por Aníbal
García Fernández y Sergio Martín-Carrillo
El Grupo de los 20, más conocido como
G20, nace en el año 1999 con las cumbres de los ministros de Finanzas de los 19
países participantes más el representante de la Unión Europea. Sin embargo, es
a partir de la crisis financiera desatada en el año 2008 cuando el G20 comienza
a tener una mayor repercusión y se establecen las cumbres presidenciales.
Además de los 19 países miembros del
G20, incluidos tres países latinoamericanos (México, Brasil y Argentina),[1] participa
como invitado permanente España. Además, para esta ocasión Argentina, como país
anfitrión, ha invitado a Chile, los Países Bajos y a la Comunidad del Caribe
(CARICOM), que estará representada por Jamaica. Del mismo modo, la organización
del foro indica que los países que presiden organizaciones regionales como la
Unión Africana y la Nueva Asociación para el Desarrollo de África y la
Asociación de Naciones del Sudeste Asiático son invitados regulares del foro.
Para este año los grupos regionales estarán representados por Ruanda,
Senegal y Singapur, respectivamente.[2]
La importancia de esta reunión entre las
economías más desarrolladas y las principales economías en desarrollo se
manifiesta al observar algunos datos. Los 19 países pertenecientes al Grupo
producen el 85% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial. En términos
poblacionales concentran más de 4.500 millones de personas, lo que representa
más del 66% de la población mundial. Su participación en el comercio
internacional global alcanza el 75%. Y su participación en las inversiones
globales llega al 80%. Esto muestra el poder de estos países en la disputa
geopolítica y geoeconómica global.
A una década de la primera
reunión presidencial del G20
La primera reunión
presidencial determinó medidas excepcionales para la crisis y de ahí derivó en
medidas multilaterales con una sola agenda: estabilizar a los mercados y
restaurar el crecimiento global. En ese entonces algunos de los compromisos
fueron: reafirmar los principios de mercado y valorar los regímenes abiertos de
comercio e inversión, así como evitar el proteccionismo.[3]
En la anterior reunión del
G20 -el 7 de julio de 2017, en Hamburgo-[4] la
postura de Estados Unidos (EE. UU.) fue catalogada como ‘aislacionista’ en
temas como el cambio climático: mientras 19 miembros estuvieron a favor del
acuerdo de París, EE. UU. siguió apostando por la matriz energética fósil.
Otro tema fue el libre
comercio, en el que se continúa con la orientación en contra del
multilateralismo y parcialmente proteccionista de la actual administración de
EE. UU. Francia y Alemania expresaron en dicha reunión que “no volverá a ser lo
mismo” con EE. UU., al menos con la actual administración. Sin embargo, dicha
postura no es exclusiva de Donald Trump, ya que en reuniones pasadas, EE. UU.
ha intentado imponer su agenda y, en aquellos temas donde no hay consenso, se
ha manejado por otras vías.
Es necesario también destacar
el rol que, tanto en las reuniones preparatorias como en la propia Cumbre de
presidentes, tiene el Fondo Monetario Internacional (FMI), marcando la línea
ideológica que apuesta por la eliminación de la protección de las economías y
la apertura comercial sin control por parte de los gobiernos. En este sentido,
el papel del FMI en la actual cumbre se ha visto, además, magnificado por la
especial vinculación con el actual Gobierno argentino, prestando apoyo
financiero ante la grave crisis económica que atraviesa el país a cambio de que
se lleven a cabo determinadas reformas.
EE. UU. y
la guerra comercial con China
La postura de Donald Trump
fue de continuidad con la guerra comercial. La propuesta del G20, sin consenso,
fue llevar las discusiones a la Organización del Comercio y Desarrollo
Económicos (OCDE), organismo que tiene una postura diferente a la de la actual
administración Trump, en tanto que promueve el libre comercio.[5] En
las reuniones de finanzas del G20 llevadas a cabo en Buenos Aires, el
secretario del Tesoro ha expresado que funcionarios de EE. UU. celebraron
encuentros privados con China, solicitando una relación comercial ‘más
balanceada’.
Uno de los intereses de la
Casa Blanca en la reunión del G20 está en la posible reunión con Xi Jinping, en
la que se buscaría (aparentemente) apaciguar la guerra comercial. Debe
destacarse que, a principios de diciembre, se agregarían aranceles a nuevos
productos que comenzarían a aplicarse en febrero de 2019, alcanzando un valor
de hasta 257 mil millones[6] (el
FMI advierte que, en el peor escenario, el costo de las medidas proteccionistas
puede ser de 0,5% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial en 2020).[7] Considerando
la diplomacia Trump, es probable que
el mandatario aproveche al máximo el evento para mostrar su ‘predisposición a
la negociación’, mediante fotos y diálogos, pero que a la vez evite firmar
acuerdos o tomar compromisos serios. Para el 30 de noviembre habrán concluido
85 reuniones de trabajo, 28 reuniones de finanzas y siete reuniones de grupo en
11 ciudades de Argentina,[8] encuentros
que se iniciaron en febrero de este año.[9]
Otras
tensiones en el seno del grupo
A las tensiones crecientes
derivadas de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, hay que unir
otra serie de tensiones que se generan entre los países pertenecientes al
grupo. Las tensiones comerciales entre EE. UU. y la Unión Europea también se
han incrementado en los últimos años. A esto hay que agregar el conflicto
creciente derivado de la utilidad de la OTAN (Organización del Tratado del
Atlántico Norte) y las denuncias por parte de Trump de la insuficiente
participación financiera de los europeos, cuando la organización sirve
especialmente a la defensa de estos países según la consideración del
presidente estadounidense.
En relación con lo anterior,
se observa el resurgimiento, en los últimos días, del conflicto entre la
Ucrania pro-Europea y Rusia, miembro del Grupo, por el conflicto en el mar de
Azov que ha provocado una nueva escalada de tensión en la zona y en el que la
Unión Europea se ha posicionado del lado ucraniano, mientras que Trump ha
intentado pasar de lado del conflicto.
Por último, se suman las
tensiones crecientes entre Arabia Saudí y Turquía debido al presunto asesinato
en el consulado saudí en Turquía del periodista Jamal Khashoggi. La comunidad
internacional considera verdadera la versión turca de los acontecimientos y ha
condenado al régimen saudí que se ve, por primera vez, en una situación
internacional de aislamiento. Las tensiones por este encuentro también pueden
enrarecer las mesas de discusiones en el G20, en un contexto de baja inusitada
de los precios de petróleo y próximos a la reunión de la OPEP, el 6 de
diciembre.
EE. UU., el
G20 y América Latina
La Casa Blanca anunció que
Trump asistiría a la reunión para exponer (promocionar) sus políticas, entre
ellas: la revisión de acuerdos comerciales como el USMCA (exTLCAN), la
cancelación del TPP y las medidas migratorias (medidas que podrían encontrar
obstáculos a nivel interno debido a la mayoría demócrata en la Cámara de
Representantes). También aprovechará la ocasión para concretar reuniones
bilaterales.
Después del G20, Trump
viajará a Colombia para tratar con el presidente Iván Duque temas de seguridad,
narcotráfico y asuntos regionales. En asuntos regionales se abordará el tema de
Venezuela y la crisis humanitaria como alternativa para intervenir.
Los países emergentes
agrupados en los BRICS,[10] entre
los que se encuentra Brasil, mencionaron en bloque que la escalada de tensiones
entre EE. UU. y China no es positiva para el comercio mundial y abogaron por
una economía más abierta.
Los tres países de América
Latina del G20 concentran el 8,34% de la población del grupo (Brasil el 4,43%,
México el 2,73% y Argentina el 0,98%) y el 6,11% del PIB (Brasil el 3,27%,
México el 1,83% y Argentina el 1,01%), pero tradicionalmente no han conseguido
aglutinarse en un bloque latinoamericano que mantenga posiciones comunes.
En este sentido, hay que
destacar que un primer momento de los países de América Latina en el G20 fue de
2008 a 2015, marcado por la política exterior de gobiernos progresistas en
Brasil y Argentina, alejada de los intereses de los EE. UU. mientras que, por
otro lado, se encontraba el tercer país latinoamericano, México, cuyos
presidentes en ese periodo, Felipe Calderón y Peña Nieto, estuvieron siempre
más alineados con los intereses estadounidenses.[11]
En el contexto actual los
roles de los países latinoamericanos se han modificado con el Gobierno de
Mauricio Macri, alineado económica y políticamente con Washington y las
políticas del FMI. Un Brasil gobernado, primero por Temer tras el golpe contra
Dilma Rousseff, y ahora por Jair Bolsonaro, también alineado a los intereses
estadounidenses en la región. Mientras, del otro lado encontramos a México, con
el giro que podría implicar la presidencia de Andrés Manuel López Obrador (AMLO)
que asumirá la presidencia en los próximos días. Ante esta reconfiguración
podemos inferir algunos escenarios:
1. Mayor acercamiento de
Brasil y Argentina a las políticas de Washington-FMI en términos generales,
aunque con ciertas reservas en temas como cambio climático y proteccionismo,
como han demostrado en este año y el pasado. Será clave la ausencia del
mandatario mexicano por la toma de protesta de AMLO el 1° de diciembre y habrá
que seguir de cerca las relaciones diplomáticas y comerciales que establezca el
nuevo Gobierno.
2. Imposición de una mayor
fragmentación, considerando que en la reunión de Hamburgo (2017), no hubo
acuerdo en torno al libre comercio, agenda laboral y al cambio climático. Con
la imposición de aranceles entre China-EE. UU. y EE. UU.-Unión Europea (UE), es
probable que Francia, Alemania, China, Canadá y, en América Latina, Argentina,
Brasil y México (aún con representantes de Peña Nieto) presionen a favor del
libre mercado.
3. Argentina en particular
podría mediar entre la postura de la UE y EE. UU. Sin embargo, las
negociaciones entre el MERCOSUR y la Unión Europea con el objetivo de firmar un
nuevo acuerdo de libre comercio siguen bloqueadas a causa de las protestas de
los exportadores cárnicos argentinos. Será el país anfitrión en un contexto de
creciente crisis económica (devaluación con inflación, incremento de la deuda
externa, caída de la producción, disminución del nivel de ingreso de la
población), protesta social (que muestra el descontento con las medidas
económicas adoptadas y el fracaso de las mismas, que recuerda al resultados de
las medidas tomadas en los ’90 y que derivaron en el ‘corralito’). Esto se suma
a un escenario de elecciones presidenciales el próximo año, que pondrían a
prueba, de algún modo, la continuidad del proyecto neoliberal. Así, a pesar de
la voluntad de Macri de lograr una importante proyección internacional, los
bajos niveles de popularidad tras el fracaso de su gestión económica hacen
difícil considerarlo un actor de amplio calado en la escena internacional.
Habrá que seguir de cerca las
decisiones que se tomen entre Brasil, Argentina y Chile (como país invitado) en
torno a Venezuela. Los tres países son miembros del Grupo de Lima, además de
México, que tendrá representantes, pero no al presidente. Pieza clave será la
presencia de la Comunidad del Caribe, representada por Jamaica, pues en varias
ocasiones ha votado en contra de las propuestas injerencistas contra Venezuela
en la Organización de Estados Americanos (OEA).[12] Sin
embargo, en la última reunión, República Dominicana, Santa Lucía, Barbados,
Guyana y Jamaica votaron a favor de la aplicación de la Carta Democrática.[13]
Por otro lado, México ha
buscado que se firme el UMSCA en el marco del G20, y en esto coincide con EE.
UU.[14]
Algunas
consideraciones finales
El propósito de las reuniones
del G20, desde sus inicios, fue evitar el proteccionismo y reafirmar el libre
mercado.
A diez años de aquella
reunión, EE. UU., epicentro de la crisis y anteriormente punta de lanza del libre
comercio, rectifica y toma parcialmente algunas medidas proteccionistas, aunque
promueve el libre mercado en economías periféricas y dependientes (véanse los
acuerdos bilaterales con América Latina, así como el nuevo USMCA o cualquiera
de los TLC).
La coyuntura es diferente al
escenario de hace diez años. La actual administración Trump ha inyectado más
incertidumbre en el sistema internacional, intentando recuperar algunos
sectores clave de su economía, como la industria metalúrgica y las manufacturas,
principalmente el sector automotriz.
La postura del gobierno EE.
UU. frente a acuerdos como el TLCAN y el TPP, catalogados como ‘malos’, o las
tensiones con organismos internacionales como la OTAN, calificada de ‘obsoleta’
y solicitando un mayor apoyo económico por parte de los países europeos que
participan en la misma, difiere de su postura frente al G20 y G7. En la reunión
del G20 en Hamburgo, Trump declaró, vía Twitter (su forma particular de hacer
política)[15],
que había sido un “éxito para EE. UU.”, a la vez que afirmó la necesidad de
concluir o reevaluar los principales acuerdos.[16]
De concretarse la reunión
Trump-Xi Jinping, es probable que la reunión del G20 sea calificada como un
éxito, en tanto espacio donde EE. UU. puede aún establecer las reglas del
juego, a pesar de los disensos al interior, pues históricamente se ha manejado
al margen en temas delicados o considerados como de seguridad nacional.
Las declaraciones en torno al
G20 por parte de Trump dejan ver que, si bien puede desdeñar ciertos acuerdos y
organizaciones, no lo hace en estos espacios multilaterales, donde el costo de
ese tipo de declaraciones puede ser demasiado alto en términos diplomáticos.
A esta actitud mostrada en
los últimos años por la política exterior estadounidense hay que añadir las
tensiones entre diferentes países dentro del Grupo, por lo que es más probable
que el encuentro en Buenos Aires sirva para anunciar algunos acuerdos de
carácter bilateral entre los participantes, que una gran declaración conjunta.
Lo anterior pone al G20 en
dos escenarios: uno de crisis y de ausencia de consensos importantes entre los
principales miembros, sobre todo entre EE. UU.-China-UE. Y otro escenario en
donde se retoma el rumbo del libre comercio entre los principales bloques y
economías internacionales y en donde se resuelve, o comienza a apaciguar, la
guerra comercial entre China y EE. UU., considerando que Trump podría
capitalizar este acercamiento de cara a su posible reelección (aunque, como
mostraron los resultados de las elecciones legislativas, su política económica
es avalada por un alto porcentaje de la población y apoyada por varios de los
nuevos gobernadores y legisladores electos).
En cualquiera de los
escenarios, Brasil, México y Argentina terminarán orbitando entre estos
bloques, con los cuales tienen relaciones comerciales asimétricas y donde
Argentina con Macri y Brasil con Bolsonaro continuaran mirando al Norte,
mientras que México, con la inminente asunción, de AMLO, puede tomar un
política exterior que por primera vez en décadas, deje de estar totalmente
subordinada a los designios de los EE. UU.
[1] Los 19 países miembros son:
Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea
del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México,
Reino Unido, Rusia, Sudáfrica y Turquía.
[2]https://cnnespanol.cnn.com/2018/11/02/argentina-g20-lo-que-debes-saber-para-entender-la-reunion-de-lideres-mundiales/
[4]https://www.infobae.com/america/mundo/2017/07/08/se-cierra-la-cumbre-del-g-20-un-encuentro-marcado-por-la-violencia-en-las-calles-de-hamburgo/
[6] https://www.bloomberg.com/news/articles/2018-10-29/u-s-said-to-plan-more-china-tariffs-if-trump-xi-meeting-fails?utm_source=whatsapp&utm_medium=msg&utm_campaign=whatsapp
[11]http://www.vocesenelfenix.com/content/am%C3%A9rica-latina-en-el-g-20-continuidades-y-rupturas-de-la-agenda-regional-2008-2018
[12]http://www.correodelorinoco.gob.ve/venezuela-recibio-apoyo-de-paises-del-caribe-durante-reunion-de-la-caricom/
[13] https://www.nodal.am/2018/06/la-oea-aprueba-resolucion-contra-venezuela-pero-eeuu-no-logra-los-votos-para-suspenderla/
[14] https://www.eleconomista.com.mx/empresas/Mexico-buscara-que-el-USMCA-se-firme-en-el-G20-de-Buenos-Aires-Guajardo–20181001-0049.html