Muchos
presentan al conflicto de Venezuela como una pugna entre la tiranía socialista
y la democracia liberal, aunque los dos líderes de ambos campos, Nicolás Maduro
y Juan Guaidó, se reclaman como socialistas, al igual que sus respectivos
partidos.
Por
Isaac Bigio*
La Internacional
Socialista
Ésta, que es la mayor
organización global que congrega a partidos de dicha orientación en todos los
rincones del planeta, tiene por lo general una o dos secciones por cada país,
pero Venezuela es el único en el cual ésta tiene ¡cuatro secciones!
Estas son Voluntad Popular
del Presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó, los dos partidos de sus dos
vicepresidentes (Acción Democrática de Edgar Zambrano y Un Nuevo Tiempo de
Stalin Gonzáles), y el Movimiento al Socialismo, una añeja disidencia del
Partido Comunista que fue comandada por Teodoro Petkoff, fundador de ‘Tal
Cual’, uno de los principales diarios de la oposición venezolana.
Algo que sorprende es porqué
estas 4 secciones no se unifican aunque sea en uno o en dos partidos y del
porqué en ésta no está incluido el gobernante Partido Socialista Unido de
Venezuela (PSUV) del presidente Nicolás Maduro, a quien, por el contrario, si
hay algo que mantenga en común a ese cuatrín es su común repudio al chavismo.
Allende
y Maduro
Muchos analistas suelen hacer
paralelos entre el gobierno socialista de Salvador Allende en Chile 1970-73 y
el de Hugo Chávez y su sucesor Maduro en Venezuela 1999-2019, y recalcan que en
ambos casos éstos fueron administraciones constitucionales y popularmente
electas, las cuales constantemente eran jaqueadas por una derecha golpista.
Sin embargo, entre las
experiencias del país más austral y del más septentrional de Sudamérica hay una
gran diferencia. La Unidad Popular de Chile era una coalición de 7 partidos,
siendo los más importantes el socialista y el comunista, al cual contaba con el
apoyo total e incondicional de toda la Internacional Socialista así como de
Moscú y La Habana.
El Gran Polo Patriótico de
Venezuela es otra coalición pero donde el PSUV tiene plena hegemonía, mientras
que todas las 4 secciones de la Internacional Socialista en ese país y la mayor
parte de las 150 que ésta tiene en el mundo buscan activamente su caída.
Mientras en Chile la
Internacional Socialista llamaba a los militares a no hacer un golpe contra su
presidente, en Venezuela luchan por lo inverso y llaman a los uniformados a
desacatar órdenes y sublevarse para derrocar al PSUV.
Tanto en el Chile de 1973
como en la Venezuela del 2019 el gran adversario de esos gobiernos
izquierdistas fue una administración republicana en EEUU cuya política en
Suramérica pasaba o pasa por derrocar violentamente a sus respectivos
presidentes socialistas. Sin embargo, mientras en Chile el enemigo de Nixon y
Kissinger era la Internacional Socialista, en Venezuela esta última es el gran
instrumento de Donald Trump para deponer al chavismo.
El actual mandatario
norteamericano es aún más conservador que lo que fuera cualquiera de sus
predecesores dentro del republicanismo, y también es el único que se haya
atrevido a agitar que estaba dispuesto a detonar ya el botón nuclear contra un
Estado que se reclama socialista (Corea del Norte).
En Venezuela, Rusia y Cuba
están del lado del gobierno socialista, aunque el Kremlin en los setentas
estaba dominado por un Partido Comunista único, mientras hoy Putin promueve un
capitalismo nacional. La China roja de Mao, que durante el allendismo se
acercaba a Nixon y no se compraba su pleito en Chile, hoy tiene un nuevo
sistema pro-mercado, pero ahora sí se ha puesto totalmente del lado de Caracas
donde posee grandes inversiones e intereses.
Si en Chile los socialistas y
comunistas hacían causa común, en la Venezuela de hoy la Internacional
Socialista lidera la oposición que busca echar al gobierno apoyado por todos
los Estados regidos por Partidos Comunistas en el mundo y por los aliados de
Moscú.
Unidos
con la derecha dura
También llama la atención el
hecho que todos los presidentes que más activamente han venido haciendo campaña
para aislar y derrocar al gobierno venezolano son los de Colombia, Chile,
Brasil y Paraguay, quienes vienen de ganar sus respectivas elecciones generales
habiendo buscado polarizar al país entre ellos y sus contrincantes
enrostrándoles de representar el nefasto socialismo.
A fines de febrero e inicios
de marzo el “presidente encargado de Venezuela”, el militante de la
Internacional Socialista Juan Guaidó, se entrevistó con varios gobernantes de
Suramérica (Colombia, Chile, Paraguay, Brasil y Ecuador), todos los cuales
tienen común estar a la derecha de quienes le antecedieron en la presidencia de
su respectivo país.
En su periplo por el
continente no visitó Uruguay, la única nación suramericana donde está en el
gobierno una sección de la Internacional Socialista, ni Bolivia, el país que
ejerce la presidencia temporal de la Unión Suramericana de Naciones y que está
administrada por el MAS (partido que optó por ese nombre inspirado en el de una
de las 4 secciones venezolanas de la Internacional Socialista). Guaidó no quiso
entrevistarse con el uruguayo Tabaré Vázquez o con el boliviano Evo Morales
porque ellos proponen un diálogo con Maduro, que él repudia.
Cuando estuvo en Brasil
Guaidó no le cuestionó a Bolsonaro porqué quería celebrar el 55 aniversario del
golpe militar de ese país, el cual inició el giro hacia las dictaduras
“gorilas” en la región, o porqué sigue teniendo bajo rejas a Lula, quien fue
sentenciado por su actual ministro de justicia, ha sido el presidente más
popular de la historia latinoamericana y es el preso socialista más famoso del
mundo.
Cuando él se vio con los
mandatarios de Colombia, Chile, Paraguay o Argentina tampoco les recriminó por
sus políticas de austeridad o por las acusaciones de serias violaciones a los
derechos humanos en sus respectivos países, sobre todo en Colombia donde se
asesinan a más líderes sociales que en cualquier otra nación del continente.
Cuando Guaidó se abrazó con
Mike Pence, el vicepresidente de EEUU, o cuando su esposa Fabiana Rosales de
Guaidó, a quien él ha designado como la “primera dama de Venezuela”, fue
recibido por él y por Trump en la Casa Blanca, ninguno de los dos les cuestionó
a la administración norteamericano del porqué: viene construyendo el mayor
mega-muro para dividir al hemisferio; viene queriendo deportar a millones de
latinos de su país; apoya y arma a la tiranía teocrática saudita que ha
asesinado a decenas de miles de civiles en Yemen habiendo convertido a esa
república en el mayor epicentro de cólera en el planeta; ha destruido con sus
bombas a Yugoslavia, Afganistán, Irak, Siria, Libia y otros países; incrementa
su ejército que tiene ya más armas de destrucción masiva que las del resto de
los que hay en el globo, además de ser el único con base en más de 50 naciones;
o busca privatizar el sistema de salud y estigmatiza al socialismo como su peor
enemigo interno y externo.
Por el contrario, los Guaidó
a diario le piden a Trump que invada su país como la mejor forma de poder
llevarlos al poder.
Invasiones
Cuando Nixon-Kissinger
organizaron el Pinochetazo para derrocar a Allende esa era una época en la cual
la Internacional Socialista mantenía importantes contradicciones con la Casa
Blanca republicana en la más importante que entonces había en el mundo (la de
Vietnam), pero ahora la situación es diferente pues Blair en 2003 fue el
principal soporte internacional para que Bush invada Irak y los socialistas
franceses colaboraron con Washington y Londres para atacar Libia y derrocar a
su presidente.
Tanto el iraquí Hussein como
el libio Gadafi, a quien la Internacional Socialista combatieron en alianza con
la Casa Blanca, se reclamaban como socialistas, aunque de una variante
nacionalista que postulaba la unificación de la nación árabe, y que la
socialdemocracia condenaba por imponer una dictadura de partido único.
La Unión Patriótica de
Kurdistán (UPK) es la única sección de la Internacional Socialista que ha
apoyado la invasión de su país (Irak) liderada por EEUU, pero Guaidó y las
otras secciones de la Internacional Socialista en Venezuela son los únicos que
se han autoproclamado como gobierno paralelo y que como tal han hecho lobby a
EEUU para que intervenga militarmente en su república. Mientras la UPK solo
existe en un territorio equivalente al 11% de Irak, del cual buscan separarse e
independizarse, la Asamblea Nacional de Venezuela liderada por la Internacional
Socialista busca preservar la unidad de su república y desbancar militarmente a
quienes consideran un usurpador.
Cuando se dio el “Día D” en
el que el 23 de febrero Guaidó había prometido que se iba a comenzar “sí o sí”
la liberación de la “usurpación”, él había pasado la noche anterior en Cúcuta.
Desde esta ciudad colombiana Guaidó organizó grupos violentos que quisieron
entrar a Venezuela para, posiblemente, crear una “zona liberada” dentro su
propio país. Hizo ello con ayuda explícita de los ejércitos de EEUU (cuyos
camiones con ayuda “humanitaria” que incluía implementos para la guerra
callejera, ellos quisieron forzar entrar a Venezuela) y del de Colombia (quien
protegió a sus atacantes que se enfrentaron a la guardia venezolana, para luego
viajar en uno de sus aviones militares por todo el continente y teniendo como
su brazo derecha a la encargada de Trump para el hemisferio).
Casi desde el primer momento
en que el 23 de enero Guaidó se auto-juramentó como presidente de Venezuela, él
ha estado amenazando con pedir que los EEUU envíen sus tropas, algo que le fue
retrucado por un diputado demócrata norteamericano quien le aseveró que solo el
congreso de su país puede decidir si se acepta o no una invasión y que éste muy
probablemente no lo ha de hacer.
Guaidó se ha convertido en el
primer y único “presidente” de Suramérica en pedir a todos sus vecinos que
ingresen a su país para llevarlo al poder, aunque Brasil ya antes se ha anexado
varios territorios de Venezuela y Colombia ha tenido disputas con Venezuela
sobre ricas áreas fronterizas, mientras que la principal reserva de petróleo
del mundo está a pocos kilómetros de la frontera (en torno al lago Maracaibo).
Hasta hoy nunca antes una
sección de la Internacional Socialista se había atrevido a querer debutar en el
poder proponiendo para ello a la administración más derechista que haya tenido
EEUU y sus dos grandes vecinos el que entren en guerra contra su país.
Autoritarismo
Un constante planteo de
Guaidó es que él nunca se va a sentar a negociar con Maduro, aunque en la
víspera de su autoproclamación como “presidente” él acudió a una cita secreta
con Diosdado Cabello, el vicepresidente del PSUV.
Su argumento es que dialogar
con Maduro es inadmisible porque es un dictador y que toda la decena de elecciones
que él ha convocado han sido fraudulentas (excepto la que ellos ganaron para la
Asamblea Nacional, la cual fue hecha con el mismo sistema de votaciones).
El que uno sea un dictador es
un obstáculo que nunca antes ha invalidado a la Internacional Socialista para
negociar. Sus miembros fueron parte del Movimiento Democrático Brasileño (MDB),
uno de los dos partidos formados por la dictadura militar y el que lideró la
transición a la democracia civil.
Miembros de esta organización
mundial dialogaron con el pinochetismo chileno y el franquismo español
aceptando incluso las constituciones moldeadas por estas fuerzas para
garantizar una “transición pacífica”. En España la Internacional Socialista
aceptó abandonar la bandera republicana (bajo la cual murieron decenas de miles
en la guerra civil de 1936-39) y aceptar como rey al príncipe Carlos criado y
educado por el generalísimo Franco quien no dudó de emplear a las tropas de
Mussolini y Hitler para masacrar a su propio pueblo.
La Internacional Socialista
también propuso diálogos con los partidos comunistas únicos de Europa oriental,
y hoy sus secciones en Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, Hungría y Macedonia
provienen de lo que antes fuera el Partido Comunista único establecido por
Stalin o Tito a fines de los cuarentas, los cuales gobernaron a sus respectivas
repúblicas como “dictaduras proletarias”.
Los únicos partidos que han
gobernado en Angola y Mozambique en los 44 años de existencia que tienen esos
países como repúblicas independientes son el MPLA y el FRELIMO,
partidos-ejércitos que fueron militarmente apuntalados por Cuba y que han
reclamado el “marxismo-leninismo”, al igual que Nelson Mandela y su Congreso
Nacional Africano quien gobierna ininterrumpidamente la Sudáfrica
post-apartheid. Estos 3 partidos son parte de la Internacional Socialista.
Hoy en Venezuela se habla
mucho de la presencia cubana, peor nunca ésta ha llegado siquiera lejanamente
al nivel de Angola, donde decenas de miles de soldados suyos combatieron y
derrotaron al régimen segregacionista de Sudáfrica.
En esta Internacional
Socialista también se encuentra el Partido Revolucionario Institucional (PRI)
que fue el único que gobernó a México durante 66 años continuos (de 1934 al
2000, y luego del 2012 al 2018), el cual llegó a ser tildado como el último
partido único de largo alcance en el siglo XX.
Otra sección de la
Internacional Socialista es el Partido Popular de Mongolia, el cual fue el
único partido legal o gobernante en la patria de Gengis Khan desde 1921 a 1996.
En este periodo Mongolia vivió atenazada por el norte con todas las purgas y el
Gulag de Stalin y por el sur con todas las matanzas cometidas por Mao. Ambos
regímenes basados en el culto a la personalidad y al monolitismo han causado la
muerte de decenas de millones de personas.
Ningún otro partido en el
planeta ha estado como tal 75 gobernando ininterrumpidamente a su propio país
como éste, el cual supera en ello a los partidos comunistas de China, Vietnam o
Corea del Norte. Hoy esta misma sección de la Internacional Socialista gobierna
Mongolia, nación que muy pocos años ha tenido en su último siglo de vida sin
que éste no haya estado en el poder.
Stalin mismo fue quien crió
desde su infancia a su partido en Mongolia, la única república independiente
que siempre fue un aliado incondicional suyo y que él tanto usó para
contrarrestar a Japón y a los aliados chinos de Occidente durante las guerras
del Pacífico Oriental.
En resumen, la Internacional
Socialista no solo que ha impulsado diálogos y transacciones con las más
despiadadas dictaduras de Iberoamérica, sino que ha integrado a su seno a
quienes implementan dictaduras de partido único “marxista-leninista” en sus respectivas
naciones.
Golpismo
Otro argumento que usan las
secciones venezolanas de la Internacional Socialista para negarse a dialogar
con el PSUV es que este último tiene un origen golpista.
Es cierto que Chávez salió a
la palestra cuando hace un cuarto de siglo organizó un golpe fallido y que su
movimiento inicialmente nació en los cuarteles y aún tiene mucha simbología
militar (usa mucho frases como “comandante”, “misiones”, “alianza
cívico-militar”, etc.). No obstante, el principal partido llamado socialista en
el Cono Sur (el de Chile) nació con el golpe castrense de junio 1932 del
comandante Marmaduke Grove quien estableció una efímera república Socialista de
Chile.
La sección panameña de la
Internacional Socialista es el Partido Revolucionario Democrático (PRD) fundado
en 1969 por el general Omar Torrijos al año siguiente de establecer su
dictadura militar nacionalista y que luego trabajaría con la junta castrense
del general Manuel Noriega quien en diciembre 1989 sería capturado por tropas
norteamericanos que le llevarían preso a su país.
El espectro de hacer en
Venezuela lo mismo que Panamá hace 30 años lleva a que muchos alienten una
invasión, la misma que sería mucho más complicada pues Maduro sostiene que está
armando 2 millones de hombres, frente a los 12,000 guardias que tenía Noriega.
Lo que queremos destacar, no
obstante, es que la misma Internacional Socialista que en Panamá integra a un
partido formado por un golpista y que defendió a otro dictador (Noriega) es la
misma que quisiera transformar a un ex sindicalista (y no militar) como es
Maduro en otro presidente en ser depuesto, mientras que John Bolton, asesor de
seguridad de Trump, abiertamente llama a detenerlo y encarcelarlo en
Guantánamo.
Varias secciones de la
Internacional Socialista promovieron golpes y hasta el terrorismo para tomar el
poder. Una de ellas ha sido el aprismo peruano, el cual intentó hacer una serie
de alianzas con militares golpistas, levantamientos y actos de terrorismo
individual, incluyendo el asesinato de uno de los directivos de El Comercio (el
mayor diario de Lima) y el asesinato del presidente Sánchez Cerro (el único
magnicidio en el Perú en el último siglo).
Paramilitarismo
y narcotráfico
También las secciones
venezolanas de la Internacional Socialista acusan al PSUV de que ha cometido
una serie de torturas, asesinatos políticos y violaciones a los derechos
humanos y que ha establecido un sistema de fraude permanente que hace imposible
sacarle del poder. Además, en algunos otros medios se trata de vincular al
chavismo con el narcotráfico.
Un reporte del diario
argentino Infobae ha hablado de un cuarto de millón de personas muertas por la
violencia durante el chavismo, pero en casi todos los casos se trata de la de
corte criminal, la cual ha ido en aumento a medida que la crisis económica del
país crece (en parte debido a los bloqueos y sanciones de EEUU).
Sin embargo, el número de
asesinatos por razones políticas es bastante inferior y, posiblemente menor que
el de todas las muertes producida en el Caracazo del 27 de febrero de 1989, en
el cual el último gobierno de la Internacional Socialista en Venezuela
respondió a sangre y fuego las protestas contra el ajuste económico por parte
de los más pobres.
Según la Wikipedia en los
primeros 3 meses que han pasado desde que Guaidó asumió la presidencia de la
Asamblea Nacional se han producido alrededor de 40 muertos y 850 detenciones.
Se trata de una cifra muy alta, pero que, en las condiciones en las que hay un
autoproclamado presidente que llama a una insurrección armada o invasión
extranjera, estos números son inferiores a los de varias masacres que se han
cometido durante gobiernos de la Internacional Socialista no solo en Venezuela
sino también en México, Colombia y Perú.
En la víspera del 20-23 de
junio de 1986 cuando en Lima se realizó el primer congreso de la Internacional
Socialistas hecho en las Américas, el primer gobierno que dicha organización
había tenido en la historia del Perú, el de Alan García, mató a unos 300 presos
senderistas que habían hecho un motín carcelario, y se sabe que al menos unos
120 fueron fusilados después de haberse rendido.
Durante el gobierno del
Partido Aprista Peruano de Alan García se produjeron miles de muertes políticas
y se dio la peor hiperinflación americana previa a la venezolana. El aprismo,
el cual en los sesentas hizo una coalición con el general Manuel Odría (el
dictador militar que en 1948-56 les persiguió) hoy es un aliado del
Fujimorismo, el movimiento que reivindica la dictadura de Fujimori (1990-2000),
la cual intervino con tanques los poderes legislativo y judicial en 1992 y es
culpable del asesinato de millares y el de haber forzado a decenas de miles de
mujeres pobres a quedar incapacitadas para tener hijos.
El PRI mexicano es célebre
por muchas matanzas, como las que se dieron contra los estudiantes en 1968 y
1971, en las cuales fueron asesinados unos 500 de ellos. La recientemente
laureada película ‘Roma’ con el Oscar de la academia contiene un episodio donde
aparecen las huestes paramilitares llamadas ‘halcones’ matando por doquier.
El PRI, por su parte, creó un
sistema de clientelismo y fraude institucional con el que garantizaba
constantemente la reelección automática de su partido cada sexenio.
Así como el PRI mexicano tuvo
sus propios grupos paramilitares también los tuvo el aprismo peruano con sus
famosos ‘búfalos’ y luego los escuadrones de la muerte del Comando Rodrigo
Franco. El gobierno socialista español en 1983-87 impulsó a los Grupo
Antiterrorista de Liberación (GAL) quienes hacían torturas y ejecuciones
extrajudiciales. La agencia de espionaje que más asesinatos ilegales ha
cometido en otros países es el Mossad fundado por la anterior sección israelí
de la Internacional Socialista.
La sección colombiana de la
Internacional Socialista es el Partido Liberal, uno de los más antiguos de
Suramérica y también de los que más ha gobernado a una nación occidental. Los
liberales apoyaron al saliente gobierno de Juan Manuel Santos y a la
candidatura del actual mandatario derechista Iván Duque a quien prefirieron
contra el centroizquierdista moderado Gustavo Petro. Durante las
administraciones de la Internacional Socialista en Colombia se han producido
aún más matanzas políticas que en la de esta misma en Perú.
Durante los gobiernos del
PRI, la sección mexicana de la Internacional Socialista, el más poblado país
hispano también empezó a convertirse en el más violento por causas del
narcotráfico.
Tanto Colombia como México
son los países americanos más golpeados y corrompidos por las mafias de la
droga, y en ambas repúblicas los gobiernos de dicha Internacional Socialista no
lograron reducir el crimen organizado, algo que, paradójicamente, si ha podido
hacer el MAS boliviano de Evo Morales, que es rechazado por esa misma
internacional.
Tolerancias
En las 2 semanas que van
desde que Juan Guaidó anunció que iba a desconocer el segundo mandato de Maduro
iniciado el 10 de enero hasta que finalmente cumplió con su promesa de
auto-juramentarse el 23 de enero se conmemoró un siglo del asesinato que hizo
la que fuera la principal sección de la Internacional Socialista (la de
Alemania) contra Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, los líderes de lo que antes
había sido el ala izquierda de su propio partido.
La actual Internacional
Socialista hunde sus raíces en esos partidos socialdemócratas que no dudaron en
perseguir, proscribir y asesinar a decenas de miles de izquierdistas y
revolucionarios.
En comparación a esa
tradición, el chavismo nunca ha matado a ninguno de los líderes históricos de
la oposición. Si bien hay muchas denuncias de casos de torturas y asesinatos de
cuadros medios, lo cierto es que en marzo se pudo ver sobre una misma tarima a
Juan Guaidó, autoproclamado Presidente Encargado junto con Henrique Capriles y
Manuel Rosales (los últimos candidatos en unir a la oposición para competir con
Maduro en 2013 y contra Chávez en 2012 y 2006) y Henry Ramos Allup (el primer
presidente de la Asamblea Nacional controlada por la oposición). El único líder
opositor en Caracas que no pudo asistir fue Leopoldo López quien tiene arresto
domiciliario por haber incitado a protestas muy violentas en 2014.
A pesar que todos ellos
acusan a Maduro de ser un tirano todos ellos estaban juntos abiertamente
proponiendo derrocarlo, mientras que Guaidó es el único presidente paralelo en
el mundo que se pasea libremente llamando a diario por la insubordinación de
los militares, por un golpe castrense, por alborotos callejeros y por una
invasión de todos los vecinos y la gran potencia del mundo sobre su nación.
Si la Internacional
Socialista hubiera estado en el poder jamás hubiera respondido con tanta
‘blandura’, tal como lo hemos visto en casos anteriores.
Mientras Guaidó es protegido
por la Guardia de Maduro quien le custodia cuando entra a su despacho y hasta
le ha defendido cuando una turba popular no le quiso dejar pasar en su auto, en
Madrid la corte real con apoyo del gobierno socialista viene juzgando a los
ministros del anterior gobierno catalán por haberse atrevido a organizar un
referendo pacífico y proclamar pacíficamente la independencia. Sobre ellos hay
pedido de cárcel hasta por 2 décadas o más, mientras que la Internacional
Socialista y la Unión Europea avala ello y la manera en la cual 10,000 policías
reprimieron a cientos de miles de votantes catalanes y destruyeron urnas y
luego se apresó al gobierno catalán clausurando su parlamento, su autonomía y
sus instituciones.
Por su parte Maduro ha
demostrado que él no quiere reaccionar organizando una revolución y una
dictadura comunistas, pues, en 3 meses de agudos conflictos, él se ha negado a
hacer lo que Lenin hubiera hecho en esos casos: movilizar a cientos de miles
para ocupar y expropiar todas las empresas privadas y grandes propiedades,
desconocer el pago de la deuda externa, nacionalizar el comercio exterior e
imponer una economía centralmente planificada.
Maduro constantemente llama
al diálogo y a mantener una democracia multipartidaria, el mercado y una
economía mixta con la presencia de muchas empresas privadas nacionales y
multinacionales.
Dedocracia
La Internacional Socialista
afirma que Maduro es una dictadura, pero lo que ellos vienen haciendo en
Venezuela es un intento de hacer otra dictadura.
El diputado Juan Guaidó se
auto-juramentó como “presidente” al margen de un debate y de una votación en el
parlamento, e imponiendo ese hecho consumado gracias a que inmediatamente Trump
(quien previamente le había instruido a hacer eso) le reconoció y demandó a
unos 50 aliados suyos que le sigan en ese camino.
Guaidó quiere presentarse
como el líder de un movimiento democrático contra un dictador, pero Maduro ganó
las elecciones del 2013 y del 2018 con el 40% y el 31% del padrón electoral,
una cifra superior a la de todos los gobernantes suramericanos, por no decir de
Trump quien perdió por casi 3 millones de votos.
Guaidó, en cambio, nunca
compitió con ningún otro candidato para ser designado el portavoz de su
partido, el presidente de la asamblea Nacional y luego el Presidente Encargado.
Es más, hasta antes que él fuese el primer americano en auto-juramentarse en la
presidencia en una manifestación, el 80% de los venezolanos lo desconocían.
El periodo de todo
“presidente encargado” en Venezuela dura un mes, lapso en el cual tienen como
único encargo convocar a presidenciales, cosa que él no ha hecho. Ya nos
acercamos al primer trimestre de dicha “presidencia” y por ende ya hace tiempo
que constitucionalmente está desfasada, si alguna vez lo estuvo.
Ahora Guaidó dice no quiere
elecciones prontas, ni siquiera cuando él llegue al poder pues previamente debe
haber una dictadura que él llama “gobierno provisional” (figura
extra-constitucional) para reorganizar todo el aparato estatal y aplicar
medidas de ajuste y privatizaciones.
Guaidó no nombra ministros ni
gabinete, ni ejerce ninguna autoridad sobre ninguna parte del país. Él
concentra supuestamente el poder ejecutivo (la presidencia) y también el poder
legislativo (sigue como jefe del parlamento) y pasa por encima del poder
judicial (cuyas órdenes él desacata). En el fondo se ha convertido en un joven
que cree que “El “Estado soy yo” aunque el estado no le tome en cuenta.
Ante su incapacidad de poder
tomar el poder debido a que no cuenta con suficiente apoyo popular ni tiene
armas, su único recurso que tiene es provocar el caos, incitar a alborotos
durante los apagones (que él dice que no los ocasiona, aunque solo empezaron a
darse apenas él retornó a Caracas) y una invasión extranjera, con lo cual él se
viene aislando y desacreditando, a punto que cuando Maduro decida arrestarlo él
lo hará cuando crea que no vaya a ver mucha reacción popular en contra de eso.
La supuesta lucha de la
Internacional Socialista por un gobierno más democrático en Venezuela ha
terminado convirtiéndose en un llamado a un golpe militar o una invasión para
imponer una dictadura, mientras se pasa por encima de las leyes de dicha
república.
Mientras tanto denuncia a la
“tiranía” chavista y trata de mostrar al único presidente nunca electo y nunca
obedecido de las Américas como su paladín por la democracia, la Internacional
Socialista ya no hace mucha bulla por los golpes parlamentarios que tuvieron
Honduras, Paraguay o Brasil, por las constantes matanzas y violaciones a los
derechos humanos en Colombia o Haití (cuyo presidente pro-EEUU sacó menos de la
mitad del porcentaje que Maduro tuvo en el padrón electoral y quien no duda en
disparar a protestas más masivas que las que él ha confrontado) ni centra su
campana en las Américas a impedir el mega-muro de Trump.
Autogolpe
Con su actual política ante
Venezuela la Internacional Socialista cierra la posibilidad de tratar de
influenciar sobre el PSUV, tal como ellos antes han querido hacerlo sobre el
castrismo y sobre otros movimientos originados en el comunismo.
Lo más grave es que se pone
como furgón de cola de Trump para quién es vital evitar que Bernie Sanders gane
la postulación demócrata y pueda quitarle la presidencia en el 2000 o que
Jeremy Corbyn se convierta en un primer ministro socialista en Reino Unido.
La Internacional Socialista
viene mostrando poco apego a sus principios pues llama a que la potencia que
ésta tanto critica por estar queriendo romper a la Unión Europea sea quien
derroque a un gobierno que es más democratizante y socializante que muchos de
los países que la OTAN apuntala. Y todo ese acoplamiento a Trump es por puros
intereses en llevarse bien con él y poder tener acceso a los ricos recursos
petroleros y minerales que tiene la mayor reserva de oro negro y oro amarillo
del planeta.
También termina aliándose con
los principales rivales del socialismo en Chile (Piñera), Bolivia (Mesa),
Argentina (Macri), Colombia (Duque) y Brasil (Bolsonaro).
En vez de hacer una causa
común con la Alternativa Bolivariana de Nuestra América (ALBA, bloque que une a
Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua y 6 Antillas anglo-parlantes) contra un
Bolsonaro que abiertamente se jacta de estar a la derecha de Hitler, prefieren
trabajar con él para derribar al mayor contrapeso que este admirador de la
junta brasileña tiene en Suramérica.
En cierta manera la
Internacional Socialista se está dando un autogolpe a su propia influencia y
credibilidad.
Con sus intentos de llegar a
un acuerdo con Bolsonaro se distancian aún más del mayor partido de izquierda
que haya tenido Iberoamérica y el hemisferio sur: el Partido de los
Trabajadores de Brasil.
Con su política pro-Trump e
injerencista en Venezuela también chocan con el principal gobierno hispánico:
el del México de López Obrador.
Le negativa de las secciones
venezolanas de la Internacional Socialista choca con las iniciativas de diálogo
que plantea la Comunidad del Caribe, México, Uruguay y Bolivia.
Las izquierdas en Colombia,
Perú, Brasil, Ecuador y Bolivia no pueden compartir esa orientación. El
correísmo ecuatoriano y el MAS boliviano se alinean con el PSUV. Si bien los
centroizquierdistas Petro en Colombia o Verónika Mendoza en Perú cuestionen a
Maduro de dictador ninguno de ellos avala a la Internacional Socialista, en
tanto llaman a un diálogo y a nuevas elecciones. El PT brasileño tiende a ser
más cercano aunque no incondicional del chavismo.
En Argentina el Frente de
Izquierda que siempre saca más de un millón de votos cree que Maduro hace una
dictadura burguesa bonapartista, pero que se debe hacer causa común con él
contra el imperialismo en tanto que propugnan radicalizar el proceso
expropiando al capitalismo.
Salvo Liberación Nacional en
Costa Rica, los diversos grupos socialdemócratas en Chile o una posible
captación del nuevo gobierno ex farabundista de El Salvador esta Internacional
no tiene muchas posibilidades de llegar al poder en Latinoamérica.
Su adaptación a Trump en su
ofensiva contra Venezuela le va a castigar tanto como la que tuvo ésta con
Blair cuando se subordinaron a la anterior administración republicana de la
Casa Blanca en la guerra de Irak.
*Isaac
Bigio
Politólogo
economista e historiador formado en la London School of Economics donde enseñó
política venezolana y latinoamericana.