Ni la
pertinaz llovizna inicial ni el frío ni el transcurrir de los días amilanaron a
miles de manifestantes que en toda Argelia juraron seguir en las calles hasta
”barrer el sistema” que personificó Abdelaziz Bouteflika.
‘Aquí
estaremos hasta que se vayan todos’, aseveraron muy decididos Salah, Faisal,
Abdelmahid y Salim, cuatro jóvenes de barrios periféricos de Argel que llegaron
hasta la ya emblemática explanada de la Grande Poste para unirse al mar de
gente que reclamó a la vieja guardia política ‘ceder el poder’.
Salah aclaró que ‘con el Ejército, la Gendarmería y la Policía todo está
bien, los que tienen que irse son los políticos …’ a los que tildó, como
mínimo, de corruptos y malversadores refiriéndose al entorno de Bouteflika.’La
democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo’, sostenía
Faisal, mientras su compañero de estudio y marchas afirmaba que ‘el pueblo y el
Ejército son hermanos’, pero suscribió el reclamo generalizado de que se aparte
al jefe del Estado Mayor, general Ahmed Gaid Salah.
De hecho, en la masiva movilización de este
viernes, la séptima desde el 22 de febrero cuando el ya expresidente anunció
que se presentaría a un quinto mandato, las pancartas y lemas coreados exigían
la dimisión Gaid Salah y del previsible jefe de Estado interino y titular del
Consejo de la Nación, Abdelkader Bensalah.
Gaid Salah, también viceministro de la Defensa
Nacional ratificado en el cargo por Bouteflika días antes de renunciar el 2 de
abril, presionó para acelerar la salida del presidente a partir del artículo
102 de la Constitución que mantendría en el poder a figuras afines a
Bouteflika.
‘Ya Salah, márchense todos con tu artículo 102 y
den lugar al siete’, se leía en varios carteles aludiendo a los acápites de la
Carga Magna argelina relativos a los procedimientos para reemplazar al jefe de
Estado en la transición y, en el caso del último, el poder que emana de la
ciudadanía.
Como en Argel, casi en la totalidad de las 48
wilayas (provincias) del país la movilización se distinguía por los colores de
las banderas de Argelia (blanca, roja y verde), la amazigh del pueblo bereber
(amarilla, verde, azul y roja) y también la saharaui (roja, verde blanca y
negra).
Todos
confluyeron en un ambiente pacífico y festivo de envidiable civismo y
solidaridad humana, con escenas de muchachos regalando rosas a hombres y
mujeres, niños, ancianos y mujeres llegados para obsequiar galletas y bizcochos
caseros o los que compartieron gratis agua y té caliente.
Pero
tampoco faltaron quienes aprovecharon para vender churros, refrescos, gorras,
bufandas, banderas, playeras y cuanto objeto cabía con los colores que
identifican a Argelia, nadie parecía perder la brújula de las reivindicaciones
contra el gobierno interino y potencias regionales.
Bilad, un hombre de 59 años, enarboló un
pliego de papel en el que pedía ‘ni (el primer ministro interino Noureddine)
Bedoui ni beduinos (en alusión a ciertos estados árabes del golfo Pérsico con
intereses políticos y económicos en Argelia), ni el FLN (Frente de Liberación
Nacional, en el poder)’.
‘En Argelia no hay lugar para
traidores’, ‘por una Argelia mejor y por una segunda república’, ‘Francia
lárgate, se cierra la tuerca al gas’ o ‘lo lamento, no te perdono’, este último
en respuesta a la carta de disculpas de Bouteflika al pueblo tras dimitir,
podía leerse en numerosas pancartas.
Otros
miembros de la Organización Nacional de la Juventud Argelina se manifestaban
recordando que ‘Es nuestra Argelia, no toque ni a mi patria, mi nación, mi
pueblo, mi Ejército’, y reiteraban el ‘váyanse Bedoui, (Gaid) Salah, Bensalah y
todos. Ustedes son desechos no reciclables’.
Una
gran valla atada entre los postes eléctricos frente a la Grande Poste parecía
sentenciar la determinación de los reclamantes: ‘Somos el pueblo y nos
corresponde decidir. El pueblo quiere que rindan cuentas, no al artículo 102’ y
como frase de consenso: ‘todos ellos se irán’.