Esteban Morales
Rebelión
Todo terminó desastrosamente para Trump, entre los días 31 de octubre al
1 de noviembre de este año 2018, aunque comenzó antes. Se trata de una derrota,
que puede ser considerada como el Girón dentro de las Naciones Unidas.
Todo comenzó, cuando se pretendió, por
la administración norteamericana, de protagonizar una condena contra Cuba, por
“violación de los derechos humanos”, en los propios salones de Naciones Unidas,
varios días con antelación a que se sometiera a la Asamblea General de la ONU,
la Resolución contra el bloqueo económico comercial y financiero de Estados
Unidos Contra Cuba. Querían crear el ambiente necesario contra Cuba, para las
patrañas que vendrían después.
Con posterioridad a la primera derrota,
ya el gobierno estadounidense tenía también preparada otra patraña. La de una
enmienda, que poco antes de ser sometida a su discusión en ONU, la convirtieron
en ocho, para tratar de presionar por modificaciones al documento cubano y
complicar la votación de la resolución cubana en la Asamblea General.
Tales enmiendas, tenían como objetivo
central, adulterar el carácter condenatorio de la resolución cubana, restándole
su filo político de condena a la política del bloqueo de Estados Unidos, contra
Cuba, por medio de una sarta condenatoria sobre derechos humanos. Logrando,
además, contar con algo de que aferrarse para tratar de legitimar la ya
histórica agresión contra Cuba.
Se quería que tales enmiendas,
sirvieran para confundir y desviar la atención de la comunidad internacional,
del objetivo fundamental y de hacer perder fuerza a la resolución cubana que,
en 26 ocasiones, había sido aprobada por la inmensa mayoría de los países, con
lo que Estados Unidos había sido condenado. En esas enmiendas, se utilizaba la
artimaña de acusar Cuba de “violación de los derechos humanos”.
Con el mayor descaro y sin la más
mínima consideración, el gobierno estadounidense, haría votar en ocho
ocasiones, al pleno de la Asamblea General, ejerciendo, además, abiertas
presiones contra sus miembros y con el propósito de dilatar el proceso y restar
peso y atención al acto de aprobación de la resolución cubana. Lo que ha
resultado ser siempre el momento más importante de la confrontación entre Cuba
y Estados Unidos, en Naciones Unidas.
Un proceso, que, dentro de la Asamblea
General, en las ocasiones anteriores había demorado apenas medio día, fueron en
esta ocasión, necesarios dos días de dos largas sesiones, para la votación de
la resolución cubana. Todo lo cual devendría un castigo para la representación
norteamericana, que vería como paulatinamente, se desmoronaba su invención para
agredir a nuestro país.
Tuvieron que sufrir, por la propia
malsanidad y descaro con que ellos mismos lo habían diseñado, cómo se iba
desbaratando, ante sus ojos, cada enmienda, que eran derrotadas, con más de 60
votos de abstención para cada una y apenas tres votos de aprobación para la
totalidad de las ocho.
Fue posible disfrutar los rostros de la
delegación estadunidense, que se iban tornando cada vez, más grises, asombrados
y asustados, sobre todo el de la representante de Estados Unidos en Naciones
Unidas, Nikki Halley, que observaba aterrada, como su despedida del cargo, de
embajadora ante las Naciones Unidas, se acercaba a la pesadilla, que concluyó,
cuando al votar la resolución cubana contra el bloqueo, esta resultaba aprobada
por 189 votos, con solo dos votos en contra –Estados Unidos e Israel- y ninguna
abstención.
Todo el desprecio, la prepotencia y la
miseria humana, que había caracterizado siempre la actitud de la Embajadora,
ante la comunidad internacional recibiría entonces, el premio merecido.
Despedirse del cargo, con la peor actuación y resultado, que ha tenido un
embajador norteamericano, ante el conclave internacional más importante dentro
de la diplomacia mundial.
Creo, que solo un acto de decencia
diplomática, del que ella nunca hizo uso, frente a la comunidad internacional,
fue lo que impidió, que la inmensa mayoría de los allí presentes, no la
despidieran con una “soberana trompetilla”.
Las caras de asombro, de la
representación norteamericana, eran la viva expresión de la seguridad que
habían sentido, hasta ese momento, por considerarse reconfortados y
triunfantes, ante la maniobra que habían preparado. La prepotencia imperial,
que siempre ha acompañado a la política exterior de Estados Unidos, no les
había permitido concebir lo que allí estaba ocurriendo.
La inmensa mayoría de los países
volvían a condenarlos, dándoles su apoyo a Cuba, por vigésimo séptima vez,
derrotando a Estados Unidos y a la delegación que los representó, en el
plenario de la asamblea general de Naciones Unidas.
Una derrota, como la sufrida ahora por
Estados Unidos, tiende a fortalecer la respuesta que la comunidad internacional
le está dando a Donald Trump, ante la pretensión de situar su política exterior
en el mismo centro de la hegemonía mundial.
No es nada despreciable, lo que habría
beneficiado, a Trump, que Cuba hubiese salido derrotada de esa confrontación,
pues la connotación, que tuvo esa derrota, aunque es solo simbólica, es decir
no vinculante, evidencia que Estados Unidos no cuenta ya con la fuerza, que en
otros tiempos tuvo, para decidirlo todo a su favor. Y su significado es aún
mayor, para los países más pobres y pequeños como Cuba.
Pero del mismo modo, como JF. Kennedy,
sufrió la derrota de Girón, e inmediatamente buscó como desquitarse. Ahora
Trump, por medio de J. Bolton, diseña un golpe para aliviar el impacto de la
derrota.
Y el golpe, parece venir por la vía del
manejo que quieren hacer de la Helms-. Burton, con la compañía de sus aliados
internos contra Cuba. Dígase marco Rubio. Ileana Ross, Bob Menéndez, y otros.
Parece ser que la estrategia ha sido
diseñada sobre la base de los elementos siguientes:
- Pasar
el manejo de la Ley Helms-Burton a la casa Blanca.
- Eliminar
la suspensión semestral del capítulo III de la Ley mencionada.
- Activar
el proceso de reclamaciones de las propiedades estadounidenses en Cuba,
que había quedado detenido, y que incluye a las propiedades de aquellos
que se convirtieron posteriormente en ciudadanos de esa nación.
- Continuar
y agudizar las presiones de las multas a la banca, que intentase facilitar
a Cuba la utilización del dólar.
- Presionar
aún más, para evitar el comercio exterior de Cuba. Así como la llegada de
posibles inversiones, particularmente, de compañías norteamericanas.
- Afectar
al máximo posible la actividad del turismo cubano.
Como buenos “perros hueveros”,
continúan en su intención con el bloqueo, aunque ya en 27 ocasiones, les hayan
quemado el hocico.
Lo cual no consideramos fácil, debido a
las razones siguientes:
- Estados
Unidos, no logra ya, cómo antes, que sus socios europeos, lo sigan en la
política de agresiones contra Cuba. E incluso, existen negociaciones para
establecer mejores relaciones entre Europa y Cuba. Lo que significa que
Europa ha roto las cadenas de la dependencia que la ataban a tener que
replicar la política agresiva de Estados Unidos hacia Cuba.
- Las
brutales presiones comerciales sobre China, están afectando también a los
aliados europeos de Estados Unidos. Que no comparten esta política de
Trump, que comienzan también a afectar la economía norteamericana.
- Países,
como Alemania, no responden como antes lo hubieran hecho, a las presiones
norteamericanas sobre Rusia. Más bien entran en negocio. De lo cual es un
ejemplo el gasoducto.
- Rusia
está fortaleciendo los mecanismos, para profundizar sus relaciones económicas
con Cuba. Considerándolo como un asunto estratégico.
- China
y Rusia continúan incrementando sus relaciones económicas con América
Latina y Cuba, disputándole el histórico traspatio a Estados Unidos y
colaborando en la superación de la crisis económica en Venezuela.
- Estados
Unidos ve cómo crecen internamente los intereses de una mejor relación
económica y política con Cuba.
- Marco
Rubio y el sequito que lo sigue, choca con los obstáculos, de sectores de
negocios, que no solo quieren relacionarse con Cuba, sino que, además, se
sienten preocupados sobre una política de Trump, que afecta los intereses
de Estados Unidos con sus históricos aliados.
- Trump
cuenta con un conjunto de dificultades internas, que le imposibilitan
oponerse a relacionarse con Cuba de manera absoluta.
- La
ultima provocación con los llamados “ataques sónicos”, se viene diluyendo,
dentro de un soberano desprestigio.
No es nada despreciable lo que habría
beneficiado a Trump que Cuba hubiese salido derrotada de esa confrontación,
después de haberla ganado en 26 ocasiones.
Los resultados de las elecciones de
medio término, el 6 de noviembre, puede complicarle el panorama político
interno a Trump, pues, si los demócratas logran controlar el congreso, el
presidente puede verse muy cerca del juicio político. De no ser así, las
presiones sobre Cuba y Venezuela continuaran como hasta ahora y se agudizaran.
Si Trump, logra las
ventajas en las elecciones de medio término, lo cual no es descabellado
pensarlo, se envalentonará en su política y en el 2020, podremos tenerlo cuatro
años más en la presidencia de Estados Unidos.
Trump cuenta con fuerzas para decidir
las cosas a su favor; son esas, la unidad republicana a su alrededor; sectores
muy ricos y poderosos, a los que les conviene su política de reclamar para
Estados Unidos el centro hegemónico de la política mundial. A cualquier costo,
aún el de una guerra mundial.
De todos modos, pase lo que pase,
continuarán existiendo sectores políticos y de negocios, que seguirán
presionando hacia la mejoría de las relaciones con Cuba. Tal y como se puso
claramente de manifiesto con la visita del presidente Díaz Cannel a Nueva York.
Solo que el reto para Cuba, continúa
siendo, hacer crecer su economía y poner en practica todos los ajustes en su
política económica, que le permitan desatar al máximo sus fuerzas productivas.
Por qué no debemos nunca esperar, que
el levantamiento del bloqueo, nos pueda llegar de una actitud política
humanitaria, por parte de cualquier administración norteamericana.