Por Dr. Néstor
García Iturbe
Hace pocos días se
recordó el 200 aniversario del nacimiento de Carlos Marx, un revolucionario que
junto con Federico Engels se dedicó a estudiar el capitalismo y formular una
teoría sobre el régimen social que sustituiría esa etapa en el desarrollo
de la humanidad.
En la obra de Marx
se explica ampliamente la explotación y el individualismo que promueve la
sociedad capitalista y la nueva sociedad que debe surgir, donde la distribución
de los bienes creados por la sociedad se realizará en función de las
necesidades de cada cual.
Con el fin de
“exponer al mundo entero sus conceptos, sus fines y sus tendencias; que opongan
a la leyenda del fantasma del comunismo un manifiesto del propio partido”, Marx
y Engels redactaron el Manifiesto del Partido Comunista entre diciembre de 1847
y enero de 1848.
El último párrafo
de este importante documento establece claramente la estrategia de lucha que
debe seguir el proletariado y los desposeídos para llegar al poder, el mismo
plantea:
“Los comunistas
consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que
sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el
orden social existente. Las clases dominantes pueden
temblar ante una
Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que
sus cadenas. Tienen en cambio un mundo que ganar.
Proletarios de
todos los países, uníos.”
En el mundo actual,
la lucha de muchos no es por perder las cadenas, sino por cambiarlas por otras
con las que se sientan más cómodos.
Algunos prefieren
afrontar la muerte de él y su familia navegando por el Mediterráneo, que luchar
en su país y mediante la “violencia” resolver el problema colectivo de
implantar un orden social más justo. Priman los intereses individuales por
encima de los colectivos.
Algunos países
capitalistas desarrollados estimulan estas actitudes que les proporciona mano
de obra barata, les permite cubrir puestos de trabajo en los cuales sus
propios ciudadanos no están interesados y alivian tensiones en países donde
regularmente tiene inversiones mediante las cuales explotan los recursos
naturales del mismo. Los que abandonan el país son menos a luchar por su
liberación.
En un buen número
de países se llevan a cabo frecuentemente manifestaciones de miles de personas,
cuyo propósito es que la clase dominante del país les aumente las
migajas que reciben como salario, de jubilados a los que no les aseguran los
medios necesarios para vivir, de jóvenes estudiantes que solicitan un reforma
en la enseñanza o que esta sea gratuita, de campesinos que reclaman tierra para
cultivar y vivir, de mujeres que reclaman puestos de trabajo y salarios
similares a los hombres, de ciudadanos del país que se declaran en contra de la
privatización de los recursos naturales y la implantación de medidas
neoliberales contrarias a los intereses de las clases de menor ingreso
económico.
Ni una sola
pancarta pidiendo a esas multitudes que se lancen a la lucha por la liberación
del país, por su soberanía e independencia, todo lo cual, de lograrse,
sería la vía para solucionar los problemas por los cuales protestan las miles
de personas que participan en las manifestaciones.
Algunos consideran
que respetando la Constitución y las leyes emitidas por la clase dominante del
país, para consolidar el régimen capitalista, podrán llegar en un momento
determinado a implantar un régimen con mejores condiciones para los proletarios
y campesinos. Los que no sean asesinados en ese empeño, irán a la cárcel o
terminarán maniatados políticamente.
Cuando la
resistencia, llevada a cabo respetando la Constitución y las leyes del país,
gane alguna fuerza, la clase dominante aflojará un poco las cadenas para
aliviar tensiones y consolidarse en el poder. Tratará de corromper a los
líderes de la oposición y en todo momento garantizará un sistema donde cada
grupo de la sociedad luche por sus intereses individuales, donde no se
mencionen los intereses colectivos.
Es necesario que
surjan líderes, que tal y como plantearon Marx y Engels, se lancen a la lucha
violenta para cambiar el régimen establecido, decididos a realizar una
Revolución Comunista y que lo único que tengan que perder sean sus cadenas, que
no luchen por seguir encadenados con cadenas distintas, donde obtengan más
beneficios individuales.