Por Jesús Alberto Rondón
A
pesar de vivir en el interior del país, durante muchos años he procurado
coincidir con la realización de la Feria Internacional del Libro de Venezuela
(Filven), que anualmente se realiza en la capital del país. Esta vez pude hacer
dos recorridos y medio por las exposiciones las distintas editoriales y a pesar
de contar con el programa, no pude participar en algunas conferencias,
presentaciones teatrales o bautizo de libros que se presentaban atractivas o
interesantes.
En
medio de la crisis económica que vivimos y en la cual no abundaremos, se
celebró nuevamente la Feria y el país invitado fue Turquía (¿Podía ser otro?).
Y he aquí la principal luz. La continuidad de este encuentro entre pueblo y la
dinámica cultural y literaria nacional específicamente. El espacio seleccionado
fue el casco histórico de la Caracas, que permitió más acceso al público, ya
que, siendo un lugar de alto tránsito, prácticamente la gente se encontraba con
la Filven por varios lados. Hacerlo en el corazón de la ciudad permitió integrar
la realización de las actividades del programa en edificios icónicos de la
ciudad, lo que en otras oportunidades no era posible, pues se concebía el
evento en una isla (Como en el Teatro Teresa Carreño o en el Parque Los
Caobos).
Pude
observar este año una disminución de la oferta literaria en cuanto a nuevos
títulos, supongo que el Ministerio del Poder Popular para la Cultura podrá
aportar en algún momento cifras al respecto; predominaron los "stand"
de las instituciones muchos de ellos solitarios y sin mucha novedad, igualmente
creo que hubo ausencias notables de editoriales de referencia como Siglo XXI y
Fondo de Cultura Económica, entre otras. Por otro lado, se hizo presente una
gran cantidad de libreros que expusieron ejemplares de segunda mano.
Mientras
camine vi las etiquetas de los precios de los libros donde se presentaban,
ahora expresados en bolívares soberanos; y pregunte donde me interesaba algo o
surgía la curiosidad. En general precios en mi criterio no fueron accesibles al
público que como yo tiene un ingreso cercano al salario minino o cuyo pago
semanal no supera los mil bolívares. He aquí la sombra en la Filven. Solo la
exposición de la Librería del Sur tenia los precios más accesibles y en parte
de lo ofertado. En el resto lo libros nuevos superaban los quinientos
bolívares, incluso me encontré libros usados hasta en mil quinientos soberanos,
¡todo un escándalo! Así que la especulación también llego a la Filven.
Al
final de los recorridos, saque mis cuentas (que no eran muchas), retorné y compré
algunos libros, sobre todo aquellos que venían con un pequeño sello que decía
"Impreso en tiempos de guerra económica".