Una verdadera epidemia sacude a Estados
Unidos: la drogadicción. Mientras la dirigencia política del país denuncia a
gobiernos en el extranjero por el narcotráfico, no resuelve el gravísimo
problema interno.
Las nuevas
estimaciones preliminares del Centro para el Control de Enfermedades
estadounidense ubicaron en 72 mil las muertes por sobredosis en 2017, lo que
supone un aumento de otro 10% anual.
Según los
analistas del organismo hay dos causas principales que explican este aumento:
el mayor consumo de opioides (como la heroína) y que las drogas actuales están
siendo más letales. Este último está ocurriendo sobre todo con los opioides
sintéticos, pero también con la cocaína y los psicoestimulantes.
Una masiva
encuesta telefónica ya había comprobado que en 2016 más de 2 millones de
personas tenían trastornos de la salud vinculados al uso de opioides.
Los
aumentos de muertes por sobredosis en 2017 respecto del año anterior se
registraron en 41 estados, mientras que solamente siete lograron reducir las
cifras de mortalidad.
Estados
Unidos es el mayor consumidor mundial de drogas y al no ser un país productor,
es además importador de estupefacientes a gran escala. Pese a que el
presupuesto nacional destina miles de millones de dólares a la seguridad
interior y fronteriza, el narcotráfico penetra en el país con sorprendente
facilidad.