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Aumenta en cáncer en zonas fumigadas con agrotóxicos


Desde Buenos Aires, Ignacio Díaz

Es una política continuada. En lo que va del siglo, Argentina apoyó buena parte de su modelo económico en la exportación de soja transgénica, a través de un esquema de negocios que profundizó la concentración de tierras en el país, expulsó a más productores y campesinos a los aglomerados urbanos y afectó otras producciones agrícolas fundamentales.

Este proceso, que se mantuvo inalterable durante los gobiernos kirchneristas y el tiempo que lleva de mandato de Mauricio Macri (férreo defensor de este modelo), tiene otra consecuencia menos visible, aunque extremadamente grave. Se trata de los llamados pueblos fumigados: poblaciones que por su cercanía a los campos sojeros sufren los efectos de los potentes agroquímicos utilizados en las fumigaciones y altamente nocivos para la salud humana.

Este mas salió a la luz el caso del pueblo cordobés de Canals, ubicado en la región de la pampa húmeda argentina. Allí, una investigación de la Red Universitaria de Ambiente y Salud, en conjunto con los vecinos autoconvocados de Canals, puso cifras concretas a una realidad que el pueblo ya conocía y padecía: la causa de muerte para el 55% de los fallecidos en un período anual (abril de 2017 – marzo de 2018) fue el cáncer. El número contrasta fuertemente con la tasa provincial y nacional de mortalidad por esta enfermedad, que es menor al 20%.

Los especialistas también comprobaron que en Canals muere proporcionalmente mucha más gente que en el resto del país: un 45% más. Para su población no hay ninguna duda de que la causa está en las fumigaciones con agroquímicos.

Evidencias

El propio intendente (alcalde) municipal es un productor que fumiga con glifosato cerca de viviendas urbanas, como también lo hacen algunos funcionarios y concejales. Conscientes de esta situación, las autoridades municipales se negaron a entregar los certificados de defunción para poder realizar el estudio.

Además de las muertes por cáncer, proliferan las alergias, la celiaquía, la diabetes y el hipotiroidismo, entre otros problemas de salud que no eran comunes en el pueblo.

Otra población, ubicada a 65 kilómetros de Canals, también había registrado un aumento drástico de la mortalidad por cáncer en 2013: 39% del total, tras una triplicación de los casos. Es Monte Maíz, donde además se registró una tasa de abortos espontáneos cinco veces mayor a la nacional. Allí, se tomó una muestra de suelo y polvo al lado de una plaza, que registró una altísima concentración de glifosato, el agroquímico utilizado en las plantaciones de maíz transgénico.

Estos son apenas dos casos entre muchos. Decenas de pueblos agrícolas y ganaderos de todo el país están registrando grandes diferencias de mortalidad por cáncer respecto al resto del país, según estudios oficiales y de organizaciones especializadas.

Sin cambios

En julio, los ministros de cuatro carteras: Salud, Ciencia y Tecnología, Ambiente y Agroindustria, salieron al unísono a defender el uso del glifosato en una conferencia conjunta. Un equipo de trabajo interministerial debía generar políticas públicas sobre la aplicación de “fitosanitarios” (eufemismo para nombrar a los agroquímicos tóxicos).

Lino Barañao, ministro de Ciencia y Tecnología que mantuvo su cargo tras la salida del kirchnerismo, respondió ante las evidencias de mortalidad en los pueblos fumigados que “uno también se puede morir tomando mucha agua” ya que “no hay sustancia inocua”. Sergio Bergman, a cargo de Ambiente, agregó que vincular el cáncer con el glifosato es “una aseveración ideológica”, pese a los estudios existentes.

El ministro de Salud se desentendió del tema tras no considerarlo como “una prioridad” y el ministro de Agroindustria, Luis Etchevehere, es defensor a ultranza del modelo sojero y los grandes terratenientes, nucleados en la Sociedad Rural Argentina. Desde ese lugar avanza en la eliminación de todos los planes vinculados a la agricultura familiar, que produce la mayor cantidad de alimentos para el consumo interno.

Los pueblos fumigados no están en la agenda del Gobierno, pero las organizaciones locales que surgieron de esta tragedia cobran cada vez más fuerza y buscan articulación a nivel nacional.

En Estados Unidos, la justicia acaba de dictar una sentencia clave contra la multinacional Monsanto por considerarla responsable del cáncer terminal que padece un jardinero en San Francisco, quien demandó y ganó el primer juicio contra la compañía. En Argentina, la empresa domina el mercado de agrotóxicos y el paquete tecnológico de la soja transgénica.