Por Alfredo Moreno
En 1968
Odisea del espacio, Stanley Kubrick; la supercomputadora HAL 9000
(Heuristically Programmed Algorithmic) guía a un equipo de tres astronautas en
un viaje en el que buscan descubrir los orígenes de la humanidad.
La convergencia
del mundo físico y el mundo digital configura un ecosistema cuya dinámica
redefine el modelo de desarrollo económico, social condicionando lo cultural y
político. Así, la ciencia ficción se ha convertido en la ciencia mercado, donde
Kubrick por suerte, queda en la referencia de la imaginación, ahora hecha
realidad. Desarrollos tecnológicos para innovadores modelos de negocios como la
Internet de las cosas, las cadenas de bloques y la inteligencia artificial,
irrumpen con su potencial transformador sostenido por los dueños de Internet.
En el 2018 tenemos
disponibles en el mercado los principales asistentes digitales guiados por voz,
lo que supone será un nuevo paso en la relación entre el ser humano y los
dispositivos digitales. En 30 años hemos pasado de utilizar pantallas en blanco
y negro a hablar con nuestro aparato electrónico utilizando el lenguaje
natural. Un paso adelante a través del cual podemos no sólo manejar nuestros
electrodomésticos, sino también comprar productos, reservar entradas, escuchar
noticias o comunicarnos con nuestros contactos. En 40 años se hace realidad la
película de Kubrick, la vida Cybor…
La carrera por el
dominio del hogar de los ciudadanos es la última frontera de los dueños de
internet, los cinco grandes: Alphabet (Google), Amazon, Facebook, Apple y
Microsoft los GAFAM.
Estas
corporaciones dominan de largo la nueva economía digital, y pronto dominarán la
economía en general y nuestras vidas. Si sumamos a Netflix a la ecuación, entre
estas seis compañías han acumulado casi el 40 por ciento del crecimiento del
índice S&P 500 de la bolsa de Nueva York.
Amazon mantiene
el 40 por ciento de todo el comercio electrónico en Estados Unidos. Google
domina el mercado de los buscadores online, con el 92 por ciento del total de
búsquedas a nivel mundial. Si atendemos a la publicidad online, sólo dos
firmas, Google y Facebook se reparten más de la mitad de los ingresos generados
por este tipo de publicidad en Estados Unidos, además de venderte sus productos
del sector de la ciencia de los datos, la producción algorítmica del conocimiento
para obtener ganancias siderales y oportunas.
El proceso de
concentración de la economía digital en grandes gigantes tecnológicos es una de
las consecuencias de la estructura de mercado conceptualmente darwiniano. En
ausencia de regulaciones por parte de los Estados, los mercados digitales
tienden a concentrarse en las firmas más productivas, en un proceso en el que
el ganador se queda con todo.
Si una nueva
compañía de startups (emprendedor modelo Silicon Valley) despunta en el uso de
una nueva tecnología o producto de software, es bastante probable que termine
recibiendo una oferta, de la cual no podrán negarse por estar en su ADN, y
terminaran siendo comprada por alguna de los grandes jugadores de la era
digital. La concentración es a través de compras millonarias e integraciones en
el ecosistema digital. Así, Google compró Youtube en 2006 por un valor de 1300
millones de dólares, y Facebook compró Whatsapp por 22.000 millones en 2014.
La mayoría de las
firmas destinan además sus propios fondos de capital de riesgo para invertir en
proyectos prometedores desde los momentos iniciales, participan de los procesos
de incubación de startups.
Las consecuencias
de este proceso se potencian a través de sus propios modelos de negocio, en la
búsqueda de ecosistemas cerrados en los que cada una de las firmas ofrece un
entorno completo para el consumidor, de manera que comprometerse con una marca
es hacerlo con todos los servicios que esa compañía proporciona. La integración
entre ellos es tal que una vez que alguien está trabajando en un entorno de una
de las firmas, el costo de moverse a otro de los entornos (pasar de Apple IOS a
Android, o de Microsoft a Mac OS Leopard) es tan tal alto que más que fidelizar
a los ciudadanos consumidores, los capturan exclusivamente.
Las barreras de
salida son lo suficientemente altas como para que sea muy difícil que un
consumidor ¿ciudadano? decida cambiar de sistema. El tratamiento de la voz
natural es un paso en esa dirección: en la medida en que nuestro asistente
virtual vaya aprendiendo de nosotros, será más difícil cambiar al de la
competencia. ¿Llegará el momento que le preguntemos al asistente HAL XYX sobre
qué acción tomar o qué alternativa elegir? ¿O que candidato votar?
Las consecuencias
de este proceso son controvertidas de características anti democráticas. En
particular en lo económico se muestra que un contexto de competencia limitada
por concentraciones oligopólicas o monopólicas, no puede fomentar la
innovación. El poder de mercado que han alcanzado las GAFAM en la economía
digital pueden suponer una amenaza a corto plazo para las libertades
ciudadanas, los derechos laborales y la diversidad de voces en la producción y
distribución de la información.
Si bien las GAFAM
se están enfrentando a numerosas sanciones por parte de la Comisión Europea,
que ve numerosas posiciones de abuso de mercado que pueden falsear la
competencia y dañar al consumidor final, solo afecta una pequeña parte de sus
siderales ganancias. La pregunta es sí no debería trasladarse la sanción
económica a sanción política mediante regulaciones que vayan en sentido
contrario a la concentración y la falta de libertad comercial.
Las consecuencias
sociales de esta concentración comienzan a estar visibles, en la medida en que
un gran poder económico se condensa en unas pocas firmas, la desigualdad social
se incrementa. Para luchar contra la desigualdad, son preferibles mercados
competitivos donde las empresas mantienen posiciones de mercado menos
prominentes. Los monopolios no son buenos para la igualdad, y los grandes
monopolios, todavía menos. En otro momento del capitalismo, las GAFAM hubieran
sido objeto de acciones antimonopolio; desde la segregación obligada de
actividades, a la nacionalización total o parcial. No vivimos en esos tiempos,
por lo que la regulación de sus actividades, el fomento de la competencia y la
protección de ciudadanos (usuarios) y clientes se ha convertido en el
instrumento que los poderes públicos tienen para limitar la irresistible
expansión del liberalismo digital como lo afirma Éric Sadim en su libro La
Silicolonización del mundo.
Democracia de plataformas digitales de baja Ciudadanía
Facebook y Cambridge
Analytica pusieron de manifiesto el uso de nuestros datos para la manipulación
de la opinión del público que navega en la red.
El CEO de
Cambridge Analytica Alexander Nix, reconoce ante la comisión del parlamento
inglés que investiga la seguridad digital “Sí, realizamos trabajos en
Argentina”. El presidente de esta comisión, el conservador Damian Collins,
aseguró que en una nota de los informes reservados que posee el comité se
menciona que SCL, la compañía matriz de Cambridge Analytica, diseñó “una campaña
anti kirchnerista para ofrecerle a un partido de la oposición o a alguien
interesado en cambiar el gobierno”.
Los riesgos sobre
el consumo de información son alertados por Cathy O´Neil. Doctora en
Matemáticas por la Universidad de Harvard que alerta sobre los algoritmos que
están detrás de nuestro consumo informativo; “Muchas personas acceden a las
noticias a través de redes sociales. En primer lugar, el tipo de publicidad que
hay en esas plataformas. La publicidad de las redes sociales, distribuida a
través de un algoritmo, está hipersegmentada y se envía a partir de todos los
datos que la empresa tiene sobre cada persona.
Las tecnológicas,
que registran nuestros patrones de navegación digital, saben todo sobre
nosotros y nos ofrecen publicidad que apela a nuestras emociones. El algoritmo
de Facebook, por otro lado, decide qué noticias nos muestra y en qué orden. Nos
ofrece información que sabe que nos va a gustar y sobre la que haremos clic.
Este fenómeno se conoce como “cámara de eco” y hace referencia a que las
tecnológicas nos ofrecen la información que refuerza nuestras creencias. Los
algoritmos sobre los que alerto son modelos matemáticos que cumplen tres
requisitos. En primer lugar, son modelos incontestables. Les otorgamos el poder
mágico de solucionar de manera justa cualquier problema que tenemos, desde
encontrar la persona adecuada para un lugar de trabajo hasta ordenar la
información que recibimos a través de las redes sociales. Segundo, son
secretos. Desconocemos sobre qué reglas han sido construidos y a menudo no
somos conscientes de que nos estamos sometiendo a su juicio. La transparencia
importa, pero en estos casos siempre hay un “secreto industrial” que impide
conocer el origen y la existencia de estos algoritmos. Tercero, son modelos
injustos. Bajo ese secretismo los algoritmos suelen operar contra los intereses
de las personas. Estas tres características hacen que los algoritmos no
solucionen los problemas que tenemos, sino que los hagan peores” afirma en su
libro Armas de destrucción matemática (ADM).
Cada vez es más
habitual que los trabajadores tengan horarios irregulares como resultado de la
economía de datos para la optimización del tiempo de trabajo a favor del
“modelo de negocio”. Con salarios bajos y condiciones de extrema
flexibilización, empresas como Starbucks, McDonald’s o mediante plataformas
digitales como Pedidos Ya o Glovo aplican algoritmos de economía de datos. El
big data permite conocer los días de más actividad de un comercio e incluso las
horas de mayor afluencia de clientes, y el análisis de datos se pone al
servicio de la máxima optimización de la empresa al mismo tiempo que descuida
la salud y la conciliación del trabajador que conoce los turnos a cumplir casi
sin previo aviso.
El nuevo verbo
inventado por las cooperaciones es “clopening” (close cerrar, open abrir) es lo
que hace un empleado que trabaja hasta el cierre por la noche en un comercio y
vuelve unas horas más tarde, antes del amanecer, para abrir. Es crucial
entender que, bajo la apariencia de neutralidad de los algoritmos, hay
decisiones políticas que perpetúan y aumentan las desigualdades sociales. La
integración operacional de Datos + Algoritmos + Política define el alcance de
los derechos ciudadanos en relación a las políticas públicas que promueven el
acceso a derechos democráticos o ser funcionales a las necesidades del mercado
y de las cooperaciones.
¿Podremos ser
capaces de soñar y pensar por fuera de modelo Silicon Valley? Un modelo similar
a las cadenas de comida rápida, las casas de apuestas o los casinos: crean y
manufacturan una adicción que luego tiene unas consecuencias. En el caso de las
tecnológicas, la distracción y su consumo pasivo.
En 2001 Odisea
del espacio, cuando HAL es completamente desconectado, es decir,
cuando muere, la nave reproduce automáticamente el vídeo donde se informa a los
astronautas del verdadero objetivo de su viaje. Dave Bowman descubre que sus
difuntos compañeros astronautas y él mismo son víctimas de una misma mentira.
Solo HAL conocía el objetivo de la misión. Estaba en su ADN en su Algoritmo.
El ser humano no
puede crear nada mejor que él mismo y la política es su mejor herramienta para
organizar la vida y regular el mercado de plataformas digitales globales y sus
algoritmos.
Alfredo Moreno
Computador Científico. Delegado FOETRA ARSAT. Profesor TICs UNM