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Franceses protestan otra vez con nuevas reivindicaciones


Por Ignacio Díaz

La conflictividad social no cesa en Francia. Miles de personas volvieron a salir a las calles de distintas ciudades con los chalecos amarillos y otra vez hubo una gran concentración en París.

La avenida de los Campos Elíseos, frente al Arco del Triunfo, volvió a ser el escenario de una protesta contra el gobierno de Emmanuel Macron. Imágenes de neumáticos encendidos y una represión en ascenso marcaron la jornada de este sábado en París.

El cuarto fin de semana consecutivo de manifestaciones no pudo ser evitado, pese a que Macron anuló esta semana el aumento de combustibles que había detonado las protestas. VER ANUNCIO OFICIAL

Sucede que la popularidad del presidente francés, que asumió en 2017, cayó hasta un tercio del electorado y ante esta debilidad los llamados chalecos amarillos pasaron a la ofensiva.

Macron impulsa una serie de reformas exigidas por los grandes empresarios. Comenzó con una nueva legislación laboral en 2017 y desde agosto de este año buscó relanzar esa agenda, que tiene a la reforma del sistema de pensiones como la medida fundamental.

No cesa

A pesar del paso atrás de Macron sobre los combustibles, el heterogéneo movimiento de protesta suma consignas como la del aumento del salario mínimo o simplemente exige la renuncia presidencial.

El aumento de los precios de los combustibles encendió la mecha de un conjunto diverso del campo y la ciudad, que pese a las diferencias ideológicas padece el mismo retroceso económico y social. El elemento común parece ser la bronca contenida.

El temor del Gobierno quedó reflejado en el inédito despliegue de 89 mil miembros de las fuerzas de seguridad en todo el país para combatir las protestas este sábado. El saldo parcial fue de cerca de mil detenciones, que comenzaron el viernes de manera anticipada; 30 heridos solo en París; destrozos y actos de represión injustificados. Todo esto multiplicado por las imágenes transmitidas al mundo desde Francia.

La mayoría absoluta que detenta Macron en el parlamento demostró ser inútil para garantizar su agenda de gobierno, cada vez más resistida en las calles.