Entrevista
a Guillermo Almeyra, editorialista internacional de La Jornada (México)
Mario Hernández
Rebelión
M.H.:
Quiero preguntarle sobre lo que considero uno de los grandes aportes de León
Trotsky que es la teoría de la revolución permanente. Un tema del que mucho se
habla y poco se entiende.
G.A.: Esencialmente es esto, lo que hizo la
Revolución Francesa, lo que hizo la burguesía, es decir, acabar con la
monarquía, entregar la tierra a los campesinos, hacer una reforma agraria,
unificar el país, son objetivos democráticos que todavía no se han cumplido, ni
siquiera en Francia. Eso no será posible con el capitalismo que cada vez
concentra más la riqueza, el poder y lo defiende cada vez más disminuyendo
todas las conquistas democráticas y las fuentes de ingreso.
Esas conquistas democráticas no se pueden conseguir
solamente con un gobierno burgués sino que hay que ir más allá, hay que tomar
medidas mucho más de fondo y socializar la economía, no estatizarla, sino
socializarla, comenzar a planificarla, modificar los consumos y el tipo de
producción, elevar el nivel de vida de la gente y en esas luchas, por objetivos
todavía capitalistas, por mejorar el nivel de vida y los derechos democráticos,
hay que barrer al capital que es el que impide que se realicen esos objetivos.
Entonces, se confunden en una sola lucha, los
objetivos meramente democráticos, antiimperialistas, nacionales, con los
objetivos anticapitalistas de limitación de la explotación, porque no puede
haber democracia mientras haya un régimen de explotación. En consecuencia, hay
un proceso permanente entre la revolución democrática y la revolución
socialista que es la única que puede cumplir con los objetivos democráticos
porque no puede haber socialismo sin democracia.
Al mismo tiempo, como el capitalismo es un sistema
internacional, no nacional, no es posible iniciar la liberación del capitalismo
y de la lucha por la construcción del socialismo en países aislados, porque el
capitalismo por los lazos internacionales, por el comercio, por la modificación
de los precios es un sistema internacional, por consiguiente, el ejemplo del
pequeño o gran país ya no capitalista, debe ser la base para extender el
proceso, como pasó con la Revolución francesa que tuvo que voltear a otras
monarquías para poder sobrevivir.
Esa es en lo esencial la teoría de la revolución
permanente que ya estaba en Marx pero que Trotsky desarrolló.
Revoluciones políticas abortadas
M.H.: Se está cumpliendo un nuevo aniversario de la
primavera de Praga, y muchas veces León Trotsky, sobre todo en los ´30 desarrolló
su teoría de la necesidad de una revolución política en el Estado obrero ruso.
¿Podríamos pensar que la primavera de Praga fue ese intento de revolución
política a lo largo de 1968?
G.A.: Sí. También en Hungría se había producido lo
mismo en 1956 con la democratización del Partido Comunista expulsando a todos
los burócratas, con la democracia, la creación de consejos obreros, la elección
directa por la gente de sus representantes.
En Praga en 1968 fue interrumpida como en Hungría
en 1956. En 1968 las tropas del estalinismo hicieron todo lo posible para
impedir que el Partido Comunista checo, que por mayoría había elegido una
dirección más democrática, renovase la vida interna de Checoslovaquia.
Se puede decir que fue una revolución política
abortada, como también lo fue en Hungría y como lo fueron en parte las
movilizaciones en Polonia posteriores en los ´70 y la creación de consejos
obreros.
M.H.: Esa situación que se vivió en Checoslovaquia
tuvo su refracción también en América Latina y particularmente en México, país
en el que usted residió durante muchos años, y que fue brutalmente reprimida en
la conocida masacre de Tlatelolco.
G.A.: Hubo miles de muertos, nunca se supo
exactamente cuántos. Es que la sublevación juvenil de 1968 en México tenía un
fondo socialista, era una revolución contra un gobierno burgués reformista que
incluso se decía revolucionario y, por consiguiente, tenía un sentido de
superación, tenía un objetivo socialista no claramente expresado porque no
llegaron a eso, pero fue aplastada brutalmente apenas empezó.
El gobierno de Evo es producto de las luchas contra
la privatización del agua y el gas
M.H.: Se han cumplido 12 años del gobierno de Evo
Morales ¿Qué reflexión podría hacer al respecto?
G.A.: Yo creo que Evo Morales fue llevado al
gobierno por las luchas contra la privatización del agua y el gas, luchas
populares como la de Cochabamba, no por las elecciones, fueron las luchas las
que impusieron la elección e incluso su elección, porque no fue él quien
dirigió ese proceso, pero sí lo canalizó.
Eso impuso también una Constituyente que estableció
la autonomía y la autogestión en algunos aspectos de las comunidades indígenas
y de ciertas regiones. El gobierno de Evo Morales es producto de ese movimiento
y se apoya en él, pero lo institucionalizó, lo canalizó, lo paró, lo
burocratizó con el MAS y lo centralizó hacia el Estado porque García Linera lo
que desea en particular es formar un capitalismo moderno en Bolivia. El
capitalismo andino, centralista, sin autonomías y sin todo lo que figura en la
Constitución.
Es evidente que Bolivia ha mejorado mucho su nivel
de vida, de producción, su PBI y su economía, su cultura también, ha disminuido
muchísimo el analfabetismo. Son datos muy positivos de la revolución popular
que llevó a Evo al gobierno. No tanto del gobierno, como creen García Linera y
él, sino sobre todo de ese proceso.
En la medida que quieran oponerse a ese proceso,
contenerlo e institucionalizarlo, lo van a castrar, van a tener mucha menos
base de apoyo y les va a pasar desgraciadamente como a Lula o a Correa que
terminó siendo destrozado.
Por este momento es positivo, yo no estoy de
acuerdo con que Evo sea irreemplazable, creo que podría ser dirigente del
movimiento político sin ser elegido nuevamente Presidente. No estoy de acuerdo
con las reelecciones permanentes y continuas. Ellos sí y con eso dañan el
proceso. Lo que hay que hacer es avanzar hacia el pueblo y verlo como
protagonista, no verlo como seguidor.