Por Camilo Rengifo Marín
Con la frase de que el
presidente colombiano Iván Duque “es un buen tipo, pero no ha hecho nada para
solucionar el problema de las drogas”, o sea la alarmante cantidad d coca que
sale de Colombia hacia EEUU, el presidente estadounidense dejó en claro que su
cambiante temperamento puede afectar hasta a su aliado más estratégico en lo
que él considera su “patio trasero”.
¿Qué significa lo que dijo
Trump para la relación de ambos países?, se pregunta Semana en un editorial con
el título “Duque y Trump: con esos amigos…” ¿Decidió cambiar el presidente
estadounidense su aliado estratégico tras la visita de Jair Bolsonaro a
Washington?, alertan los analistas brasileños, Sin dudas, la frase con la
que se refirió Trump a Duque sorprendió y generó malestar en la Casa de Nariño.
“Déjenme decirles algo,
Colombia tiene un nuevo presidente, es realmente un buen tipo. Yo lo conocí,
vino a la Casa Blanca. Él dijo que iba a detener las drogas“ dijo Trump en el lago
Okeechobee, en Florida. Y agregó que “hay más drogas saliendo de Colombia ahora
mismo que antes de que fuera presidente. Él no ha hecho nada por nosotros”.
Cuando en febrero le preguntaron a Duque cómo calificaba su visita a Trump,
respondió “yo creo que un diez”, lo que reflejaba la tranquilidad de una luna
miel de varios meses que habían tenido.
Trump ya había reclamado a
Colombia por el tema de las drogas, en septiembre de 2017, cuando amenazó con
eliminar la certificación a Colombia en lo relativo a la lucha antidroga, es
decir, incluir al país en una lista negra donde figuran las naciones que han
incumplido sus compromisos internacionales contra el narcotráfico
Narcotizar la relación
Quizá hasta que llegó el
fracaso estrepitoso de la Operación Cúcuta, cuando intentaron ingresar “ayuda
humanitaria” estadounidense a territorio venezolano, que incluyó un
megaconcierto y un despliegue descomunal de medios de comunicación, tratando de
imponer el imaginario colectivo de que el gobierno de Caracas iba a ser
derrocado irremediablemente.
A alguien debía Trump echarle
la culpa del fracaso de su estrategia, y encontró a Duque, jaqueado en lo
interno con una crisis económico-social, de corrupción y de seguridad.
La frase podría considerarse
dura al venir de un presidente estadounidense, y en tono que no tiene muchos
antecedentes en la relación “carnal” entre ambas naciones, pero no hay que
perder la perspectiva, porque hay que recordar que Trump ha llamado “rata”
a su ex abogado, “escoria traviesa y llorona” a una periodista de ABC,
“estúpida” a una actriz y “cara de caballo” a otra.
Tras el impasse, quedan en
evidencia que a pesar de lo que desarrollen ambos gobiernos respecto de
Venezuela, el tema de la droga seguirá siendo el principal dolor de cabeza en
la relación de ambos países, y muy difícilmente a Duque le irá bien ante la
Casa Blanca, lo que hará aumentar la presión por lograr resultados y por volver
a la mano dura tipo fumigaciones con glifosato o perseguir judicialmente a las
Farc por ese asunto.
El canciller colombiano
Carlos Holmes Trujillo, en réplica al dicho de Trump, afirmó que el país, desde
que empezó el nuevo gobierno, he estado comprometida más que nunca en la
erradicación del problema de la droga. “De agosto de 2018 a febrero de 2019, el
Gobierno incautó el equivalente a 227 toneladas de clorhidrato de cocaína, 206
toneladas de cocaína, 21 toneladas de base y pasta de coca, que representan
pérdidas para las organizaciones narcotraficantes por unos 6.700 millones
de dólares”.
Aunque la atención de la
opinión pública ha estado concentrada en las últimas semanas en la zona del
Cauca por los bloqueos de la minga nacional indígena a la vía Panamericana,
otras tres regiones del país también viven crisis de orden público.
Confinamientos, desplazamientos, ataques y asesinatos selectivos de militantes
y dirigentes sociales, mantienen en alerta a pobladores de municipios de Chocó,
Córdoba, Antioquia y Catatumbo.
Hay dos temas que unen, pero
que en definitiva dividieron la relación estrecha de ambos gobiernos: Venezuela
y el tema del narcotráfico. Washington encontró en Bogotá un socio
confiable en la agresión y desestabilización de Venezuela, y no solo con Duque
sino con Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, también. Duque lideró el cerco
sudamericano contra Venezuela, pero puso el freno de mano cuando Trump le
exigió que Colombia participara en una invasión a su vecino del norte
Las drogas, sin embargo, es
un problema mucho más de fondo, en el que difícilmente Duque logrará éxitos o
protagonismos. El auge en la producción de coca en Colombia durante los últimos
cinco años alarma al gobierno y al Congreso estadounidense, y tanto a republicanos
como demócratas.
Marcos Schifter, presidente
de Diálogo Interamericano, señaló que “el tema está al tope de la agenda
bilateral, más aún cuando halcones de la guerra contra las drogas ocupan cargos
en la administración Trump. Es poco probable que en esta se hable de
“responsabilidad compartida”, como lo hacían presidentes anteriores”. En ese
asunto, Duque se mueve en aguas turbias pues debe manejar las tensiones
políticas que este tema genera en Washington y Bogotá y evitar que la relación
se ‘renarcotice’, una situación evidente después de las declaraciones del
viernes añadió.
Los dólares del Plan Colombia
Lo que teme Colombia es que
se caiga el financiamiento al Plan Colombia, un acuerdo bilateral constituido
entre los gobiernos de Colombia y Estados Unidos. Se concibió en 1999 durante
las administraciones del presidente conservador Andrés Pastrana Arango, con
tres objetivos específicos: generar una revitalización social y económica,
terminar el conflicto armado en Colombia y crear una estrategia
antinarcóticos.
Entre 2001 y 2016, EEUU
invirtió 10.000 millones de dólares en Colombia en ayuda militar, el mayor
presupuesto después del concedido a Israel. A eso hay que sumarle 7.000
millones de dólares con los que se comprometió Colombia.
Entre los 2000 y 2005,
recibió 2.800 millones de dólares, que junto a la asistencia del Departamento
de Defensa promedió los 4.500 millones de dólares. En 2005, la Administración
Bush pidió fondos adicionales al Congreso para adicionarle 463 millones de
dólares a través del ACI y 90 millones a través del Fondo Monetario
Internacional.
Pero el Plan resultó ser una
pantalla para cubrir la implantación de fuerzas armadas estadounidenses en
Colombia. Las operaciones militares fueron dirigidas
desde Washington por el general Barry McCaffery, excomandante en
jefe de las fuerzas militares estadounidenses en América del Sur, y
nombrado jefe de la lucha antidroga por el entonces mandatario
estadounidense Bill Clinton en enero de 1996. El general
implementó el uso de paramilitares contra la guerrilla de las FARC-EP.
El Plan Colombia contó
principalmente con el apoyo del programa del gobierno estadounidense
llamado Andean Counterdrug Initiative (ACI)
o “Iniciativa Andina Contra las Drogas” y recibe asistencia del Foreign Military Financing (FMF)
o “Financiación para Fuerzas Militares Extranjeras” del Department of Defense’s central
counternarcotics account o Cuenta Central Antinarcóticos del
Departamento de Defensa de los Estados Unidos.
Si bien fue presentado como
un plan de acciones concretas entre los gobiernos para erradicar el
problema de la droga, lo que dejó al descubierto su alto contenido
geopolítico. La priorización de la modernización del Ejército con el pretexto
del combate a las drogas muestra su inconsistencia con el aumento de
efectivos civiles y militares estadounidenses (además de siete bases militares)
en territorio colombiano quienes participaron cada vez más en el combate a la
insurgencia.
Otra de las prioridades fue la
de proteger los yacimientos de petróleo y el extractivismo de minerales (en
defensa de sus transnacionales) e impedir toda negociación con las guerrillas.
Con más de 300 infraestructuras estratégicas en Colombia, EEUU destinó en
febrero de 2002 unos 100 millones de dólares para garantizar la
protección de dichos sitios contra la guerrilla, lo que significó paralelamente
el asesinato de miles de campesinos y el desplazamiento de varios millones
hacia las grandes urbes.
* Economista y docente universitario colombiano,
analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)