Un centenar de
centroamericanos de la caravana migrante, según los cálculos de la prensa local
y de varios testigos, ha intentado saltar este domingo la valla fronteriza que
separa a México de Estados Unidos a la altura de Tijuana. Después de una marcha
convocada por los migrantes, que permanecen instalados en albergues desde hace
dos semanas en la ciudad fronteriza, un grupo importante de ellos —incluidos
mujeres y niños— se separó de la multitud, y, en medio de empujones, logró
sortear a la policía local y acercarse al muro.
La patrulla
fronteriza estadounidense repelió al grupo desde el otro lado con gases
lacrimógenos y balas de goma, según ha explicado un testigo a este periódico.
Sin embargo, los agentes no pudieron evitar que un puñado de ellos se colara.
Su aventura duró poco porque fueron posteriormente atrapados. Estados Unidos
ordenó el cierre de la garita más transitada de la frontera, San Ysidro, por
donde cada día cruzan más de 70.000 vehículos. Tras cuatro horas, fue
reabierta. Los otros pasos fronterizos de la zona, Otay y Tecate, permanecieron
este domingo abiertos.
El secretario
de Gobernación (Interior) mexicano, Alfonso Navarrete, ha manifestado
que “algunos grupos trataron de manera violenta e intempestiva de ingresar por
diversos medios y lugares a territorio estadounidense”. Y ha añadido que
“se va a actuar y a proceder con la deportación” de quienes sean
identificados como violentos. “Estas personas, lejos de ayudar a la caravana,
la afectan”, remató. Fuentes de Gobernación han señalado a este diario que, por
el momento, no existe una cifra de posibles deportaciones ni de detenidos. La
alcaldía de Tijuana ha señalado por su parte que la Policía Municipal mantiene
retenidas a unas 39 personas.
Uno de los
migrantes, Brian Okely Núñez, hondureño, ha contado a EL PAÍS lo que sucedió
después de que intentaran replegarse y ha señalado que un grupo había sido
detenido: “Nosotros ya íbamos para el albergue y ellos nos acorralaron y
corrimos, pero unos policías que nos dijeron que íbamos al albergue nos
trajeron a la Policía Municipal para encerrarnos”.
En la mañana de
este domingo, cientos de migrantes participaban en la manifestación que se
inició alrededor de las 9.30 (hora local) desde el albergue Benito Juárez, en
el que conviven unos 5.000 centroamericanos de las diferentes caravanas que han
estado llegando en las últimas semanas. En la marcha, los migrantes
improvisaron pancartas con mantas, en las que dibujaron las banderas de México,
Honduras y Estados Unidos, otros escribieron lemas como: “Todos somos
hermanos”, “Gracias, México, por albergar a nuestros hijos”, “Trump, no somos
tus enemigos”.
En un momento
de la protesta, un grupo de ellos rompió filas desde el puente peatonal de El
Chaparral, situado a unos tres kilómetros de distancia de Estados Unidos, y
corrió hacia el canal del río Tijuana, un punto muy cercano a la garita de San
Ysidro, tomando por sorpresa a los agentes federales. “Lo que hacemos
es entretener. En otro punto hay otro grupo intentando cruzar”, comentaba al
periódico Milenio otro de los migrantes que pretendió cruzar el muro
.
Algunos
helicópteros estadounidenses seguían desde temprano los movimientos del
albergue, localizado muy cerca de una valla que separa Tijuana de San Diego,
California. Y detrás del muro se observó el amplio despliegue de la patrulla
fronteriza dispuesta a evitar que el grupo lograra cruzar. El presidente
estadounidense había advertido que usarían una fuerza “letal” sobre quienes
trataran de pasar de manera ilegal y por la fuerza. La estrecha vigilancia
es parte del dispositivo de seguridad ordenado por Donald
Trump, quien acusa a los centroamericanos de pretender “invadir” Estados
Unidos después de cruzar México en una gigantesca caravana.
La paciencia de
los migrantes, en su gran mayoría hondureños, llega a su límite con este hecho
insólito, al darse cuenta de que podrían transcurrir meses hasta que puedan
cruzar la frontera para solicitar refugio. La mayoría de ellos, tras la
represión policial estadounidense, se replegó y comenzó a abandonar la zona.
“La gente estaba descontrolada, había muchas mujeres y niños”, cuenta José
Hernández, un hondureño que participó en la manifestación.
Además de los
5.000 migrantes que ya han llegado a la ciudad fronteriza, se calcula que
puedan sumarse otros 9.000 en los próximos días, de acuerdo con la mayoría de
las estimaciones. La llegada masiva de centroamericanos ha provocado una
división de opiniones en Tijuana. La semana pasada, unas 300 personas marchaban
por las calles de la urbe mexicana rechazando la acogida de los
centroamericanos, con lemas xenófobos, apoyados, en parte por su alcalde, Juan
Manuel Gastélum, que los había calificado de “bola de vagos y mariguanos”, aunque
después matizó sus declaraciones.
“No permitiré que nuestra
relación bilateral sea fracturada por el mal hacer de la caravana migrante,
están haciendo las cosas fuera de la ley”, ha señalado Gastélum, en respuesta a
las imágenes que se han producido en la frontera. “Sería inteligente si México
detuviera las caravanas antes de que llegaran a la frontera o si los países de
los que salen no los dejaran formarse”, ha reclamado este domingo Trump en su
cuenta de Twitter.
La
Administración de Andrés Manuel López Obrador, que asume el poder en México el
próximo 1 de diciembre, negocia un plan migratorio con sus próximos
homólogos estadounidenses para gestionar la crisis migratoria e incentivar las
inversiones en el sur de México y aumentar las ayudas a Centroamérica.
Fuente: El País
Crónica de un sueño fallido
Por
Blanche Petrich
La
ilusión de poder asaltar el cielo con consignas y banderas duró poco más de dos
horas para medio millar de desplazados del éxodo centroamericano, que está
mañana intentaron cruzar la frontera y terminaron repelidos con gases
lacrimógenos y balas de goma por la Patrulla Fronteriza.
En
los incidentes resultaron heridas varias personas, entre ellos el activista de
los derechos migrantes Rubén Figueroa, del movimiento Migrante Mesoaméricano,
quien recibió un impacto de gas lacrimógeno en la cabeza. Fue atendido en
urgencias de un hospital local y luego dado de alta.
Habían
salido pasadas las 10 de la mañana con el plan de marchar y manifestarse frente
a la garita que divide El Chaparral y San Ysidro. Un contingente de antimotines
de la Policia Federal intentó cerrarles el paso al puente vehicular. Parecía
que ahí terminaría la breve marcha.
Pero
inexplicablemente la fuerza policiaca descuidó los flancos del puente. La
tentación fue demasiado fuerte y en un instante, los migrantes centroamericanos
arrancaron a correr por los carriles laterales y al grito de “¡vámonos,
vámonos!” invadieron la zona restringida del puerto fronterizo.
Unos
se descolgaron por la canalización del Río Tijuana y avanzaron hacia el puerto
migratorio pero equivocaron el camino y avanzaron hacia la salida vehicular.
Otro
pequeño puñado corrió hacia otra dirección, vio una reja abierta y entró
directamente a la boca del lobo: el estacionamiento del Instituto Nacional de
Migración mexicano.
Unos
cuantos terminaron directamente en las “Perreras” del Grupo Beta.
En
un lapso caótico, desde el puente vehicular se podía observar la escena
surrealista: unos grupos corrían por un pasillo que los llevaba a un callejón
sin salida.
Instantes
después regresaban y volvían a tomar un camino equivocado.
Otro
contingente caminó por la zona comercial y se aproximó las alambradas del
puerto de entrada, en medio de miles de automóviles varados por el cierre de la
frontera. Otros caminaron hacia la avenida frontera, treparon por un terraplén
que los llevó a las vías del tren en desuso y ahí desembocaron directamente al
gigantesco muro metálico. Fin del viaje.
Minutos
después, por el mismo terraplén los grupos de hondureños, salvadoreños y
guatemaltecos bajaban decepcionados. Algunos pudieron ver, a lo lejos, las
nubes de gas que dispararon elementos de la patrulla estadunidense a unos
cuantos audaces que se atrevieron a brincar el muro.
Hubo
heridos breves, lágrimas de rabia y decepción y un triste regreso al albergue
de la zona norte.