Cifra de muertos sube a 31
por David Brown
Incendio en Hill, sur de California |
El número de muertos por los incendios
forestales que arrasaron el norte y el sur de California aumentó a 31. Miles de
casas y estructuras fueron destruidas, y cientos de miles de personas se vieron
obligadas a huir del infierno que se extendía.
El incendio más destructivo
se encuentra en el norte, bautizado “Camp Fire”, el cual comenzó bajo las
líneas eléctricas de Poe Dam en el condado de Butte. Alimentado por los fuertes
vientos y el clima seco, el incendio rápidamente envolvió a las comunidades
cercanas de Pulga y Concow, antes de llegar a Paradise, una ciudad de 26.000
habitantes, poco después de que los estudiantes comenzaran su día escolar. La
ciudad entera se vio obligada a una evacuación en pánico y desprevenida. Para
el viernes por la mañana, Paradise había quedado borrado del mapa.
Se han publicado fotos y videos
desgarradores en las redes sociales de huidas en autos mientras las paredes de
llamas los acechan por todos lados. Otros tuvieron que abandonar sus autos e
intentar escapar de las llamas a pie. Algunos simplemente no lo lograron.
Es el incendio forestal más
letal en la historia del estado, teniendo un mayor número de víctimas mortales
que el incendio de Griffith Park en Los Ángeles en 1933. Al menos doscientos
más están desaparecidos.
El Camp Fire es también el
más destructivo de la historia del estado. Al menos 6.453 casas han sido
destruidas, junto con el hospital y la casa de retiro de Paradise. Se espera
que tanto la destrucción como el número de muertos aumente a medida que el fuego
siga ardiendo y los oficiales comiencen a revisar las ruinas.
El Camp Fire inició el mismo
día que los incendios de Hill y Woolsey en el sur de California, que en
conjunto han obligado a evacuar a más de 260.000 personas. Dos muertes han sido
atribuidas a los incendios en el sur.
El presidente Donald Trump
respondió a los incendios amenazando con cortar el financiamiento federal.
"Cada año se dan miles de millones de dólares, con tantas vidas perdidas,
todo debido a la mala gestión forestal", declaró en un tuit el sábado.
"¡Remédienlo ahora o no habrá más pagos federales!".
De hecho, la destrucción ha
vuelto a exponer la indiferencia criminal y la negligencia de la clase
dominante y de sus dos partidos políticos, el demócrata y el republicano. La
infraestructura social, incluidos los departamentos de bomberos, se han visto
privados de fondos durante décadas, mientras se han encauzado billones de
dólares a las cuentas bancarias de los ricos.
California ha sido afectada
por una serie de incendios devastadores en los últimos años. La catástrofe que
se desarrolla sigue al enorme incendio en el complejo Mendocino que arrasó con
460.000 acres en julio (el más grande en la historia del estado), el Thomas
Fire de 280.000 acres en diciembre de 2017 (el segundo más grande) y el
incendio de Tubbs en octubre de 2017, que destruyó 5.636 edificios (en segundo
lugar solamente después del Camp Fire).
Los niveles de muerte y
destrucción de la temporada de incendios de California se parecen cada vez más
al impacto de los huracanes en la costa este, donde los huracanes Florence y
Michael mataron a docenas este año y el huracán María mató a miles en Puerto
Rico en 2017.
Cada desastre
"natural" sigue un patrón común. Los científicos e ingenieros emiten
repetidas advertencias de que la infraestructura está en descomposición, la
expansión peligrosa de las ciudades y el calentamiento global amenazan con
ocasionar desastres. El Gobierno no lleva a cabo ninguna de sus
recomendaciones. Luego, después de la inevitable catástrofe, los funcionarios
organizan esfuerzos de ayuda sumamente inadecuados, los medios de comunicación
abandonan la historia y miles de personas se las tienen que arreglar solos.
El impacto de cada uno de estos
desastres es producto de las condiciones sociales. Los departamentos de
bomberos se han quedado sin recursos, y las compañías eléctricas no han tomado
las precauciones básicas de seguridad.
Dos días antes de que
iniciaran los incendios recientes, el Departamento Forestal y de Prevención de
Incendios de California (Cal Fire) emitió advertencias de Bandera Roja para que
23 millones de personas en todo el estado, indicando que se encontraban en
áreas donde las condiciones eran propicias para que los incendios crezcan
rápidamente. Se esperaban vientos de 30 a 50 kilómetros por hora con ráfagas de
hasta 80 kph.
La Compañía de Gas y
Electricidad del Pacífico (PG&E, por sus siglas en inglés) les dijo
repetidamente a los residentes del condado de Butte que iban a cortar de manera
preventiva la electricidad para evitar que las líneas eléctricas caídas por los
fuertes vientos generaran un incendio, pero finalmente decidieron no hacerlo.
Cuando los bomberos
respondieron inicialmente al Camp Fire el jueves por la mañana, fueron
confrontados inmediatamente por las líneas eléctricas caídas de PG&E. Cal
Fire investigará si fueron la causa.
El primer bombero en la
escena a las 6:43 a.m. reconoció el peligro y ordenó la evacuación de la
comunidad cercana de Pulga. En menos de tres horas, el fuego se había
desplazado 16 kilómetros hacia la ciudad de Paradise. El alguacil del condado
comenzó a ordenar evacuaciones, pero no se emitió ninguna alerta de emergencia
inalámbrica a los teléfonos celulares en el área. Muchos residentes solo
descubrieron el peligro extremo cuando el fuego ya estaba sobre ellos.
Esta fue una repetición casi
exacta del incendio de Tubbs el año pasado que atravesó el área de clase
trabajadora de Santa Rosa y mató a 22 personas. Esa vez, el fuego se desató por
la noche con vientos fuertes, y los bomberos respondieron a 10 informes
diferentes de líneas eléctricas caídas. En solo tres horas, el incendio de
Tubbs viajó 20 kilómetros hasta el borde de Santa Rosa, y solo hasta entonces
fueron evacuados los residentes sistemáticamente, demasiado tarde.
Cal Fire aún no ha determinado la causa
precisa del Camp Fire o de Tubbs. Sin embargo, en un informe de junio,
encontraron que la infraestructura de PG&E provocó 16 incendios forestales
el año pasado, y que, en 11 de esos casos, la compañía había violado los
códigos estatales de prevención de incendios.
Lejos de responsabilizar a la
compañía, el gobernador demócrata Jerry Brown firmó la ley SB 901 en
septiembre, una nueva medida que limitaría los daños potenciales atribuidos a
las empresas de servicios públicos. PG&E es potencialmente responsable por
$15 mil millones de daños que los incendios causaron, pero los reguladores
ahora pueden reducir los daños calculados cuando el clima exacerba el desastre.
Además, permite a los reguladores estatales a tomar en cuenta el "estado
financiero" de la compañía y limitar los costos para los accionistas al
permitir que las empresas de servicios públicos aumenten las tarifas al
público.
El proyecto de ley también
asignó $1 mil millones durante cinco años a Cal Fire para la prevención de
incendios. En comparación, la ganancia operativa de PG&E en 2017 fue de $3
mil millones.
Se requieren medidas de emergencia para
abordar las consecuencias de desastres como los incendios de California y
evitar catástrofes similares en el futuro. Las viviendas deben ser construidas
con materiales resistentes al fuego. Las ciudades necesitan perímetros donde
exista una separación sin vegetación y otros obstáculos para incendios, y
quemas controladas que evitan que se acumule combustible. En caso de lo
imprevisto, la tecnología moderna debe aprovecharse para llevar a cabo
evacuaciones rápidas, y los afectados necesitan los recursos para reconstruir
sus vidas lo mejor que puedan.
Cada catástrofe de este tipo
plantea la necesidad de una movilización masiva de recursos sociales basada en
una planificación científica para atender las necesidades sociales. Sin
embargo, la barrera fundamental para tomar incluso las medidas mínimas es el
sistema capitalista, que subordina toda la vida social y económica al afán de
lucro de la élite corporativa y financiera.