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Libia: migrantes y refugiados con “horrores inimaginables”


Un informe de la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL) y la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos revela violaciones y abusos a las que son sometidos migrantes y refugiados en este país tanto a manos de funcionarios estatales, grupos armados y traficantes.
El trabajo, que abarca un periodo de 20 meses, concluye que migrantes y refugiados están siendo sometidos a “horrores inimaginables” desde el momento en que ingresan a Libia, durante su estadía en el país y, si es que logran llegar tan lejos, durante sus intentos posteriores de cruzar el mar Mediterráneo.

Libia, estado petrolero del norte de África, es desde la invasión de la OTAN en 2011 una nación fragmentada institucional y territorialmente, bajo disputa de grupos armados tras el fracaso de los países de occidente de imponer un Gobierno unificado.

En este contexto se conoce el informe sobre la muy grave situación humanitaria en el país, cuya conclusión fue publicada por la agencia de noticias de la ONU.

Clima de anarquía

El trabajo revela cómo hombres, mujeres, adolescentes y niños en centros de detención oficiales y extraoficiales sufren violaciones, asesinatos, torturas, detenciones arbitrarias, abusos sexuales en grupo, esclavitud y extorsión.

Estos crímenes fueron denunciados al equipo investigador de la ONU por más de 1300 migrantes en Libia, en Nigeria y en Italia, y recopilados en el reporte que abarca el viaje de estas personas desde la frontera sur de Libia y a través del desierto hasta la corta norte del país.

“El clima de anarquía en Libia proporciona un terreno fértil para las actividades ilícitas como la trata de personas y el contrabando, y deja a los migrantes y refugiados a merced de innumerables depredadores que los ven como productos para ser explotados y extorsionados “, asegura el informe.

Según la UNSMIL, la abrumadora mayoría de las mujeres y adolescentes entrevistadas dijeron haber sido violadas por pandilleros o por traficantes.

Además, el personal de la ONU visitó once centros de detención donde recluyen a las mujeres migrantes y refugiadas y registró casos de abusos, entre ellos maltrato y violación, cometidos por los mismos guardias de seguridad.

Las detenidas son a menudo desnudadas y sometidas a registros corporales llevados a cabo u observados por hombres. Los investigadores aseguran que la falta de guardias mujeres exacerba el riesgo de abuso sexual y explotación.

La UE contribuye con su rechazo

El informe también describe cómo los migrantes o refugiados que logran llegar a la costa para cruzar el Mediterráneo son interceptados por la Guardia Costera Libia, quien los traslada de nuevo a los centros de detención.

Alrededor de 29.000 migrantes han sido devueltos desde principios de 2017 y miles de ellos continúan detenidos indefinida y arbitrariamente, sin el debido proceso o acceso a abogados o servicios consulares, señala la ONU.

El reporte concluye que Libia no puede ser considerado un país seguro para los migrantes rescatados o interceptados en el mar, dado los riesgos que corren de ser sometidos a violaciones de sus derechos humanos.

También nota que la Unión Europea y sus Estados miembros han seguido implementando una política para impedir que alcancen las costas europeas, lo que estaría contribuyendo a atrapar en Libia a miles de personas desesperadas.

Además, el informe denuncia que a los migrantes detenidos no se les alimenta lo suficiente y son sistemáticamente sometidos a apaleamientos, quemados con objetos metálicos incandescentes, electrocutados y son víctimas de otras formas de maltrato con el objetivo de extorsionar a sus familias y solicitarles dinero a través de un complejo sistema de transferencias.

Los detenidos, entre ellos muchos niños, también sufren de malnutrición, infecciones en la piel, diarrea, infecciones respiratorias y otras dolencias, mientras el tratamiento médico es inadecuado y viven en condiciones de hacinamiento y “miserables”.

El estudio sugiere la aparente “complicidad de algunos actores estatales -entre ellos funcionarios locales, miembros de los grupos armados integrados formalmente en las instituciones del Estado, y representantes del ministerio del Interior y del ministerio de Defensa- en el sistema de tráfico de migrantes y refugiados”.

“Existe un fracaso local e internacional para abordar la oculta desgracia humana que sigue ocurriendo en Libia”, dijo a la ONU el representante especial del secretario general y jefe de la UNSMIL, Ghassan Salamé.

La investigación que muestra la ONU detalla que muchas personas están retenidas en centros extraoficiales e ilegales operados por grupos armados y bandas criminales.

Estas personas son vendidas por un grupo criminal a otro y se les exige que paguen múltiples rescates. Además, muchos pierden la vida tras ser baleados, torturados hasta la muerte, dejados morir de hambre o por desatención médica.

En toda Libia se pueden encontrar cadáveres no identificados de migrantes y refugiados baleados, con marcas de tortura y quemaduras tirados en basureros, cauces de ríos, granjas o en el desierto, denuncia el texto.

Desde la invasión hasta hoy

La situación actual de Libia es producto de la “intervención humanitaria” que impulsaron Francia, Estados Unidos y el resto de la OTAN con apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU a comienzos de 2011 para acabar con el Gobierno de Muamar el Gadafi.

La resolución 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, impulsada por Gran Bretaña y Líbano y aprobada el 17 de marzo de 2011, autorizó a “tomar todas las medidas necesarias” en Libia para “proteger a los civiles y a las áreas pobladas bajo amenaza de ataques”, incluyendo la creación de una zona de exclusión aérea sobre el país.

Si bien, en los papeles la resolución excluyó explícitamente la intervención terrestre, la intervención de la OTAN con bombardeos y la facilitación de pertrechos a los opositores fue determinante para que cayera el Gobierno de Gadafi.

La intervención aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU acabó tras el triunfo de los opositores a Gadafi pese a que, precisamente a partir de este hecho, la nación se volvió más violenta, fragmentada e inmanejable.

Hasta 2011, Libia tenía la esperanza de vida más alta de África (77,65 años, promedio); el PIB (nominal) per cápita más alto del continente africano; el segundo PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo (PPA) y uno de los registros más altos de África en el índice de desarrollo humano (IDH).

(Fuente: Noticias ONU y propias de América XXI)