“Nos
encontramos en peligro de perder los derechos y políticas públicas que ponían a
las poblaciones más desprotegidas en situación de acceder a mejores condiciones
de vida”, expusieron los delegados del Movimiento Latinoamericano de Niños,
Niñas y Adolescentes Trabajadores (Molacnats) en el cierre del X Encuentro que
se celebró en Paraguay.
La “Declaración de Asunción”
firmada por representantes de Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guatemala,
México, Paraguay, Perú y Venezuela fue leída en la Terminal de Omnibus (TOA) de
la ciudad de Asunción una de las bases de la organización local de niños
trabajadores.
La lectura de la Declaración
cerró el X Encuentro Latinoamericano que reunió a 30 delegados entre el 11 y el
17 de agosto pasado en la casa de retiro Emaús en Cañada del Carmen, Luque.
“Vemos con preocupación que
referentes del gobierno que asumió en Paraguay criminalizan a adolescentes y
jóvenes ofreciendo cuarteles como respuesta a la situación de pobreza entrando
en incoherencia y contradicción al compromiso firmado para el cumplimiento de
los derechos de la niñez y la adolescencia”, expuso el documento.
Con cánticos y un espacio
para comentar sus realidades particulares, los niños y adolescentes
protagonizaron un colorido acto en el hall central de la TOA en el que se
destacó la presencia de “Ubuntu”, un luchador mexicano con su tradicional
máscara que “pelea por los derechos de la niñez trabajadora”.
Alan Jiménez personifica en
esta ocasión a Ubuntu, pero asegura que la idea “es que cualquiera pueda asumir
el rol, ponerse la máscara”, cuenta. Ubuntu es parte de una estrategia para
visibilizar el trabajo infantil en México, que tiene una dimensión más que
importante.
“Los datos oficiales dicen
que son 5 millones de niños trabajadores, aunque si le sumamos el trabajo
doméstico, ese número puede crecer hasta 25 millones de un total de 37 millones
de niños y adolescentes que tiene el país de unos 125 millones de habitantes”,
relató Jiménez.
Los delegados colombianos
comentaron con tristeza y dolor sobre el rol del Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar (ICBF) que directamente apresa a los niños vendedores
ambulantes y los llega a separar de sus padres por hasta 2 a 3 meses en la
suposición de que son ellos los que los hacen trabajar. “La última vez me salvé
porque grité fuerte y mis amigos, que son como mis hermanos, me vinieron a
rescatar de ellos”, contó el delegado infantil.
El delegado paraguayo,
Rodrigo Hermosilla, niño campesino, trabajador en el asentamiento Comuneros,
recordó lo duro que es intentar la agricultura familiar en el medio de los
omnipresentes sojales. “hasy pa lo mita” (se enferman todos) comentó recordando
que los niños agricultores ayudan a mantener la soberanía alimentaria.
Los chicos reclaman su
derecho a trabajar como lustrabotas, vendedores ambulantes, niños y niñas que
trabajan en sus casas, niños campesinos cultivadores de la chacra, estibadores,
carretilleros, etc, porque sostienen en su forma de progresar en la vida, de
estudiar, de poder realizarse como personas.
Vale recordar que las
Naciones Unidas se niegan a reconocer esta realidad y tiene en marcha políticas
globales que buscan “terminar con el trabajo infantil en el año 2025”, esto
cuando las proyecciones de la misma ONU determinan que para ese año se tendrán
unos 121 millones de niños y adolescentes en situación de trabajo infantil, se
destacó en el encuentro.
Desde Asunción, Jorge Zárate