases, que varía para
adaptarse al crecimiento de las fuerzas productivas.
[2] Che Guevara consideraba esa
fase de la URSS como capitalismo premonopolista en cuanto al
ordenamiento de las relaciones económicas (Guevara 2010, 95), y no
consideraba adecuada la expresión de Lenin. Sin embargo, la posición de Guevara
puede considerarse voluntarista, al defender una planificación económica
centralizada sin elementos de participación política.
[3] En efecto, la evolución china
bajo el actual presidente Xi puede conducir hacia un autoritarismo rígido, que
podría indicar un proceso de degeneración burocrática de la República Popular.
Las consecuencias culturales de ese desarrollo conducen a un dogmatismo
incompatible con el desarrollo tecno-científico de la sociedad industrial, como
mostraron los acontecimientos históricos de la URSS.
[4] Esta explicación del
desarrollo capitalista que puede estudiarse con detalle en la sección IV
de El capital. Marx y Engels, El capital, vol.I,
sección IV, Plusvalía absoluta y plusvalía relativa.
[5] Puede considerarse la
reflexión de la Escuela de Frankfurt como resultado de la percepción de este
fenómeno histórico y su explicación desde conceptos del materialismo histórico,
enriquecidos por la teoría del psicoanálisis, la sociología académica y el
existencialismo.
[6] En el año 2016 el reparto de
los trabajadores en los diferentes sectores productivos en el Estado español
era como sigue: agricultura y pesca 4,4%; industria y energía 13,9%;
construcción 5,8%; servicios 75,8% (INE 2017). Por otro lado, los datos de la
crisis económica son impresionantes: los trabajadores autónomos han visto
disminuir sus ingresos en más del 57%, mientras que las rentas de los trabajadores
asalariados en el sector privado han disminuido un 9%, al mismo tiempo que
crecían los beneficios empresariales de modo que la tasa de explotación del
trabajo ha crecido en un 21,2%. Varios millones de trabajadores pobres reciben
un salario insuficiente para cubrir sus necesidades básicas. Además un
importante sector de la fuerza laboral trabaja en la economía sumergida de
forma ilegal, y como es notorio estos trabajadores carecen de todo tipo de
derechos (CC.OO. 2017).
[7] La estructura del PIB por sectores
de la economía soviética en 1984 era: agricultura 20%; industria 47%; servicios
33% -distribución previa a los procesos de terciarización realizada en las
últimas décadas. La estructura sectorial de la economía china en 2008 -36,7%
agricultura; 28,7% industria; 34,6% servicios- mostraba una distribución previa
al proceso de terciarización.
[8] La planificación
pública es superior para organizar la economía, pero se deben reconocer sus
problemas: … resulta que el sector público acaba no siendo de nadie, y
todos lo utilizan como yacimiento extractivo. Los políticos extraen votos; los
empleados extraen tiempo y esfuerzo; los gerentes extraen reputación... Repullo
2013. Mientras que en el capitalismo esa dinámica es inevitable por pertenecer
a la personalidad egoísta del individuo, como muestra el caso cubano la
solución de ese problema es la construcción de una cultura fundada en la
conciencia colectiva y la ética personal; si bien aparece el problema de la
estimulación moral para la productividad del trabajo, el sistema republicano
resulta más eficiente permitiendo ahorrar recursos frente al despilfarro
característico del crecimiento capitalista.