Claude Serfati
Esta reseña de lectura tiene como objetivo dar una
idea de la diversidad de enfoques contemporáneos de las teorías marxistas del
imperialismo. No pretende ser una recensión exhaustiva de la literatura sino,
más modestamente, enunciar algunos temas que siguen de actualidad.
La reseña comienza con una breve presentación de
las teorías clásicas del imperialismo elaboradas a comienzos
del siglo XX, después se revisa la actualidad de estas teorías a la luz de un
cierto número de autores contemporáneos. Finalmente, explica la cuestión del
fin de las guerras inter-imperialistas y de la consolidación del militarismo,
un reto ampliamente ignorado en la literatura marxista contemporánea sobre el
imperialismo.
1. Complementariedad de los
análisis
Hobson redactó en 1902 la primera obra crítica
documentada sobre la expansión imperialista del capitalismo, cuyo nacimiento
sitúa en 1870 y su pleno desarrollo a mediados de los años de 18801/.
Hobson es un liberal que piensa que el libre intercambio es necesario para
poner fin a los males del capitalismo que consisten en una tendencia permanente
al bajo consumo y a las desigualdades sociales y a la necesidad de combatir el
parasitismo del capital financiero. El capital financiero de
Hilferding se publicó en 1910, pero fue escrito durante años por su autor. Es
una obra fundamental que aborda la cuestión del imperialismo. El imperialismo
es, según Hilferding, “la política económica del capital financiero” 2/. Se basa en el proteccionismo
impuesto por los cárteles que constituye un poderoso estímulo para el
crecimiento de las exportaciones de capital e implica necesariamente una
política de expansión del imperialismo. Igualmente, otros autores marxistas han
analizado el imperialismo. La obra de Lenin, El imperialismo, estado
superior del capitalismo, sin duda, es la más conocida. En esta obra el
capitalismo se describe como “el capitalismo ha llegado a un punto de
desarrollo en el que se produce el dominio de los monopolios y del capital
financiero, en el que la exportación de capitales ha adquirido una importancia
de primer plano, donde el reparto del mundo ha comenzado entre los trusts
internacionales y donde ha acabado el reparto de todo el territorio del globo
entre los mayores países capitalistas”. Lenin consideraba su trabajo sobre el
imperialismo como una contribución a un trabajo colectivo. Las diferentes obras
de Bujarin 3/ y de Luxemburg son también
fundamentales, especialmente, en las discusiones actuales sobre la pertinencia
del concepto de imperialismo.
El punto común de los análisis marxistas de inicios
del siglo XX es que el imperialismo se desarrolló a partir de las
características fundamentales del capitalismo que suponen un nuevo periodo
histórico. El análisis de Marx según el cual “la tendencia a crear el mercado
mundial existe junto a la noción de capital” 4/ está plenamente confirmado.
En este marco las teorías del imperialismo aportan
dos innovaciones importantes que están resumidas en las definiciones
complementarias dadas por Lenin y Luxemburg. Para Lenin: “Si hay que definir el
imperialismo de la forma más breve posible, habría que decir que es el estadio
monopolístico del capitalismo” 5/. Para Luxemburg: “El imperialismo
es la expresión política del proceso de acumulación capitalista que se
manifiesta por la competencia de los capitalismos nacionales” 6/. Estas fórmulas resumen las dos
transformaciones más importantes que caracterizan la entrada en la época
imperialista. Por una parte, las dinámicas de acumulación y reproducción del
capital llevan a la formación de un capital monopolístico financiero que
controla, a partir de ese momento, los diferentes tipos de capitales destinados
a una valorización: capital productivo, capital comercial, capital crediticio,
capital hipotecario e inmobiliario, etc 7/. Por otra parte, la formación del
espacio mundial -término que se adecua mejor que el de mercado mundial-
es indisociable del papel de los Estados que juegan un rol central en el
periodo de expansión internacional del capital monopolístico financiero y que
diseñan una nueva configuración del sistema interestatal, “el sistema de los
estados”, como lo llama R. Luxemburg.
La cuestión que se debate hoy es la de las
relaciones entre las dinámicas económicas y geopolíticas. Harvey considera que
son dos lógicas autónomas. Callinicos considera que están entremezcladas 8/ sin que, sin embargo, puedan
ser reducidas la una a la otra y pone como ejemplo la guerra de Irak decidida
por W.G. Bush en 2003. El control de los recursos petrolíferos era al mismo
tiempo un medio para consolidar la posición geoeconómica de Estados Unidos
frente a sus competidores económicos.
En todo caso, tener en cuenta el papel de los
Estados en la formación del capital monopolístico financiero y del imperialismo
sigue estando en la línea de los trabajos de Marx. Los análisis hechos en El
Capital han sido, a menudo, interpretados como relativos a un
capitalismo cuyas leyes de reproducción puramente económicas sobrepasarían
ampliamente al Estado. Esta lectura es errónea. Una lectura atenta de Marx, y
más exactamente de sus notas sobre el colonialismo, muestra no solamente que,
de entrada, ha construido su análisis partiendo del mercado mundial, sino que
lo concibe como construido con ayuda de la intervención de los Estados europeos 9/. De este modo, los procedimientos
violentos de la acumulación primitiva que implican la coerción de los Estados
no están reservados a la fase inicial del desarrollo capitalista, sino que se
producen de forma permanente. Complementan a la acumulación normal durante
la que las personas asalariadas y quienes las emplean se enfrentan como
contratantes libres. La globalización hace hoy coexistir e
interactuar formas normales y primitivas de
acumulación ilustrando una de las modalidades del desarrollo desigual y
combinado.
2. El desarrollo desigual y
combinado
La hipótesis de que la acumulación dominada por el
capital financiero monopolístico toma posición en el marco de un sistema
interestatal jerarquizado está en las antípodas de las teorías de convergencia
económica que está en la base de los modelos teóricos dominantes y que ha sido
el sustrato ideológico de las políticas económicas llevadas a cabo desde los
años 1980 a escala internacional. Esta cuestión ha pasado a la historia como la
del desarrollo desigual y combinado abordado por Trotsky en su Balance
y Perspectivas de la revolución rusa de 1905. El desarrollo del
capitalismo no se implanta en un solo país aislado de los otros países, en
consecuencia:
"el privilegio de una situación histórica
atrasada -ese privilegio existe – autoriza a un pueblo, o más exactamente, lo
obliga a asimilar de golpe lo anterior, saltando una serie de etapas
intermedias (…). De esta ley universal de desigualdad en los ritmos se deriva otra
ley, que a falta de una denominación más apropiada, se puede llamar la
ley del desarrollo combinado, en el sentido de la aproximación de
diferentes etapas, de la combinación de fases distintas, de la amalgama de
formas arcaicas con otras más modernas" 10/.
Hilferding también había señalado este “privilegio
de las naciones atrasadas pero sin desarrollar este punto:
"Hoy el capitalismo se ha implantado en un
nuevo país en su más alto y desarrollado nivel a consecuencia de los efectos
revolucionarios con una fuerza mayor y un tiempo mucho más corto que, por
ejemplo, el capitalismo holandés o británico 11/. Por supuesto que este privilegio
de las naciones atrasadas solo conduce a una pequeña minoría del país
a alcanzar a los países más desarrollados. Por su parte, Lenin, considera que
el desarrollo político y económico desigual es una ley absoluta del
capitalismo" 12/.
La teoría del desarrollo desigual y combinado está
intrínsecamente vinculada con las teorías del imperialismo. Efectivamente,
tiene en cuenta la doble dinámica que configura el imperialismo. Por una parte,
el desarrollo de países atrasados se hace bajo “el látigo de las necesidades
exteriores” 13/ -es decir: bajo el impulso de
la acumulación de capital. Por otra parte, el espacio mundial está basado en un
conjunto de países cuya interdependencia económica no suprime las
especificidades concretas y menos aún, las diferencias de nivel de desarrollo 14/. No se puede reconocer mejor la
persistente realidad de los Estados en el capitalismo contemporáneo más que
mediante el minucioso análisis que une lo global con lo local.
Las críticas hechas por los marxistas a las
teorías clásicas del imperialismo -es decir, al corpus que
acaba de ser presentado– suponen una gradación. Se puede distinguir por
comodidad, tres corrientes. De entrada, algunos autores cuestionan la misma
validez de su descripción de la situación de inicios del siglo XX. A
continuación, otros consideran que, si bien eran exactos en su época, estos
análisis no son válidos hoy. Así que lo que hay que preservar de las teorías
del imperialismo depende del grado de características nuevas que estos autores
encuentran en la coyuntura contemporánea. Por último, otros autores, menos
numerosos, buscan en los fundamentos de las teorías del imperialismo los
elementos que permiten analizar la configuración actual de imperialismo.
3. Las teorías del imperialismo
han sido siempre inadecuadas
Quienes defienden la tesis de que las teorías del
imperialismo son poco útiles para comprender el mundo contemporáneo son muchos
entre los marxistas. Una parte va más lejos y afirma que estas teorías siempre
han sido inadecuadas. Son los marxistas contemporáneos influyentes quienes
adoptan esta posición. Harvey, que contribuyó a la comprensión de las
dimensiones espaciales de la producción y la distribución del valor 15/, afirma que las teorías del
imperialismo se han separado de la teoría de la acumulación elaborada por Marx 16/. Cómo hacer derivar la necesidad
del imperialismo de la “lógica interna" del modo de producción capitalista
tal como fue analizado de forma “abstracta” por Marx (las comillas son de David
Harvey). De hecho, según Harvey, Marx decidió hacer abstracción de todas las
contingencias a fin de actualizar las dinámicas de acumulación, de ahí la
dificultad de hacer derivar de la teoría “a-espacial” de Marx, una teoría del
imperialismo que postula por el contrario la centralidad de los combates
geoestratégicos y geopolíticos entre los estados nación 17/. Harvey considera que “las teorías
del imperialismo no eran adecuadas ni siquiera en su época” 18/. Las teorías de Lenin, Luxemburgo
Bujarin, Kautsky, etc. no tienen interés para una teoría coherente del
imperialismo contemporáneo.
El veredicto propuesto por Panitch y Gindin contra
las teorías clásicas del imperialismo es igualmente severo: “Eran defectuosas
en su lectura de la situación, en su tratamiento de las dinámicas de
acumulación de capital y en su transformación en una ley inmutable de la
globalización capitalista en un momento de rivalidades inter-imperialistas muy
circunscritas” 19/. Sus críticas son abundantes:
subestimación del papel de los países subdesarrollados en la exportación de
capitales provenientes de países desarrollados, aumento considerable del nivel
de vida de la clase obrera en los países desarrollados.
Dos críticas importantes son formuladas por Panitch
y Gindin a continuación: las teorías clásicas del imperialismo están basadas en
una concepción mecanicista que considera que el capitalismo se desarrolla por
fases (cf. Lenin) y que es periódicamente golpeado por crisis económicas. Otro
error de estas teorías es su tratamiento reduccionista e instrumental del
Estado. Esto lleva a considerar que las guerras han sido la prolongación
directa de rivalidades económicas nacionales, a objetar el pretendido paso de
una era de librecambio al proteccionismo, característica del imperialismo
subrayado desde Hilferding por todos los teóricos del imperialismo. Ahora bien,
al contrario de esta afirmación, a lo largo del siglo XIX, el librecambio y
el imperialismo habían formado una buena pareja en lo que dos historiadores
llamaron, en una tesis famosa (y muy discutida) contra el análisis de Lenin,
el imperialismo del librecambio 20/. La conclusión de Panitch y Gindin
es inapelable: el análisis del imperialismo capitalista debe estar basado en
una extensión de la teoría del Estado capitalista en lugar de estar derivada
directamente de una teoría estatalista del desarrollo del
capitalismo o estar vinculada a las crisis económicas del capitalismo.
4. La configuración contemporánea
del capitalismo
¿Por qué reemplazar las teorías clásicas del
imperialismo? A las críticas sobre su fundamentación teórica presentada hasta
aquí, es conveniente añadir las que consideran que analizan correctamente la
realidad de su época pero que hoy son herramientas inadecuadas para comprender
el capitalismo contemporáneo. Sin sorpresa, la hipótesis de una fusión de los
intereses del Estado y de los grupos financieros multinacionales, que es
compartida por los marxistas de comienzos del siglo XX y llevada al paroxismo
por Bujarin en los trusts capitalistas nacionales (o del Estado) 21/, está considerada como la más
caduca por la crítica contemporánea. Desde ella, se puede verificar la
obsolescencia de las teorías clásicas en dos puntos. Por una parte, la era de
las rivalidades inter-imperialistas que se desataron durante las guerras está
acabada y, por otra parte, las formas transnacionales del capitalismo
contemporáneo hacen al capital y a las clases dominantes, más que a los estados
nación, actores dominantes y motores de las transformaciones actuales.
Fin de las rivalidades inter-imperialistas:
el imperio (americano)
Panitch y Gindin son los defensores más
consecuentes de esta tesis. Una mirada retrospectiva indica que la tendencia
del capitalismo a alcanzar la acumulación tiene resultados diferentes. La gran
crisis de 1873 alentó las rivalidades interimperialistas y arrastró finalmente
a una guerra y la de 1929 se tradujo en una contracción del capitalismo más que
por su expansión. Finalmente, la crisis de 1973, al contrario de la precedente,
amplió considerablemente la expansión del capital. Por tanto, conviene no
subestimar los condicionantes estructurales y considerar que el régimen
capitalista es siempre una construcción social contingente. La globalización no
es un desarrollo mecánico de las ondas largas del capitalismo, sino un proyecto
histórico específico cuya configuración depende tanto de las contradicciones
presentes como de los episodios precedentes de la globalización. De forma que
el lugar ocupado por EE UU en la historia no estaba predeterminado ni era fruto
del azar. Se reforzó después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las élites
europeas aceptaron la dominación americana. El apoyo de EE UU fue necesario
para restablecer las relaciones sociales capitalistas en un contexto en el que
las clases dominantes de los países de Europa eran demasiado débiles y/o
demasiado desacreditadas para volver a poner en marcha solas la acumulación del
capital 22/. Esta estructuración del orden
mundial alrededor de EE UU les parece sólidamente establecida gracias a la
interpenetración de los capitales nacionalesa la que corresponde
una internacionalización de los Estados más poderosos, es decir, su capacidad
de gestionar el capitalismo global. Esta gestión del orden mundial no está
amenazada pues al contrario de lo que habitualmente se afirma, no hay ningún
signo de declive de la hegemonía económica americana. Este punto de vista es
criticado 23/.
Ellen Meiksins Wood : finalmente,
el imperialismo (el imperio del capital)
E.M. Wood, cuyos trabajos y los de Robert Brenner
han sido calificados como marxismo político, publicó en 2003 El
Imperio del capital 24/. La expresión puede sorprender,
pero el objetivo es a la vez desprenderse de las connotaciones pasadas,
incluyendo las precapitalistas, del término imperialismo y de subrayar que la
nueva era que se ha abierto después de la Segunda Guerra Mundial, ha extendido
por fin el poder del capital a escala mundial. Evidentemente, Wood no ignora el
periodo calificado por el historiador P. Bairoch de primera
globalización (1880-19149) y estima que las teorías marxistas del
imperialismo lo analizaron correctamente (su punto de vista es diferente al de
Harvey). Sin embargo, el imperialismo clásico, tal como
funcionaba antes de 1914, estaba todavía marcado por las barreras políticas
-las que erigían los estados nación. No obstante, Wood recuerda que el
capitalismo está definido por una lógica totalmente singular,
precisamente, una forma de extracción de valor creado por los productores que
obedece a un impulso interno (o endógeno) (“¡acumulad, acumulad”! Es la ley de
los profetas” 25/, escribe Marx). Así se distingue
de los modos de producción anteriores, en los que las clases dominantes habían
recurrido, inevitablemente, a métodos coercitivos extra-económicos para
apoderarse del valor creado por los productores.
Se reconoce aquí la gran importancia que Wood
concede en sus trabajos a la separación de lo político (la coerción), de lo
económico (el mercado) como criterio singular del capitalismo. Según ella, esta
separación era todavía parcial –aunque ampliamente comprometida– en la época
del imperialismo clásico. Los marxistas tenían razón al tener en
cuenta la interacción entre economía y política -dicho de otra forma, la
“fusión de los Estados con el capital", que culmina en las guerras. Sin
embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, “los imperativos económicos
fueron suficientemente poderosos y profundos para formar instrumentos sólidos
de la dominación imperial” 26/. Los Estados, organizados en un
sistema internacional, no desaparecen con la llegada del imperio del
capital y su papel sigue siendo determinante. Sin embargo, los medios
coercitivos, cuando se ejecutan en los procesos de trabajo (proceso de
acumulación primitiva) reflejan la no conclusión de las lógicas de la
acumulación tal como Wood las analiza y cuando consisten en instrumentos
militares (por Estados Unidos) son política y económicamente costosos y
contradictorios con la dinámica del capitalismo 27/.
David Harvey y el nuevo imperialismo
Harvey data la emergencia del imperialismo
capitalista a mediados del siglo XIX cuando la burguesía toma el poder en los
países europeos y su datación sigue la de Hannah Arendt. Diferencia en el
imperialismo dos lógicas que, en realidad, forman la trama de la historia del
capitalismo: una lógica de acumulación pero también una lógica territorial.
Porque el capitalismo enfrentado a una sobreacumulación del capital encuentra
en su expansión geográfica uno de los vectores más poderosos para hacerle frente 28/. La incesante expansión
territorial es una tentativa de hacer frente a los periódicos impasses de la
acumulación y uno de los medios más eficaces para realizar la plusvalía, un
proceso que designa con el término difícilmente traducible de “spatial fix”.
El imperialismo es la modalidad adoptada por el capitalismo para proseguir esta
expansión. Sin embargo, Harvey observa que la fusión de las dos lógicas
encuentra hoy obstáculos, incluso si la integración de China y la URSS dio un
nuevo aliento al capitalismo. Estos obstáculos se deben al hecho de que la
acumulación de capital para controlar el espacio exige una inmovilización
enorme de capital fijo, en el sentido de inversiones a largo plazo que
aseguran, en el mejor de los casos, una rentabilidad del capital en un
horizonte temporal lejano. De ahí los esfuerzos del capital por remontar estos
obstáculos a su conquista del espacio mediante el recurso a la acumulación por
desposesión, una noción que, a pesar de lo que él dice, está bastante alejada
de la de acumulación primitiva utilizada por Marx. J. Smith considera que
Harvey, en realidad, niega el concepto de imperialismo 29/.
El imperialismo transnacional
Las tesis del imperialismo transnacional se oponen
más o menos a los análisis precedentes sobre la cuestión del Estado. De hecho,
la extensión internacional del capital a lo largo de los tres últimos decenios,
calificada de globalización, representa para algunos autores marxistas un
cambio radical, a menudo calificado de imperialismo transnacional.
W. Robinson lo resume así:
"la globalización representa una nueva época
en la evolución del capitalismo mundial, caracterizada por la llegada de una
producción y de un sistema financiero mundial integrado, la emergencia de una
clase capitalista transnacional y el nacimiento de un aparato del estado
transnacional" 30/.
La clase capitalista transnacional está compuesta
de accionistas y dirigentes de grandes empresas multinacionales, de élites
burocráticas de las instituciones internacionales, pero también de dirigentes
de los partidos políticos dominantes, los conglomerados que controlan los
medias, las élites de tecnócratas y altos funcionarios de los países del Sur y
del Norte así como de intelectuales orgánicos que suministran la argumentación
ideológica 31/.
El trípode sobre el que se apoya esta nueva era
histórica, producción y finanzas globales-clase capitalista
transnacional-estado transnacional, reproduce así a escala mundial los procesos
seculares del desarrollo de los países capitalistas en el marco de los estados
nación. Las teorías clásicas del imperialismo eran fundadas, pero fechadas
históricamente. De hecho, hoy, la globalización opera en las esferas
económicas, políticas y cultural-ideológicas 32/. El sistema global que emerge es
pues, más amplio que el capitalismo global, incluso si las fuerzas capitalistas
son las principales responsables de su advenimiento.
Esta tesis del imperialismo transnacional, a
menudo, está identificada como próxima de la conjetura sobre la emergencia de
un ultra-imperialismo formulada por Kautsky en plena guerra mundial. Kautsky
explica que las rivalidades inter-imperialistas no son inevitables y que “la
consecuencia de la guerra mundial entre los grandes países imperialistas podría
ser la formación de una federación de los más poderosos de ellos que formarían
una federación y renunciarían a la carrera armamentística” 33/.
Es esta suposición de un capitalismo pacífico esbozada
por Kautsky, que se podía ya encontrar implícita en escritos anteriores y no la
tesis expuesta por Lenin, la que se cumplió efectivamente, al día siguiente del
fin de la Segunda Guerra Mundial, según algunos marxistas (por ejemplo Panitch
y Gindin) y solamente después de 1980, para los partidarios del imperialismo
transnacional. Los analistas marxistas clásicos consideraban
que algunos Estados perderían lo que otros ganarían. Pero las críticas de las
teorías clásicas del imperialismo afirman que el desarrollo de los intercambios
económicos no es un juego de suma cero, sino positivo para el
capitalismo, lo que puede explicar la situación de paz entre países
imperialistas. Esta afirmación es criticada a su vez, pues se apoya en una
identificación de interdependencia económica y de cooperación interestatal
mientras que solo es una de las modalidades de la competencia entre capitales y
por extrapolación, de los Estados 34/.
La tesis del imperialismo
transnacional ha sido objeto de varias críticas. La integración
efectiva de una clase transnacional no parece confirmada por estudios empíricos
de las redes de dirigentes de las grandes empresas transnacionales. De hecho,
la formación de redes transnacionales a la cabeza de los grandes grupos
mundiales es innegable; sin embargo, se apoya en las bases nacionales que
resisten 35/. Además, esta tesis mantiene una
concepción instrumental del Estado que supuestamente se adapta a las
necesidades del capital transnacional. La situación actual reproduciría un
esquema de adaptación del Estado a las necesidades del capital idéntica a la
que se realizó hace dos siglos en el marco nacional. Esta tesis denota la falta
de comprensión del modo de formación y del papel del Estado 36/. Se puede añadir que identificar
los flujos financieros que atraviesan el planeta con la emergencia de un capitalismo
global –un término que es eminentemente discutible– es añadir
confusión al debate pues las relaciones capitalistas son relaciones sociales y
como tales, son políticamente construidas y territorialmente definidas 37/. El capital-propiedad, que se
encarna en los activos financieros, claro que puede circular a la velocidad de
la luz alrededor del planeta, pero su valoración depende finalmente de la
producción de valor gracias a los procesos de trabajo que continúan localizados
y diferenciados según los países en los que radican. Esta desigualdad de
situación es consustancial al capitalismo. Finalmente, los aparatos
militar-securitarios que están arraigados sobre los territorios nacionales no
tienen como objeto solamente la defensa (o el ataque) contra los países
enemigos, son un elemento también dirigido al mantenimiento del orden interno
del país en las coyunturas en las que la reproducción pacífica de
las relaciones sociales está amenazada 38/.
Asimismo, podemos preguntarnos qué dicen las
teorías del imperialismo transnacional de los efectos de la
crisis abierta en 2008. Esta agudizó la crisis de competencia entre las grandes
empresas multinacionales (EMN) en los mercados próximos a –o ya alcanzados por–
la saturación. La crisis produjo un reforzamiento de las medidas
proteccionistas que los gobiernos más poderosos pusieron en marcha para
proteger el capital presente en su territorio. ¿No significa esto la
confirmación de la permanente rivalidad entre las burguesías nacionales? Esto
no es el aviso de Robinson que declara que las capas más conscientes (enlightened)
de la élite transnacional quieren un aparato del estado transnacional más
fuerte para reforzar la dominación de clase capitalista transnacional 39/. No parece que estas corrientes
tengan mucho que decir sobre el ascenso de las tensiones y rivalidades entre
los países occidentales con China y Rusia y esto al margen de lo que se piense
de la naturaleza imperialista o no de estos dos países.
¿Un imperialismo UE ?
Los desarrollos institucionales de la Unión Europea 40/ incitaron a los marxistas a
interesarse por su configuración 41/. Ernest Mandel diagnostica muy
pronto la aparición de un capital europeo y considera que las tendencias cada
vez más fuertes hacia la internacionalización del capital empujan a la creación
de un Estado imperialista supranacional en Europa 42/. La configuración previsible es la
de una fusión de capitales a escala continental que refuerce el capital europeo
y agudice la rivalidad inter-imperialista con dos diferencias respecto al
esquema leninista: la reducción a tres potencias imperialistas (EE UU, Europa,
Japón) y la desaparición de las guerras inter-imperialistas mundiales, lo que
no excluye guerras inter-imperialistas locales (por medio de terceros), de
conquista colonial o contra los movimientos revolucionarios 43/.
Esta hipótesis es retomada por Guglielmo Carchedi,
que considera que “desde su origen la UE tenía el virus imperialista inscrito
en sus genes” 44/ y que la creación del euro
fue un elemento determinante en la formación de un bloque
imperialista europeo. Esto para nada significa el fin de los
Estados-nación que tienen su propias relaciones con los otros países dominados.
El desarrollo de la capacidad militar de la UE es inevitable hasta tal punto
que se convertirá en un rival de EE UU, "capaz de defender sus intereses
incluso, si es necesario, contra los de EE UU" 45/. Este punto de vista se opone a
las tesis sobre el imperio americano que han sido presentadas en este artículo
y a las de Poulantzas, que consideraba que la penetración de capitales
americanos en los capitales de otros países llevaría a una “interiorización” de
los intereses del imperialismo americano por las burguesías europeas. No
obstante, Poulantzas no tiene en cuenta el proceso inverso, el de los capitales
europeos que penetran en el territorio americano 46/. Sin embargo, Carchedi considera
que puesto que Estados Unidos es el único país hegemónico, es el único que
dispone de instrumentos de apropiación sistemática del valor creado. En
consecuencia, puede apropiarse del valor proveniente de los países dependientes
y también de los otros países imperialistas (de los de la UE) 47/. Esta tesis de la explotación de
los países desarrollados por parte de EE UU es bastante discutible 48/.
Otro elemento discutible en su argumentación es que
el capital productivo es hoy dominante y no el capital financiero 49/. No es posible desarrollar en este
artículo la cuestión central del capital financiero, que sigue siendo un
concepto pertinente 50/, aunque la mayor parte de los
marxistas lo sustituyen por financiarización. La literatura sobre
la financiarización está, a menudo, desconectada de la del imperialismo. Deben
destacarse los trabajos de Prabht y Utsa Patnaik, que consideran que el
imperialismo contemporáneo es el imperialismo de las finanzas internacionales
sostenido por los Estados-nación.
Apenas existen dudas de que la UE, cuyos países
miembros influyentes han estado en el corazón del desarrollo imperialista desde
hace más de un siglo, constituyen un vector importante y una pieza maestra del
imperialismo contemporáneo. Sin embargo, es inútil esperar el desarrollo de
una defensa única a imagen de la creación de la moneda única.
El euro era un proyecto político compartido por la mayoría de los Estados
miembros y se correspondía con los esfuerzos conjuntos de las burguesías
europeas de acentuar los ataques contra las personas asalariadas. No existe un
proyecto europeo único en materia de defensa (aunque existan las alianzas y las
convergencias), ni siquiera un proyecto de término medio de la pareja franco-alemana
en este ámbito. La polarización de Francia sobre su ventaja
competitiva militar -tanto desde el punto de vista tecno-industrial
como operacional– difiere de la de Alemania cuyo poderío industrial asegura
hasta hoy a sus clases dominantes una posición que se considera satisfactoria.
Además, los otros Estados miembros influyentes no están dispuestos a aceptar
que la dinámica securitaria (y militar) que se ha comprometido en Europa desde
hace años coloque a Francia en un papel de líder continental.
Las cuestiones de defensa europeas llevan una vez
más a la necesidad de tener en cuenta las dobles dimensiones -económica y
político-militar– de la posición de un país en el espacio mundial.
5. La cuestión del fin de las
guerras inter-imperialistas
Como se ha visto, el fin de las guerras
inter-imperialistas desde 1945 marca el fin de las teorías clásicas del
imperialismo para la mayoría de los autores. De hecho, las guerras mundiales
fueron el resultado de la formación de capital monopolístico en sus Estados
nacionales y la competencia inter-capitalista se transformó en guerra
inter-imperialista. El dato del fin de estas guerras tal como es interpretado,
en mi opinión, supone un daño colateral importante: la marginalización del
lugar del militarismo en el análisis del capitalismo contemporáneo 51/. La cuestión del militarismo
cuando se aborda (muy raramente) en el campo de la economía mundial tiene casi
siempre como respuesta el papel de gendarme del mundo de Estados Unidos. Las
divergencias se refieren sobre si este papel se ejerce a cuenta de los
intereses del capital americano o de la clase dominante transnacional que ha
surgido.
Las causas de este desinterés por el militarismo
son múltiples y si se sigue a Alexander Anievas, no se refieren solo a la época
contemporánea porque él señala que incluso en lo que concierne a la Primera
Guerra Mundial, los “pensadores marxistas (al menos en el mundo anglófono) solo
prestaron poca atención a la teorización del origen de la guerra” 52/. El error cometido por numerosos
análisis es no comprender la economía política del militarismo que acompañó la
expansión capitalista y que culminó en la guerra mundial. Marx y Engels sitúan
en la guerra franco-prusiana la consolidación del militarismo en las relaciones
sociales capitalistas. Las formas estatales se transforman pues “el ejército se
ha convertido en el objetivo fundamental del Estado, se ha convertido en un fin
en sí mismo; los pueblos solo están para suministrar soldados y alimentarlos.
El militarismo domina y devora Europa”. En su análisis de este “militarismo que
domina y devora Europa” 53/, Engels encuentra varias causas de
este ardor que considera inevitable: las rivalidades geoeconómicas forman la
trama explicativa; a continuación, la “carrera de la tecnología militar” es
hasta ese momento sin límites aunque iguale las capacidades destructoras de los
estados dominantes; finalmente, cada vez pesa más en las finanzas públicas
hasta el punto de llevar a la bancarrota de los estados amenazando el edificio
capitalista entero.
Estas observaciones de Engels son interesantes por
un doble motivo. Por una parte, sugieren que el militarismo, evidentemente,
tiene una función de movilización contra los enemigos externos. También tiene
una vocación ideológica interna que apunta a la movilización
de la población alrededor de la defensa de la patria de forma
que los enemigos internos que cuestionan esta visión deben ser
reprimidos por los medios coercitivos adecuados. K. Liebknecht, solamente
algunos años más tarde de Engels, también se interesó en estas funciones
externas pero también internas del militarismo 54/. Por una parte, el análisis de
Engels invita a no oponer las dinámicas de acumulación del capital que tomaron
en su época una dimensión internacional a la formación del sistema interestatal
de la era imperialista que comienza algunos años después. El militarismo se
instala en el corazón de los países europeos y va a influir de forma duradera en
la evolución del orden mundial. Rosa Luxemburg es de todos los teóricos y
teóricas del imperialismo, la que vio con más claridad las múltiples funciones
del militarismo. El capítulo con un título significativo ("El militarismo,
campo de acumulación del capital”) es el esfuerzo más elaborado por abordar las
dimensiones económicas del militarismo. Menos conocido pero ya clarividente, es
un artículo aparecido en 1899 55/.
En suma, no se puede reducir el militarismo que
arraiga en el imperialismo del siglo XIX a su expresión (a su final) en las
guerras inter-imperialistas. En el momento álgido de la Primera Guerra Mundial,
Lenin lo opone irónicamente el periodo de 1871-1914 durante el cual el
capitalismo se extendió “pacíficamente” (las comillas son de él) sobre inmensos
territorios de tierras aún desocupadas y de países aún totalmente arrastrados
por el huracán del capitalismo56/.
Añade que para el 90% de la población de los países avanzados, para centenares
de millones de personas en las colonias y en los países atrasados, no fue una
época de paz, sino de opresión, de torturas, de horrores aún más
terroríficos porque parecían no tener fin.
La subestimación del papel del militarismo en la
configuración del capitalismo contemporáneo conduce a menudo hoy a considerar
que la única forma de relaciones internacionales en los decenios de formación
del imperialismo (los años 1880) fue la de la rivalidad militar y las guerras
entre grandes potencias. Sin embargo, la cooperación internacional de los
grandes grupos nacionales -bajo forma de cárteles, de fusión de empresas, de
sindicatos bancarios internacionales, etc.– ocupa un lugar central en los
escritos de los teóricos del imperialismo clásico. De hecho,
incluso los traficantes de armas de países rivales –Francia y Alemania,
Inglaterra y Alemania– cooperan frecuentemente para abrir nuevos mercados 57/.
La cuestión del lugar del militarismo en la
cuestión del imperialismo no pertenece al pasado. La mínima atención dedicada
por la mayoría de los investigadores contemporáneos al análisis del militarismo
en el periodo abierto después de la Segunda Guerra Mundial también es
lamentable.
La supremacía indiscutible de EE UU ha hecho
imposible un enfrentamiento militar entre las potencias capitalistas
dominantes. Sin embargo, la coyuntura mundial que emerge de la Segunda Guerra
Mundial da un lugar determinante a lo militar. De entrada, ese fue el caso de
EE UU, que interiorizó en las relaciones políticas internas el
papel de gendarme del mundo de este país (cf. el lugar
del complejo militar-industrial). También fue el caso de Gran
Bretaña y de Francia 58/, los dos países vencedores del
conflicto mundial, incluso si en el caso de Francia ese estatus se dio gracias
al apoyo de los países vencedores. Estos tres países, que se encuentran en una
posición jerarquizada, forman el armazón de lo que se llama el bloque
transatlántico. Este no es un espacio geográfico, sino geoeconómico. Este
bloque está integrado a la vez por el plano de la producción y de los
intercambios financieros e industriales y organizado bajo la forma de alianzas
en el plano militar. Así que incluye a Estados Unidos y a Europa, pero también
los países con los que existen alianzas militares. (Australia 59/, Israel, Japón, etc.). El bloque
transatlántico debe hacer frente a la competencia geoeconómica de otras
potencias, de entrada, las que disponen de un un puesto de miembro permanente
(China, Rusia) y después, los países que aspiran a consolidar su plaza regional
(Irán).
El bloque transatlántico no es un conjunto
homogéneo y está atravesado por la competencia económica por lo que el
potencial político-militar cuenta. Porque el espacio mundial sigue estando
estructurado por la doble dinámica de la acumulación de capital y del sistema
interestatal, mostrando la permanencia de estos dos elementos en la
configuración contemporánea del imperialismo (ver más arriba). De forma que el
lugar ocupado por un país en el espacio mundial depende a la vez, de sus
rendimientos económicos -que sin duda, incluyen su capacidad de captar valor
creado en otros países- y de su poderío político-militar. Este descansa sobre
una gama de instrumentos “pacíficos” (soft power) como la cultura,
las redes diplomáticas y la influencia particular en la ONU, etc.-, pero
también de herramientas militares. Los instrumentos de potencia militar se
utilizan de forma indirecta -amenazas y/o ayuda a los países bajo influencia
económica y política (por venta de armas, apoyo militar, etc.), etc.- y directa
mediante intervenciones militares abiertas, operaciones especiales, etc.
La mezcla entre rendimientos económicos y potencia
político-militar varía según los países, incluso en los que podemos calificar
de imperialistas. Basta comparar Francia y Alemania para convencernos de ello.
La utilización diferenciada de las influencias económicas y militares de los
dos países está aún más diferenciada desde el momento 2008 60/. La distribución nacional de esta
mezcla refleja la posición internacional de un país en el espacio mundial,
pero, recíprocamente, las transformaciones de este espacio mundial deben ser el
punto de partida del análisis de la situación concreta de un país que combina
siempre de forma singular la evolución de la economía y la geopolítica
internacional (el desarrollo desigual y combinado).
Se verifica aquí una hipótesis totalmente ignorada
en la literatura, a saber: que el imperialismo es, por una parte, un periodo
histórico cuya configuración ha cambiado desde hace un siglo y, por otra parte,
un conjunto de prácticas concretas llevadas a cabo por los países más poderosos 61/.
Claude Serfati es investigador asociado en el
IRES (Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales).
Traducción: viento sur
Notas:
3/ En particulier
Boukharine, L’Économie mondiale et l’impérialisme, Anthropos, 1967
(première édition 1916).
4/ Marx, Fondements de la critique de
l’économie politique, tome 2, Éditions Anthropos, 1968, p.364-365.
5/ Rosa Luxembourg L’accumulation du capital (I).
Contribution à l’explication économique de l’impérialisme. François
Maspero, Petite collection Maspero, n° 47, Chapitre 7, 1969 (première édition
1913).
6/ Chapitre 31. Boukharine
fait une critique injustifiée, L’impérialisme et l’accumulation du
capital, chapitre 4.
7/ La naturaleza de la crisis constituye un punto de
desacuerdo fuerte y Bujarin pone en el punto de mira a Rosa Luxemburg. Henryk
Grossman vincula el desarrollo del imperialismo a la necesidad de hacer frente
a la sobreacumulación de capital (demasiado capital en relación a la masa de
benefcios) y al restablecimiento delos beneficios. Marx sitúa "el comercio
exterior" (en realidad, utiliza este término para definir lo que hoy en
día se conoce como inversión directa en el extranjero) como uno de los medios
para contrarrestar la reducción de la tasa de beneficio. Grossman se apoya en
pasajes de la obra de Marx para mostrar las múltiples funciones de la expansión
imperialista; Grossman, The Law of Accumulation and Breakdown of the
Capitalist System, Pluto Press, 1992. Ver
también, Michael Roberts, Imperialism, globalization and the
profitability of capital, Rupture magazine, Issue 1, 2017 ; disponible en
: https://rupturemagazine.org/2018/01/25/imperialism-globalization-and-the-profitability-of-capital/.
8/ Alex Callinicos Imperialism
and Global Political Economy, Polity, Londres, 2009, Cf : “The state
system is treated as a dimension of the capitalist mode of production”,p.83.
9/ Lucia Pradella “Imperialism
and Capitalist Development in Marx’s Capital”, Historical Materialism, 21.2.,
2013. Ver también Kevin Anderson, Marx aux antipodes. Nations,
ethnicité et sociétés non occidentales, Syllepse, 2012.
14/ Para utilizar el cuadra analítico en la Unión
Europea, ver Claude Serfati, “The European integration as a structural uneven
process”, Research in Political Economy, n°30, 2015.
17/ Harvey,
“In What Ways Is ‘The New Imperialism’ Really New?“, Historical
Materialism 15, 2008, p.58.
19/ Leo Panitch et Sam Gindin, “Global Capitalism and
American Empire”, Socialist Register 2004: The New Imperial Challenge,
p.5.
20/ John Gallagher and Ronald Robinson, ‘The
Imperialism of Free Trade’, The Economic History Review, VI(1), 1953.
21/ Para un análisis de los trabajos de Bujarin, ver
Maurice Andreu, "Boukharine et la question de l’impérialisme", Contretemps,
revue de critique communiste, https://www.contretemps.eu/boukharine-imperialisme/
22/ Leo Panitch & Sam Gindin, The making of
global capitalism: The political economy of American empire, Verso,
2013, p.90.
25/ Marx, Le capital. Critique de l’économie politique,
Éditions sociales, 1969, livre 1, chapitre 24.
27/ Bob Sutcliffe, “Imperialism Old and New: A Comment
on David Harvey’s The New Imperialism and Ellen Meiksins Wood’s Empire of
Capital”, Historical Materialism, 14.4, 2007, p.64
29/ John Smith, Imperialism in the twenty-first
century: globalization, super-exploitation, and capitalism’s final crisis,
Monthly Review Press, 2016.
30/ William Robinson, "Global Capitalism Theory
and the Emergence of Transnational Elites”, Critical Sociology, 2011.
31/ William Robinson, A Theory of Global
Capitalism: Production, Class, and State in a Transnational World, Johns
Hopkins University Press, 2004, p.75-76.
32/ Leslie Sklair, “The transnational capitalist class
and the discourse of globalisation”, Cambridge Review of International
Affairs 14 (1), 2000, 67-85
33/ Voir, Socialism and Colonial Policy (1907),
en particulier le chapitre 9, : https://www.marxists.org/archive/kautsky/1907/colonial/index.htm.
34/ Christakis Georgiou, "Un capitalisme global
pacifié? A propos du livre The Making of Global Capitalism: The
Political Economy of American Empire de Leo Panitch et Sam Gindin”,
2016 : https://www.contretemps.eu/un-capitalisme-global-pacifie-a-propos-du-livre-the-making-of-global-capitalism-the-political-economy-of-american-empire-de-leo-panitch-et-sam-gindin/
37/ Serfati, «The new configuration of the Capitalist
class », in L.Panitch, G.Albo and V.Vhibber (Eds) , Registering Class,
Socialist Register 2013.
38/ K. Van der Pijl , “Globalization Or Class Society
In Transition?”, Science & Society, Vol. 65, No. 4, Winter, 2001-2002.
39/ Robinson, “Debate on the New Global Capitalism:
Transnational Capitalist Class, Transnational State Apparatuses, and Global
Crisis”, International Critical Thought, Volume 7, Issue 2, 2017.
41/ En los países dominados, algunos marxistan
avanzaron la hipótesis de un subimperialismo cuya intersección con las teorías
de la dependencia son claras. Uno de sus mayores exponentes, Ruy Mauro Marini,
propuso en los años 60 ese marco analítico para Brasil. Para un examen crítico
reciente, ver Richard Fidler y Claudio Katx “Imperialism Today: A Critical
Assessment of Latin American Dependency Theory Imperialism », MRonline,
marzo 2018.
42/ Ernest Mandel, Le troisième âge du
capitalisme, Éditions de la Passion, Paris, 1997 (primera edición en 1972),
P.260
44/ Guglielmo Carchedi : “Imperialism, Dollarization
And The Euro”, Socialist Register, 2002, p.163.
45/ Carchedi, “The Military Arm of the European
Union”, Rethinking Marxism: A Journal of Economics, Culture &
Society, 2006, p.335.
46/ En 2017, le total cumulé des investissements
directs (ID) des entreprises européennes aux États-Unis atteignait 2700
milliards de dollars, et celui des ID des entreprises américaines en Europe
atteignait 2000 milliards de dollars.
48/ Una pequeña nota al respecto. Una de las medidas
para evaluar la captación del valor realizado por un país lo da la diferencia
(o el saldo) entre las rentas de inversiones directas retiradas por las
empresas de un país del resto del mundo y las que los países del resto del
mundo retira de ese país. Francia es uno de loa principales beneficiarios, con
un saldo positivo total de 403 mil millones de euros para el período 2005-2016.
En el mismo período, el saldo entre Francia y EE UU fue muy favorable a Francia
con un superativo de 60 mil millones. De ahí a concluir que Francia explota a
EE UU….
50/ Serfati, "La domination du capital financier
contemporain : une lecture critique de Hilferding » dans Bellofiore, Cohen,
Durand et Orléan, Monnaie, Finance et Capital. Contributions en hommage
à Suzanne de Brunhoff, Presses Universitaires de Rennes, Rennes et François
Chesnais (2016) Finance Capital Today. Corporations and Banks in the
Lasting Global Slump, Leiden/Boston, Brill
52/ Anievas, "La théorie marxiste et les origines
de la Première Guerre mondiale", Période, http://revueperiode.net/la-theorie-marxiste-et-les-origines-de-la-premiere-guerre-mondiale/
54/ Karl Liebknecht, Militarism &
Anti-Militarism, Rivers Press Limited, Cambridge, 1973, (escrito en 1907) :https://www.marxists.org/archive/liebknecht-k/works/1907/militarism-antimilitarism/index.htm
55/ Rosa Luxemburg (1899), "The Militia and
Militarism”, Leipziger Volkszeitung, 20-26 febrero, https://www.marxists.org/archive/luxemburg/1899/02/26.htm
57/ Ver algunos ejemplos en Claude Serfati, Le
Militaire, une histoire française, Éditions Amsterdam, 2017, capítulo 1.
58/ Jörg Nowak y Ekrem Ekici, de forma extraña,
clasifican a Francia entre los sub-imperialismos, junto a "Canadá, México,
Brasil, Rusia, India, Turquía, Egipto, Corea del Sur, Taiwán, etc. “The
return of the national imperialist state“, Rupture Magazine, Issue 1,
2018.
59/ Ver el significativo refuerzo de la cooperación
militar, tanto industrial como estratégica entre Francia y Australia,
"único país en el mundo, con Francia y Estados Unidos a estr presente
tanto en el Pacífico como en el océano ïndico"., Revue stratégique
défense et sécurité nationale 2017, p.44.
60/ Serfati, "Le «moment 2008"¡ et le
rebond militaire de la France ", Les Possibles, n°13,
2017, https://france.attac.org/nos-publications/les-possibles/numero-13-printemps-2017/dossier-militarisation-et-controle-social/article/le-moment-2008-et-le-rebond-militaire-de-la-France
61/ Serfati,
"France and Imperialism: A Marxist Perspective", Historical
Materialism, 2015. Claude Serfati