Por John Freddy Gómez, Camila Andrea Galindo
América Prehispánica Por Diego Rivera |
Este
artículo tiene como objetivo evidenciar la relación entre el nuevo régimen de
acumulación periferia-metrópoli, y en concreto la relación entre América Latina
y Estados Unidos en el nuevo sistema imperial de corte financiero y de
señoreaje monetario, haciéndose énfasis en algunos rasgos característicos entre
la crisis de la década perdida y la actual crisis económica derivada del
proceso contractivo metropolitano a partir del año 2014.
...] “vivir
y dejar vivir” es la norma de la sociedad civil. No hay que olvidar que para un
propietario privado es siempre más provechoso el contrincante vivo -convertido
convenientemente en deudor- que el enemigo muerto. (Echeverría, 2013)
1. Introducción
El análisis de los movimientos expansivos y contractivos en la
metrópoli afectan directamente a los países periféricos, por medio de la
emisión de masa monetaria, la inversión extranjera directa -IED-, la
desregulación de los mercados entre otras dinámicas que ejemplifican el
movimiento expansivo que tiene como fin la realización y valorización de
capital ficticio permanente en el tiempo y amplificando por medio del
movimiento contractivo que se basa entre otros por el aumento de la tasa de interés en
los Estados Unidos como fuente de concentración y acumulación del capital
ficticio realizado y valorizado en la periferia acompañado por políticas
proteccionistas de corte acumulativo y procesos altamente austeritarios.
Esta comparación
entre dos momentos expansivos y contractivos del sistema imperialista
financiero nos lleva a identificar el proceso de mantenimiento de un sistema
que vive de procesos de opresión, explotación y despojo que son transversales a
los dos momentos pero que son acrecentados en el movimiento contractivo
generando crisis económicas, que configuran guerras económicas y/o doctrinas de
choque, en la periferia por medio de la manipulación del mercado internacional
por parte de Estados Unidos.
El análisis de los diferentes contextos permitirá identificar los
lazos de sujeción del imperialismo del siglo XXI en Nuestra América y
comprender a groso modo los procesos que identifican todo un ciclo y/u onda
tras la década de los 70 del siglo XX.
2. El nuevo régimen de acumulación, su incidencia en la dinámica periferia-metrópoli y la década perdida en América Latina.
América Latina
actualmente afronta una crisis económica de magnitudes considerables que
rememoran algunas características de las décadas de los 70 y 80 del siglo XX,
época popularizada como la década perdida en América Latina.
La década de los 70 evidenció un aumento exponencial de los
precios del petróleo (precios para el año 2015) pasando de aproximadamente 18
dólares el barril a principio de la década de los 70 a aproximadamente 100
dólares a finales de le misma, es decir un incremento de más del 500% en menos
de 10 años, para luego desplomarse en la década de los 80 y fluctuar en la
franja de 20 a 40 dólares.
Este aumento exponencial del precio del petróleo a principios de la década de los 70 responde a la puesta en marcha de la Nueva Política Económica en Estados Unidos [1] que tenía como base la inconvertibilidad del dólar, el aumento de los aranceles y el apalancamiento de la industria nacional, entre otras dinámicas de corte proteccionista acumulativa. Esta Nueva Política Económica se debió al aumento de la productividad de países como Francia, Alemania y Japón los cuales disputaban el poder hegemónico de los Estados Unidos y a la exigencia de la convertibilidad en oro de las grandes masas de dólares que poseían estos países.
(...) en
agosto de 1971 Nixon promulgo su “nueva política económica”, suspendiendo la
convertibilidad de los dólares en oro e imponiendo un recargo de 10 por ciento
a las importaciones, al tiempo que, no por casualidad, introducía nuevos
estímulos presupuestarios bajo la forma de mayores deducciones fiscales a la
inversión, la derogación del impuesto de apalancamiento de automóviles y camiones
y deducciones en el impuesto sobre la renta” (Brenner, 2013, pág. 349)
“Estados Unidos comprendió en la década de los 70 que la hegemonía productiva no podía seguir siendo sostenida debido a los limites propios del sistema y sus contradicciones intrínsecas”.
Estados Unidos comprendió en la década de los 70 que la hegemonía
productiva no podía seguir siendo sostenida debido a los limites propios del
sistema y sus contradicciones intrínsecas -sobreexplotación y sobreacumulación-
acompasado por la competencia cada vez más cercana de algunos países europeos y
asiáticos que disputaban su poder hegemónico por medio de la competencia
Inter-imperialista, con lo que se produjo un cambio en la esfera de dominación,
donde Estados Unidos trasfirió el control hegemónico desde el poderío
productivo hacia el control del mercado de conjunto por medio del señoreaje
monetario y la financiarización como prorroga de la barrera inmanente propia
del sistema capitalista.
Por otro lado,
la masa en dólares había superado el respaldo en oro pactado en el Acuerdo de
Bretton Woods donde “[...] en 1971 las reservas
estadounidense de oro representaba menos de la cuarta parte de sus deudas
oficiales” (Brenner, 2013, pág. 348), manifestación clara de la emisión de
masa monetaria sin control ni corresponsabilidad con el anclaje material tras
la década de los 60 y 70 del siglo XX.
Esta nueva política económica ocasionó un aumento de la masa
monetaria en el mercado internacional debido a que los países con grandes masas
de dólares los redirigieron al mercado internacional debido a la manifestación
unilateral de los E.E.U.U. de la inconvertibilidad del mismo propiciando el
aumento de los precios de las materias primas, y en particular del petróleo,
arrojando la configuración de los llamados petrodólares y eurodólares en
la década de los 70.
Como manifiesta Celso Furtado sobre la década perdida: “Sin la superabundancia de liquidez
internacional, sin el ansia de los bancos comerciales de sacar provecho de ella
y sin el empeño de los países industrializados importadores de petróleo de
aumentar sus exportaciones, no se habría formado el engranaje infernal que
produjo ese endeudamiento. Las presiones inflacionarias y las acciones
defensivas que produjeron las brutales elevaciones de las tasas de interés en
los Estados Unidos, a finales de la década de 1970, profundizaron el proceso.
Las consecuencias están ahí: países pobres transformados en exportadores de
recursos reales para los ricos, fuerte baja en la tasa de inversión real en las
naciones endeudadas y reducción sustancial de las importaciones de esas mismas
naciones (…)” (1990, pág. 29)
La década
perdida se basó, en un primer momento, a principios y mediados de la década de
los 70, en la exportación de los llamados Petrodólares y Eurodólares hacia
América Latina, estas grandes masas de dólares fueron colocadas en nuestra
región por medio de la deuda pública
y la inversión extranjera directa.
La colocación de
esta gran masa de dólares responde a la necesidad de la realización y
materialización de este capital ficticio que no responde a una realidad
material, sino que se convierte en capital por medio del control hegemónico del
dólar en las transacciones del mercado internacional.
El segundo momento es caracterizado por el desplome internacional
de los precios del petróleo a principios de la década de los 80 que ocasionó
una alta tasa de recesión económica a nivel mundial, dando paso a la reducción
de la demanda de mercancías y arrojando a América Latina a escenarios de
estancamiento económico, devaluación de
las monedas locales con relación al dólar, apreciación de la deuda pública,
altas tasas de inflación,
fuga de capitales, entre otras dinámicas.
Este desplome de
los precios del barril de petróleo y la crisis en América Latina está
claramente ligada con el aumento unilateral de las tasas de interés en Estados
Unidos en el año 1979 política denominada como el Giro Volcker, ocasionando una
transferencia de capital desde las periferias y más concretamente desde América
Latina hacia los Estados Unidos (como se puede observar en la siguiente
gráfica) a causa de una mayor tasa de ganancia propiciada por el sistema
financiero estadounidense y sus altas tasas de interés.
Como se evidencia en la gráfica no. 1 se produjo a partir de la
década de los 80 y hasta principios de los 90 un deterioro de las condiciones
internacionales de intercambio para América Latina conllevando a que algunos
países vivieran devaluaciones catastróficas de hasta tres y cuatro dígitos,
implicando como reflejo el aumento de la deuda pública puesta en dólares en los
mismos porcentajes y ocasionando una profunda crisis fiscal de magnitudes
inimaginables. (Marini R. M., 1990).
“Esta crisis económica en América Latina recrea la realización del capital ficticio originado por la emisión sin control del dólar por parte de Estados Unidos”.
Esta crisis económica en América Latina recrea la realización del
capital ficticio originado por la emisión sin control del dólar por parte de
Estados Unidos y que se convierte en capital en el proceso de inversión y de
compra de deuda pública de los países de América Latina. En estos países es en
donde esta dinámica se ve acrecentada debido al proceso contractivo de la
metrópoli derivado del aumento de la tasa de interés generando una fuga de
capitales desde la periferia hacia la metrópoli propiciando una acumulación por
desposesión debido al deterioro de las condiciones internacionales de
intercambio para Nuestra América.
Este proceso
puede ser visto también como un reajuste espacio-temporal de la crisis de las
metrópolis hacia los países periféricos por medio del control del mercado
internacional y la póstuma exportación de la inflación, ocasionando un tipo de
plusvalía estéril debido a que este capital no genera riqueza social sino que
dinamiza la demanda de una sobreoferta recreada por una alta tasa de
composición orgánica del capital desde la década de los 70, como manifiesta Ruy
Mauro Marini:
“[...] a partir de 1980, Estados Unidos ha
sabido asumir la iniciativa en diversos frentes, en especial mediante la
institucionalización de lo que, desde su inicio, se venía constituyendo en
práctica del gobierno de Reagan: utilizar a la deuda externa de los países
dependientes para forzarlos a contribuir más activamente a la superación de la
crisis en los países industriales y, paralelamente, readecuar sus economías a
los intereses de éstos.” (Marini R., 1990)
Esta crisis
económica y fiscal en América Latina conllevó a la adopción de diferentes
políticas económicas lideradas por la ideología neoliberal y la teoría
neoclásica ortodoxa, que se concretó en las disposiciones del Consenso de
Washington, propiciando: 1) una alta desregulación económica; 2) una
dependencia mucho más alta de la financiarización de la economía; 3) altas
tasas de privatización de sectores económicos estratégicos; 4) reducción del
Estado; 5) desprotección de los derechos laborales; 6) una mayor
reprimarización de las económicas periféricas; y, 7) perdida de conquistas
sociales debido a las privatizaciones, a la reducción del gasto estatal y a su
póstuma mercantilización, entre otras dinámicas totalmente regresivas para las
sociedades de América Latina.
Es por lo
anterior que se hace necesario contrastar las relaciones que llevaron a la
crisis de la década perdida en el periodo 1970-1990 en América Latina y las
dinámicas actuales en nuestra región a partir del periodo 2000-2014, con el fin
de atestiguar si existen dinámicas de fondo que evidencien la eterna dependencia
y subordinación de las económicas periféricas ante las metrópolis económicas,
el papel de la deuda pública y la exportación de las crisis económicas desde
las metrópolis hacia las periferias, dadas por medio de la manipulación del
mercado internacional en el nuevo régimen de acumulación basado en un sistema
imperial de corte financiero.
3. ¿La nueva década perdida en América Latina?: Entre la crisis global y el reajuste espaciotemporal de la crisis.
[...] como
Benjamín decía que un materialista debe contar la historia, la historia
deslumbrante de la modernidad capitalista. de sus progresos y sus liberaciones,
mostraría su lado sombrío. Su narración tendría que tratarla primero como una
historia de opresión, represión y explotación. (Echeverría, 2013)
Son evidentes, en el contexto actual, las condiciones para una
nueva crisis de deuda pública y privada en América Latina – o una nueva década
perdida en América Latina-, que se está configurando aun, en tanto sus
consecuencias ya se perciben tras aproximadamente 4 años de la caída de los
precios de las materias primas y/o Commodities,
en particular de los precios de los hidrocarburos.
Este desplome de
los precios de las commodities incide directamente, puesto que gran parte de
las economías de la región se basan en la dependencia a las exportaciones de
estas mercancías, debido entre otras a: i) la injerencia de las políticas
neoliberales que imponen una ideología de industrialización hacia afuera como
condición de desarrollo (Toussaint, 2014); ii) la vulnerabilidad de los Estados
de la región a la determinación productiva originada por la Inversión
Extranjera Directa; y, iii) la necesidad de divisas internacionales para suplir
las demandas básicas de sus sociedades originando una alta tasa de dependencia,
entre otras dinámicas derivadas de la división internacional del trabajo en la
etapa de la financiarización capitalista (Galindo & Gómez , 2016).
Si bien el síntoma de la crisis económica en América Latina se ha
manifestado a partir la caída de los precios de las Commodities en el año 2014,
no es correcto basar el análisis en los resultados del problema, en cambio se
deben analizar las condiciones estructurantes del régimen de acumulación del
capital, que se articuló desde 1970 como crisis continúa impuesta por la etapa
de la financiarización. [2]
A.
Proceso expansivo del imperialismo financiero y sus consecuencias.
Tras la crisis de
la burbuja “Punto COM” a principios del siglo XXI en Estados Unidos, entre
otros procesos de desaceleración de las economías metropolitanas se pone de
manifiesto la política de “Quantitative Easing”, en español flexibilización
cuantitativa que tiene como fin la ampliación de la masa monetaria como fuente
de apalancamiento de la economía.
“Entre el 2001 y el 2015, los
bancos centrales más poderosos del mundo – el BoJ de Japón (2001, 2013), la Fed de
EE.UU. (2008), el BoE de Inglaterra (2009), y recientemente el ECB de la
Eurozona (2015) – han sido forzados a innovar sus marcos de política por temor
a los fantasmas de la deflación y la recesión. Uno por uno, estos bancos fueron
reduciendo sus tasas de referencia hasta 0% (…) Estos instrumentos se pueden
clasificar en dos grupos: las comunicaciones (forward guidance) y las políticas
de hoja de balance." (Müller, 2015)
Esta emisión de
masa monetaria puede ser evidenciada, en parte, por la emisión de deuda pública
de los países metropolitanos y en particular de Estados Unidos donde en la
siguiente gráfica, evidenciamos como en el año 1981 la deuda pública de Estados
Unidos era aproximadamente 909 billones de dólares, pasando a 5,628 trillones
de dólares en el año 2001 y llegando para el año 2016 a aproximadamente 20
trillones de dólares (anglosajones), atestiguando el aumento exponencial de la
deuda y como esta tiene una mayor inclinación a partir del año 2003 tras la
crisis de los “Punto COM”
Esta dinámica de emisión de masa monetaria será amplificada
durante y tras la crisis de los subprime en el año 2008 como se puede evidenciar
en el siguiente extracto:
“En Estados Unidos, la
auditoría realizada por el Departamento de Contabilidad del Gobierno reveló la
transferencia, en secreto, de 16 billones de dólares por la Reserva Federal
(FED) a bancos y corporaciones, en forma de préstamos con tipos de interés
cercanos a cero, entre diciembre de 2007 y junio de 2010.” (Fattorelli,
2013, págs. 22-23)
Este incremento
de la masa monetaria implementada por Estados Unidos conllevaría a la postre a
un aumento de la inflación, pero debido a la reconfiguración de la economía
internacional tras la Nueva Política Económica y la potestad del señoreaje
monetario, condujo a que la inflación fuera exportada al mercado internacional
generando un incremento de las mercancías de mayor demanda a nivel internacional
-las Commodities-.
Este aumento de
los precios de las Commodities y en particular de los precios del barril de
petróleo implicó el incremento de la reprimarización de las economías
periféricas apalancadas por las fuerzas del mercado internacional, ocasionando
una debilidad endémica ante los reflujos de la economía internacional.
Esta dinámica de
exportación de la inflación implicó el aumento de los precios del barril de
petróleo, como se puede evidenciar en la siguiente gráfica, en la misma franja
de tiempo en que se implementó la política de flexibilización cuantitativa
entre el año 2001 hasta el año 2014 donde este proceso expansivo del nuevo
régimen de acumulación y del sistema imperialista financiero llegó a su fin.
En la gráfica no. 3 podemos evidenciar como el precio del barril
de petróleo Brent pasó de 20 dólares a principio del siglo XXI a llegar a
precios de hasta 140 dólares el barril en el año 2007 y luego de la crisis de
los subprime posicionarse en la franja de los 100 a 120 dólares el barril desde
el año 2010 hasta el 2014 donde se evidencia una desplome dramática tras la
puesta en marcha del proceso contractivo del imperialismo financiero
estadounidense con el fin de la política de la expansión cuantitativa y la
puesta en marcha de una política de corte proteccionista acumulativa por parte
de la administración de Donald Trump.
Por otro lado, la
emisión de masa monetaria en Estados Unidos, como crédito, y la colocación de
estos a tasas de interés cercanas a cero permitió que los grandes oligopolios
percibieran ganancias extraordinarias al colocar esta misma masa de dólares en
mercados periféricos a tasas de interés entre la franja de 4 a 8% aumentando la
deuda pública y privada en los países periféricos, como se puede evidenciar en
la siguiente gráfica.
En la anterior
grafica se atestigua el aumento exponencial que tiene la deuda pública entre el
año 2008 y 2012 que pasó de 19.000 millones de dólares a 114.000 millones de
dólares en el año 2012, un aumento del 500% en menos de 4 años. Esta dinámica
se expresa por la transferencia de capital ficticio desde las metrópolis hacia
los países periféricos y en particular a América Latina bajo la herramienta de
la deuda pública. Este escenario es muy parecido a los créditos emanados
por los Eurodólares y Petrodólares en la década de los 70 y 80 del siglo XX en
la región.
El proceso
expansivo del nuevo régimen de acumulación financiero se caracteriza entre
otras dinámicas, por la puesta en marcha de la política de expansión cuantitativa,
la exportación de la inflación y la colocación de masa monetaria en la
periferia por medio del aumento de la deuda pública y privada originando un
proceso de realización de este capital ficticio en la periferia y en el mercado
internacional que dará paso al proceso contractivo que sirve de concentración,
acumulación de capital ficticio realizado y desde una mirada geopolítica a la
desestabilización de gobiernos progresistas y/o alternativos por medio de la
manipulación del mercado internacional.
B. El proceso contractivo del imperialismo financiero y la crisis de la periferia.
El proceso
contractivo del sistema imperialista de corte financiero y/o nuevo régimen de
acumulación financiero se implementó a principios del año 2014, con el fin de
las políticas de Flexibilización cuantitativa, el aumento de las tasas de
interés por parte de la FED -Reserva Federal de Estados Unidos- y la puesta en
marcha de políticas proteccionistas con el fin de generar un deterioro de las
condiciones de intercambio internacional para los países periféricos y
dependientes a los altos precios de las materias primas.
Esta dinámica propicia entre otras, el desplome de los precios de
las Commodities y en particular de los precios de los hidrocarburos, bajas tasa
de Inversión Extranjera Directa anudado a altas tasa de fuga de capitales desde
la periferia hacia la metrópoli, altas tasas de devaluación de las monedas de
los países periféricos con relación al dólar generando un aumento de reflejo de
la deuda pública y un aumento de la necesidad de financiamiento de parte del
Estado que vendrá a engrosar la emisión de deuda.
En el año 2014 la Reserva Federal de Estados Unidos manifestó el
fin de la política de Flexibilización Cuantitativa que había desarrollado desde
principios del siglo XXI y que había sido amplificada a partir de la crisis del
año 2008 como se puede evidenciar en el siguiente extracto: “El QE que llevó a
cabo la FED se dividió en tres fases iniciando en noviembre de 2008 y terminado
totalmente en octubre de 2014, caracterizado por la compra de bonos
del tesoro y Mortgage Backed Securities (MBS)
que son titularizaciones hipotecarias” (Gandini, 2017)
Esta nueva
política de la FED de poner fin a la emisión de masa monetaria anudada con el
aumento de la tasa de interés conllevo a la fuga de capitales desde las
periferias hacia las metrópolis e incidió, entre otras dinámicas, en el
desplome de los precios de las Commodities como se puede evidenciar en la
siguiente gráfica.
En la
anterior grafica se evidencia el desplome de los precios en dólares de los
productos agrícolas, de los metales y en particular el desplome de los precios
de la energía que contiene los hidrocarburos a mediados del año 2014
coincidiendo con el fin de la política de flexibilización cuantitativa y la
puesta en marcha del aumento de las tasas de interés por parte de la Fed que
conllevara a un deterioro de las cuentas corrientes de los países periféricos
como se puede evidenciar en el siguiente tabla:
En la anterior tabla podemos observar el deterioro de la cuenta
corriente de algunos países de América Latina entre el año 2012 y 2018, lo que
atestigua el deterioro de las condiciones internacionales de intercambio,
ocasionando la puesta en marcha del aumento de la deuda pública y privada en la
región como fuente de contención de las crisis fiscales que origino el proceso
contractivo desde los Estados Unidos y su incidencia en el nuevo régimen de
acumulación, como se evidencia en el siguiente extracto.
“Las economías latinoamericanas
atraviesan una etapa compleja en términos económicos. Uno de los principales
problemas de la región es, nuevamente, la dificultad para cerrar las cuentas
externas. El balance de pagos de América Latina enciende las luces de alarma en
cualquier análisis estructural (…) El rojo fue en 2017 de 81 mil millones de
dólares.” (Kucher, 2018)
Este deterioro de las condiciones de intercambio internacional a
partir de mediados del año 2014 se puede evidenciar en la balanza
comercial y en la balanza
de pagos en los últimos años en América
Latina, conllevado esto a un aumento dramático de la emisión de deuda pública y
privada como fuente de manutención del sistema como se puede evidenciar en la
siguiente gráfica.
En la anterior
grafica podemos observar como la deuda externa en millones de dólares entre
2014 y 2018 en América Latina aumenta hasta un 18% en proporciones del PIB. Un índice dramático si se tiene en
cuenta que este solo manifiesta el crecimiento neto de la deuda en dólares y no
su incremento de precio derivado de la depreciación de
las monedas periféricas con relación al dólar.
Este deterioro de las economías periféricas se debe al aumento de
las tasas de interés en los Estados Unidos que viene a ser el detonante de la
reubicación de los capitales en busca de rentabilidad, debido a estas dinámicas
contractivas los capitales migran desde los países periféricos y en particular
desde América Latina hacia las metrópolis por medio de la rentabilidad que
asegura una tasa de interés cada vez mayor velada por la Reserva Federal de los
Estados Unidos.
Aunque la tasa de interés en Estados Unidos se encuentra en rangos todavía bajos de 2 y 2,25% se observan grandes flujos de capital que emigran desde las periferias hacia las metrópolis, debido a la caída de los precios de las Commodities y a los rumores cada vez más concretos de un aumento de la tasa de interés más rápido en el futuro cercano.
Aunque los
precios de las commodities y en particular el precio de los hidrocarburos ha
aumentado en los últimos dos años 2017 y 2018 esto no equivale a una
reconfiguración del escenario económico y del proceso contractivo del régimen
de acumulación financiero, sino que se debe a los grandes deterioros de las
economías periféricas y en particular de los gobiernos progresistas que fueron
golpeados de mayor manera por el proceso contractivo anudado a las sanciones de
Estados Unidos, las sanciones a países productores de petróleo como el caso de
Irán y la reducción transitoria de la oferta por parte de Estados Unidos tras
los desastres naturales de las regiones productoras de hidrocarburos.
Esta
dinámica se complejiza debido el aumento de los precios al consumidor en los
países periféricos y en particular en América Latina. Por ejemplo, el paso del
indicador del precio al consumidor de +4% en 2007 a +36% aproximadamente en el
año 2015 en América del Sur y el caso más dramático Venezuela que pasa de un
+2% en 2007 a un +65 aproximadamente en el año 2015, como se puede evidenciar
en la siguiente gráfica, y el cual ha seguido en un aumento exponencial y
dramático debido a las dinámicas de contracción del nuevo régimen de
acumulación.
Este contexto en los países periféricos evidencia una latente
preocupación por la tasa de cambio con relación al dólar, los desequilibrios en
las balanzas de pagos y la fuga de capitales que ha desembocado en aumentos de
las tasas de interés que por ejemplo ha llevado a la Argentina a tasas de
interés de más del 60% a mediados del año 2018 como fuente de retención de
capital como se puede cotejar en el siguiente extracto.
“Argentina sube la tasa de
interés al 60%, la más alta del mundo y que casi triplica la de Venezuela (…)
Argentina ya contaba con la tasa de interés más alta del mundo después de que
se decidiera aumentar esa referencia al 40% en mayo pasado.” (BBC News
Mundo, 2018)
Pero no solo
Argentina vive un aumento de las tasas de interés, también Colombia, Ecuador y
México han manifestado su iniciativa en el aumento de la tasa de interés, esto
como reflejo de los aumentos de las tasas de interés por parte de la Reserva
Federal de los Estados Unidos, que se piensan recrudecer en el devenir cercano.
Esta dinámica de conjunto tiene incidencias directas en los
regímenes de América Latina, manifestando una estrategia de intervención
geopolítica y geoeconómica desde las metrópolis hacia los países periféricos y
en mayor medida a los países denominados progresistas que serán los más
afectados por dichas dinámicas de manipulación internacional del mercado. [3]
El deterioro de
los términos de intercambio y la fuga de capitales, generan y es parte
fundamental de la devaluación de las monedas periféricas con respecto al Dólar,
infligiendo una gran carga a las importaciones de carácter esencial y básica
como son alimentos y medicinas, debido pues a que a una menor masa de dólares
en el mercado local de los países periféricos incide directamente en la
revaluación de esta y por ende en la devaluación de las monedas locales.
Este proceso ha acarreado tasas de devaluación que van desde los
30 a 40% de las monedas periféricas hasta niveles de tres y cuatro cifras como
es el caso de Argentina y de Venezuela. Como se evidencia en el siguiente
extracto en tan solo un mes se vivieron devaluaciones de hasta dos dígitos en
algunos países de América Latina.
“En la región se puede
observar, por ejemplo, cómo entre el 20 de abril y el 20 de mayo países como
Argentina, Brasil, Colombia y Chile sufrieron devaluaciones del orden del
20,6%, 9,3%, 6,4% y 5,9%, respectivamente”. (Wahren, Devaluaciones en
América Latina: ¿un problema local o externo?, 2018)
Esta dinámica
tiene por lo menos dos estrategias de acumulación: por un lado, el aumento del
precio de sus exportaciones, y por el otro lado, el aumento de la rentabilidad
y masa de la deuda pública debido a la devaluación de las monedas de América
Latina, como se puede evidenciar en el siguiente gráfico.
Es dramática la situación de la deuda pública a nivel mundial y
claro está en América Latina si tenemos en cuenta que los índices de devaluación
son correlativos al aumento del precio de la deuda pública y privada puesta en
dólares que para el año 2018 para los países de América Latina se encuentran en
la franja de 40 a 70%.
Este proceso conlleva a graves crisis económicas en los países
periféricos lo que ha generado diferentes reformas fiscales, políticas de ajuste
estructural y manifestación de guerras de
corte económico, donde se amplifica la concentración y acumulación de capital
ficticio realizado en el proceso expansivo.
Este breve
recorrido atestigua como existe un círculo vicioso de expansión y contracción
del capital como fuente de valorización del capital ficticio por medio de las
crisis implementadas por la manipulación del marcado internacional similares al
caso de la década perdida y el contexto que vive hoy por hoy América Latina,
por medio del nuevo régimen de acumulación financiero y en concreto del nuevo
sistema imperialista de E.E.U.U.
En tanto en el
campo geoestratégico se impone una crisis fiscal a los países periféricos y en
particular a los Estados de América Latina, ocasionando crisis en los gobiernos
y particularmente en los regímenes progresistas los cuales se encuentran en su
mapa de intervención, implantando por medio de la violencia estructural y
socioeconómica nuevos gobiernos totalmente serviles y de corte totalmente
austeritario como es caso de Argentina con Mauricio Macri, de Brasil con Michel
Temer y Jair Bolsonaro, y Ecuador con Lenin Moreno, entre otros.
Este proceso contractivo aumentará con el recorrido del tiempo y
conllevará graves consecuencias en términos de justicia social, igualdad y
dignidad de nuestros pueblos, tan solo la construcción de poderes alternativos
y de izquierda que se piensen la integración comercial horizontal y solidaria
en los países periféricos y en particular en Nuestra América permitirá romper
el ciclo del nuevo régimen de acumulación.
Como plantearía
Walter Benjamín, aunque el nuevo contexto nos arroje a la desilusión de la
razón en nuestros países existe el optimismo de la voluntad de construir un
mundo más humano basado en el valor de uso y no en el de cambio como fin de una
sociedad más justa.
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Notas
[1] Para más información sobre el nuevo régimen de
acumulación desde la década de los 70 y de corte imperial de Estados Unidos
remitirse a (Brenner, 2013) y (Harvey, 2004)
[2] Para mayor acercamiento a las dinámicas y rasgos
específicos de la financiarización remitirse a François Chesnais y Michel
Husson
[3] Para una mayor documentación revisar (Galindo &
Gómez, La caída de los precios del petróleo, la devaluación del peso y el
aumento de la deuda pública, 2014
Investigador del “Grupo de
Estudio Economía Digna" en la Universidad Nacional de Colombia,
Integrante de la Plataforma Ciudadana por la Auditoria de la Deuda Pública en
Colombia “En Deuda con los Derechos