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La centroizquierda en México y las tareas de la clase trabajadora

Las elecciones en México el domingo primero de julio, el candidato de centroizquierda Andrés Manuel López Obrador o AMLO como lo conocen popularmente, del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) se impuso con un 53% ante el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) José Antonio Meade y Ricardo Anaya (coalición Juntos por México, que incluye el Partido Acción Nacional, PAN, y el Partido de la Revolución Democrática, PRD); este triunfo deja inquietudes, dudas y sobre todo mucha esperanza, para la clase trabajadora mundial, latinoamericana y fundamentalmente para la clase trabajadora mejicana.

Hoy, después de seis años de gobierno del PRI bajo el gobierno de Peña Nieto, el pueblo mejicano dijo NO a la corrupción, a los asesinatos, a las desapariciones, a la violencia, a la desigualdad, al desempleo y a la enorme pobreza en que se encuentra sumida la mayoría del pueblo pobre y trabajador.
La situación de nuestra hermana nación es la razón fundamental por la que el pueblo decidió salir de sus verdugos y depositar su confianza en AMLO.
Pero el pueblo mejicano debe hacerle seguimiento a la llegada al poder de AMLO, el cual no es ninguna garantía a la salida de la actual crisis, y sin querer ser profeta del desastre, puede ocurrir lo que otrora ocurrió con Lenin Moreno. Un Gobierno encabezado por MORENA puede traicionar rápidamente esas aspiraciones que las masas mejicanas depositaron en él.
En el cierre de campaña, AMLO manifestó que “no habrá represalias”. A esto le podemos dar varias lecturas, la más optimista podría ser que se trata de una “táctica” discursiva, la otra y la que más nos preocupa, es que puede significar que los crímenes de estos seis años incluyendo la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, las distintas masacres y la generalizada corrupción queden impunes.
Así mismo, declaró que buscarán “la unidad hasta donde se pueda.” Por esta razón vemos que ya hay exoficiales del PRI y PAN en su gabinete, lo que puede garantizar la continuidad de políticas antiobreras impuestas por ambos partidos durante las últimas décadas.
De la misma manera, dio señal de su disposición a dialogar y alcanzar acuerdos con Donald Trump, quien es el hombre más odiado en México después de Peña Nieto, debido a su racismo antimexicano, persecución de inmigrantes y demandas de que México pague hasta $15 mil millones para construir un muro en su frontera. AMLO dijo que le propondría a Trump la creación de algo “similar a lo que fue la Alianza para el Progreso”, el programa de asistencia inaugurado por el presidente estadounidense Kennedy en 1961 con el objetivo de amarrar a América Latina más estrechamente con el imperialismo estadounidense y prevenir otras revoluciones nacionalistas de izquierda como la de Cuba.
En las distintas campañas y declaraciones de AMLO hemos visto como estas han girado a la derecha, razón por la cual es aceptado por la oligarquía gobernante mexicana, que antes lo denunciaba como un demagogo que quería convertir a México en una Cuba o Venezuela.
Asimismo, el milmillonario Carlos Slim, el hombre más rico de México y anteriormente el más rico del mundo, advirtió recientemente que, si AMLO no quedaba como presidente, el país podría toparse con inestabilidad económica.
Presentándose frente a los directores de los principales bancos mexicanos en marzo, el candidato de MORENA les garantizó que el “régimen de propiedad” en México sería respetado y que no considerarían “expropiaciones ni nacionalizaciones”. Proclamó su lealtad a la “economía de mercado” y prometió que con sus políticas “no vamos a afectar a la banca”.
De forma similar, sus asistentes y asesores se han alejado de las denuncias hechas previamente por AMLO contra los pasos para privatizar el sector energético, que anteriormente controlaba el Estado, y ofrecerlo a la explotación de los conglomerados internacionales de energía. Han prometido que todos los contratos de esta índole deben ser respetados.
En ese sentido los mercados ya incorporaron en sus cálculos la victoria de AMLO y, bajo cualquier consideración, no ven ninguna amenaza para los intereses del capitalismo mexicano y mundial.
“Esta estabilidad quizás está sorprendiendo,” declaró José Oriol Bosch, director general de la Bolsa Mexicana de Valores. “Siempre hay quien busca lo negativo, pero lo que se está demostrando en los mercados es que el país está preparado para este proceso”.
Después de sus reuniones con ejecutivos de los principales bancos internacionales como Citigroup Inc., JPMorgan Chase & Co. en meses recientes, Wall Street se mantuvo con una racha positiva ante una victoria de AMLO.
Este ha sido el proceso electoral más violento en la historia del país, con más de 120 políticos asesinados desde que comenzó la campaña. Estos asesinatos están tomando lugar en el contexto de una ola continua de violencia que se ha cobrado 8.000 vidas en el mismo periodo, en un país donde al menos 35.000 personas están clasificadas como desaparecidas.
La aprobación de una Ley de Seguridad Interior el año pasado le ha otorgado al presidente la autoridad para imponer lo que equivale a ley marcial, desplegando el ejército en las calles. Sin embargo, el intento de instalar a un presidente bajo tales condiciones podría desencadenar rápidamente una violenta revuelta social en un México ya volátil.
La clase trabajadora internacional ha vivido experiencias amargas con partidos burgueses como MORENA, que se apoyan en capas adineradas de la clase media y emplean una retórica vagamente izquierdista, mientras que prometen “esperanza” y “cambio”. Al otro lado de la frontera norte de México, los trabajadores estadounidenses tuvieron una experiencia similar con el demócrata Barack Obama, quien fue promovido por la pseudoizquierda como un “presidente transformativo”, pero que, al llegar al poder, impuso políticas que expandieron las guerras, aceleraron la transferencia de riqueza de las capas más pobres a las más ricas y aumentaron las deportaciones masivas.
Luego, se produjo la elección de Syriza en Grecia, celebrada por partidos izquierdistas de la pequeña burguesía en todo el mundo. Llegó al poder en el 2015 con base en promesas de finalizar las medidas de austeridad impuestas por la UE solo para capitular en pocos meses, pisoteando en el camino un referéndum que había rechazado abrumadoramente la continuación de la austeridad e imponiendo los recortes exigidos por los bancos internacionales.
Hay una similitud impactante entre las campañas realizadas por Syriza y MORENA. Syriza formó una coalición después de las elecciones del 2015 con los Griegos Independientes, un partido derechista y nacionalista que avanza políticas antiinmigrantes y apoya a la Iglesia Ortodoxa Griega, mientras que recurre abiertamente al antisemitismo.
El partido MORENA de AMLO integra en su coalición al Partido Encuentro Social (PES), una organización derechista conformada principalmente por cristianos evangélicos que hacen campaña contra los derechos de los homosexuales, el matrimonio de parejas del mismo sexo y el aborto.
Estas coincidencias no son casuales. En ambos casos, la alianza de estos candidatos burgueses supuestamente “izquierdistas” con partidos de la extrema derecha representan una señal inequívoca para la élite política de que pueden confiar en ellos la defensa de los intereses tanto del capital nacional como extranjero, incluso apoyando las políticas más derechistas. El pueblo mejicano debe estar atento, ya que puede ocurrir lo que ocurrió y ocurre en Argentina con el triunfo de Macri y la hermana nación se hunda más en la crisis.
MORENA y AMLO no son revolucionarios de izquierda, quizá sean progresistas lo que obliga aún más a la clase trabajadora y al pueblo mejicano a empujar y profundizar sus luchas. Cabe destacar que López Obrador no ha respaldado ni dado un visto bueno a las luchas explosivas de los trabajadores mexicanos y oprimidos, desde las protestas contra el gasolinazo o aumento de los precios energéticos hasta las huelgas de docentes y continuas luchas de las víctimas de la violencia estatal.
La campaña de AMLO navegó en promesas de corte populista y la lucha contra la corrupción, mientras que entre líneas garantizaba impunidad a los corruptos. El pueblo mejicano debe estar atento ya que MORENA y AMLO no son representantes legítimos de la clase trabajadora y menos con independencia de clase y amarrados a los intereses de las grandes mayorías desposeídas. La mayor garantía de que se atienda la creciente demanda de la clase trabajadora y el pueblo pobre, es precisamente la movilización de la clase trabajadora y el pueblo, no debemos, después de haberlo llevado al gobierno, dejar que ellos tomen las decisiones, lo más probable es que AMLO defienda los intereses de la élite financiera que lo ha acogido.
La aguda crisis mejicana y la falta de una alternativa política independiente de la clase trabajadora, nos obliga y con urgencia a construir una nueva dirección revolucionaria, no solo en México, sino en Nicaragua, Ecuador, Brasil, Argentina, Perú, Venezuela, en fin, en toda nuestra américa. Solo la lucha de los pueblos unidos será la que, a decir de Allende, abrirá las grandes alamedas a un futuro más humano, un futuro realmente socialista, donde nosotros seamos los dueños de nuestros destinos.