La
iniciativa que viene cocinando el Centro Democrático a pasos acelerados y
animados ahora con la victoria de Iván Duque Márquez, como presidente de la
república a partir del 7 de agosto, permite determinar que el país camina
rápidamente hacia una dictadura fascistoide. No es una exageración, tampoco la
idea de generar pánico, simplemente una advertencia que se puede perfectamente
tomar, descartar o ignorar.
Por Nelson Lombana Silva, Pacocol
Los diez millones de colombianos
llevados a las urnas como mansos corderos, empujados por el miedo, el
analfabetismo y el sectarismo creado, deben comenzar a pensar sobre lo que
hicieron una vez pasada la resaca. Ciegamente votaron. Ahora deben abrir los
ojos para mirar cómo ayudan resarcir el daño hecho.
Mire usted lo que viene
tramando este partido de extrema derecha: Cerrar las altas cortes de justicia,
elegir Fiscal General de la Nación subordinado completamente al presidente de
la república y eliminar la tutela. Para ello, el Centro Democrático se ha
aliado con toda la podredumbre de la clase política tradicional de todos los
partidos de derecha y organizaciones políticas de esta catadura.
Iván Duque Márquez, expresó
durante la campaña sin sonrojarse la intención de eliminar la Corte Constitucional
y la Corte Suprema de Justicia, aniquilando su independencia, creando Cortes
con menos magistrados, elegidos también por el poder ejecutivo. O sea, nuevos
magistrados sin independencia judicial.
No somos abogados, ni
leguleyos, pero intuimos que algo muy grave se cierne sobre la maltrecha
democracia colombiana. Pensamos que el trotar del pensamiento fascistoide
camina inexorable en esta república sudamericana que se ha jactado de ser
supuestamente la democracia más antigua del continente.
Al respecto, ha dicho la
senadora comunista, militante de la Unión Patriótica, Aída Avella Esquivel: “No
nos parece que una reforma a la justicia pretenda restringir el derecho a la
justicia, arrodillar el poder judicial al ejecutivo y modificar asuntos
sustanciales de nuestro Estado como el acceso a los derechos fundamentales por
medio de instrumentos jurídicos como la tutela. Una reforma constitucional que
pretende cooptar el poder judicial por el ejecutivo se llama dictadura”.[i]
¿Por qué y para qué estas
iniciativas de la extrema derecha personificada en el Centro Democrático?
Espíritu revanchista contra la Corte Suprema de Justicia al pronunciarse
recientemente decretando crímenes de lesa humanidad masacres como las del Aro,
en la que está untado de pies a cabeza el narcotraficante número 82, Álvaro
Uribe Vélez, según la CIA.
Todo el aparataje del Estado
en manos de Iván Duque Márquez estará en función de impedir que emerja la
verdad, la justicia, la reparación y el compromiso de no repetición, acerca del
agudo conflicto social y armado que vive Colombia hace más de 50 años. Todo
porque el señor Uribe está comprometido y la mayoría de los jefes del Centro
Democrático. Sus relaciones con el paramilitarismo, el militarismo, el
narcotráfico y la corrupción al parecer son evidentes y contundentes. Duque
llega a la presidencia a tapar la verdad de tal manera que siga reinando la
impunidad. Esa es su principal y real tarea que le ha impuesto la otoñal clase
oligárquica y el imperialismo norteamericano.
Se trata de ignorar los
escándalos de corrupción que rodean a todos los partidos de derecha, como
Cambio Radical, Partido de la U, Partido Liberal, Partido Conservador, Centro
Democrático, etc. Que no se indague sobre Odebrecht, Reficar, el Cartel de la
Toga, etc. “Lo que el viento se llevó”, como diría Bárbara Mitchell.
Para algunos, Álvaro Uribe
Vélez, tiene más de trescientos procesos en su contra, los cuales caminan
lentos, pero caminan. Con estas medidas antidemocráticas se pretende colocar
punto final a todas estas investigaciones.
Todo indicaría que el electo
presidente con tal de salvar a su jefe, estaría dispuesto a llevarse enredado
en los cuernos el supuesto Estado democrático, colocar de rodillas los poderes
públicos alrededor del poder ejecutivo. Eso es dictadura. Eso es fascismo.
Gustavo Petro Urrego, dijo
oportunamente sobre el particular: “Lo único que buscan con esa propuesta es
frenar los procesos contra Álvaro Uribe…cerrar cortes es viable por el Centro
Democrático ya que tienen el control del congreso y eso se llama una
dictadura”.[ii]
Todo sucede en un país
carcomido por el terrorismo de Estado, el analfabetismo político y el
escepticismo de diez millones de colombianos y colombianas que corrieron
atemorizados y atemorizadas a votar por el que dijo Uribe.
Un país que ha cosechado
producto de este terrorismo de Estado y del para Estado, más de ocho millones
de víctimas, desplazamiento forzado del 50 por ciento de la población campesina
hacia las grandes urbes, generalmente para engrosar los miserables cinturones
de miseria y recibir con frecuencia gases lacrimógenos.
Una clase dominante que odia
la paz y venera la violencia, por cuanto se ha convertido ésta en su principal
aliciente para hacerse más poderosa y más obedecida. Por eso viene saboteando
descaradamente el acuerdo de paz suscrito en La Habana (Cuba), entre las Farc –
Ep y el Estado. De una y otra manera, persiste en empujar al movimiento ex
guerrillero a la retoma de las armas, para que la zozobra siga y se justifique
así el alza del presupuesto para la guerra y las distintas gabelas que hoy se
le ofrece al militarismo en momento de guerra. La oligarquía necesita la
guerra, como el ser humano el aire para respirar.
Por eso Duque y su patota
están dispuestos a prestar su territorio para agredir desde aquí a la hermana
república bolivariana de Venezuela. Ya Uribe permitió la instalación de nueve
bases norteamericanas en Colombia. Los militares gringos se mueven por el
territorio nacional como Pedro por su casa, hacen y deshacen, violan,
transportan alucinógenos libremente y no pasa nada. Sobre esto nos puede
orientar mejor Germán Castro Caicedo con su libro: “Nuestra guerra ajena”.
[i] Semanario VOZ La verdad
del pueblo. Edición número 2936, semana del 13 al 19 de junio de 2018. Pagina
consultada 10.
[ii] Ibíd. Página 10.