Por
Silvia Ribeiro
El 11
de agosto de 2018, el Tribunal Superior de San Francisco, Estados Unidos,
condenó a Monsanto (ahora propiedad de Bayer) a pagar 289 millones de dólares
en respuesta a la demanda presentada por Dewayne Johnson, un jardinero que la
señala como responsable de haberle ocasionado cáncer con el uso de dos de sus
agrotóxicos con glifosato –RoundUp y Ranger Pro. El veredicto es muy
significativo, porque además de dar justa razón a Johnson, se basó en la
revisión de numerosos documentos científicos y otros documentos secretos de la
compañía, concluyendo que el glifosato es muy peligroso y que Monsanto
efectivamente sabía de los daños.
Hay más de 4000 otros demandantes
en Estados Unidos que acusan a la compañía de haberles provocado cáncer a ellos
o sus familiares. La organización U.S. Right To Know abrió el portal “Monsanto Papers” para seguir estas
demandas que aumentan cada día. Por todo lo que hay en juego, en el alegato
final del abogado de Johnson, éste pidió al jurado hacer una declaración
fuerte: que por Johnson y todos los casos de cáncer que se podrían haber
evitado, la sentencia se convirtiera en un día del juicio final de Monsanto.
Dewayne Johnson comenzó a
trabajar en los jardines de una escuela en San Francisco en 2012 y como parte
de su trabajo, aplicó hasta 30 veces por año esos herbicidas en los jardines de
la escuela. Luego de algunos meses comenzó a tener zarpullidos y malestares, y
en 2014 le diagnosticaron linfoma no-Hodgkin, un cáncer que afecta el sistema
linfático. Dewayne tiene ahora 46 años y dos hijos y los médicos le dan meses
de vida. Desde que comenzó a sufrir molestias, llamó a Monsanto para preguntar
si estaba relacionado con sus agrotóxicos. Le contestaron que alguien se
comunicaría con él, algo que nunca sucedió. Como dijo en el juicio: “jamás
hubiera utilizado esto en la escuela sabiendo de los daños que puede causar”.
Debido a su enfermedad, el
Tribunal aceleró el proceso de la demanda que Johnson comenzó a trabajar con
sus abogados en 2015. El juicio que ahora finalizó, llevó un mes, y el jurado
debatió durante tres días. La sentencia emitida obliga a Monsanto a pagar 39
millones de dólares en compensaciones y otros 250 millones por daños punitivos,
lo que la compañía anunció que apelará. La sentencia establece además que la
compañía actuó “con malicia” y “falla negligente” porque sabía de los daños que
podía ocasionar.
Los abogados presentaron
documentos científicos sobre la toxicidad del glifosato y documentos secretos
de la empresa, que muestran que sus propios ejecutivos y científicos sabían de los
riesgos del agrotóxico. Por ello pagaron a científicos para escribir artículos
que negaran o relativizaran los peligros del glifosato y establecieron turbias
relaciones con técnicos de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) que debían
dictaminar los riesgos del glifosato. La EPA se dobló ante Monsanto y terminó negando incluso las evidencias de sus propios
científicos.
El glifosato fue inventado y
lanzado al mercado por Monsanto en 1974, y ha sido una importante fuente de sus
ganancias. Se difundió rápidamente, por ser un herbicida de amplio espectro que
la compañía consiguió amañadamente que fuera declarado como moderadamente
tóxico, algo que subsistió hasta que en 2015, la Organización Mundial de la
Salud declaró que era “probablemente cancerígeno”.
El envenenamiento y condena a
muerte prematura de Johnson, ocurrió en apenas dos años y como parte de su
trabajo, algo que seguramente está sucediendo con muchas otras personas en situaciones
similares. El glifosato es el herbicida más usado a nivel mundial, tanto en
cultivos agrícolas, como en jardines, hogares, parques, escuelas e
instituciones. Su uso se disparó exponencialmente con la introducción de
cultivos transgénicos tolerantes a glifosato, que actualmente son más de 80 por
ciento de los transgénicos en campo.
Este uso intensivo generó
resistencia en decenas de malezas, con lo que además de aumentar las dosis
empleadas, la empresa comenzó a agregarle surfactantes y otros co-adyuvantes
para hacerlo más eficaz. En el juicio de Dewayne Johnson, se expuso que además
de la toxicidad del glifosato, quizá la mayor toxicidad era provocada por la
mezcla con esos otros elementos, que las empresas no necesitan declarar en los
productos y que la EPA no considera en sus evaluaciones de riesgo.
Paradójicamente, el final de
Monsanto había llegado antes de este juicio. Bayer consiguió la aprobación de
Europa y Estados Unidos para finalizar la compra de la empresa en junio de este
año y su primer anuncio fue que el nombre Monsanto desaparecía, justamente por
la mala fama de Monsanto. Probablemente ya se está arrepintiendo, porque desde
el anuncio de la sentencia a favor de Johnson, las acciones de Bayer van han
bajado más de 18 por ciento, lo cual se tradujo en una pérdida de cerca de
18,000 millones de dólares. Bayer teme además que otra ola de juicios se
desatará pronto en Estados Unidos por el uso del agrotóxico dicamba con la soya
transgénica Xtend, también de Monsanto, cuya deriva está dañando los cultivos
de otros agricultores.
Silvia Ribeiro
Investigadora del Grupo ETC