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Venezuela: La trampa de la energía


Por  Roberto Duque
Cuando, en los años 30 del siglo pasado, la empresa CADAFE llegó al pueblo de Bailadores, en Mérida, para llevar la primicia de la electricidad (un asunto del que se sabía en pocos poblados de Venezuela) los habitantes soltaron la carcajada. Para ellos eso no era ninguna primicia; desde hacía varios años un hijo de ese pueblo, de nombre Luis Zambrano, alumbraba su casa y ponía a funcionar su taller metalúrgico con una turbina movida por el agua, y diseñada y fabricada por él mismo. Ese mismo compatriota, un campesino del que evidentemente no se ha hablado lo suficiente, o al que no le hemos parado en el país la más mínima bola, le regaló al pueblo de Canaguá un sistema de alumbrado público que funcionó durante 30 años, desde la década de los cuarenta hasta los 70, y todavía hoy está operativo y mantiene encendidos unos pocos bombillos.

Repito: estamos hablando de sucesos y gente de los años 30 del siglo XX. ¿Tiene alguien una sola explicación acerca de por qué, casi un siglo después, y con el país lleno de tecnólogos e ingenieros (además de materia prima contadas en miles de toneladas) no tenemos un país lleno de generadores eléctricos?
En Venezuela funcionan, existen o al menos están registrados miles de Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). No hay que ser muy sagaz para darse cuenta de que es hora (o hace rato sonó la hora) de crear y organizar en el país los CLEE (Comités Locales de Energía Eléctrica) ¿Y para qué, si ya repararon el Guri y todo se va normalizando?
Pregunta a la que hay que responder con una sola bofetada. Porque a bofetadas nos está enseñando la historia lo fundamental de la expresión y la idea de Independencia. No eres independiente porque firmes un acta donde dice que eres independiente. Serás independiente cuando demuestres en los hechos que no dependes de nadie (y mucho menos de tu enemigo) para moverte y subsistir.
EL GIGANTE BOBO DEL QUE DEPENDEMOS

La Independencia definitiva de Venezuela pasa, inevitablemente, por eliminar nuestra dependencia energética, y eso solo será posible si encontramos soluciones locales que sustituyan el frágil monstruo basado en la represa del Guri. El día que ejecutemos en cadena nacional la demolición de la represa del Guri y el país siga funcionando, ese día podremos decir con un poco más de propiedad que somos un país independiente.

“Nos” atacan el sistema Guri, lo inutilizan o dañan severamente, y tres cuartas partes del país se queda sin energía. Alimentos, agua, comunicaciones, combustible, ciudades, se convierten de pronto en quimeras inviables, difíciles de alcanzar o de poner a funcionar.

He utilizado unas comillas en el párrafo anterior. No, el Guri no es nuestro, no es venezolano, no le pertenece a nuestro pueblo ni a nuestra clase. Fue construido así, elefántico, bobo, monstruosamente dependiente, para poder domarlo. ¿Quién puede domar al Guri? Pues los mismos que lo diseñaron y lo fabricaron. Es un complejo tecnológico construido por una clase (la clase hegemónica) y una visión del mundo (el capitalismo industrial), así que nunca jamás le pertenecerá enteramente al pueblo humilde, mucho menos al país y muchísimo menos a un proyecto socialista.

Si centralizar la más grande fuente de energía de alcance nacional se convirtió en un problema, o nació como problema, la lógica más simple indica que descentralizar y democratizar la energía sería la solución, o una de las soluciones.

Pudiera tener sentido que el Guri alimentara el oriente del país, incluido el monstruo devorador o reconvertidor de energía que son SIDOR y las industrias básicas, pero ¿de verdad precisan los estados andinos de la estabilidad de un embalse ubicado a más de mil kilómetros lineales para surtirse de energía eléctrica?
Trujillo queda al lado de Mérida y Barinas, y sólo 30 por ciento de su suministro eléctrico depende del embalse de Santo Domingo, ubicado más o menos en la frontera de esos estados vecinos. El otro 70 por ciento proviene de Guri.
Una ciudad como Boconó depende enteramente de Guri. Boconó es ese pueblo a cuyos pies se desboca en violento cauce uno de los ríos más torrentosos del occidente del país, el río Burate. ¿Por qué es imposible o tan siquiera difícil construir un generador eléctrico en ese lugar?

Caracas es probablemente uno de los casos más dramáticos de despilfarro de la energía, a causa de un disparate originado en el suministro de agua.

Poco más de 70 por ciento del agua que consume Caracas, a una altura promedio de 900 metros sobre el nivel del mar, proviene de una fuente situada a 300 metros sobre el nivel del mar; el embalse de Camatagua, en Aragua, está ubicado además a 100 kilómetros de distancia. Llevar agua a Caracas implica movilizar a fuerza de bombeo eléctrico muchos miles de litros de agua, todos los días. ¿Es viable Caracas como construcción sociohistórica? Tema para discutirse después (después de varios apagones y sequías más).
¿Regionalizar la gestión de la energía? ¿Qué tal una gran fuente de energía por estado? ¿Y por qué no más bien profundizar y masificar la gestión de la energía hasta los niveles municipales, comunales, vecinales e incluso casa por casa?
HACIA LA GESTIÓN COMUNAL DE LA ENERGÍA

Una rebelión consiste en apartarse del sistema. Una Revolución consiste en conmover y destruir el sistema. Amoldarse al sistema o perfeccionarlo es puro reformismo.

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El enemigo se acaba de dar un gustazo atacando la casi única fuente de energía eléctrica eléctrica de Venezuela, el casi único generador de corriente, y aquí nos tiene todavía padeciendo, tratando de recuperarnos del golpe. Yo quisiera ver al enemigo tratando de inutilizar cada uno de los millones de generadores construidos, mantenidos y gestionados por comunidades, cuadras, edificios, familias. Esos generadores no serían computarizados, ni dependerían de servidores creados y controlados por hegemonías. Que vengan los gringos o la OTAN o la naturaleza o la fuerza o potencia que sea, a inutilizar 5 mil generadores activos en Caracas, uno en cada cuadra, o dos millones de generadores en toda Venezuela. ¿Y qué hace falta para fabricar un generador o para ponerlo a funcionar?
Para fabricarlo hacen falta partes y piezas que ya están fabricadas: acumuladores, dinamos, alternadores, bobinas o capacitadores.

Para hacerlo funcionar sólo hace falta algo que es gratis y que sobra en el planeta: movimiento y fuentes de movimiento.

El Ministerio de Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología dispone de un detallado listado de los tecnólogos populares vivientes en Venezuela, con sus teléfonos y direcciones. Es hora de de darle a ese listado algo más que el uso institucional, consistente en convocar a esas personas a alguna reunión anual para que hable de sus invenciones o ideas.

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En Barquisimeto (calle 37, cerca de la avenida Venezuela) me tocó hace unos meses acudir a un tornero con un problemón mecánico que amenazaba con dejarme inoperativo el carro por falta de recursos; al bicho se le dañó la bomba de aceite, y eso es grave. Muy grave y muy caro. En otra Venezuela, la de la abundancia, los mecánicos le recomendaban a uno ir a comprar otra bomba de aceite y cualquier persona no tiene con qué pagar ese repuesto. Le expliqué al tornero la situación y le pregunté, casi sin esperanzas, si era verdad que esa pieza es imposible rehacerla, si debía ir a atracar un banco para comprar otra. Me respondió: “Mire compañero, si esa pieza la fabricó un extraterrestre entonces yo tal vez no la pueda hacer. Pero si la hizo otro hombre como yo, entonces yo se la hago. Pase por aquí mañana a las 2 de la tarde”.

La pieza me salió en la décima parte de lo que me hubiera costado comprarla nueva, y ya va por 60 mil kilómetros de movilizarme por todas partes.

Pero más allá del resultado práctico y el ahorro de los centavos, lo que me levantó la moral, más que cualquier consigna, canción o discurso de Chávez o el Che, fue la actitud de ese hijo de este pueblo: si es humano SE PUEDE, no joda.

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La energía no se crea de la nada ni regresa a la nada. Dice una de sus leyes que la energía no se destruye, se transforma. Hace falta una cantidad de energía potencial para convertirla en energía eléctrica. Como el sistema y el paradigma que nos han incrustado masivamente es Guri entonces pudiéramos tender a creer que sólo la energía del agua en movimiento puede producir electricidad, pero ya se sabe de todas las experiencias generadoras: solar, eólica, nuclear, por combustible, diesel (como funcionan las termoeléctricas). Caracas no tiene grandes cursos ni caídas de agua lo suficientemente cerca; no significa que no pueda o no deba buscar alternativas.

Hay una opción que es difícil de comprender por qué no ha sido masificada: cualquiera afina la vista y puede ver a multitudes de ciudadanos que no encuentran en qué invertir su energía corporal y deciden invertirla en la importantísima misión de quemar grasa y tener una figura esbelta o atlética. Pedalean, trotan, levantan pesas, mueven aparatos que desafían y moldean sus músculos; hacen ejercicios. Saque la cuenta de la cantidad de kilocalorías que “quema” esa gente, e imagínese toda esa energía reconvertida en energía eléctrica. No es imposible y tan siquiera difícil: ya hay noticias de gimnasios en los que el esforzado deportista mueve desde las bicicletas un juego de poleas y cadenas que van a parar a molinos de cereales: energía corporal convertida en alimentos. ¿Qué paso complejísimo o esotérico hay que materializar desde ese acto simple a conectar esas cadenas y poleas a un generador o dinamo, de ahí a un acumulador y de ahí a los aparatos que queremos poner a funcionar? ¿No existen ya los pequeños dinamos que encienden el bombillo para que un ciclista solitario se alumbre el camino?

La fuerza corporal de centenares o miles de personas realizaría aquí la tarea de los ríos andinos que le sirvieron a Luis Zambrano para hacer su pequeña pero monumental revolución. Mediante esta lógica, un ser humano pudiera convertirse en la fuente generadora de electricidad de una casa, o de dos. Multipliquen a esa persona por la cantidad que quieran. Yo, que soy un flojo y ya la edad anda mostrándome de lejos unas facturas, pudiera echar el pedal suficiente para poner a cargar un teléfono y encender un par de bombillos. Pensemos en un millón de ciudadanos; cuando el enemigo quiera venir a perpetrar otro apagón nacional tendrá que neutralizar o asesinar a un millón de personas. ¿Eso será más fácil o más difícil que inutilizar a un gigante bobo como el sistema del Guri?

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Comités Locales de Energía Eléctrica: ¿para cuándo esa primera reunión vecinal o familiar?

No es tarde para formular estas inquietudes, ni para materializar experiencias concretas. Esto no debería ser una obra de una gestión de gobierno, sino un acto masivo del pueblo.