Por Manuel Sutherland
De forma sintética podríamos resumir algunas de las posibles tendencias
a observar en el año 2020. Este devenir estimado, se construye con base a
una probable continuidad de la senda por la cual transcurrió
el país en el último año y que merece un análisis concreto. La extraordinaria
dificultad que extraña la proyección en cuestión, dificulta en extremo la
certeza que pudiera adquirir nuestra apreciación del comportamiento de las
variables que examinamos en prospectiva. A pesar de ello, esperamos que este
ejercicio sea útil a todo aquel que entiende que otro es país es posible y
urgente.
“De la experiencia de una desmesurada catástrofe humana que ha durado
demasiado tiempo debe nacer una sociedad de la que toda la humanidad se sienta
orgullosa” Nelson Mandela
1. Ámbito internacional:29
La directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina
Georgieva, a quien nadie puede acusar de: “marxismo cultural”, ha advertido
este 17 de enero de 2020 que la economía global corre un grave riesgo de
sumirse de nuevo en una Gran Depresión, impulsada por la creciente
desigualdad y una fuerte inestabilidad del sector financiero (Russia Today).
La severa desigualdad en la distribución de los ingresos y las fuertes
asimetrías en la riqueza, han alcanzado niveles récord.
La ampliación de la brecha de desigualdad económica que el
economista Thomas Piketty ha
explicado en obras como: “Capital e Ideología” y el “Capital en el Siglo XXI”,
se ha venido consolidando de manera dramática. Ello ha venido a dificultar
severamente un mundo ahogado en una riqueza que ha producido en exceso, como
diría Fourier. Lo que Marx llama: sobreacumulación de capital y sobreproducción
de mercancías, amenaza con explotar en el mediano plazo. Es decir, hay
demasiados capitales sobrantes, enormes montos que no pueden
valorizarse en el mercado y que empiezan a deambular sin conseguir beneficios.
El Banco Central Europeo lleva años prestando a interés cero, es decir, tasas
de interés reales negativas. La Reserva Federal igualmente presta a intereses
cercanos a cero desde hace años. Dichas operaciones de ampliación de liquidez
tratan de “lubricar” los engranajes del mercado y evitar las crisis cíclicas
que llevan años postergándose. Aunado a ese mustio horizonte, gravísimos
problemas como la emergencia climática y el emerger de guerras
comerciales (China vs. EEUU) amenazan con un futuro nebuloso para la relación
social llamada: capital.
El precio del más importante de los commodities: el oro, ha
crecido en casi 400 % en los últimos diez años. La Onza del dorado alcanzó
la cifra de $ 1.557,67, lo que puede indicar una tendencia a buscar un refugio
sólido ante acciones y títulos que parecen dar rendimientos cada vez menores.
El petróleo, a pesar del boom de precios experimentado en el cénit del
conflicto: Irán-EEUU, parece haber disminuido sensiblemente de precio hasta
llegar al: $ 54,7, es bastante probable que el precio de petróleo pueda seguir
disminuyendo y perder una buena parte de su precio actual, en lo que resta del
año. La debilidad de la demanda puede venir aparejada con una sobre oferta
petrolera, a pesar de los fuertes problemas que arrastran países exportadores
como Siria, Irán y por supuesto Venezuela. La OPEP considera que la demanda
puede incrementarse ligeramente. A nosotros nos cuesta ver que ese crecimiento
se dé en el mediano plazo. El auge de las energías alternativas puede ser un
factor de sustitución muy importante a tener en cuenta, más aún con los
endurecimientos en las normativas que rigen el uso de combustibles fósiles, por
sus dañinos efectos en el medio ambiente y el boost que
conceden al cambio climático.
1. Colapso macroeconómico:
Alejandro Werner, director para el Hemisferio Occidental del FMI, ha
dicho que la contracción económica venezolana es la más alta de los últimos 50
años, en un país no afectado por conflictos bélicos o desastres
naturales. El 2019 será, sin duda alguna, el sexto año consecutivo de caída del
Producto Interno Bruto (PIB) venezolano. La actividad económica reflejó una
contracción de 43%, según José Guerra, para el período 2018-2019. Partiendo de
la última cifra del PIB publicada (I Trimestre de 2019) vemos un descenso
intertrimestral (IV Trimestre 2018-I Trimestre de 2019) de -24 %. Este
impresionante decremento se debió a la triada: caída en la exportación
petrolera (desinversión más agudización de las sanciones), fuerte inestabilidad
política (affaire: Juan Guaidó) y un apagón eléctrico masivo
de larga duración (días).
En nuestras estimaciones del PIB para el año 2019, creemos que la
economía pudo haber descendido alrededor de un 6 % a lo largo del 2019,
motivado fundamentalmente al descenso paulatino en la extracción de petróleo
(enero 2019-diciembre 2019) de 39 %, según fuentes secundarias dadas a la OPEP.
Sin embargo, creemos que las medidas económicas de liberalización, apertura y
flexibilización de controles, pudieron haber ayudado a frenar un poco esa
caída. Siendo moderados, es normal pensar que el PIB del 2019 pudo haber
disminuido en un catastrófico: 30 %. Ello significaría que la caída acumulada
del PIB para el período 2013-2019 alcanzaría la cifra de: 67 %. Tal indicador
nos ubicaría en el puesto número nueve entre las crisis económicas más
destructivas del mundo en los últimos 70 años. En 2020 Venezuela entrará en su
séptimo año de contracción económica, según Asdrúbal Oliveros. Según el FMI, la
economía venezolana se reducirá en 2020 hasta en un 10%, la mayor caída de
entre todos los países del orbe (BBC).
En el sector comercial parece haber una inesperada sensación de bonanza,
según FEDECAMARAS puede que en el 2020 se presente: “un resurgimiento de la
economía influenciada por las fuerzas del mercado” (BBC). Si bien es
cierto, que Venezuela todavía puede seguir decreciendo, si políticas económicas
progresivas no entran en escena con mucha mayor fuerza, es bastante posible
pensar, de acuerdo a nuestras prospecciones, que el PIB puede subir ligeramente
este año 2020. De operarse ciertas aperturas en el área petrolera, y sobre todo
en el sector gasífero que diariamente quema más gas que lo que exporta Bolivia.
3. Dolarización informal en ciernes y desastre monetario
La firma Ecoanalítica supone que más del 53% del total de las
transacciones en el país se realizan en divisas (BBC). Aunque a
nosotros nos parezca exagerado, es notorio el auge de la utilización de divisas
en la economía, y como muchas personas están guardando divisas en efectivo en
sus casas (El Nacional). Por todo
ello, es muy probable que de alguna manera el gobierno legalice la apertura de
cuentas en divisas, que poco a poco se abrirán paso a la posibilidad de
intercambios intrabanco, y luego interbanco, en aras de tratar de abaratar los
costos de las remesas y facilitar (por motivos tributarios) las transacciones
en el ámbito bancario nacional. Dichas transacciones podrían ser sujetas a
impuestos indirectos como: el Impuesto al Débito Bancario (IDB) o el Impuesto a
las Transacciones Financieras (ITF).
Posiblemente se avance en solucionar problemas relativos a la
cambiabilidad de las divisas como medio de pago. Todo ello devendría en una
formalización de una circulación bimonetaria, en la cual el dólar sirva para
pagos de montos elevados y el bolívar para montos chicos. El petro como experimento
aún parece demasiado enrevesado para una implantación masiva. Ni hablar que su
creación inorgánica funciona exactamente igual que el dinero fiduciario y en su
despliegue demuestra el mismo efecto inflacionario. Sin embargo, el petro puede
erigirse como una unidad de cuenta con motivos puramente
tributarios. Es decir, el gobierno prevé otro año de inflación alta y considera
que anclando los cobros de los servicios públicos al petro (a su vez indexado
con el tipo de cambio bolívar-dólar) podría de alguna forma conjurar los
efectos negativos en la tributación, que su propia política monetaria
inflacionista le imprime a la economía.
El feroz encaje legal de 100 %, más el tosco encaje marginal de 60 %,
tiene a la banca completamente amarrada. Estas medidas restrictivas han
destruido por completo la capacidad de ésta para ofrecer créditos. Sin
préstamos no puede haber apalancamiento financiero posible para ninguna
actividad económica y no puede haber créditos al consumo. Por ello es imposible
recuperar a la economía si esta situación no cesa. En ese sentido vemos que el
multiplicador bancario en los últimos cuatro meses del año 2019 se situó en
1,04; con lo cual por cada bolívar emitido por el BCV, la banca (privada y
pública) apenas otorgó cuatro centavos en crédito. El multiplicador bancario
oscilaba entre 3,5 y 4 hace unos poco años. Esta situación parece haber llegado
a un punto de extrema preocupación ya que asfixia a un sector muy importante en
la economía.
Las Reservas Internacionales (RI) ahora solo alcanzan a alrededor de $
800 millones en efectivo y otros $ 200 millones adicionales en otros
activos líquidos (Panorama). Otros $ 5,2
millardos están expresados en oro que por las sanciones se hace muy difícil de
enajenar, y que de hacerlo, trae consigo una trama muy poco transparente de
operadores y comisionistas (que como pasa con la comercialización petrolera bajo
sanciones) que inflan costos, y diluyen el beneficio a la nación por todas las
actividades que se realizan en las sombras. Según Bloomberg, el país posee en
RI la cantidad más baja desde julio de 1989. Las RI también incluyen
aproximadamente $ 400 millones de los derechos especiales de giro que están
enganchados en el FMI, y que serían esenciales para emplearlos en ayuda
humanitaria. Ayuda real, es decir, no para la corrupción consuetudinaria ni
para promover insurrecciones militares. Todos esos recursos deberían ser
inmediatamente puestos por una comisión internacional y una subcomisión mixta
nacional, al servicio de atender las grandes falencias que atacan a la
población más vulnerable. Tristemente no hay voluntad política en los bandos en
disputa para llegar a acuerdos humanitarios.
4. Petróleo y oportunidades de crecimiento y recuperación
La extracción petrolera cerró en alrededor de 687.000 barriles diarios,
lo que denotó una contracción acumulada de 40,2 % respecto a diciembre de 2018
y de 41,3 % con relación a octubre de 2018. La extraordinaria crisis petrolera,
fuertemente agudizada por las sanciones, se debe a factores concretos como:
corrupción extrema, subsidios extremos, bajos salarios, éxodo laboral y fuerte
desinversión. Aunque es previsible que esos problemas de alguna forma se
atenúen, lo más probable es la continuidad de una apertura petrolera que
ofrezca más ventajas y garantías a la inversión. Una liberalización progresiva
que haga más atractiva la extracción de petróleo para las transnacionales que
puedan (como muchas otras) esquivar las sanciones. Ello no traería consigo una
retracción de la fuerza productiva de PDVSA, más bien podría incrementarla en
el corto plazo. Todo ello sería factible si se logra resolver la compleja trama
jurídico-burocrática que frena a la inversión.
La posibilidad de vender petróleo a futuro, titularizar el petróleo de
algunos campos y hacer joint ventures con los muchos
inversionistas que se quieren acercar, es una alternativa que procesos
burocráticos y una pesada legislación frenan. Con sólo llevar al mercado
bursátil el 10 % de las reservas probadas de petróleo convencional (ligero,
mediano, etc.) Venezuela podría obtener alrededor de 240 mil millones de
dólares. Eso sería alrededor de cinco veces el lacónico PIB de 2019, un
verdadero milagro económico surgiría. Ello haría innecesario
acudir a organismos multilaterales y daría un gran piso para una auditoría de
la deuda, con una renegociación exitosa. De nuevo, parece no haber
voluntad política para impulsar medidas económicas concretas. El Gobierno de
Estados Unidos renovó licencias que le permiten a la petrolera Chevron y a
empresas de servicios asociados como: Halliburton, Schlumberger, Baker Hughes y
Weatherford International seguir realizando actividades económicas en
Venezuela. Por tanto, decimos que las sanciones no impiden realizar importantes
acuerdos para realizar inversiones cuantiosas en el país. Incluso el BCV fue
liberado de sanciones que le prohibían contactos formales con multilaterales,
ello abre una ventana de posibilidades muy interesantes. Claro está, lo ideal
sería la eliminación total de las grotescas sanciones económicas que asfixian a
la economía y que son completamente inútiles para el cambio político.
Desgraciadamente eso no parece factible en el horizonte cercano. El propio
presidente de la muy opositora: FEDECAMARAS, afirmó que las sanciones
económicas tienen el mismo efecto destructivo que las expropiaciones masivas
que, según ellos, promovió el gobierno a partir de 2007.
Como guinda al pastel que promete aperturas y liberalizaciones, Bloomberg ha
filtrado información relativa a conversaciones del gobierno bolivariano con
Rosneft (Rusia), Repsol (España) y ENI (Italia), que giran en torno a otorgar
participaciones mayoritarias y el control de fragmentos importantes
de la industria petrolera. La idea sería transferirles propiedades petroleras
controladas por el gobierno y reestructurar parte de la enorme deuda de Petróleos de Venezuela SA.
Se podría estar tramando una privatización oscura y corrupta,
al estilo de los saqueos posteriores a la caída de las economías centralmente
planificadas de Europa del este, en la cual activos mil millonarios se rematen
a precios viles. Ello podría ser también una substanciosa oferta para los
lobbies petroleros colindantes a la administración Trump. Las reuniones del afamado
abogado de Trump: Rudolph Giuliani, con
empresarios cercanos al gobierno y del ámbito energético, podrían ser
una señal. Es decir, puede que PDVSA sea una pieza, apetecida e interesante, de
una negociación política ante la crisis nacional y bisagra de una posible transición que
iniciaría de una manera nefasta para el futuro del país.
La minería avanza a lamentables pasos en el sur del país. En el sur se
desarrolla el funesto Arco Minero del Orinoco (AMO), ahí se realiza un
sanguinolento (Costa del Sol) combate
entre grupos irregulares armados por el control de la explotación de una
riqueza mineral que escasamente tributa al fisco. La enorme
contaminación de la mega minería a cielo abierto y la minería artesanal con
mercurio, destruye grandes reservas ambientales completamente irrecuperables.
Contamina agua dulce y aniquila hábitats que en su proyecto integral, ocupa un
área casi tres veces del tamaño de Holanda. El cierre completo de esas
actividades es imprescindible. Una recuperación de la industria petrolera, a
niveles mínimos, sería mucho más beneficiosa que el ingreso fiscal que en el
mejor de los casos se pudiera recibir en el AMO. Ni hablar que la destrucción
ambiental sería mucho menor.
5. Mercado inmobiliario, comercio y soluciones bursátiles
El mercado inmobiliario parece tener un auge substancial, aunque
obviamente muy lejano al boom visto en tiempos de otrora.
Luego que el PIB en el sector construcción decreciera en un asombroso: 97 % (BCV)
para el período 2013-2018, es más que probable que éste indicador haya mejorado,
por el tan cacareado “efecto rebote”. El asunto es que la demanda de inmuebles
y oficinas de lujo, y de locales comerciales de gran tamaño podría ser aún
muy baja. La construcción pudiera estar más asociada a una
inversión enfocada hacia el futuro, aprovechando la baratura relativa de
la construcción en el país, por los bajos salarios, el elevado subsidio a los
servicios y la excepcionalidadfiscal que implica el pago de
impuestos en bolívares cada vez más endebles.
El ámbito comercial pareciera experimentar una cierta expansión que en
el 2020 debería, si los incentivos se expanden, sostenerse. El
negocio del comúnmente llamado “bodegón” no representa nada más que la
expresión de un severo proceso de desindustrialización postrentístico, y por
ende, una trágica caída en la escala productiva. Cientos de mercancías que en
el país se producían a buen precio, ahora se importan y se
venden como artículos de lujo a montos mucho más elevados que los que tenían
cuando en el país se fabricaban. Por lo anterior, y por los beneficios
tributarios que ahora reciben, el “bodegón” no es propiamente expresión de
progreso o recuperación. Es apenas una forma en la cual se tratan de captar las
divisas que ingresan al país por vías no convencionales. Aunque aún es parece
lucrativo como negocio, podría estar llegando a su techo de rentabilidad en un
período no muy lejano. El incremento en la cantidad de bodegones parece ser un
tanto excesivo, ya que atienden a una demanda solvente muy reducida. Una
recuperación gradual de las industrias locales, podría reducir drásticamente el
margen de beneficios en ellos. Si aún lo anterior estaría lejos de activarse,
una creciente competencia podría atacar aún más los ingresos a los
ingresos posibles. Inversiones en el área productiva podrían ser mucho más
atractivas en estos momentos, dadas las mismas condiciones favorables que el
sector inmobiliario ostenta.
La inversión en el mercado de valores parece ser un territorio bastante
llamativo para que las empresas puedan financiarse a bajo costo y de manera
expedita. Ante la tremebunda escasez de dinero y las trabas ligadas a un
desmedido encaje legal, el sector bursátil ofrece alternativas atractivas. La
capitalización de las empresas venezolanas es prácticamente nula. Menos del
1,25 % de su capital está titularizado. En países como Chile, es más del 100 %.
Por ende, un proceso de apertura bursátil agresivo podría ser un factor
coadyuvante en la recuperación económica, si se ofrecen los estímulos correctos
y las engorrosas trabas burocráticas estatales se reducen drásticamente. La
apertura de acciones tipo B o C en las industrias hidrocarburíferas, podrían
ser una muy valiosa fuente de inversión. Si con prisa el mercado abre espacios a
las emisiones en divisas, el crecimiento pudiera ser exponencial. Legalmente,
esta posibilidad es completamente viable gracias al convenio cambiario número
1.
6. Hiperinflación e indexación salarial
Para el año 2019 la inflación anual según la comisión de finanzas de la
AN fue de: 7.374,4 % (AN), y la inflación
alcanzada en diciembre de 2019 fue de: 33,1 %. El número es escandalosamente
elevado y por muy lejos el peor resultado del planeta, la inflación mundial fue
de apenas 3,48 % (Statista). A pesar de
ello, el guarismo de 2019 es mucho más bajo (99 % menor) que la inflación de
1,6 millones por ciento que estimó la AN para el año 2018. Este año 2020, salvo
por el inicio confuso (e inflacionario) que trajo el petro, la inflación
debería ser más baja, si la tendencia del gobierno se reafirma y la emisión
alocada de dinero para cubrir el déficit fiscal se reduce. Este año 2020, en la
segunda semana, el gobierno ha disminuido en un importante: 2,76 % la Liquidez
Monetaria, lo que ha controlado el disparar del tipo de cambio, que fue
motivado a un más que esperado incremento de: 205 % en la base monetaria en los
últimos cuatro meses de 2019. Ello trajo consigo un incremento del dólar
paralelo en: 250 % en ese mismo período. Un sobreajuste en el tipo de cambio,
impulsado por la mar de comerciantes tratando de comprar divisas con los
bolívares “creados” a través de la repartición de millones de petros.
Nuestras estimaciones de la inflación del año 2019 nos ofrecen
resultados mucho más moderados que los que brinda la AN. Si la inflación se
repite a un ritmo similar en los últimos meses del año, digamos a los tres
meses previos, la inflación arrojaría un 3.921 %, aproximadamente. Si la
inflación se comporta de forma similar a la expansión de la liquidez monetaria,
la inflación de 2019 sería de: 4.943 %. Ambos guarismos parten de la inflación
oficial que el BCV reflejó hasta septiembre. El incremento porcentual en el
tipo de cambio fue de: 6.217 %, lo cual parece indicar que la inflación final
del año 2020 podría estar en alrededor de: 5 mil por ciento, si el
comportamiento es similar al del año 2017.
Si los aumentos de salario son muy bajos ($ 3 ó $ 4 adicionales al mes,
por incremento) y si el gobierno continúa con la política de ofrecer reducidos
bonos a través del carné de la patria, como compensación por el escueto
salario, es probable que la ampliación en la base monetaria sea
considerablemente menor en el 2020, por ende, la inflación también debería ser
más baja.
Lo ridículamente bajo del salario es un tenebroso incentivo
a la inversión productiva con miras a la hechura de productos de manufactura
simple y con orientación a la exportación. Lo indigno del
salario ha hecho que muchos entes privados paguen muy por arriba del sueldo
mínimo. Sin embargo, en el sector público la rigidez salarial es tremenda,
millones de personas devengan remuneraciones míseras y tienden a abandonar
masivamente sus cargos y luego a migrar. La emigración amenaza con alcanzar los
6 millones de venezolanos, diríase, un 20 % de la población total, una
exportación del bono demográfico descomunal, que a su vez ha causado una fuerte
escasez de mano de obra calificada en muchos ámbitos. Esa situación ha
acentuado un terrorífico deterioro en la educación y atenta gravemente contra
el futuro de la nación. Miles de profesores y maestros han renunciado y los que
quedan trabajan sin materiales para impartir conocimiento. No hay actualización
tecnológica ni impulso a las carreras técnicas. Se dejaron de dar becas por
concurso y sólo hay algunos beneficiados por la vía del clientelismo político.
Una propuesta relativa a la indexación salarial se hace cada vez más
necesaria. El salario se podría ajustar cada mes, en la misma variación que el
tipo de cambio expresa. Algo similar podría darse si se pagan los salarios en
petros y éste es plenamente convertible a bolívares o divisas en un mercado
completamente transparente, libre y abierto. Pero para que ello suceda, ha de
correr bastante agua por el río. Igual es en el ámbito sindical, ahí hay miles
de contratos colectivos vencidos, encarcelamiento de sindicalistas que protestan
(Rubén González, Rodney Álvarez, entre otros) y un rosario de violaciones
flagrantes a los derechos laborales más elementales. Esta situación es
gravísima.
7. Presupuesto nacional y contracción procíclica
El último presupuesto aprobado por la AN fue en 2015, para el período
2016. De ahí en lo sucesivo no ha habido publicación detallada del presupuesto
nacional. Los economistas que publican dígitos relativos al déficit fiscal,
ofrecen estimaciones gruesas. Aunque todas ellas concuerdan en que los déficit
fiscales ciclópeos (de más de dos dígitos) se han reducido notoriamente,
gracias a una mengua tremenda en el gasto público. Dicha rebaja es muchísimo
más dramática que cualquiera que hubiera sugerido el halcón más liberal del
FMI. Esta acción refuerza el ciclo recesivo de la economía y empeora gravemente
su capacidad de recuperación. En circunstancias de crisis, lo necesario es
aplicar medidas contra cíclicas que estimulen a la economía, que la calienten.
Las medidas contractivas congelan aún más a los más impávidos números de
decrecimiento, empeoran la situación, como ya se ha visto en muchos casos de
economías “rescatadas” por organismos multilaterales.
En esa onda contractiva vemos que el “esbozo” de presupuesto de la
nación para el 2020 afirma que será apenas de: 5.439 millones de $ (Crónica Uno), lo
presentado no está desglosado, fue más un bien un “anuncio” que no ofrece
información estadística de utilidad. Aunque la Vicepresidente afirma que es 41
% más alto que el del año 2018 y que se invertirá el 75 % en “inversión
social”, es de hacer notar que ese bosquejo de presupuesto, es quizás 10
veces más bajo que el presupuesto de 2011. En una Venezuela de extrema pobreza,
esto trae consecuencias de dolorosa gravedad. Podríamos estimar de manera
conservadora que la economía actual es la mitad de lo que era en 1998.
Partiendo de lo anterior, diríamos que el PIB en 2019 amerizó en 45 mil
millones de dólares. Casi lo mismo que la economía boliviana y muy lejos de los
60 mil millones de dólares de la economía uruguaya, que tiene diez veces menos
población que Venezuela. Aún así, el gasto público presentado a la ANC sería de
apenas un 12,5 % del PIB. Mucho más bajo que el promedio mundial: 26,6 % (Banco Mundial).
Obviamente, el 12,5 % es mucho más chico que el promedio del gasto público como
porcentaje del PIB en la Unión Europea, que alcanza el 35,8 % (Banco Mundial).
Es preocupante que la crisis energética se barra por debajo de la
alfombra. La crisis de generación eléctrica no es más severa porque la
extracción del petróleo y la producción industrial son alrededor de 80 % más
bajas en que en el 2011. Una posible reactivación sería imposible si no se
genera energía suficiente. En estados más allá la capital, los racionamientos
de luz planificados son extremadamente severos, y peor aún, ya ni siquiera se
corresponden con el cronograma, en muchos sitios sobrepasan las 4, 6, 12 y
hasta 24 horas sin luz. Así es imposible trabajar. Lo mezquino del presupuesto
no alcanza para invertir en la infraestructura mínima que la energía requiere.
Esto es gravísimo.
La crisis en la salud requiere ingentes recursos que un presupuesto tan
rácano no puede abarcar. El blackout hospitalario es realmente
alarmante. Escasean materiales tan sencillos como: gasas, vendas e
inyectadoras. No hay fármacos disponibles y los millones de empleados públicos
tienen pólizas de salud que “cubren” gastos de salud equivalentes a 4 dólares,
simplemente indignante e inaceptable.
Corolario y elegía
La inestabilidad política e inseguridad jurídica parecen cabalgar con
comodidad. Los embates entre ambos bandos políticos parecen dejar daños
colaterales que todos subestiman. La mentalidad de: “hay que
sacrificarse para que yo siga al poder; o: no importan los daños, lo importante
es que yo acceda al poder”, se reafirma desconsoladamente en el espacio. Ello
es una traba formidable para la recuperación de la economía y para la
consecución de un acuerdo social donde las partes depongan sus intereses
personales en aras de las necesidades del país. La política de “tierra
arrasada” reina en los débiles cerebros amigos de las soluciones salvajes.
Aspiramos, sin evidencia alguna, a que el entendimiento y la razón puedan
erigirse entre un océano de: barbarie, riñas estériles y pírricas “victorias”.