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Buen viaje Almagro: al basurero de la historia, junto a sus compinches


Por Geraldina Colotti

La gran literatura, uno para todos el inalcanzable Fedor Dostoievski, nos ha proporcionado complejas figuras de traidores, mujeres y hombres fijos para siempre a cuando la historia los ha hecho trizas. La política, la realidad de estos tiempos oscuros y feroces, pero también efímeros y sin memoria, listos para celebrar hoy la basura de ayer, muestra en cambio efectos más mezquinos, incluso paradójicos, en los que lo trágico da paso a la farsa.

Por supuesto, los traidores, de todas las fronteras y países y en todas las edades, tienen un rasgo común: deben ser más realistas que el rey, cargando más contra los ex camaradas de lo que pueden hacer los antiguos enemigos con los que estos traidores han elegido ahora tomar partido.
La obsesión con la que Luis Almagro, secretario general de la OEA, persigue el socialismo bolivariano, ha superado a menudo la de la misma oposición venezolana, encarnando sus expectativas más extremas. Almagro, un ex miembro del Frente Amplio de Uruguay, elegido con el apoyo total de todas las fuerzas progresistas de América Latina, ha hecho mercado de toda la confianza y toda su militancia, vendiéndolas por los clásicos treinta dineros de Judá, pero cambiados a la tasa del Dolar Today. Y ahora, responde con renovada arrogancia a las decisiones tomadas por su partido, calificándolas de “inmorales e indecentes”.
Su “moral”, en cambio, habría sido pisotear el principio de la no injerencia en los asuntos internos de un país soberano, aliarse con el peor fascismo y con la parte más extrema de los “halcones” del Pentágono. “Moral” habría sido volver a proponer en una nueva forma pero con la misma sustancia imperialista y mercenaria, el nuevo Plan Cóndor, financiero, político, mediático e incluso militar, que se ha desatado en Uruguay y en toda América Latina durante el siglo XX, y que sigue manifestándose ahora contra el socialismo bolivariano. “Moral” habría sido enterrar la esperanza de los pueblos de un nuevo renacimiento socialista, multiplicando sus problemas en lugar de sus soluciones.
“Inmoral e indecente” es, en cambio, su traición: la traición de aquellos ideales del Frente Amplio por los cuales muchas y muchos revolucionarios han dado su vida. Con ellos y con la historia de las clases subalternas, Almagro ha mostrado las “diferencias irreconciliables”, admitidas en su arrogante carta dirigida a la formación de izquierda que lo legitimó en su militancia. Las “diferencias irreconciliables” que lo llevaron a moverse hacia el campo del enemigo con quien, evidentemente, ha descubierto muchos más puntos de contactos y con el que será entregado a la basura de la historia.
Las mismas “diferencias” han llevado a la traición de la ex Fiscal General de Venezuela, Luisa Ortega, quien ahora está tratando de condenar lo que había defendido anteriormente. Mentiva, Ortega, cuando defendía el gobierno bolivariano al que pertenecía durante tantos años ¿o miente ahora que está del lado del imperialismo estadounidense y del paramilitarismo colombiano?
Mentiva Lenin Moreno cuando mostraba su apoyo a las políticas de Rafael Correa, ¿o está mintiendo ahora del lado del neoliberalismo en la paga de los Estados Unidos?
Sólo el capitalismo, que basa su dominación en una mentira para ocultar la naturaleza violenta de la explotación, puede confiar en las palabras de estos traidores.
Nuestro campo, por otro lado, es el de la revolución: que no se traiciona cuando más se necesita. En la revolución, todo. Fuera de la revolución, nada, sólo el basurero de la historia.